“New Bermuda”, de Deafheaven… O “la vida después del black metal”

Deafheaven es una banda de la ciudad de San Francisco, California, no apta para fundamentalistas. Quizás es demasiado pesada para el consumidor promedio de música alternativa; demasiado edulcorada, para el metalhead tipo «matagatoscarapintadasatanásesmipastor».

Las ubres musicales ordeñadas por estos jóvenes van desde Burzum, Emperor y Mayhem, pasando por Explosions in the Sky, Mono y Mogwai, hasta The Jesus and Mary Chain y My Bloody Valentine.

Quizá.

Deafheaven inició en 2010. Su primer trabajo, “Roads to Judah” (2011), llamó la atención de la prensa por no respetar las fronteras del black metal. Pero sería su segundo trabajo el que los consolidaría: “Sunbather” (2013).

“Sunbather” es uno de los álbumes más accesibles de música extrema, su estilo fue definido con dos etiquetas: blackgaze (black metal + shoegazing) y post-metal (post-rock + heavy metal + shoegazing). Logró colarse en varias listas de popularidad y en muchas revistas no-metaleras.

Este 2015 volvieron a sorprender con el álbum “New Bermuda”. Publicado bajo el sello ANTI-, “New Bermuda” continúa la línea de su antecesor pero con mayor fineza. Poco más de 46 minutos angustiosos, elegantes, bellos y oscuros, divididos en cinco canciones.

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El desarraigo y la complaciente rutina de la adultez:

“My world closes its eyes to/Sex and laughter”.

El primer corte es “Brought to the Water”. El llamado a esta liturgia es con campanas que dan paso a un black metal clásico, donde George Clarke hace gala de demoledora voz. Los 8:37 minutos de paseo también incluyen riff de heavy metal y pasajes de post-rock para diluirse en una linda melodía de piano.

A veces, encontrar el hogar puede ser una pesadilla:

“I’ve boarded myself inside/I’ve refused to exit
There is no ocean for me/There is no glamour
Only the mirage of water ascending from the asphalt
I gaze at it from the oven of my home”.

Del thrash al black metal atmosférico, así inicia “Luna”, una de las dos mejores canciones de este álbum. Bajo la superficie del black metal se entrama el post-rock, pero sin tregua. Alrededor del minuto seis hay una transición progresiva que desemboca en un episodio que fácilmente podríamos adjudicar a una banda como Explosions in the Sky, antes que los gritos de Clarke entren en escena.

Las pesadillas a menudo son pensamientos recurrentes:

“To not be buried in native clay and preserved for cynicism”.

El tercer corte es “Baby Blue”, la otra de las dos mejores canciones del disco. Una suerte de Mogwai conociendo a Emperor.

En esta canción la guitarra es crucial: del minuto 04:14 al 05:07, un inolvidable solo de guitarra; mientras que del minuto 06:00 al 08:00 hay dos adictivos riffs.

Observar la decadencia de un junkie puede ser deprimente:

“Scrawled into the pavement, again and again
Written on the red stalls in smokey tin”.

“Come Back” inicia dulcemente para llegar a una brutalidad que no da descanso hasta el minuto 05:00, cuando regresa la belleza y Deafheaven deja comprobada su versatilidad musical.

El inminente final:

“In the dark, my flesh to disintegrate into consumption for the earth”.

“Gifts for the Earth” es el ultimo corte de “New Bermuda”, una canción inestable, la que menos destaca del disco. Sin embargo, funciona bien como cierre y es la única que no repite la fórmula clásica de la banda. Eso plantea una interrogante que tendrá respuesta hasta el siguiente álbum de Deafheaven: ¿innovar significa perder el control de los elementos que hasta la fecha han cohesionado magistralmente?

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El sonido de Deafheaven tiene padres e incluso abuelos; la novedad es lo accesible que logran sin sonar falsos. Son parte de una nueva escuela de artistas extremos que no visten como payasos y saben que la belleza musical no quita contundencia.

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