La fauna silvestre sale en la cuarentena

Imágenes en diferentes partes del planeta exponen, para sorpresa de miles de ciudadanos, fauna silvestre en las calles, patios, parques, puertos y casas. Se trata de zorros, pumas, venados, aves, monos, tortugas, que se mueven en lo que, hace unas semanas, eran sitios turísticos, puertos, calles y zonas residenciales abarrotadas de humanos. Casos demostrados en Italia, España y Chile, entre otros.

El video publicado en redes sociales sobre una hembra de venado cola blanca con su cría, en una colonia de Santa Tecla, le ha dado la vuelta a El Salvador y no es para menos. Los seguidores y personas preguntando por equis pájaro o animal han aumentado en estos ya quince días de cuarentena domiciliaria. Hay muchos asombrados por tantas aves cantando en las mañanas. Para nosotros, los biólogos que estudiamos fauna silvestre, esta coyuntura nos parece una oportunidad única que por el confinamiento no podemos aprovechar.

Déjenme decirles que mucha de la vida silvestre que ahora vemos en nuestro entorno siempre ha estado ahí. Antes del decreto de la cuarentena, nuestra rutina no nos permitía dar la atención a ella.

Obviamente, la sustitución de fincas por residencias, oficinas y centros comerciales está reduciendo los espacios para la fauna silvestre, pero quiero explicarles por qué en muchas zonas del área metropolitana de San Salvador un ecosistema urbano de 74 kilómetros cuadrados tiene el privilegio de convivir con animales silvestres.

Zonas verdes. En muchas colonias, los cinturones de árboles y juegos mecánicos infantiles fueron establecidos en bordes de quebradas, las cuales son corredores ecológicos por donde se moviliza la fauna o, en muchos casos, donde viven y se reproducen, y luego se dispersan hasta nuestros patios, techos y jardines. Muchas bóvedas hacen esta misma función. Las quebradas están por toda la ciudad, así que los espacios para la libre circulación de mapaches, murciélagos, garrobos, chachalacas, tucanes y zorros son viables.

Parques. La mayoría de colonias construidas hasta 1990 poseen parques, algunos con formas circulares, plantados con árboles nativos. Este elemento aporta un gran valor para la riqueza de aves, como lo ha demostrado un estudio reciente llevado a cabo por biólogos de la Universidad de El Salvador, que podemos consultar en Huitzil, Revista Mexicana de Ornitología, Volumen 18, Número 2, páginas 272-280. Las viviendas que cultivan o siembran árboles frutales complementan la disponibilidad de recursos para la fauna.

Uso de árboles nativos. Buena parte de los árboles plantados en la ciudad, ya sea con fines ornamentales, alimenticios o de paisaje, son, hasta cierto momento, especies nativas o que producen flores y frutos comestibles por la fauna silvestre, como mangos, aguacates, maquilishuat, barillo. Otros, en cambio, fueron sembrados hace más de 70 años y, por tanto, por ser “maduros” proveen sitios para anidar, para el refugio o para observar-vigilar desde lo alto de las ramas.

Masas boscosas. La sierra de El Bálsamo, las faldas del volcán de San Salvador, el cerro San Jacinto, la finca El Espino con sus derivaciones territoriales, el parque del Bicentenario y el ecoparque El Espino son una fuente primaria para el mantenimiento de especies. Ahí se reproducen y luego las crías deben dispersarse, buscar nuevos territorios para mantener las especies. También funcionan como tal el Jardín Botánico, los campus de universidades, cuarteles, colegios, cementerios, embajadas y grandes residencias, Casa Presidencial, inclusive.

Este diseño urbano, planificado o no, ha funcionado muy bien para la fauna silvestre. Se estima que en el gran San Salvador conviven más de 10 especies de anfibios, 15 de reptiles, 150 especies de aves y 25 de mamíferos. Un ejemplo que podemos encontrar en pleno centro de San Salvador: las tijeretas, aves insectívoras que viven en la costa este y centro de Estados Unidos y migran a El Salvador entre octubre y marzo, ocupan los árboles de araucarias plantados en 1911 al interior del Palacio Nacional, donde duermen miles de estas, o la lora nuca amarilla, se sabe que hay más de estos loros en la ciudad que en muchas áreas protegidas.

Ya vimos que hay una relación directa en el paisaje urbano del gran San Salvador y la fauna silvestre, así, en muchas colonias y barrios serán abundantes algunas especies o en otras no. La cuenta de Twitter del Cuerpo de Bomberos registra el rescate de serpientes con frecuencia, sobre todo, masacuatas en la zona de Los Planes de Renderos. Los mapaches son, en muchos casos, perjudiciales para el sistema eléctrico de la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia y todas las oficinas gubernamentales del Centro de Gobierno, los cuales se movilizan por la quebrada Tutunichapa.

Ahora bien, muchas de las especies de fauna que viven con nosotros son, principalmente, especies acostumbradas a la presencia humana, se alimentan en nuestros parques y jardines, de nuestros desperdicios y, en la mayoría de casos, usan la infraestructura urbana porque les provee de refugio contra la lluvia, el frío y los depredadores; por ejemplo, los pericones que duermen entre las aulas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, los vencejos que se refugian en el edificio de estacionamientos del Banco Central de Reserva en plena calle Arce o los zanates, tordos, clarineros y chontes que duermen en árboles de laurel de la India por toda la ciudad. Los ejemplos siguen y siguen.

Es claro que la ausencia de personas, automóviles y ruido está haciendo que la fauna pierda un poco de temor y se aventure a visitarnos, ahora que nosotros debemos permanecer encerrados; pero este fenómeno pasará una vez “la normalidad” nos llegue de nuevo. Pero debemos aprender que la tecnología nos permite el registro de la fauna que vive a nuestro alrededor, también que las redes sociales nos ayudan a aumentar y mejorar nuestro conocimiento y difusión y, por ende, a mejorar nuestra relación de respeto y admiración a la naturaleza.

Al respecto hay aplicaciones para aprender sobre la fauna silvestre y contribuir con información, lo que denominamos: ciencia ciudadana. Usamos eBird y Merlin, que permiten identificar aves por el plumaje, cantos y las descripciones, pero también Naturalista, una aplicación más versátil para aprender de la flora y la fauna, incluso insectos, hongos, arañas, aves y mamíferos. La mayor base de datos sobre la biodiversidad de El Salvador está en línea, es gratis y todos podemos contribuir con ese esfuerzo.

Si bien es cierto el planeta mismo está recibiendo una pausa en las emisiones de carbono y estamos contaminando menos con desechos sólidos, sobre todo ahora que las municipalidades están muy eficientes, de continuar dos o tres meses más, muchas más especies serán vistas, en especial en esta temporada que está llegando el período de reproducción de las aves. Estas construirán nidos en nuestras ventanas, techos y jardines.

El reto para el futuro, una vez pase la pandemia, será gestionar nuestros espacios urbanos para la convivencia con la fauna silvestre. Ese modelo de eliminar toda la cobertura arbórea para luego edificar y plantar árboles jóvenes no es el ideal. Dos ejemplos: el centro comercial Venecia es un buen caso de gestión del espacio urbano y arbóreo; en cambio, los nuevos restaurantes de comida rápida en la calle de ingreso a Santa Tecla no solo no son armoniosos con el entorno, sino que no dejaron espacios para la fauna.

Otro elemento: la siembra de especies nativas versus el uso de árboles ornamentales como el almendro de Madagascar, son los plantados en la plaza Libertad o el árbol de Buda, esos árboles siempre verdes que crecen en línea recta, que está de moda sembrarlos en la entrada de las casas o la orilla de los caminos, no son propicios para la fauna silvestre, aunque crecen rápido, su vida útil es corta. Tenemos nuevos derroteros que vencer para tratar de guardar un equilibrio en estos ecosistemas urbanos que nos genere bienestar, el deseo de vivir en nuestra ciudad y de convivir con la biodiversidad.

Hay mucho por admirar en esta cuarentena respecto a la fauna silvestre. Cuando la cotidianidad que teníamos en enero regrese, la vida silvestre puede encontrarse muy confiada y los encuentros con ella pueden ser negativos, atropellamientos, por ejemplo, o hay que manipularlos y no sabemos cómo. La recomendación es llamar al Cuerpo de Bomberos y dejar que expertos se encarguen. Recordemos que muchas especies silvestres son protegidas por leyes locales y tratados internacionales.


*Néstor Herrera es biólogo con especialidad en manejo de recursos naturales. Se desempeña como asesor científico de Paso Pacífico, organización que vela por la protección del bosque seco de Centroamérica. Puedes escribirle a nestor@pasopacifico.org

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