Los encuarentenados se amotinan contra el encierro

Las protestas por el prolongado encierro en algunos centros de contención -personas con treinta días de confinamiento- dejaron las redes sociales y llegaron a los empujones. Este lunes 4 de mayo hubo dos intentos de motines, en el Palacio de los Deportes y el parqueo Gamaliel, por la falta de respuesta oficial para las personas que han sido detenidas por no acatar la cuarentena. Los encuarentenados exigen el resultado de las pruebas para descartar Covid-19 y regresar a sus casas. 

Foto FACTUM/Gerson Nájera


Un grupo de hombres amotinados grita desde el umbral de la entrada al Palacio de los Deportes, en San Salvador. La escena es aún oscura, apenas está amaneciendo. Dos de ellos se turnan la palabra y se envalentonan entre sí para retar a unos policías armados que no piensan dejarlos salir.

–Usted no nos puede tener aquí –, dice tímidamente el primero–. Nosotros podríamos salir caminando y usted no nos tiene que hacer nada porque ya cumplimos.

Los policías están armados, los amotinados no. Las cartas están echadas y todos saben el resultado, pero aún así insisiten.

–Sí – añade el segundo –. Si nos vamos de aquí en marcha, todos con las manos hacia atrás, con nuestras cosas, usted no tiene derecho a hacernos nada porque ya cumplimos todo.

Los amotinados son un grupo de hombres que guardan cuarentena obligatoria en el Palacio, dependencia del Instituto Nacional de los Deportes (INDES), uno de los 89 centros de contención distribuidos en todo El Salvador. Todos fueron capturados a principios de abril por incumplir la cuarentena, por andar en la calle sin una justificación que convenciera a un policía o soldado de los que patrullan por todo el país desde el 21 de marzo, cuando el gobierno salvadoreño decretó la cuarentena domiciliaria obligatoria por el Covid-19.

Desde entonces, los subieron a un pick up y los llevaron a este lugar donde han pasado entre veinte y treinta días encerrados, guardando una cuarentena que no saben cuándo va a terminar. Dicen que en este tiempo les han hecho dos pruebas PCR para descartar que tengan el virus, pero hasta hoy no les han dado los resultados.

Estos amotinados en el Palacio no son los primeros en protestar. Decenas de encuarentenados lo han hecho desde hace varias semanas. Los primeros lo hicieron a través de tuits, después algunos gritaron desesperados desde su ventana, y estos últimos lo hacen amenazando con salir de sus centros de cuarentena.

–Solo estamos pidiendo pacíficamente que se cumplan nuestros derechos de información – vuelve a decir el primero – ¡Y de libertad! – complementa el segundo –. Ya nos mintieron una vez, nos mintieron dos veces, tres veces, y usted nos va a decir “los vamos a contactar” y así nos van a ir teniendo.

Los demás hombres del motín empiezan a hacer un bullicio en apoyo a sus compañeros que alzan la voz en nombre de todos. El primero agarra más valor y ahora hasta le habla con autoridad al policía.

–Mire, caballero: Aquí tenemos el documento que se tiene que emitir a la hora de salir. Es un acta de responsabilidad sanitaria y la vamos a firmar de forma personal. Aquí dice, oiga bien, cumpliendo los veinte días de cuarentena. Así que estamos en todo nuestro derecho – dice el hombre.

–¡No nos puede agreder!, grita el otro.

El policía dirige unas palabras hacia los amotinados. Les dice que él no les puede dar respuesta sobre las cosas que ellos están diciendo, lo único que les puede asegurar es que no los va a dejar salir. Pero que pasará su mensaje a sus superiores y quizá luego les dé una respuesta.

Los voceros de los amotinados saben perfectamente que sus argumentos contra aquellos policías armados son como darle con las manos a un muro, y se dan por vencidos. Pero no se van a retirar sin hacer parecer que aquello fue un triunfo.

–Vaya, le vamos a dar un lapso de… a las 8:00 de la mañana del día lunes – dice el primero. El policía no contesta.

–Gracias – complementa el segundo, y la muchedumbre rompe en aplausos y gritos de alegría.

Aquella conversación quedó grabada en un video que uno de los encuarentenados del Palacio de los Deportes compartió y se hizo viral en redes sociales.

Elementos de la UMO y fuerzas especiales de la Policía Nacional Civil impiden que las protestas de los encuarentenados, en el Palacio de los Deportes del INDES, sean escuchadas por la prensa. Foto FACTUM/Gerson Nájera

***

Quizá nadie pensó que aquella amenaza se hiciera realidad. Pero dos días después, el lunes 4 de mayo por la mañana, los encuarentenados del Palacio de los Deportes amanecieron entusiasmados otra vez.

Unos cincuenta hombres a medio vestir salieron del domo caminando como quien, de pronto, decide irse para su casa. Como si no tuviera ningún impedimento. En el patio principal, antes de llegar al portón de salida, los esperaban un grupo de policías que, al ver aquella escena, pidieron refuerzos.

Y los refuerzos no tardaron en llegar. Un equipo de la unidad élite Sección Táctica Operativa (STO) llegó primero y después un bus con agentes de la Unidad del Mantenimiento del Orden (UMO). Esta última es la unidad de choque, la que ocupa la Policía para reprimir a protestantes o vendedores enfurecidos en las más férreas manifestaciones.

Los encuarentenados del Palacio, algunos de ellos en calzoneta, sin camisa o usando unos trapos como gorros navarone, se detuvieron y optaron por el diálogo. Enviaron a cuatro emisarios a conversar con otros cuatro policías y ahí se mantuvieron por horas, sin lograr ningún resultado. Los de la retaguardia hacían señales a los medios de comunicación que los filmaban desde la calle.

No es la primera vez que la UMO llega a un centro de cuarentena. Este fin de semana, el primero de mayo, el hartazgo ha llegado a los encuarentenados y, como una idea, el amotinamiento ha viajado ya por cuatro centros de contención. El primero caso ocurrió el viernes 1 de mayo en las instalaciones del Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE), en la colonia Zacamil. El domingo en el gimnasio Adolfo Pineda y este lunes 4 de mayo en el Palacio de los Deportes y en el edificio Gamaliel, en la colonia Escalón.

Las protestas de los encuarentenados que empezaron como tuits se materializaron y este lunes llegaron a los empujones.

En el caso del INJUVE, luego de casi tres horas de negociación, los policías armados lograron convencer a los encuarentenados que no los dejarían ir. Y al final, los que se querían ir, desistieron.

Pero en el edificio Gamaliel, el que usualmente es un parqueo del Tabernáculo Bíblico Bautista “Amigos de Israel”, la cosa fue diferente. Ahí los encuarentenados ya tienen su fama. Varios de ellos han denunciado que ahí dentro se arman borracheras que terminan en amenazas y golpizas contra los que se quejan. Es un grupo de encuarentenados que también fueron detenidos por violar la cuarentena, algunos de ellos por andar borrachos en la calle o por menos: por ir a comprar el alcohol que no se lograron tomar.

Elementos de la UMO cierran la cuadra donde está ubicado el centro de contención Parqueo Gamaliel, donde más de 200 hombres, entre jóvenes y adultos, están allí desde hace 24 días. Foto FACTUM/Gerson Nájera

Un grupo de estos decidió este lunes 4 de mayo bajar hasta la primera planta del edificio e intentar salir. Un grupo de policías de Seguridad Pública y un pelotón de la UMO los estaban esperando.

Ante los gritos, los agentes de la UMO decidieron entrar. Uno de los encuarentenados transmitió por Instagram Live aquel encontronazo. Sonaron los empujones y el griterío. “Tenemos levantadas las manos. Arriba las manos, Arriba las manos”, instruía el que grababa el video a sus compañeros. “¡Están usando la fuerza!”, gritaba.

En el video no se ve que los agentes de la UMO hayan golpeado a alguien, pero minutos después uno de los encuarentenados envió otro video a un periodista de Factum. “Miren, no se ve bien por el flash, pero ahí está el golpe, ve. Y mire el ojo cómo se lo dejaron”. En el video sale un hombre de cuarenta y tantos años quejándose. No tiene moretes, pero se queja del dolor.

Los agentes salieron del edificio y se quedaron esperando por una nueva intervención si aquello no se calmaba.

El motín de los encuarentenados en el centro de contención Parqueo Gamaliel, de la Iglesia Tabernáculo Bautista Amigos de Israel, fue porque, según denunciaron, las condiciones en las que los tienen son precarias, También demandan los resultados que la prueba de Covid 19 que les llegó a realizar el Ministerio de Salud. Foto FACTUM/Gerson Nájera

Los encuarentenados pidieron, suplicaron y exigieron que dejaran entrar a los medios de comunicación, pero como no los dejaron, se distribuyeron en las cinco plantas del edificio Gamaliel, y desde las ventanas gritaban a los periodistas que les lanzaban preguntas.

Todos gritaban sus quejas. Decían que tenían incertidumbre, que algunos tenían ya más de veinte días encerrados y que lo único que querían era que les dieran los resultados de las pruebas PCR y que los dejaran salir, irse a sus casas.

Dos agentes de la Policía veían aquella escena desde la orilla de la calle frente al parqueo Gamaliel.

–Mire. Esto como que se salió de control. Están regados por todo el edificio – le comenté a uno de los policías.

–Bueno. Todavía están adentro, ya si se tiran la yarda y alguno de ellos decide saltar sí vamos a tener que tomar decisiones. Y lo que le puedo decir es que no los vamos a dejar ir – respondió el agente.

A la noche del lunes 4 de mayo, varios autobuses llegaron al parqueo Gamaliel para separar los encuarentenados y trasladarlos a otros centros de contención.

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