‘Episodio VIII’: no nos tomemos demasiado en serio este universo alterno

Hace unos días vi un meme que decía: “No hay crítico más duro de Star Wars que los fans de Star Wars”, y parece que es cierto. El director, Ryan Johnson, parece entenderlo también. La entrega más reciente de una de las sagas más famosas de la historia del séptimo arte tenía unas expectativas de fans muy grandes que cumplir; en particular, después de “Rogue One”, película de la que fui uno de sus más grandes entusiastas. Sin embargo, creo que “The Last Jedi” hizo un buen trabajo en continuar con la creación y expansión del universo cinemático de George Lucas.

[Alerta Sopiler: la siguiente reseña incluye información detallada de la película más reciente de Star Wars]


Hay que ser realistas: no se le iba a poder dar gusto a todo el mundo, en particular cuando todos parecen tener sus propias teorías y expectativas de qué es lo que tenía que suceder. “Hubo demasiada acción y poca trama”, “hubo demasiada trama y poca acción”, “tenían que haber profundizado más en los personajes clásicos”, “se profundizó demasiado en los personajes anteriores, los cuales se ve que ya están desplazando”. Es curioso escuchar opiniones tan divergentes del mismo tema; hasta parecería que están hablando de películas totalmente diferentes.

Yo me considero un fan “intermedio” del universo cinemático de Star Wars. Y por “intermedio” me refiero a que perdí la cuenta de la cantidad de veces que vi el episodio IV por ahí de mediados de los años ochenta, cuando el conteo iba en 21 veces, antes de que las videocaseteras existieran en todas las casas —y en la mía no había— y mucho antes de los catálogos gigantescos de Netflix. He visto todas las películas múltiples veces y las tengo en diversos formatos. Mis hijos han sido educados para ser fans y poder explicarle a la gente la diferencia entre Boba Fett y Jango Fett, así como el árbol genealógico de los Skywalkers. He leído algunas novelas —tanto canon como no-canon—, y me he quejado de cómo la llegada de Disney a la ecuación ha modificado nuestras creencias preconcebidas (de los fans de antaño) de como debería haber ido la historia.

Pero respeto al ratón multimillonario y su toque de Midas. Sé que si de algo sabe es de la industria del entretenimiento y sé que no va a echar a la basura los 4 mil millones de dólares que pagó por la franquicia que, honestamente, estaba en decadencia después de la trilogía precuela. Y sé que no se le puede dar gusto a todos. En las palabras del poeta John Lydgate –y que fueron hechas famosas por Abraham Lincoln–:

“Le puedes dar gusto a algunas personas todo el tiempo, y a todas las personas una parte del tiempo, pero no le puedes dar gusto a todas las personas todo el tiempo”.

Lo anterior lo hemos vivido en carne propia con este filme. A la crítica en general le ha gustado (91% en Rotten Tomatoes) y la valoración del público se encuentra dividida en su opinión (51% también en Rotten Tomatoes), aunque no en taquilla, donde hasta la Navidad del 2017 había recaudado $745 millones de dólares, según el sitio Box Office Mojo.

Creo que de las pocas cosas que todos los fans de Star Wars podemos estar de acuerdo es que El Imperio Contraataca es la mejor película de la trilogía original, y La Amenza Fantasma es la peor de la trilogía precuela. Sin embargo, todo lo demás está a debate. Y vale la pena mencionar que a mi hija de 6 años le encanta Episodio I y dice que Jar Jar Binks es de sus personajes favoritos debido a que “es muy chistoso”… Al respecto, tengo la esperanza de que con el tiempo cambie de idea.

Y así debe ser: cada uno de nosotros debe tener algo que sea lo que más nos gusta y lo que más nos desagrada. No todos debemos ser clones de nuestras preferencias de la galaxia muy muy lejana.

Para mí, “Rogue One” fue una obra maestra de lo que una película de Star Wars debe ser. Una heroína poco convencional; una pelea con poca probabilidad de que los buenos ganen; villanos terriblemente malos; y un universo gastado, oxidado y viejo, tal como las películas originales. “Rogue One” le dio crédito a todas las cosas que los fans nos encantan de Star Wars: desde la Estrella de la Muerte y su inexplicable capacidad de ser destruida por una sola nave pequeña, pasando por la leche azul que primero vimos en la granja de humedad del tío Owen en Tatooine; y hasta la escena final, con una princesa Leia joven que declaraba que la información obtenida por la rebelión proveía “esperanza”. Aquello le daba sentido al título del Episodio IV (“Una nueva esperanza”). Y al final todos mueren. Eliminan la posibilidad (¿o será tentación?) de hacer más historias posteriores. Una historia completa contenida en las 2 horas y 13 minutos que dura la película. Como debe ser.

Por otro lado, Episodio VII me gustó porque me dio una nueva e inesperada historia, aunque creo que es una historia que aportaba muy poco, que era un refrito de la trilogía original y que el único punto fuerte de “El despertar de La Fuerza” es la muerte de Han Solo a manos de su propio hijo, nada menos que el sobrino de Luke Skywalker (y quien tiene una fijación malsana con su abuelo).

Con el antecedente de Episodio VII y de “Rogue One”, todos teníamos nuestras expectativas y teorías sobre lo que debería suceder para Los Últimos Jedi. Y claro que no se nos iba dar gusto a todos.

Opino que Episodio VIII es lo que debe ser: un episodio de transición.

Para aquellos que vivieron en carne propia el Imperio Contraataca y el terrible shock de escuchar aquellas famosas palabras —“Yo soy tu padre”—, recuerdan que fue horrible la espera de TRES años para ver cómo concluía la historia con el Regreso del Jedi. El Imperio Contraataca fue una película que dejó muchas preguntas abiertas y una sensación de abandono en sus seguidores. Las palabras misteriosas de Yoda al comentario de Obi Wan “ese muchacho es nuestra última esperanza”, contestadas con “existe otro”; una rebelión aplastada y una escena final de Lando y Chewie en el Halcón Milenario mientras Luke, Leia y los droides los ven desde la ventana.

¡Claro que Episodio VIII deja preguntas por contestar!

Objeciones como “es que no hubo suficientes duelos con espadas láser” están perdiendo el punto de que en El Imperio Contraataca NUNCA se cruzaron dos espadas (sin contar los flashbacks).

¿Y qué hay con la relación entre Kylo y Rey? Los observadores —o mejor dicho, los mejores escuchas— habrán notado que cuando se tocan la mano en su sesión extra-corpórea es la música de los Skywalkers la que suena.

Parecería que pueden existir problemas de continuidad con las siguientes películas, pero eso siempre lo ha tenido Star Wars. ¿Recuerdan cuando Luke le pregunta a Leia sobre su madre y ella contesta que solo recuerda imágenes y sentimientos, y luego vemos cómo la reina Amidala muere dando a luz? ¿O acaso ya olvidamos cómo nos cambiaron el rostro del Emperador entre el Imperio Contraataca y el Regreso del Jedi, antes de la versión remasterizada?

No nos tomemos demasiado en serio este universo alterno que tanto nos gusta. Sepamos lidiar con algunas escenas de fe que son difíciles de aceptar previas a ver la conclusión de la siguiente entrega, como por ejemplo: la Princesa Leia flotando en el espacio, salvándose ella sola de lo que parecía ser una muerte segura (¿recuerdan a Luke “alcanzando” a Leia en el Halcón mientras colgaba por debajo de Bespin?).

Los Últimos Jedi ejecuta bien su misión, nos presenta nuevos personajes mientras desfasa a los viejos; nos muestra que la historia será diferente a la trilogía original, y que—tal como en la realidad— los malos no necesariamente son absolutamente malos (Ben Solo ayudando a Rey al matar al Líder Supremo); ni los buenos siempre tienen las intenciones más nobles (Finn intentando huir cada vez que las cosas se ponen complicadas). Creo que la última entrega nos aclarará quién es quién. Mientras tanto, tendremos que seguir especulando.

Mi única queja —pues soy un fan, tengo que quejarme— es el exceso de chistes, un abuso del humor, una exageración de los momentos cómicos que resultan innecesarios para un Jedi. Luke aventando su espada láser cuando Rey se la entrega, el chiste del “teléfono descompuesto” mientras Poe comunica las demandas al Primer Orden, Chewbacca rostizando a un Porg mientras otros lo ven con ojos tristes. De hecho, todos los Porgs son un exceso de humor (aunque recientemente se descubrió que los Porgs tuvieron que ser creados para tapar a todas las aves que estaban en la isla durante el rodaje).

Los Últimos Jedi entretiene y nos emociona. Nos hace soñar y atrae a una nueva generación. Y ahora a esperar al episodio IX para ver en qué concluye la historia, y a dónde nos lleva el ratón.


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