La “cuarentena domiciliar completa” por el coronavirus arrancó antes en el Centro Histórico de San Salvador. Dos horas antes del anuncio presidencial, que dejó confusión en los ciudadanos, soldados y policías realizaron un megaoperativo para dejar vacíos plazas, mercados y calles de la capital.
Foto FACTUM/Bryan Avelar
Sábado 21 de marzo de 2020. Siete de la noche. Doscientos policías están formados frente a la catedral de San Salvador, en el corazón del Centro Histórico, listos para iniciar un megaoperativo. Pero este operativo no es normal. Esta vez, los policías no van en búsqueda de pandilleros. Esta noche no van a romper puertas ni a patear a jóvenes escondidos entre las champas de lámina de las comunidades aledañas. Esta noche no van a realizar ni una sola captura.
Ni siquiera cargan armas largas, como de costumbre. Hoy apenas portan su pistola nueve milímetros de uso oficial. Eso sí, la mayoría anda puesta una mascarilla y guantes de látex.
Las órdenes están dadas. Los agentes salen distribuidos en grupos de aproximadamente cincuenta a sacar a toda persona que camine por las calles, plazas o mercados del centro. A la medianoche de este sábado inicia la cuarentena domiciliar de treinta días impuesta por el gobierno para frenar el contagio del coronavirus (Covid-19), la pandemia que tiene en crisis al mundo y que recién toca El Salvador.
El presidente Nayib Bukele anunciará el nuevo toque de queda en una cadena nacional bajo el nombre de “restricciones a la movilidad”. Este supone que, durante 30 días, ningún salvadoreño, salvo excepciones específicas, podrá circular por las calles. Este anuncio se da después del tercer caso confirmado de coronavirus y casi dos mil personas albergadas en centros de cuarentena.
Hacía décadas que no pasaba. La última vez que la palabra “toque de queda” anduvo en la boca de los salvadoreños no fue pensando en el Gobierno. Al contrario, fueron toques de queda impuestos por las pandillas en las comunidades, como el paro nacional al transporte del 2011 o los toques de queda más focalizados de 2015 y 2016. La última vez que el gobierno salvadoreño impuso un toque de queda o que exigió a su población no salir a las calles fue a finales de la guerra civil, durante la ofensiva “Hasta el Tope” de 1989.
San Salvador, desde hace décadas, está dividido en dos. Del monumento al Salvador del Mundo “hacia arriba”, vive y trabaja la clase media: empresas formales, centro de llamadas y multinacionales. En esa zona, en estos días, es casi imposible conseguir mascarillas. Sin embargo, en el centro de San Salvador, al otro extremo de la ciudad, donde impera el trabajo informal, las mascarillas son la oferta del día. Lo malo, es que los vendedores del centro, en su mayoría, ofrecen mascarillas de tela con diseños llamativos, no aptas para prevenir la propagación del coronavirus.
Desde el pasado 16 de marzo, el presidente Nayib Bukele ordenó cerrar las plazas y los parques de todo el país. Dos días después, el Gobierno prohibió las reuniones de más de 50 personas. El parque Simón Bolívar, en cuyo centro siempre permanecen pastores predicando, ahora está abandonado. A las 6:00 de la tarde, lucía desolado. Policías y soldados que cuidaban la zona aseguraron que desde que se ordenó el cierre del parque, los históricos predicadores no llegan más.
La Plaza Libertad, uno de los puntos neurálgicos del Centro Histórico de San Salvador, permanecía vacía. En un día normal, esta plaza permanece llena de vendedores, turistas, lugareños y músicos que ofrecen conciertos. Los alrededores estaban llenos de vendedores hasta este viernes, antes de que la Policía ejecutara la orden de desalojar a vendedores, particulares e indigentes.
El toque de queda en el centro histórico de San Salvador inició antes de que el presidente Bukele lo anunciara. Desde las 6:00 de la tarde, los vendedores comenzaron a cerrar sus puestos. El anuncio les había llegado minutos antes. “A las 7:00 de la noche ya no quieren a nadie aquí”, dijo a Revista Factum uno de los vendedores en las cercanías del parque Libertad.
Media hora después, a las 6:30 p.m. agentes de la PNC empezaron a ordenar a los vendedores que desalojaran la zona. Un jefe policial a cargo del operativo explicó que el operativo consistía en sacar a toda persona que estuviera en el centro, incluyendo a los indigentes, quienes serían trasladados a dos albergues habilitados.
En el operativo de desalojo y custodia del centro de San Salvador participaron 1,500 efectivos de la Policía y de la Fuerza Armada. Los vendedores no podrán volver a sus puestos en el centro al menos hasta dentro de 30 días. El presidente Nayib Bukele anunció, en una cadena nacional, que cada familia de empleados informales y personas que no puedan tener ingresos debido al toque de queda recibirá un salario de $300.00 por cada mes que dure esta medida.
Durante el procedimiento de desalojo, varios vendedores se quedaron encerrados dentro de sus puestos para cuidar su mercancía por miedo a ser saqueados al no haber nadie en el centro. La Policía y el Ejército cuidarán de la zona mientras dure la emergencia.
A las 7:00 de la noche empieza el despliegue de agentes por todo el centro de San Salvador. Los policías son los más expuestos, pues están en primera fila, resguardando los lugares donde a diario pasan miles de personas en el centro de San Salvador. Mientras esperan indicaciones en posición de descanso, varios hacen bromas entre sí y se toman “selfies” con las mascarillas puestas. Uno de ellos dice que vive con angustia este periodo, pues no puede ir a visitar a sus familiares por temor a contagiarlos de coronavirus.
Desde el mediodía de este sábado 21 de marzo, el gobierno ordenó el acuartelamiento sin goce de licencia para todos los efectivos de la PNC y la Fuerza Armada.Custodiarán el centro en turnos de ocho horas. El Gobierno anunció que la cuarentena obligatoria durará 30 días. Mientras tanto, los agentes no podrán ver a sus familias.
9:14 p.m. Una pareja de esposos ve la transmisión de la cadena nacional del presidente bajo una carpa que cubre su puesto de tortas y hot dogs en las cercanías del mercado La Tiendona, cerca de la medianoche de este sábado. Algunos mercados de San Salvador han sido cerrados por la emergencia. La pareja ve la transmisión en su teléfono conectado a un altoparlante. Un grupo de policías que resguardan una de las entradas también escucha atento la cadena nacional. Oyen que está prohibida la circulación de toda la población salvadoreña, exceptuando a periodistas, médicos y trabajadores de industrias productoras de energías y repartidores de comida.
Opina