Jessica Orellana tiene 28 años de edad y se dedica al fotoperiodismo, de manera profesional, desde 2012. Estudió periodismo en la Universidad de El Salvador y actualmente trabaja para El Diario de Hoy. También ha hecho trabajos que han sido publicados en medios internacionales. Para ella, lo esencial de una fotografía es la parte humana.
Foto y video FACTUM/Gerson Nájera
¿Cómo iniciaste en la fotografía?
Desde pequeña, siempre me llamó la atención. Mis papás tenían una tienda y mi papá compraba El Diario de Hoy. Entonces yo veía… de repente. Ni siquiera leía las notas, pero me fascinaba ver las fotos y los créditos de ese entonces. Y me podía un montón de nombres, como Lissette Lemus, (Lissette) Monterrosa, Álvaro López, y así un montón de mara. También en bachillerato me prestaron una cámara e hice un par de fotos que, de volada, me quedaron bonitas. Igual ya sabía que quería estudiar periodismo. Cuando llegué a la universidad, llevé fotografía en el segundo año y me fue interesando más. A finales del segundo ciclo del segundo año se me dio la oportunidad de ir a hacer fotos; y bueno, también a mi pareja le interesaba la fotografía. Fue coincidir con eso. Luego tuve la oportunidad de hacer prácticas en Contrapunto y, al mes de estar ahí, el chero que estaba encargado se fue; y bueno, gracias a Dios, me dieron la oportunidad. Y ya con eso se me fue abriendo el camino. Me iba conociendo la gente; me salían oportunidades para trabajar con El País, con la DPA, con mara que venía de otros países y que me contactaba. Era súper chivo porque que iba empezando y abriendo espacios donde muchas de mis colegas nunca habían tenido oportunidad.
¿Qué es la fotografía para vos?
Para mí, es contar una historia. En lo personal, siempre pienso en una serie de fotos. La fotografía es una historia que puede transmitir un sinfín de sentimientos, como alegría, frustración, etc.
¿Cuál es el enfoque que siempre procurás que tengan tus fotografías?
Me gusta la parte humana. Me gusta hacer fotografías en las que siempre aparezca una persona.
¿Tenés algún fotógrafo o fotógrafa de referencia para tu trabajo?
Soy un poco mala con los nombres. Ja, ja. Quizá no tanto de gente como que muy vieja, pero sí hay trabajos en los que me gusta inspirarme. Hay un chero colombiano que se llama Federico Ríos y de quien yo estaba encantada por su trabajo. Igual, también fotógrafos salvadoreños. Creo que es asimilar un poco lo que vos tenés acá para continuar.
¿Por qué ser fotógrafa en esta época en la que cualquiera con un celular con cámara puede autodenominarse así?
Pienso que la visión que vos tenés es la que hace la diferencia de cómo hacer fotografías, porque si bien cualquiera puede dominar los valores –como el ISO, la abertura y la velocidad–, no toda la gente puede componer una fotografía. Para mí, eso es importante. La visión que tengás de una imagen o cómo la ves. Creo que eso es lo importante. A veces nosotras hemos estado en coberturas y ves el montón de fotógrafos y, por más que estemos todos en lo mismo, hay cosas que se te pasan y decís: «puya, yo estuve parada ahí… ¿por qué él tiene esta foto?». A veces, los mismos jefes le dicen a uno: «¡¿Que no estaba ahí?!», pero cada uno tiene una visión diferente. Claro, hay cosas en las que tenés o no tenés la foto, sobre todo en el fotoperiodismo. Pero pienso que la visión es lo que hace la diferencia.
¿Existe una oferta de trabajo sostenible en El Salvador para este oficio?
Los espacios son pocos y cuesta hacer un relevo generacional. Pero pienso que se están abriendo los caminos. Por lo menos, con nosotras en El Diario de Hoy, casi que la mayoría que estamos haciendo fotoperiodismo, somos jóvenes.
¿Cómo ves el respeto a los créditos de las fotografías en el país?
Cuesta un montón. A veces edito material para la web o para el impreso y cuando venís a ver que una foto ya anda por todos lados y es la única foto, pues la usás y solo ponés «redes sociales». A veces es bien difícil saber si esa foto es de alguien que la subió a Twitter, por ejemplo. En El Diario se trata de hacer eso, pero a veces caemos en poner solo «redes sociales» como crédito.
¿Creés que hay un auge de mujeres fotógrafas con propuestas distintas en el país?
Pienso que sí. Desde el fotoperiodismo… Bueno, yo hice mi tesis sobre rutinas de mujeres fotoperiodistas de La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy, el Más!, Mi Chero y Diario El Mundo; y hasta que concluí la tesis, éramos ocho mujeres fotoperiodistas. Eso incluye fotoeditoras de impreso y de web. En ese tiempo éramos ocho, ahora somos nueve, porque se incluyó una chera en EDH. Va aumentando, para antes que cuando escuchabas referentes, no eran muchas. Igual en otras áreas, como en fotografía de modas, o qué sé yo, fotografía experimental o en deportes. Para nosotros, ver a Violeta Martínez, que estaba en El Gráfico, enviada a cubrir el Mundial (de fútbol)… ¡O sea, que una mujer vaya a cubrir el Mundial! Fue así como: «puya, sí estamos haciendo las cosas bien».
¿Creés que es necesario que entre mujeres fotógrafas se identifiquen o te parece indiferente ese aspecto?
Deberíamos. Porque conocer lo que las demás están haciendo es algo que te refresca. A veces es bien tonto cuando pensamos que lo que están haciendo afuera es como «¡guau!»; y de repente alguien lo está haciendo aquí. Para mí, deberíamos conocer referentes que han venido trabajando fotografías y que están haciendo cosas.
En el trabajo que hacés, ¿tiene peso el enfoque de género?
A mí me gusta mucho trabajar temas de mujeres. Me han abierto puertas también para abordar ciertos temas. Me gané un premio con relación al trabajo de mujeres. A mí me llega el empoderamiento de las mujeres.
¿Cómo te interesa retratar a otras mujeres en tus fotografías?
Empoderadas. Pienso que lo más importante es que dignifiqués a las mujeres desde la parte que te toca. Porque vos podés hacer una denuncia y todo, pero podés contar una historia. Es importante que si vas a retratar algo lo hagás desde contar la historia y que sea lo más real posible. Tampoco creo que la fotografía sea objetiva y todo eso, porque al final es parte de tu visión también. Para mí, lo importante es el empodeamiento de las mujeres, es lo que me gusta hacer, ya sea de alguien trabajando en una oficina o alguien trabajando en el campo o como sea. Tampoco se trata de querer ver feliz al pobre, sino que hay otras formas de representar el trabajo. Por ejemplo, en ese trabajo que hice de las cortadoras de café, para mí era importante reflejar a las mujeres trabajadoras empoderadas. Si bien es cierto cansadas y todo, pero una mujer que no dé lástima, sino una mujer que piensa: «le tengo que echar verga todos los días».
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