“Él me había amenazado y me dijo que yo no podía salir embarazada”

Víctima o victimaria. Dos procesos penales conectan directamente con el nombre de Imelda Cortez, salvadoreña, de 20 años, quien residía en Jiquilisco, Usulután. En uno, se afirma que Imelda es víctima de abuso sexual cometido por su padrastro, quien la habría violado desde que ella tenía 12 años de edad; en el otro, la Fiscalía afirma que Imelda es victimaria. Fiscales del caso de la Unidad de Delitos Relativos a la Niñez, Adolescencia y la Mujer de la oficina de Usulután acusan a Imelda de haber intentado asesinar a su hija recién nacida después de haber tenido un parto extrahospitalario. La acusan de lanzarla intencionalmente a una fosa séptica, motivo por el que aguarda por una vista pública que se realizará el próximo 12 de noviembre, imputada por el delito de homicidio agravado en grado de tentativa. Imelda ha concedido solo una entrevista desde que fue detenida, la que presentamos a continuación y que ocurrió el pasado 26 de junio del presente año en el Centro Preventivo y de Cumplimiento de Penas de San Miguel, antes de que se realizara la audiencia preliminar, en la que el juez de Primera Instancia de Jiquilisco, Manuel de Jesús Santos, resolvió enviar su caso a vista pública. En esta entrevista, Imelda narra su versión de los hechos, una versión en la que sostiene ser víctima, no victimaria.

Foto ilustración/Revista Factum


Imelda Cortez finalizó el noveno grado. Tenía tres meses de haber iniciado el bachillerato a distancia cuando experimentó un parto extrahospitalario. Además de estudiar, Imelda trabajaba en la agricultura, como hasta ese momento lo hacían también su madre y sus dos hermanos menores (de 16 y 13 años).

Casi una década atrás, cuando Imelda apenas era una niña de diez años, su mamá decidió vivir en pareja y establecer su familia con Pablo de Dolores Henríquez Ayala, un hombre que por entonces ya era sexagenario. Cuenta Imelda que dos años después de que se mudaran a la casa de su nuevo padrastro, él empezó a violarla y cuenta que el abuso continuaría los siguientes años de manera coactiva. Cuando ella cumplió 18 años, Pablo la dejó embarazada, paternidad que ha sido confirmada por la prueba de ADN realizada a la niña nacida en el parto extrahospitalario que tuvo Imelda, un parto por el que la acusan de homicidio agravado en tentativa contra su hija de un año y seis meses. De ser encontrada culpable, Imelda sería condenada a veinte años de cárcel.


Se nos ha comentado que usted quedó embarazada producto de violencia sexual ejercida por su padrastro. ¿Cuántos años tenía usted cuando esto comenzó a ocurrir?

12 años.

Cuando eso sucedió, ¿usted le comentó a alguien en su familia?

No, a nadie.

¿Tenía miedo?

Sí.

¿Y qué le decía su padrastro?

Él me amenazaba con mi familia. [Me amenazaba con] que si yo le decía a mi mamá lo que me estaba sucediendo, él me iba a matar a mí, a mis hermanos y a ella.

¿Cuántos años tenía usted cuando ellos se acompañaron para vivir juntos?

Diez.

En ese momento, ¿él le decía alguna cosa o la miraba feo?

Él comenzó a tocarme cuando él se acompañó con mi mamá.

¿Y su mamá vio alguna vez?

No.

¿Y sus hermanos?

Tampoco.

¿Su padrastro tocó alguna vez a sus hermanos?

No.

¿Solo a usted?

Sí.

¿Y usted cree que sus hermanos no se daban cuenta de lo que estaba sucediendo?

Supongo que, tal vez, sí, porque él no tenía precaución cuando quería hacerme algo. A veces, yo estaba en la sala de mi casa y él llegaba. Mi mamá siempre se mantenía trabajando; llegaba tarde a la casa; y había veces que él me besaba. Y, a veces, mis hermanos alcanzaban a ver.

¿Y la gente de la comunidad donde usted vivía sabía que estaba pasando algo con usted?

Me imagino que no, pero sí se oían rumores de que la gente sospechaba. Cuando yo iba al molino, me decían que sospechaban que yo estaba embarazada y que él me estaba haciendo daño a mí.

¿Usted había hablado de esto con alguien? ¿Con sus amigas? ¿Vecinos?

No, con nadie.

Cuando sus vecinos le comentaron eso, ¿usted qué decía?

Yo no les decía nada.

¿Solo se quedaba callada?

Ujum.

Esta imagen de la graduación de Imelda, cuando terminó sus estudios de noveno grado, en 2016, aún se mantiene en la casa que habitaba en Jiquilisco.
Foto FACTUM/Metzi Rosales Martel.

Cuando él empezó a violarla, ¿usted ya había desarrollado?

No. A los 15 años desarrollé.

¿Alguna vez tuvo novio?

Intenté tener novio porque me sentía así, como encerrada. No podía hacer nada. Cuando iba a la escuela, me enamoró un cipote y me dijo que si quería ser la novia de él. Yo no sé, quizás por lo que me estaba pasando, le dije a él que sí. Ya iba a los 16 años, pero en eso él [mi padrastro] se dio cuenta de que yo tenía novio. Le dio carrera y le dijo a mi mamá que yo tenía novio y que yo no me presentaba a la escuela por pasar con él, amontonándome. Era mentira y mi mamá me castigó. A ella no le molestaba que yo tuviera novio, sino que no me presentara a la escuela y que pasaba con él, amontonándome.

¿Y eso era cierto?

No, porque cuando ella llegó a la escuela y preguntó por mis notas, mis maestros le dijeron que yo iba bien. No había dejado nada aplazado. [Le dijeron] que todos los días me presentaba a la escuela. Pero ella ya me había castigado por [culpa de] él, porque él le metía cosas a mi mamá que no eran.

Y cuando su padrastro se dio cuenta de que usted tenía novio, además de decirle a su mamá, ¿qué le dijo a usted?

A mí me dijo que dejara de andar con él; que no quería que yo tuviera novio porque quería que yo fuera solo para él. Yo le dije que no iba a dejar de andar con mi novio. Entonces vino él y me dijo: «Si no dejás de andar con él, yo me voy a encargar de eso». Y yo seguí a andar con mi novio, cuando al tiempo él mismo me dijo que mi padrastro lo había amenazado con que dejara de andar conmigo, que no quería que anduviera conmigo, porque no soportaba que yo tuviera novio. Vino él y me dijo que ya no íbamos a andar de novios, que íbamos a terminar y que él se iba a ir, porque tenía miedo de que [mi padrastro] le hiciera algo. Y así fue: terminamos y él se fue para los Estados Unidos. A esta fecha, allá está.

¿Cuánto tiempo fueron novios?

Solo tres meses.

¿Le contó a su novio lo que su padrastro le hacía?

No.

Y cuando su padrastro amenazó a su novio, ¿le dijo algo de lo que le hacía a usted?

No, no le dijo nada.

¿Usted le contó a alguna amiga suya lo que le pasaba?

No. Yo a nadie le conté lo que me estaba pasando, hasta que vine aquí, a este penal. A la única que se lo conté fue a mi abuela.

¿Qué le dijo su abuela cuando le contó?

(Empieza a llorar). Se puso bien mal. Me dijo que por qué no le había dicho antes lo que a mí me estaba sucediendo. Le dije que no podía, porque él me estaba amenazando. Ella se me puso bien mala aquí. Se le bajó la tensión y todo. Ella quería irse cuando yo le conté todo. Mis amigas le dieron un agua azucarada y medio se compuso. En eso se acabó la visita y la saqué a ella. Me dijo que ella se había enfermado por lo que yo le había dicho.

¿Cuántos años tiene su abuela?

Como 69, creo.

Es decir que su abuela es más joven que su padrastro…

[Asiente con la cabeza].

Y en el caso de su mama, cuando se dio cuenta, ¿qué le dijo?

Yo con ella no he platicado.

¿Desde que está detenida no la ha visto?

No.

¿Ella no la ha visitado?

No.

Este es lugar que habitaba Imelda y su familia, en Jiquilisco, Usulután.
Foto FACTUM/Metzi Rosales Martel.

¿Pero su abuela siempre la viene a visitar?

No. Ella solo viene para el día de comida y día de uso.

¿Ella le trae comida?

Sí.

¿Y su abuelita a qué se dedica?

Ella no trabaja. Ella [está] a la voluntad de Dios. Solo el esposo trabaja.

¿En qué trabaja el esposo de ella?

En la agricultura, de sembrar milpa, andar chapodando. Cosas así.

¿Su mamá en qué trabaja?

En el cañal.

“[Mi padrastro] no quería que yo tuviera novio porque quería que yo fuera solo para él. Yo le dije que no iba a dejar de andar con mi novio. Entonces vino él y me dijo: «Si no dejás de andar con él, yo me voy a encargar de eso»”.

–Imelda Cortez

¿Y usted supo que estaba embarazada?

No. Yo estaba estudiando cuando me dieron los mareos y me desmayé.

¿A qué grado iba cuando eso pasó?

Noveno.

¿Cuántos años tenía?

Ya tenía 19.

¿Ahorita cuántos años tiene?

20.

Después de que se desmayó, ¿qué pasó?

Las maestras me dieron una azucarada. Y de allí mandaron a llamar a mi mamá para que me llevara a la clínica.

¿Y su mamá la llevó a la clínica?

Sí, me llevó a la clínica y el doctor que estaba en la clínica me recetó para el hospital, con todos los exámenes. Me dijo que me los iba a hacer el [médico] general, que esperara los resultados y que me fuera de vuelta a la clínica; y que él me iba a decir, a ver qué tenía. Entonces, me fui al siguiente día a hacerme los exámenes. El mismo día esperamos los resultados. Como a las dos de la tarde los dieron. Y fuimos al siguiente día donde el doctor, que me dijo que tenía infección en las vías urinarias, un parásito. Y ahí fue donde él me dijo que yo estaba embarazada.

¿Se lo dijo delante de su mamá?

Sí. Y entonces yo no creía, porque a mí él [mi padrastro] me había amenazado y me dijo que yo no podía salir embarazada de él, porque él no podía pegar hijos; porque si él sabía que me podía pegar hijos, me podía poner las inyecciones para planificar. Entonces, cuando el doctor me dijo que yo estaba embarazada, no sé, yo le dije a él que cómo iba a estar embarazada si no tenía ni novio. Entonces mi mamá le dijo lo mismo: «si ella no tiene novio», le dijo. «No le conozco novio a ella. ¡Cómo va a estar embarazada!». Y le dijo el doctor: «Pero aquí sale que ella está embarazada». Y me dijo a mí: «Te voy a dar los medicamentos. Si tú dices que no estás embarazada, no estás embarazada. No puedo hacer nada más, pero aquí sale en los papeles… ¡Tenés que estar en control». Y yo le dije a él que no, porque yo no estaba embarazada. Entonces, me dijo que no me iba a dar el medicamento para los parásitos porque era muy fuerte y podía botar el bebé. Y me dijo él: «Solo te voy a dar hierro». Y tampoco me dio medicamento para la anemia, porque salí que también tenía anemia. Tampoco me dio para eso, porque era muy fuerte.

Y cuando salieron del hospital, ¿su mamá qué le dijo?

Como quedaba retirada mi casa, no me dijo nada. Hasta cuando ya llegamos a la casa, me comenzó a preguntar si era verdad que yo estaba embarazada. Yo le dije que no, que eso era mentira. Y como no se me echaba de ver –y [mi padrastro] me tenía amenazada–, le dije a él que eso era mentira. Y mi mamá me dijo que le dijera la verdad, que si estaba embarazada. Y le dije que no. Fue cuando ella me cayó enferma por un mes. Perdió la vista por tres días, cuando dijeron que estaba embarazada, porque ella no creía. Y yo tampoco, porque me había metido en la mente que no podía salir embarazada.

¿Usted le contó a ella que estaba embarazada de él?

No. Es que yo no le dije nada, porque ella fue conmigo a los resultados. Yo le dije a ella que no, que todo lo que nos había dicho el doctor era mentira.

Entonces, yo los escuché a ellos [el padrastro y la mamá], que ella le hizo el comentario en la noche a él, y le dijo a mi padrastro que ella no lo podía creer, porque yo no tenía ni novio, que ella no me conocía novio. Entonces, él lo que le dijo es que quizás yo ‘había metido las patas con algún hombre’ y yo no le quería decir a ella… Yo solo me puse a llorar cuando escuché todo lo que él le decía, porque yo estaba consciente de que no había ‘metido las patas’ con otro hombre, sino que él era el que me estaba violando [llora].

¿Usted le reclamó algo a él?

Cuando mi mamá se fue a trabajar, el siguiente día, él me dijo que si era cierto lo que mi mamá le había dicho; y yo le dije que sí, que el doctor allí me había dicho que yo salía embarazada. Y él me dijo que si yo estaba embarazada, que ese niño no era de él, que él no se iba a hacer cargo, porque él sabía que él no podía pegar hijos.

¿Él cuántos años tiene?

70.

Y cuando él le dijo esto, ¿usted cómo reaccionó?

No le dije nada. Solo me puse a llorar, porque sabiendo la situación que él estaba haciendo en mí… Y me decía que no, que no era hijo de él.

Y después de eso, ¿él la siguió violando?

Sí, él siguió, así como yo estaba. El siguió abusando de mí.

De acuerdo al testimonio de Imelda Cortez, al cumplir 15 años de edad, su padrastro comenzó a llevarla a un motel. Ese motel era una casa de adobe ubicada en el Barrio Las Flores, a tres cuadras de las piscinas de Jiquilisco. Ese lugar era ocupado, sobre todo, por trabajadoras sexuales, quienes pagaban $2 dólares por una habitación y papel higiénico. Ahora ese mesón ya no existe. Solo quedan los despojos de lo que una vez fue.
Foto FACTUM/William Adrián.

¿Y usted fue a algún control prenatal?

No, yo no me puse en control.

¿Usted no creía que estaba embarazada?

No, yo no creía que estaba embarazada, porque yo manchaba, pero no miraba mi menstruación normal, como la tenía que ver. Yo siempre manchaba todos los meses.

¿Y cómo cuántos días manchaba?

Solo dos días.

¿Y su mamá empezó a estar pendiente de si usted manchaba?

Ella me preguntaba y yo le decía que sí manchaba… Como todos los meses manchaba.

¿Ella nunca sospechó que su padrastro le hiciera algo?

Ahí a saber… Porque ella se sentaba en una silla y me sentaba a mí. Y me preguntaba si él no se levantaba en la noche a tocarme. Ella me decía: «Decime la verdad, porque si te está pasando algo, yo no voy a estar con alguien que te está haciendo algo a vos». Entonces, como él me tenía amenazada, yo le decía a ella que no.

¿Eso fue después de que fueron al hospital?

No, ella siempre me preguntaba eso.

¿Siempre le preguntaba? ¿Desde antes?

Sí.

¿Después de que fueron al hospital le siguió preguntando?

Sí, ella me siguió preguntando: Y yo le decía: «No. Es mentira. Tal vez se equivocaron».

Usted me cuenta que en todo ese tiempo después de que pasó consulta, él la siguió violando y su mamá le siguió preguntando. ¿Usted sentía algo raro en su organismo?

Sí. Yo me sentía mal, porque ella me preguntaba, porque quizás ella quería saber algo, quererme ayudar, quizás… Y yo a ella nunca le dije nada. Nunca le dije nada. Y ella me decía: «decime, hija, porque si algo está pasando, vemos qué hacemos». Y yo le decía: «No, mamá. No está pasando nada».

Todavía cuando estuve ingresada en el hospital, ella llegó en la hora de visita. Y yo esto se lo comenté a una enfermera de las que me atendía a mí, de lo que a mí me había sucedido. Y me dijeron que me iban a dar la oportunidad para que yo hablara con mi mamá.

¿La enfermera le dijo eso?

Como a mí me habían detenido las visitas, me dijeron que, si yo quería, me daban la oportunidad de que hablara con mi mamá. Entonces, ese día, ella llegó con él. Llegaron los dos y las enfermeras estuvieron pendientes. Yo ya me había bañado y todo, pero ellas le dijeron a mi mamá que me bañara, que entrara al cuarto y que me bañara ella. Entré al baño y me bañó ella. Y ella me preguntó que si era verdad lo que la gente andaba diciendo, que la niña era de mi padrastro. Ella me preguntó y me dijo que le dijera si era verdad eso que la gente decía. Y yo, por el miedo, le dije a ella que no. Le seguí mintiendo y le dije que no, que eran mentiras. Yo a ella le había dicho que con el novio que había andado anterior… Yo le dije que ese era el papá de la niña. Y ella se puso a hacer cuentas y me dijo: «Pero si con él no anduviste tanto tiempo. Él ya va a tener un año de estar allá y en un año no se está un embarazo». Y ya no le dije nada. Hasta la vez, no he platicado con ella. No sé cómo va a reaccionar ella cuando le cuente.

¿Usted recuerda lo que pasó el día que tuvo el parto extrahospitalario? Antes de que la llevaran al hospital, ¿recuerda qué sucedió? ¿Usted se sintió mal?

Sí. A mí me daba dolor del colon. Entonces, yo pensé que eso era. Ya tenía como una semana de no hacer del dos. Sentí más fuertes los dolores. Como a las 5:00 [de la tarde] que me sucedió eso, ya sentía fuertes los dolores. Me dieron ganas de ir a hacer del dos y entré al baño. Medio sentí que me quité la ropa y medio me senté en la taza, cuando sentí que algo se me fue para la fosa… Quedé sangrando demasiado. Ya había llegado mi mamá de trabajar y yo le grité: «¡Mamá, estoy sangrando!». Pero como ella no sabía nada, yo no le dije nada tampoco… Ella me dijo que quizás era una hemorragia.

¿Y quiénes más estaban en la casa?

Cuando a mí me sucedió eso, mi mamá le fue a hablar a la cuñada de ella. Y lo que hicieron fue que le fueron a hablar al vecino del carro y a mí me cambiaron. En lo que me empezaron a subir al carro, me desmayé. Yo vine a reaccionar hasta que ya estaba en la camilla del hospital, cuando ya me estaban subiendo a la camilla del hospital. Cuando llegué, me metieron en un cuarto y la doctora me atendió. Me puso suero y un montón de guías porque había botado mucha sangre y mi mamá llevaba la placenta.

¿Su mamá sabía qué era lo que llevaba?

No. Ella la llevaba envuelta en una toalla y se la enseñó a la doctora que me atendió y le preguntó qué era eso. [La doctora] le dijo que era la placenta de un niño. Y mi mamá solo se puso a llorar. Entonces la doctora me preguntó qué había hecho el niño. Yo le dije que no sabía, que yo había ido al baño, que como padecía del colon solo había ido al baño y se me había desprendido algo para abajo… Ella me dijo que no me creía; que ella me acusaba de que yo lo había tirado.

¿Cómo se sintió cuando ella le dijo eso?

Me sentí mal porque, como le digo a mis abogadas que me vienen a ver: si yo hubiera querido hacer eso, había tantas cosas para querer abortar un niño. Pero yo no lo quería hacer porque, la verdad, yo tenía en mi mente que no estaba embarazada porque [mi padrastro] me había mentido.

Cuando llegué allá, me dijeron que todo lo que le había dicho a la doctora era mentira. Entonces ella puso la denuncia. Llamó a la policía y puso la denuncia de que yo había tirado el niño. Entonces vinieron los policías y fueron a sacar la niña; y dicen que ella lloró cuando ellos golpearon la taza; porque los mismos policías que la fueron a sacar, eran los mismos que me estaban cuidando a mí. Me dijeron que, cuando la llevaron, como a las 5:00 [de la tarde] que sucedió eso, a las 5:30 llegaron con la niña. Cuando la llevaron, yo le dije a la doctora que la quería ver… Pero ella me dijo que no. [Imelda comienza a llorar nuevamente].

“A mí me daba dolor del colon. Entonces, yo pensé que eso era. Ya tenía como una semana de no hacer del dos. Sentí más fuertes los dolores. Como a las 5:00 [de la tarde] que me sucedió eso, ya sentía fuertes los dolores. Me dieron ganas de ir a hacer del dos y entré al baño. Medio sentí que me quité la ropa y medio me senté en la taza, cuando sentí que algo se me fue para la fosa… Quedé sangrando demasiado. Ya había llegado mi mamá de trabajar y yo le grité: «¡Mamá, estoy sangrando!». Pero como ella no sabía nada, yo no le dije nada tampoco… Ella me dijo que quizás era una hemorragia”.

–Imelda Cortez

¿Le dijo por qué no la podía ver?

–No, –me dijo ella–. La tienen que limpiar.

–¿Y después la puedo ver? –le dije yo.

–No, –me dijo–. ¿Y para qué la vas a ver si no la querés? Si la tiraste a la fosa y todavía la querés ver.

Yo me sentí mal y me puse a llorar. A ella [la recién nacida] la mandaron aquí para San Miguel y mi mamá se vino a cuidarla. Mi mamá llegó a los tres días al hospital, a dejarme lo que yo necesitaba. Me dijo que no me preocupara, que la niña estaba bien y que a ella también le iban a hacer la audiencia porque si no, la iban a mandar para donde mandan los niños (ISNA). Y me dijo que le iban a hacer audiencia a la niña. Y, gracias a Dios, se la dieron a mi mamá. No hubo necesidad de que la mandaran. Se la dieron a mi mamá. Ella se la ganó. Dice que la jueza se la dio a ella.

¿A los cuántos días se la llevó su mamá?

A los 15 días se llevaron [a la niña] del hospital (de San Miguel). Cuando ella llegaba a visitarme, yo la miraba, pero por fotos.

¿Usted cuántos días estuvo hospitalizada?

Un mes.

¿Usted tenía 15 días de estar hospitalizada cuando su mamá le llevó a la niña?

Sí. Ella me la llevó cuando se la dieron a ella.

En el hospital, cuando la doctora habló con usted, ¿su mamá estaba ahí?

No. Ya me habían quitado las visitas.

¿A su mamá le explicaron que usted estaba embarazada cuando llevó la placenta?

Todo se lo explicaron a ella. Ella me dijo que por qué no le había dicho a ella la verdad, que estaba embarazada, que ella me iba a ayudar porque como yo soy su única hija, que ella siempre me iba a ayudar y que ella iba a tener la niña.

Cuando le llevaba a la niña, ¿su mamá le volvía a preguntar si su padrastro era el papá de la niña?

Sí, pero yo le dije a ella que no quería hablar de eso, que si ella me quería ir a ver, que me fuera a ver, pero que no me siguiera preguntando de eso. Entonces, ella me llevaba la niña de vez en cuando, pero ya no me preguntaba quién era el papá de la niña ni nada, como yo le había dicho a ella [que no me preguntara].

Después del mes que estuvo hospitalizada, ¿su mamá la ha venido a ver cada vez que usted puede recibir visitas?

No.

¿Cuántas veces la fue a ver?

Tenía ya detenidas las visitas cuando le dieron la niña a ella. Le volvieron a dar la visita y me dijeron que lo iban a hacer por la niña, para que yo me acostumbrara a la niña y todo eso.

¿Para que la amamantara?

Pero no le podía dar pecho, porque ya la habían acostumbrado a la pacha. Y yo ya no tenía leche, porque me la sacaba. Cuando ella llegaba, yo ya me había ordeñado. Ya no podía. Y ella me la llevaba cada vez que podía, cuando le tocaba la inyección de vacuna, me la llevaba siempre, para que yo la fuera a ver. La última vez que la vi fue cuando ya me dieron el alta y me llevaron para bartolinas.

¿Hace cuánto fue eso?

Hace un año ya. [En abril de 2017].

¿Y su mamá no fue a la audiencia?

Sí. Ella siempre iba, pero no se la habían dado todavía. De allí que me trasladaron para acá. Me estuvieron llevando. Se suponía que a audiencia, pero me la suspendían. Todas las veces que iba, me la suspendían. Miraba a la niña así, de lejos, pero no la podía chinear porque no me daban permiso. Solo de lejos la miraba. Hasta esta fecha, como ya no me llevaron a audiencia, no la he visto.

Cuando su mamá fue a la audiencia, ¿platicó con usted?

No.

 ¿A quién fue la primera persona que le contó que su padrastro la había violado?

A una tía.

Cuando usted ya estaba ingresada…

Sí, cuando ya estaba ingresada.

¿Qué le dijo a su tía?

Ella me dijo que ya lo sospechaba, que él me estaba haciendo algo a mí.

¿Y le dijo por qué sospechaba eso?

Como nosotros habíamos ido a visitarlos. Ella tiene a mi abuelito, el papá de ella. Entonces, nosotros los habíamos ido a visitar, quizá unos tres meses antes de que me sucediera a mí eso. Y ella me dijo que ya me había echado de ver que yo estaba embarazada, pero que no me había dicho nada porque no quería problemas. Hasta que llegó al hospital y me preguntó si era cierto lo que decía la gente. Entonces, me puse a llorar. Me puse bien mal y le dije que sí era cierto, que él [mi padrastro] me estaba violando. También le contaron a ella que él llegaba a decirme cosas al hospital. A él todavía le daban permiso para que fuera al hospital y llegaba a decirme cosas.

¿Qué cosas le decía?

Él me decía que le dijera quién era el papá de la niña. Él me presionaba, pues. Yo lo único que hacía es que me ponía a llorar, porque sabiendo que él era el papá de la niña, que solo él hacía cosas conmigo. Me ponía a llorar cuando él me decía así y me ponía bien mal. Y corrían las enfermeras a ponerme medicamento. Yo solo dormida pasaba en ese hospital. Ni yo misma entiendo por qué.

¿Es decir que las enfermeras le habían contado a su tía que él llegaba a verla y que usted se ponía bien mal?

Las otras pacientes que estaban así, a la par mía, le contaron a mi tía. También le contaron que él llegaba a presionarme, a decirme cosas y que me ponía bien mal.

¿Él la amenazaba en el hospital para que usted no contara nada?

Sí. [Me decía] que no le fuera a decir nada a mi mamá.

¿Y las demás pacientes escuchaban?

Sí, ellas escuchaban. Ellas fueron las que le dijeron a mi tía.

Después de que le contó a su tía, ¿quién fue la siguiente persona a quien le contó?

A la enfermera.

¿Y qué le dijo la enfermera?

Yo agarré confianza con esa enfermera, desde que llegué. Ella a mí me preguntó, porque miraba que él llegaba. Él me sobaba así (la cabeza). Y todo eso ella lo hallaba sospechoso, porque sabía que él era mi padrastro. No era mi papá. Y ella siempre me preguntaba, pero yo nunca le decía nada, porque no era de mi familia. ¡Qué iba a saber ella lo que me estaba pasando! Hasta que llegó mi tía y yo le conté a ella y la enfermera escuchó. Y me dijo:

—Mirá. Yo te di la confianza y por qué no me contaste a mí lo que estaba sucediendo.

Es que me daba pena contar mi historia –le dije yo–. Me da pena hablar de eso.

—No, –me dijo–. Pero aquí te podemos ayudar. Si querés, poné la denuncia con los mismos policías que te están cuidando.

—Sí, pero ahorita voy a comer –le dije yo a ella, porque era la hora de almuerzo.

—Vaya –me dijo–.

Y así fue. Se fue él que estaba de turno y llegó el otro. Al siguiente día, le dije a la enfermera que quería poner la denuncia, porque ya no aguantaba que él me llegara a decir cosas. Y me dijo ella que estaba bien, que iba a llamar al policía. Y llegó el [agente] que me estaba cuidando. Y me preguntó: «¿Qué desea?». «Es que fíjese que quiero poner la denuncia», le dije yo, porque hasta los policías sospechaban. Ellos se dieron cuenta de lo que a mí me pasó. Como allí estaban ellos, no se podían despegar. «Sí», me dijo. «Ya le vamos a hablar al jefe. Que venga a tomar datos y todo». Así fue. Llegaron a tomar datos y todo, pero yo vi que no lo habían detenido.

¿Su padrastro siguió yendo a verla? Él no sabía que usted había puesto la denuncia, ¿verdad?

No, cuando me dieron el alta, él llegó a verme. Estuvimos allí en el puesto de la policía de Jiquilisco. Allí me tuvieron, esperando el papeleo para ver si la jueza me mandaba para el penal o tenía para irme a bartolinas. Gracias a Dios, el abogado que me pusieron peleó para que me mandaran a bartolinas y no para Ilopango. Allí estuvo él, en todo el rato que me tuvieron… Allí estuvo a la par mía; y mi mamá también, con la niña. Cuando me dijeron que ya era hora de irme para las bartolinas, me despedí de mi mamá [llora] y de la niña. Yo no quería abrazarlo a él, pero él me abrazó y se puso a llorar. Y me dijo: «Tené paciencia, que ya vas a salir de allí». Y se puso a llorar y a decirme cosas. «Ah, sí», le dije yo. Y rapidito me quité y me fui a subir a la patrulla. Cuando vine aquí, a los tres días, me pasaron con el psicólogo. Me estuvieron pasando con unos psicólogos y ellos me dijeron que a mí algo me sucedía, que les dijera la verdad, porque a ellos no los podía engañar, porque como eran a los psicólogos. Y ya les conté lo que me había pasado.

—¿Y él? –me dijeron–. ¿Sigue detenido?

—No –les dije yo–. Él no está detenido.

—¿No quiere que le ayudemos en algo?

—Si se puede –les dije.

—Vaya –me dijo.

Me anotaron para que me llevaran a Ciudad Mujer. Me llevaron a Ciudad Mujer a poner la denuncia y ya les conté por qué ponía la denuncia. Entonces me preguntó ella [la persona que la entrevistó en Ciudad Mujer] que si él estaba detenido o si seguía libre. Yo le dije que él seguía libre, todavía.

—Solo usted está detenida –me dijo.

—Sí –le dije yo–. Él sigue afuera.

—Qué raro eso –me dijo–. Porque en mi pensamiento, él es quien tiene que estar [detenido]. No usted.

—Pero primero Dios ya me van a dar la salida –le dije.

—Pero le vamos a ayudar –me dijo–. Le vamos a tirar la orden de captura. A ver en qué le ayudamos.

¿Desde que pasó de la bartolina para acá no ha hablado con su mamá?

No.

Me imagino que Bertha o Alejandra –sus abogadas– le contaron que ya le hicieron la prueba de ADN a la niña y a su padrastro. Y que él es el padre.

Sí, ya me contaron.

¿Cómo se sintió usted cuando le contaron?

Por una parte no me sentí tan alegre ni tan mal, porque cuando yo le conté a mi abuela, pensé que no me había creído, porque todavía ella venía y me preguntaba quién era el papá de la niña. Llegué un momento a pensar que ella no me creía, quizás. Entonces le pedí mucho a Dios. Yo le dije a dios que viera qué hacía para que me creyeran. Fue cuando ellas me contaron que le habían hecho la prueba a la niña y había salido positivo. Vino mi abuela al siguiente día a visita. Entonces yo le dije abuela: «¿Ya se dio cuenta?». «Sí, ya me di cuenta que el viejo ese es el papá de la niña», me dijo. Pero yo le pregunté por mi mamá y me dijo que mi mamá no sabía nada. Hasta la fecha, yo le pregunto por ella y solo me dice: «Está bien», pero no me dice qué es lo que ella piensa ni nada.

¿Y usted sabe por qué no ha venido a visitarla su mamá?

Yo hablaba con ella y ella me decía que porque no tenía dinero para sacar los papeles, como se gasta mucho dinero. Ella me dijo que por eso no venía a verme. Pero han andado en vueltas de sacarle los papeles a ella. Entonces, gracias a Dios, se los sacaron. Me ha dicho que va a venir el domingo a verme, porque hoy jueves van a venir a dejarme unas partidas mías que se les olvidaron.

¿Sabe si va a traer a la niña?

Sí, la va a traer.

Imelda, después de todo esto que le ha pasado, ¿a usted qué le gustaría que sucediera ya que la gente sabe la verdad?

Como le digo a mi abuela, yo no me voy a ir a vivir donde vivía. Ya le dije que me voy a ir a vivir donde ella. La meta que yo llevo es seguir estudiando y trabajar para la niña. Es una meta que llevo y, primero Dios, la voy a lograr, porque tengo que olvidar todo esto que ha pasado. Ella me dice que si algún día me logro casar, que me fije con quién. Yo le digo a ella que no sé el día de mañana cómo lo voy a pensar, que alguien me logre decir algo, porque todo lo que yo he pasado no es fácil. Y le dije que no sé cómo voy a reaccionar. Mi meta es seguir estudiando y trabajar y cuidar a la niña, porque la niña no tiene la culpa de lo que a mí me pasó. Me contaron que mi mamá, cuando supo que yo me iba a ir para donde ella, se puso a llorar, porque ella le ha puesto un gran cariño a la niña, que ella dice que no quiere que yo se la quite. Pero yo  le digo a mi abuela que si [mi mamá] decime seguirme, que me siga, que por mí no hay ningún problema. Pero si ella decide quedarse con la familia de él [mi padrastro], yo lo que pienso es contarle toda la verdad a ella. Allá ella si quiere seguirme a mí o quedarse con él. Yo le dije a mi abuela que platicara con el esposo si me daba apoyo él. Me dijo que había hablado con él y que sí me daba apoyo, que yo tenía abiertas las puertas allí y que me podía ir con todo y la niña.

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