El caso Chalchuapa es una vergüenza para El Salvador

 

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El caso Chalchuapa es una vergüenza para El Salvador. Una vergüenza nacional mayúscula alimentada por la incompetencia y la hipocresía de las autoridades que, en papel, están llamadas a proteger y procurar justicia. 

En particular la policía y la Fiscalía, instituciones que olvidaron sus responsabilidades y ahora se limitan a complacer a un gobierno que quiere que olvidemos que en una casa de Chalchuapa un hombre asesinó a decenas de mujeres sin que nadie -nadie- hiciera algo al respecto.

Esta semana, una jueza liberó a nueve personas que habían sido detenidas y acusadas de ser cómplices de Hugo Ernesto Osorio, el expolicía en cuya casa de Chalchuapa se encontró una fosa clandestina con una decena de cadáveres. 

El argumento de la jueza fue que el testimonio del testigo estrella de la Fiscalía no era creíble. 

¿Saben quién era el testigo?

Hugo Osorio, el principal acusado de ser el asesino de muchas mujeres.

La reacción de la Fiscalía fue atacar a la jueza, en un intento de hacerla responsable por la impunidad en la que quedarán las víctimas de Chalchuapa. 

Pero los hechos, que a diferencia de la propaganda sí son verificables, cuentan una historia diferente. Una historia que debería avergonzar a un país que prefirió ocultar a las víctimas.

Actas de la misma policía muestran que las nueve personas fueron detenidas por delitos que no tenían nada que ver con el caso Chalchuapa, tal como publicó La Prensa Gráfica esta semana.

Poco después de ser detenido, en mayo de 2021, el mismo Osorio confesó a Israel Ticas, criminalista de la Fiscalía, que en la fosas clandestinas de su casa había decenas de cadáveres, más de los que hasta el momento han reconocido públicamente las autoridades. 

¿Qué hizo el Fiscal Rodolfo Delgado?

Sancionar a Ticas por haber dado esa información a la prensa. 

Y premió a Osorio. 

A él, la Fiscalía le dio beneficios a cambio de que fuera su testigo, su criteriado.

La ineptitud y negligencia de la policía es mayor. Y se ha prolongado durante varias administraciones de gobierno. 

Ocultas, la serie documental de Factum, demostró que la policía supo de las conductas criminales de Osorio durante mucho tiempo y no fue detenido pese a tener dos órdenes de captura pendientes. 

En 2011, diez años antes de su captura definitiva por la fosa clandestina imposible de ocultar, Osorio había sido investigado por la desaparición de ocho jóvenes. 

La pobre investigación de la policía no les permitió ver que el patrón de las desapariciones apuntaban a Hugo Osorio

Y la captura de Osorio, en mayo de 2021, fue únicamente posible porque una de sus víctimas, Jaqueline Palomo, luchó por su vida y gritó cuando Osorio la atacaba. 

Porque el sistema de emergencias 911, cuando fue alertado por los vecinos de Osorio, no supo cómo reaccionar cuando le reportaron un feminicidio.

Esa terrible realidad, una historia de negligencias, ineptitudes y crímenes que las autoridades salvadoreñas ignoraron durante casi dos décadas, está retratada en Ocultas, la serie documental que Factum reestrenará este domingo 14 de mayo

Por eso la reacción del fiscal Delgado, aunque esperable, es un insulto a las víctimas y un triste reflejo de lo que estas instituciones se han convertido. 

Tratar de manipular a la población no es solo mezquino; es cobarde. Es renunciar a la responsabilidad que tiene la Fiscalía con los salvadoreños a cambio de unas migajas que se caen del palacio presidencial. 

Obviar lo que la Fiscalía y la Policía dejaron de hacer en este caso podrá funcionar para las redes sociales pero no tapará la realidad. 

Las víctimas de Chalchuapa se mantendrán ocultas, enterradas, porque fiscales, policías y jueces decidieron NO hacer su trabajo. 

Porque las autoridades se pusieron del lado de los victimarios.

Porque el Estado y sus funcionarios, fiscales y directores policiales, prefirieron acostarse con las manos manchadas de sangre a aliarse con la verdad e investigar y hacer justicia. 

El caso Chalchuapa es una vergüenza para El Salvador.

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