Si le das más poder al poder

Ministro Alejandro Zelaya:

Me alegra haberlo visto en un balconcito del concierto de Molotov, este 21 de abril, coreando los principales éxitos de esta banda icónica del rock en español.

Ese día se veía usted relajado, cómodo, acaso eufórico y sin la tensión en los hombros de manejar las cuentas de un país con una deuda “insostenible” (pero que impide que el Fondo Monetario Internacional se lo haga saber a la población).

Entre los diferentes videos colgados en redes sociales, hubo uno que me llamó particularmente la atención. En este, con el puño izquierdo al aire, usted coreaba algunos de los fragmentos más conocidos de una de las canciones más laureadas de esta banda, titulada “Gimme tha Power”. Ahí, en medio (pero no tan mezclado) de los asistentes, usted gritaba con rabia qué pasa “si le das más poder al poder” y segundos después gritaba que “el pueblo unido jamás será vencido”.

Celebro, ministro, que le gusten los clásicos del rock en español. Que sienta junto al público la emoción de una banda energética, irreverente y contestataria. Que disfrute un espectáculo que mentes mojigatas y santurronas le negaron al país hace dos décadas. Pero no puedo dejar de encontrar una ironía entre sus cantos. La explico a continuación.

“Si le das más poder al poder”, dice la canción. Y lo que sigue no lo repetiré, por decoro, en este espacio. Pero sí explicaré otras cosas que suceden cuando le das más poder al poder.

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Si le das más poder al poder:

-Este crece desmedidamente, abusa y silencia. Reprime y castiga.

-Este se cree imprescindible y asume que su reinado debe durar para toda la eternidad. Y por eso dobla leyes y normas para asegurar la continuidad del caudillo, así sea esta clara, absoluta y visiblemente ilegal.

-Este expulsa del país a sus mentes más brillantes y las pinta de “enemigas”.

-Este se asegura de rodearse de funcionarios que aplaudan y avalen, ¡pero nunca que cuestionen!

-Este también se asegura de deshacerse de todo aquel que pueda hacer valer la incómoda Constitución cuando los planes presidenciales no comulgan con esta. Y lo hace de manera ilegal, forzosa y descarada.

-Este asume que los policías y militares son su guardia privada, sus guardaespaldas personales y sus mandaderos. “Chaneques”, dirían algunos. Por ello los usa para intimidar, para silenciar y para reprimir a todo aquel que entorpezca.

-Este confunde las arcas del Estado con una caja chica particular dedicada a engordar billeteras de algunos o financiar multimillonarias campañas de propaganda y desinformación.

-Este hace uso de instituciones del Estado, como el Ministerio de Hacienda, para acosar y amenazar penalmente a un medio incómodo que “le ha contado las costillas” y ha revelado pactos secretos, tratos oscuros y –simple y llanamente– corrupción entre sus filas.

-Este encarcela a miles de personas inocentes sin debido proceso legal y sin oportunidad de defenderse. Algunas salen a los meses, torturadas y con severos traumas. Otras también salen, pero dentro de una caja de madera.

-Este además le garantiza impunidad y hasta buenos tratos a los malandrines que portan sus mismos colores.

-Este… le compra aires acondicionados a sus amigos.

***

En fin, ministro Zelaya, celebro que haya pasado visiblemente bien y disculpe si lo incomodo con exponer estas aparentes ironías.

Yo no quiero alejarlo de sus artistas favoritos y nunca me atrevería a sugerirle que sea consistente y solo escuche artistas como Endstufe, Prussian Blue, No Remorse, Anarquía Vertical, Los Nikis o Ted Nugent (si gusta, busque qué tienen estos en común).

Perdóneme, ministro Zelaya, es que no puedo evitar pensar que Molotov escribió “Gimme tha Power” precisamente por gobiernos como el suyo. Los que, si no comulgas con sus ideas o defiendes derechos humanos, “te tratan como a un delincuente”. Los que se rodean de gente que solo aplaude “porque le gustan las migajas” que ruedan de cuando en cuando de la mesa del gran lord. Los de “personas que se están enriqueciendo”. Los que detestan la pobreza, tanto que la criminalizan.

Los que persiguen la música cuando es incómoda. Los que censuran libros y encarcelan artistas. Los que tienen como melodía favorita el aplauso ciego al monarca.

Los que hacen, señor ministro, lo que el gobierno para el que usted labora ha hecho en estos casi cuatro años.


*Ricardo Avelar es periodista y politólogo de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala, con una maestría en Relaciones Internacionales de las Américas de University College London en Reino Unido. También es docente de Sistemas Políticos y Filosofía Política. 

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