“El bolero de Cristal” (o el enorme cabaret en que vivimos)

En clave de vodevil, “El bolero de Cristal” nos remonta a los días en que ese género musical copaba las pantallas, en pleno época de oro del cine mexicano. El teatro Luis Poma se ha convertido en un cabaret y David Juárez comparte una reseña de esta producción.

Fotos cortesía de Marvin Siliézar


El bolero nació en Cuba, al igual que el director, actor, coreógrafo y diseñador Raúl Martín Ríos, encargado de la dirección de la producción “El bolero de Cristal”. Originario de La Habana, Ríos sumerge al espectador en un cabaret en San Salvador; un cabaret al borde de la bancarrota, con una clientela que envejece con la misma rapidez que Cristal, la dueña del antro. Vemos sobre las tablas a una especie de alcantarilla donde se ocultan del ojo público ministros, diputados, magistrados, futbolistas, obispos, pastores y narcodiputados, entre otros, según detalla la misma dueña, encargada de complacer vicios propios y ajenos con todos los de la lista.

Una lista que ameritaría un “CristalLeaks”.

Los encantos de Cristal se ponen a prueba en un sujeto que tiene toda la pinta de ser narcotraficante de medio pelo, pero que define su oficio como “peperecho”. Cristal le canta con amor y con el corazón destrozado. Todo en una misma noche. Cristal también es objeto de deseo para uno de sus empleados (y compañero de labores), en una destacada interpretación por parte del barítono José Guerrero, integrante de la Ópera de El Salvador.

“El bolero de Cristal” cierra sus presentaciones en el Teatro Luis Poma este fin de semana. Sábado 10 de junio (a las 5:00 y 8:00 p.m.) y domingo 11 (a las 5:00 de la tarde). Foto de Marvin Siliézar.

Entre canciones y presentaciones de personajes, la historia nos coloca en 1992, el día que el FMLN se concentró en la plaza Barrios, y la entonces gobernante Arena llenó la plaza Libertad, y ambos bandos celebraron —a su manera— la firma de los Acuerdos de Paz. A partir de ahí la trama se desenvuelve con rapidez: privatizaciones, aparición de las AFP, cheques “made in” Taiwán, invasión de transnacionales, Ferrari, políticas de redistribución de los subsidios, hasta llegar a los sobresueldos.

Y hay que decirlo: el punto débil de la producción está en el desarrollo de la historia, que va a veces a tropezones en la medida en que los personajes siguen apareciendo en escena (como se desarrollaría la programación de un cabaret). Al final, el conflicto no trasciende a las luces del escenario; quizás como en la vida real, donde el conflicto es opacado por el espectáculo de momento que a diario ocupa nuestras principales conversaciones.

Pero la fortaleza del “Bolero de Cristal” está en el talento de su elenco. Danilo Lagos da volumen a la actuación; Nadia Maltez, frescura al momento musical.

Los músicos son de lo mejor sobre el escenario, no solo por su ejecución instrumental. Son clave para que el público se deje seducir por personajes y diálogos que logran su cometido por momentos de forma sobresaliente. Foto de Marvin Siliézar.

Las luces dejaron un par de dudas. El maquillaje es casi implacable, como el vestuario, con excepción del desfile de modas, que además de las piezas que eran modeladas, su inclusión también lució un poco forzada.

Casi al final, Cristal aturde con su monólogo. Aturde porque uno no deja de preguntarse: ¿qué tanto del actor sale por los poros y la voz de Cristal? ¿Cuál es la frontera entre el personaje y la persona que está caracterizada?

“El Bolero de Cristal” —a cargo de Escena Norte— es una opción para combinar la reflexión y la comedia. Estamos ante el proyecto ganador del Premio Ovación 2015, y ante un reflejo de país, de sociedad, de nosotros mismos.

Esta producción cierra sus presentaciones en el Teatro Luis Poma este fin de semana: Sábado 10 de junio (a las 5:00 y 8:00 p.m.) y domingo 11 (a las 5:00 de la tarde). Representa una alternativa en el programa del enorme cabaret “San Salvador”.

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