El personaje del año: la marca Bukele acaparó 2019
Lo que provocó el presidente Bukele fue una avalancha comunicacional alrededor de su figura, que no por ello tuvo las virtudes de la transparencia, sino más bien las del viejo juego político de resaltar lo que conviene y esconder la basura debajo de la alfombra.
Foto FACTUM/Salvador Meléndez
Nayib Bukele es el personaje de 2019. Puntero en las encuestas de opinión desde un año antes para ganar la Presidencia de El Salvador en febrero pasado, capitalizó las intenciones en una barrida histórica contra los partidos FMLN y Arena, antagónicos mayoritarios desde los Acuerdos de Paz de 1992. Bukele rompió un esquema político de dos partidos que gobernaron el país durante treinta años gracias a pequeños partidos satélites con los que intercambiaron gobernabilidad a conveniencia.
El nuevo presidente de El Salvador no solo ganó la elección con un resultado holgado contra sus adversarios, sino que marcó la agenda pública a punta de una estrategia de imagen que lo catapultó en un año de incertidumbre política. Lo que provocó Bukele fue una avalancha comunicacional alrededor de su figura, que no por ello tuvo las virtudes de la transparencia, sino más bien las del viejo juego político de resaltar lo que conviene y esconder la basura debajo de la alfombra.
Esa ola llamada Nayib Bukele, en definitiva, no fue ajena a ninguna sala de redacción. En medios escritos, radio o televisión, las noticias —con pauta publicitaria del gobierno de por medio o sin ella— Bukele se mantuvo casi omnipresente, perenne. Su popularidad, por supuesto, también derivó en una nueva polarización en una sociedad salvadoreña acostumbrada a blancos y negros.
Pero fuera de las mesas de discusión de los periodistas, el presidente estuvo en boca de los salvadoreños en general. No hay publicidad mala. Académicos, analistas (pagados o no), organizaciones de sociedad civil, políticos, salvadoreños en el extranjero, activistas, pasajeros de buses, conductores de Uber… la plática sobre el Nayib Bukele blanco o negro estuvo presente todo el año. Él fue quien marcó la agenda política al país y sus decisiones, sus hashtags en tuits y sus invenciones mediáticas (marca inconfundible de su talante publicista), pautaron los temas que se abordaron durante el año. Pocos se salieron de su apabullante control.
Furioso con quienes no siguieron los pasos de su baile, Bukele también ocupó su popularidad en 2019 para calificar de “enemigos” a sus críticos, a la oposición política y al periodismo independiente. Y al calificarse a sí mismo como expresión mayoritaria del pueblo, extendió también el alcance de sus enemigos a “enemigos del pueblo”. La popularidad también valió para blindar de la crítica los nombramientos de sus familiares, socios y compadres en puestos claves del gobierno.
Como la iglesia católica en la edad media abanderó el tratado “Malleus Maleficarum” (“El martillo de las brujas”), escrito por Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, para lanzar su inquisición y la cacería de brujas por toda Europa, la construcción en el pensamiento colectivo de la existencia de una “emergencia” ante la cual se debe vencer a como dé lugar a los “enemigos”, el presidente Bukele —no sabemos si leyó el libro o no— practicó el concepto de enemigo que elaboraron los autores alemanes sobre aquellos que lo critican, que lo auditan, que lo cuestionan o que solo piensan distinto que él.
Bukele también marcó la agenda política de El Salvador hacia fuera del país a tal punto de que algunas de sus decisiones, como no permitir el acceso a Casa Presidencial de periodistas de Revista Factum y el periódico El Faro, llegaron a oídos de organizaciones internacionales de derechos humanos, como la CIDH, y hasta la ONU, y fue cuestionado por grupos de protección a periodistas y otros medios de comunicación de difusión latinoamericana. El presidente no pasó desapercibido.
Fue el showman de la Asamblea General de la ONU al tomarse una selfie en el estrado antes de dar su discurso. En ese discurso puso debajo de la alfombra, eso sí, los problemas que desangran a El Salvador y prefirió hablar de tecnología. Una marca del mandatario cada vez más notoria.
Se lio a tuitazos con su expartido FMLN y con el presidente de Venezuela Nicolás Maduro y enfloró a la ultraconservadora Heritage Foundation y al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, conocido por su racismo contra los latinoamericanos, salvadoreños incluidos. Bukele llegó al extremo de llamar a Trump cool, como él se considera a sí mismo. Pero en una voltereta, Bukele viajó a China —adversario comercial de Estados Unidos— a recoger lo que su odiado FMLN sembró al abrir relaciones con el gigante de Asia y haber roto relaciones con la isla de Taiwán. Una flor de contradicciones y oportunismos políticos.
Las encuestas siguen colocando a Bukele en una posición muy cómoda, con alrededor del 90 por ciento de aprobación. Su estrategia de comunicación en 2019 fue tan eficaz que poco erosionaron su imagen sus grandes contrariedades y el olvido repentino de muchas promesas de campaña electoral como eliminar gastos secretos del gobierno, combatir la evasión y elusión de impuestos, practicar la austeridad y la transparencia. Es decir, no volver a ser lo que él mismo llama “los mismos de siempre”.
En estos seis meses, Bukele triplicó el uso de la partida secreta, remó contra la transparecia y puso bajo llave información que debería ser pública y mintió respecto al alcance de uno de sus productos estrella: la CICIES.
Como si El Salvador no tuviera suficiente polarización, el presidente Bukele polarizó más a su país. Con explícitas actitudes totalitarias, se arrogó la seguridad pública como si se tratara de que toda la solución a los problemas de homicidios y extorsiones en uno de los países más violentos del mundo hubiera estado en sentarse en una mesa larga en Casa Presidencial a dictar lo que debe y no debe pasar.
La carta más alta que se jugó Bukele en 2019 fue la seguridad, por cierto. Su gobierno, frente a los de Arena y FMLN, ahora es el que menos homicidios registra en sus primeros seis meses. Y los números son de escándalo: los asesinatos bajaron en promedio a cuatro o cinco por día, cuando el promedio había estado arriba de los diez homicidios.
Los aplausos populares para su plan de seguridad han sonado por todo el país, pero en el fondo el presidente no quiere explicar, con detalle, cuáles han sido las virtudes de su plan para que las pandillas más violentas en el mundo tomaran por sí mismas la decisión de detener los asesinatos. Porque, de hecho, a diciembre de 2019, las pandillas mantienen el control de sus territorios en El Salvador. Tampoco ha explicado porqué el exitoso plan de seguridad no ha conseguido disminuir las extorsiones, la principal forma de financiamiento de las pandillas.
2020 será clave para las aspiraciones de Bukele. Será un año preelectoral, donde buscará agenciarse el control de la Asamblea Legislativa. Un año donde se verá si la burbuja de las redes sociales es más fuerte que el desgaste de gobernar. Si el envoltorio, como han sido estos primeros seis meses, sigue importando más que el contenido.
Opina
3 Responses to “El personaje del año: la marca Bukele acaparó 2019”
La estrategia de Bukele se asemeja en muchos aspectos a la de Donald Trump. Quizas la diferencia mas grande es que el electorado Salvadoreño an su mayoria apoya a Bukele, mas que todo debido a su maquinaria propagandistica 24/7. En los Estados Unidos, el apoyo a Trump is de menos del 50%. Supongo que sera por que la gente se informa un poco mas en la USA.
Eso si, las bases de ambos mandatarios son completamente adeptos y atacan rabiosamente a quienes difieren de sus puntos de vista. Ojala la gestion de Bukele se refleje mas en obras y no en pura propaganda. Solamente asi, El Salvador mejorara.
No, no me justo. Han usado este artículo no tanto para reconocer lo bien que Bukele está gobernando, sino que se aprovechan para hacer críticas después del reconocimiento. Me parece falso he hipócrita el que escribió este artículo. Mejor hubiera sido franco en su opinión. Si quiere criticar al presidente, pues hágalo! Total…eso no hará cambiar la opinión del 90% que apoyan y están muy contentos con el presidente.
Creo que la agenda de su medio es clara: anti Bukele. Eso es válido, pero su esfuerzo constante por restar importancia o desmeritizar lo que este joven presidente quiere hacer, simplemente les resta credibilidad y caen en una rueda de información centrifuga que solo quiere sembrar duda constantemente. El problema es que ya no se vuelve información, ya que aleja a los verdaderos protagonistas, ellos, el gobierno, no ustedes. Es triste pensar que hay salvadoreños como ustedes, que pareciera que quisieran que todo saliera mal para dar validez a sus conjeturas y la aversión, pagada o no, que profesan en cada línea que escriben. Sinceramente, como salvadoreño, espero que ninguna de sus conjeturas o ideas que siembran, no se hagan realidad.