Una tarde con Pelusa en Chivo Pets

Los $2.25 que pagué por los servicios a mi mascota fueron enviados a Chivo S.A. de CV, una empresa privada que funciona con recursos públicos y que hasta el 22 de diciembre de 2022 no había presentado su balance financiero en el Registro de Comercio


Hay de distintas razas y colores: cafés, atigrados, barcinos, persa, cocker. Unos llevan correas vistosas y otros están en jaulas o en mochilas decoradas. Los perros y gatos esperan junto a sus dueños en siete canopis instalados al costado izquierdo del edificio principal del hospital veterinario Chivo Pets, en las orillas de la quebrada El Piro, en la comunidad La Cuchilla, en Antiguo Cuscatlán. Es 5 de diciembre de 2022.  Pelusa, la mascota de mis padres, está entre los que esperan. Tiene cita a las 2:30 de la tarde. 

Un joven me llamó el día anterior a la cita y me dijo que debía llegar 15 minutos antes de la hora programada. Y aunque me preguntó en qué medio de transporte llegaría, si en Uber, bus o vehículo propio, me terminó recomendando que alguien me llegara a dejar y a traer. La razón: no existen parqueos suficientes para todos los usuarios.

El hospital veterinario tiene una alta demanda y los tiempos de espera para obtener una cita pueden ser hasta de dos meses.  Eso sí: las esperas son más cortas que en el sistema de salud pública. En el Seguro Social, por ejemplo, los pacientes esperan hasta seis meses para obtener una cita con un especialista, según datos de SIMETRISSS

Un trabajador con un chaleco café, con el emblema del hospital, recibe a los usuarios en la entrada, la tarde de este 5 de diciembre de 2022. Es el encargado de anotar a los pacientes. Los clasifica por los tres servicios que brindan: cirugías, vacunas, consulta por citas o seguimiento.  Para pasar consulta con las mascotas, se debe tener al menos tres horas de disponibilidad. 

El calor, la inquietud de los animales y la falta de bebederos para que sacien su sed hacen más larga la espera en el patio. Hay chorros, pero no tienen llaves. Pero ni esto ni la prolongación de la espera generan molestias en los usuarios.

 “Bien tardado, pero no importa. Más tiempo pierde uno en el teléfono”, dice una señora mientras se acomoda sus lentes gruesos y mueve las jaulas con sus dos gatos. 

Una hora después de la espera bajo toldos, los animales son enviados al edificio principal, donde una recepcionista que usa una camisa color cian, con el emblema del hospital, pide que hagan fila para remitirlos a una de sus compañeras que confirma las citas en una computadora. En el mostrador resalta un anaquel de Diario El Salvador, el periódico oficialista financiado con fondos públicos, que es ofrecido sin costo, y que en su titular principal destaca:  “La iglesia apoya el cerco en Soyapango”. 

“Léelo con toda libertad y permite que otros lo hagan. Toma uno”, se lee en el anaquel. 

El hospital veterinario fue inaugurado en febrero de 2022. El Gobierno dijo que lo financiaría con las ganancias de las compras de bitcóin, una criptomoneda que solo ha dejado pérdidas porque no ha dejado de caer en los últimos meses. Pero la construcción de este edificio, según una publicación de La Prensa Gráfica, en realidad fue financiada con préstamos.

El recinto está construido con paredes que tienen estructuras de hierro, fibrocemento y madera. En el día, ingresa la iluminación natural y en los rótulos de señalización y avisos son combinados los colores azul, blanco, café y cian, el color del partido de Gobierno. 

Después de ser verificada la cita en una computadora, las mascotas y sus dueños son ubicados en una sala que tiene asientos con divisiones de madera. En ese sector esperan para ser pesados y llamados a los consultorios. Cuando fue su turno, a Pelusa la subieron en una báscula ancha que reflejó sus 10.3 kilogramos de peso. Luego le midieron la temperatura. Dos horas y media después de su llegada, pasó consulta con una veterinaria amigable, quien en un lapso de 20 minutos la examinó y desparasitó.

La veterinaria le dio indicaciones a sus asistente para que detallara en un papel sencillo, con un diseño similar a una factura, pero que no tenía plasmado ningún registro, los cinco servicios y medicamentos administrados a mi mascota: consulta, aplicación de medicamento, Endogard, Ivermectina -la misma medicina que el Gobierno entregó en el kit a pacientes con Covid-19- y Fullmectina. En una receta, que la veterinaria firmó y selló, a Pelusa le indicaron 15 vitaminas: “Pets tabs”, entregadas en una bolsa plástica común. Una cada día. También le dejaron una cita para vacunarla. 

Luego llegó el momento de pagar. Frente a la caja hay un cajero Chivo y un estante donde dos jóvenes dan asesoría e inducen a las personas a pagar con bitcóin, con la promesa que solo así cada servicio les costará $0.25. Yo ya había escuchado esto. Antes de esta visita descargué en mi teléfono Chivo Wallet, la aplicación gubernamental para el uso de bitcóin en El Salvador. Intenté recargarle $5 usando una tarjeta de débito, pero la transacción fue rechazada. 

Al consultar por el proceso fallido, los asesores me dijeron que era una medida de seguridad del banco y que tenía que llamar que me autorizaran para poder recargar mi billetera. A la fecha, investigaciones periodísticas han revelado que Chivo Wallet ha tenido diferentes fallas que han permitido hurto de miles de dólares con la aplicación.

Pelusa estaba inquieta porque quería agua, por lo que opté por cambiar un billete de $10 para recargar en efectivo. Por suerte, una comerciante de verduras estaba pagando en ese momento sus consultas y me hizo el favor de darme dos billetes de $5. 

Frente al cajero, uno de los colaboradores de Chivo me orientó para que colocara mi dinero. Al consultar, mi billete de $5 se había convertido en un capital de $4.98 o 0.00029355 BTC. En la caja, una joven tomó el detalle de servicios y me dio un código QR para pagar.

El costo por los servicios recibidos para mi mascota fue de $2.25. Este fue enviado a Chivo S.A. de CV, una empresa privada que funciona con recursos públicos y que hasta el 22 de diciembre de 2022 no había presentado su balance financiero en el Registro de Comercio, a pesar de tener más de 15 meses de operaciones. Lo poco que se sabe del hospital veterinario es que es administrado por esta sociedad. Bandesal, que opera el fideicomiso para administrar las ganancias que supuestamente dejaría el bitcóin, declaró como inexistente la información sobre el contrato de Chivo Pets.  Y tampoco hay información de cuánto ha perdido o ganado El Salvador con la compra de criptomonedas.

Después de pagar, me entregaron un ticket comercial y me dieron los medicamentos para Pelusa en una cajita de cartón. Al salir del edificio, a las 5:49 de la tarde, las luces led ya alumbraban la zona y decenas de personas seguían esperando los servicios.

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