La carrera final de “Bojack Horseman”

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La clave de éxito para “Bojack Horseman” ha sido mantener la autenticidad. La última temporada de esta serie cierra de forma eficiente todos sus arcos narrativos.


Bojack Horseman” ha sido reconocida durante su trayectoria en las pantallas como una de las series animadas para adultos más ambiciosa, cruda e ingeniosa de la década. De la misma manera que series como “Los Sopranos”, “Breaking bad” o “Mad men” redefinieron los límites del drama en la televisión, la historia de un caballo disfuncional atormentado por una fama cada vez más efímera ha logrado, durante seis años, no solo cambiar el panorama de las producciones animadas, sino hacerlo con calidad, integridad y una buena dosis de humor negro. 

La sexta y última temporada –dividida en dos partes– pareciera presentar a un Bojack demasiado apegado al renglón de la rehabilitación, siguiendo el camino de la resistencia hasta volverse un ser responsable de sus emociones e incluso una guía para otras personas y animales en su condición.

Cada personaje pareciera finalmente haber pagado sus deudas con la vida. Por ejemplo: Princess Carolyn balancea su nueva vida como madre; Diane se compromete a una relación; y Mr. Peanutbutter finalmente admite su infidelidad. 

Todas estas premisas –al inicio de la temporada– parecieran cerrar en una nota sospechosamente esperanzadora para una serie que ya nos ha enseñado a mirar dos veces antes de hacer nuestras propias conclusiones. Específicamente, nos ha enseñado que la vida puede transformarse ignorando o tratando de remediar el pasado. Para todos, sin excepción, esto no resulta ser cierto. 

En lugar de cerrar en una nota alta –como en entregas anteriores– esta primera parte eleva a la audiencia para regresar a la tierra luego: es necesario encontrar en los errores de ayer no solo las lecciones del mañana, sino las reparaciones necesarias para nosotros mismos y las personas a las que lastimamos. 

La clave de éxito para la serie ha sido mantener la autenticidad. Los creadores (Raphael-Bob Waskberg, Kate Purdy y Lisa Hanawalt) han conseguido, a través de animales antropomórficos, tocar temas muy humanos y difíciles como la adicción, la depresión, la violencia intrafamiliar y la ilusión de una vida a pedazos que trata de regirse bajo los estándares de sueños superficiales.

La decisión de no continuar indefinidamente –sino darle un adiós deliberado– se siente genuina y permite cerrar de la mejor manera todos los arcos narrativos.

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