El problema de no vincular al padre Colindres con la tregua

Raúl Mijango y monseñor Colindres fueron de las caras más visibles de la tregua que redujo los homicidios en 2012 (incluidos también el expresidente Mauricio Funes, el exministro David Munguía Payes y Paolo Luers). Cuando se comenzó a hablar de la tregua, era algo confuso y algunos la veían como una buena idea incluso dentro de la Iglesia Católica.

Según el periódico El Faro, la tregua se fraguó en el despacho de general Munguía Payes, entonces ministro de la Defensa Nacional, con Mijango (que era su asesor y que también contaba con el aval de Funes). Ellos después contactaron con varios sacerdotes de la alta jerarquía católica hasta que el padre Colindres aceptó participar como intermediario. En un inicio se consiguió reducir los homicidios; sin embargo, la iniciativa terminó fracasando, ya que la negociación nunca se hizo a la luz pública y muchos de los privilegios otorgados a los involucrados eran ilícitos e impopulares (pornofiestas, pollo campero, televisores pantalla plana, entre otros). Al final, incluso la tasa de homicidios volvió a subir.

Como resultado, muy pocos avalan la tregua y hasta ya se han comenzado a hacer capturas y a llamar testigos para investigar el asunto más a fondo. Según el entonces fiscal general Douglas Meléndez (2016-2019), la “tregua” no se podía constituir en un delito en sí, pero sí varios ilícitos cometidos en ese contexto.

Pero lo que llama la atención es que monseñor Fabio Colindres hasta ahora no ha sido vinculado en ninguna investigación (dejaré de lado las acusaciones hacia Funes, Munguía Payes y Paolo Luers, ya que a ellos sobra quién los señale). De ahí que surja la pregunta: si Mijango y Colindres eran los únicos mediadores autorizados (según comunicados), ¿por qué detuvieron a Mijango por la tregua con las pandillas y no a monseñor Colindres?

Estas son algunas posibles respuestas que he recogido de por qué no han inculpado al obispo Colindres.

  • “No hay evidencia de que Colindres, Munguía Payes y Funes estuvieron involucrados en la tregua” (usuarios en Twitter).
  • Monseñor Escobar Alas: “Colindres colaboró en la tregua por buena voluntad, como otros que pensaron que era la solución y estuvieron a favor. Siempre estuvo en comunión con la Iglesia”.
  • Ex fiscal general Douglas Meléndez: “Monseñor Colindres fue comandado por una estructura religiosa; se separó de la tregua cuando intuyó irregularidades”.
  • Fabio Castillo, excoordinador del FMLN: “En la tregua, los pastores deben acercarse siempre a la oveja descarriada, lo digo por Fabio Colindres”.
  • “Colindres asegura no saber nada” (usuarios en Twitter).
  • Exdiputado Óscar Mixco Sol: “Porque uno salva almas y el otro las destruye (Mijango)”.

Mi contraargumentación a esas respuestas: la Iglesia Católica fue directa o indirectamente parte de la tregua a través del obispo castrense Colindres. Mientras parecía factible, no solo Colindres, sino que incluso el nuncio apostólico apoyó la tregua entre maras y con el gobierno, y el arzobispo Escobar Alas no dijo ni refutó nada en su momento. Con Mijango estaba Luers y un tal Fabio Colindres. Según cita El Faro: “Colindres reconoce que durante el proceso de mediación llegó a dialogar con ellos ‘uno por uno’. ‘Conocí a sus familias. Fue una cosa muy personalizada’, dice. Aseguró no recordar los nombres de los pandilleros con los que había conversado, se ríe diciendo que no miente, que lo que él tiene en la cabeza en realidad eran sus apodos pandilleriles y no sus nombres (…) Y ahora cuando se le pide que defina las sensaciones vinculadas al trabajo de mediación que ha realizado, habla de ‘soledad’ y ‘rechazo’”.

Muchas veces una pregunta simple se responde con argumentos supranaturales, como es propio de una cosmovisión religiosa, y se esconde la respuesta verdadera del asunto. El problema de los argumentos emocionales, espirituales y de los olvidos convenientes es que disfrazan la verdad cuando las cosas van mal. Por tanto, el asumir la inocencia de un obispo de alta jerarquía no ayuda a la investigación, sino que dificulta la búsqueda de la verdad o la impide definitivamente (la verdad, que, dicho sea de paso, es lo que la iglesia predica). De ahí que por lo menos llamar a Colindres (como testigo para que declare lo que sabe) parece razonable.

En nada ayuda absolutizar a los religiosos y ubicarlos en una posición de privilegio estableciendo juicios a priori. Nadie ha dicho que el obispo castrense compró televisores u organizó las fiestas para los pandilleros en las cárceles, pero es necesario investigarlo para que contribuya con la investigación como cualquier otro ciudadano. Por otro lado, tampoco se descarta que Mijango y Colindres fueron víctimas de los verdaderos cerebros de la operación, pero, por eso, como he señalado, hay que investigarlo.

La presencia la Iglesia Católica (y las iglesias en general), sin duda, inspira la confianza suficiente para mediar en una negociación de paz, un pacto entre pandillas, hablar con empresarios y dar consuelo a la población en general, y se llega a llenar un vacío de credibilidad y legitimidad que no tiene ninguna otra institución. Sin embargo, esto trae como riesgo absolutizar un sesgo que lleva a colocar a sus líderes por encima de cualquier otro ser humano, generando una concepción reduccionista de la realidad. Para este caso, evita enfrentar una investigación más seria acerca de los ilícitos durante la tregua.

En principio se negó que hubiera tregua, ahora se acepta; pero se ha quedado huérfana de padres y seguidores. La idea del proceso debería ser ahora identificar seriamente quiénes estuvieron involucrados, incluido el obispo. No hacerlo así implicará la perduración de la desconfianza que ha prevalecido a la hora de evaluar a las instituciones públicas como la fiscalía, ya que las capturas parecen escogidas con lupa y pinzas y más pareciera que solo se está montando un show y que solo se busca un chivo expiatorio. Para una seria persecución del delito es necesario tomar en cuenta a todos los involucrados, incluidos el padre Colindres y Paolo Luers, que pueden no haber cometido delito, pero es lo que se debe determinar en las investigaciones.


*Luis Aguilar es sociólogo salvadoreño, interesado en temas de política, religión y deporte.

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