¿Qué viene tras las elecciones de medio periodo en Estados Unidos?

Decir que las elecciones del 6 de noviembre en Estados Unidos, en las que se renovaron ambas cámaras del Congreso y se eligió a nuevos gobernadores en varios estados, van a frenar el comportamiento antidemocrático del presidente Trump es una exageración, pero sus resultados, especialmente el traslado del poder en la cámara de representantes de manos republicanas a demócratas, tendrán un gran impacto en la política ya muy tensa en la capital norteamericana.

Trump ha demostrado ya muchas veces que no hay nadie –ni su partido, ni sus asesores, ni su propia familia– que pueda poner control a sus declaraciones y acciones como presidente.  A pesar de los muchos consejos que oye, sigue declarando que la prensa es “el más grande enemigo del pueblo” y que el partido opositor, los demócratas, carecen de legitimidad, honestidad y opciones.  Sus ataques son constantes y vulgares.

Que un presidente norteamericano anime a los participantes en sus mítines políticos a repetir en voz alta que quienes no lo apoyan deben ser encarcelados, y que los periodistas que cuestionan su retórica agresiva deben ser atacados físicamente, es, para muchos estadounidenses, alarmante -no sólo por lo que dice Trump, sino porque una parte significativa de nuestra población responde con alegría a sus cantos.

Ni su personalidad ni la de su “base política” van a cambiar a causa de las elecciones.  De hecho, hay una gran posibilidad de que se vayan a poner más bravos, más vulgares, y se convenzan más de que son ellos las víctimas de los demócratas, no al revés, cuando los demócratas empiecen a cumplir sus promesas de lanzar investigaciones en la cámara sobre las muchas acciones cuestionables de la administración –asuntos que tocan casos de corrupción.  Esas promesas, claro, tienen una carga política, pero son totalmente consistentes con el papel constitucional del congreso de vigilar al Ejecutivo –lo que llamamos “oversight”– para proteger los intereses del pueblo norteamericano en todos sus sentidos.

Las investigaciones son necesarias.  El dinero que gasta el Ejecutivo viene de contribuyentes que demandan garantías de que no se desperdicie en proyectos que no coinciden con los intereses del país.  Le democracia requiere transparencia, y el bloqueo a la información necesaria para garantizar esa transparencia –un bloqueo mantenido por el control exclusivo del partido republicano sobre ambas cámaras del Congreso– se va a romper.  Y eso, muy probablemente, va a instigar una reacción feroz de parte de ese partido y su líder, Mr. Trump.

Las elecciones representan una victoria importante para los demócratas, el rechazo tajante de mucho de lo que representa Trump, pero es una victoria parcial.  Los demócratas, que muchas veces sufren de fraccionalismo que los debilita y quita fuerza a su agenda, tienen mucho más trabajo que hacer:  crear unidad, alimentar la confianza del pueblo en su compromiso con los intereses más nobles de la nación, y evitar que el presidente y los sectores más radicales de su partido busquen métodos aún más dañinos para la democracia con el fin de proseguir con su agenda.

Lo que los Estados Unidos necesita más que nada en este momento es que nuestros gobernantes empiecen a gobernar, y que pongan al lado su guerra política, económica y cultural, para que podamos empezar a enfrentar nuestros desafíos con calma y optimismo, sin rencor y sin ataques contra nuestras instituciones democráticas.


* Fulton Armstrong es investigador asociado al Centro de Estudios Latinoamericanos de American University en Washington. Fue asistente legislativo del comité de asuntos exteriores del senado de los Estados Unidos.

 

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