En Doral (Miami), el consulado salvadoreño ha rechazado hacer trámites legales que le corresponden. En su lugar, los ha derivado a una oficina particular que es propiedad del hermano del cónsul general. El canciller Hugo Martínez, tras ser consultado por Revista Factum, anuncia una investigación interna y ha encendido las alarmas en los 17 consulados salvadoreños en Estados Unidos para cerciorarse de que no se repita lo que ha sucedido en Doral.
Foto ilustración FACTUM
Lo que le pasó a Mario le pudo pasar a cualquier migrante salvadoreño en Estados Unidos que vive en Florida. Mario se llevó casi un mes para que el consulado de El Salvador en Doral, Miami, le hiciera entender que no lo ayudaría. Desde diciembre de 2016, empezó con los trámites legales para divorciarse de Jimena, su esposa, en El Salvador. Para el divorcio, Mario necesita un poder judicial para que un abogado sea su representante legal en el país. Pero el consulado tenía otros planes.
Desde el 6 de diciembre, Mario fue a tocar tres veces las puertas de la suite 100 del edificio 8850, sobre la calle 33 Noroeste de Doral, que es la dirección del consulado. Y a excepción de una, en todas se regresó, rechazado, con una tarjeta de presentación de una abogada y notaria en la mano. Era la tarjeta de la abogada particular Mónica Letona, que le recomendaba el mismo consulado.
La oficina de esta abogada es propiedad de Ovidio Claros Amaya, un notario salvadoreño que es hermano de Jorge Humberto Claros Amaya, el cónsul general de El Salvador en -sí- Miami.
Luego de conocer la investigación de Revista Factum, el canciller Hugo Martínez ha decidido abrir un expediente interno para deducir responsabilidades en los funcionarios que han negado los servicios del consulado en Miami y han dado tarjetas con la dirección de la oficina jurídica del hermano del cónsul general.
Martínez incluso va más allá y dice que mantendrá puesta la atención en los otros 16 consulados que tiene El Salvador en Estados Unidos para garantizar que no estén ocurriendo entramados como el que se descubrió en Miami.
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Los consulados salvadoreños en el extranjero son instituciones que representan, en pequeño, la administración pública del país. Protegen los intereses y los derechos de las personas salvadoreñas que viven en los territorios en donde se instalan. Y también ofrecen servicios. Algunos son pagados y otros, gratuitos.
Los consulados emiten registros de antecedentes penales, policiales y migratorios para quienes requieren solvencias dentro de Estados Unidos. También pueden celebrar matrimonios civiles entre salvadoreños, dar reconocimientos voluntarios de hijos, registros de defunción, registros de nacimiento, pasaportes y, entre otros, poderes generales judiciales para que abogados en el país rectifiquen partidas de nacimiento, atiendan querellas en juzgados, gestionen adopciones, acepten o rechacen herencias. Pero la mayor demanda se la llevan los pasaportes.
El canciller Martínez asegura que solo en 2016 los consulados en Estados Unidos dieron más de 160,000 pasaportes a salvadoreños, una cantidad similar a la de los pasaportes que se extendieron en El Salvador también el año pasado. Martínez dice que otra documentación que es muy solicitada son los poderes generales judiciales.
Mario buscaba en el consulado un poder judicial general para divorciarse.
La insistencia de Mario de buscar el consulado salvadoreño de Doral para que se le extendiera un poder judicial general a su abogado tenía dos motivos: el temor a ser estafado por cualquier oficina legal privada y la legitimidad que dan los documentos de una institución oficial salvadoreña.
En Doral, así como en otras ciudades estadounidenses donde están instalados los consulados salvadoreños, se dispersan pequeñas oficinas de notarios particulares que se hacen competencia en ofrecer los mismos servicios que otorgan los consulados. Mario quería que la institución pública de su país le elaborara el documento.
Los poderes judiciales generales que da el consulado, luego, son autenticados por la cancillería en El Salvador. El costo de un poder judicial general emitido por el consulado es de 40 dólares, más 5 dólares extra para la autenticación en la cancillería.
Se han enviado correos electrónicos y se han hecho llamadas telefónicas al consulado salvadoreño en Doral, Miami, para saber del propio cónsul general por qué de la institución pública que él dirige se está enviando a salvadoreños a la oficina privada de su hermano. Pero los correos no han sido respondidos y no ha habido contestación cuando se marca el número telefónico del consulado.
Mario, que tiene 33 años de edad, no quería a un notario privado porque tenía miedo de que le cobraran más por el servicio o que el abogado le requiriera hacer trámites innecesarios solo para sacarle más plata. Quería los servicios del consulado. Pero en el consulado lo único que recibió fue la tarjeta de presentación de Mónica Letona, la notaria privada a donde lo enviaban.
Mario y el cónsul Ricardo Martínez
Mario tiene un título académico de bachiller. No alcanzó a ir a la universidad. En El Salvador, antes de emigrar, trabajaba para una compañía que repara tendido eléctrico. Una de tantas misiones de arreglar cables lo llevó a Santa Ana, donde conoció a Jimena. Los dos tienen la misma edad. Fueron novios y se casaron. Se mudaron a Soyapango. Allí vivieron en una casa de la mamá de Mario.
El trabajo de reparación de tendidos eléctricos se terminó y Mario ya no pudo encontrar otro oficio. La economía de la familia andaba mal. Decidió emigrar. En Miami, Mario trabaja en un restaurante y aunque encontró estabilidad económica, perdió su matrimonio. Hace tres años, Mario y Jimena decidieron romper su relación porque Mario no quiere regresar a El Salvador y ella no quiere emigrar a Estados Unidos.
Hace unos meses, los dos decidieron divorciarse para no tener impedimentos legales y rehacer sus vidas. Mario dijo que se iba a hacer cargo de los trámites y fue entonces que buscó el consulado desde diciembre una, dos, tres, cuatro veces. Hasta que en los primeros días de enero logró hablar con el cónsul Ricardo Raid Martínez Carranza, el subalterno del cónsul general Jorge Humberto Claros Amaya.
Mario quizás tenía desconfianza por tanto rechazo. Entonces abrió la grabadora de video de su teléfono.
-Cónsul Ricardo Martínez (C): Bueno, cierre, por favor. Veamos, tengo una persona que me está esperando, que ya le van a dar el pasaporte, pero veamos…
-Mario (M): Sí, eso me dijo ella (la secretaria)…
-C: Solo por cuestión de orden… Cuénteme, ¿de qué es el poder que necesita?
-M: Divorcio.
-C: ¿Y ya tiene el abogado allá en El Salvador?
-M: Sí, sí, ella (su ex pareja) ya lo consiguió.
-C: Ah, vaya. Pero necesito… ¿usted trae su pasaporte o su dui?
-M: Sí, lo tengo todo en el carro.
-C: ¿Y copia del dui y del nit del abogado?
-M: Esos sí los tengo en Whatsapp.
-C: Ah, vaya, entonces, me espera. Si gusta, solo termino ahí con la señora, porque…
-M: Perfecto. ¿Una hora más o menos?
-C: Yo creo que menos.
-M: Porque así me puedo ir a comer algo y regreso.
-C: Perfecto, perfecto.
-M: Ok, entonces en media hora regreso más o menos.
-C: Sí, sí, sí… Porque de allí, si no quiere esperar, esta señora es notaria de aquí, o sea, es de El Salvador, creo que tiene la oficina cerquita de aquí, entonces lo podría atender ya (el cónsul Ricardo Martínez le entrega a Mario la tarjeta de presentación de Mónica Letona, con la dirección de Claros & Asociados, de Ovidio Claros Amaya, hermano del cónsul general, es decir, su jefe).
-M: Ok, ¿y cuánto cobra?
-C: Yo creo que lo mismo (Claros & Asociados cobra $20 más por el poder que no quiere dar el consulado), porque no creo que estén cerca y que cobren más. Si quiere le preguntamos. Dígame cuál es el teléfono.
-M: 7863006845
-C: Licenciada Letona, del Consulado de El Salvador en Miami le saludo. Buenos días, mire, una consulta: fíjese que tengo a un caballero que necesita un poder para un divorcio en El Salvador. Ya tiene él el abogado allá. Yo tengo a una señora que más o menos me voy a tardar 45 minutos a una hora. Entonces, él, para no esperar, lo que quería saber… si gusta se lo voy a pasar y se ponen de acuerdo si acaso trabaja con usted para hacerle el poder, por la cuestión de los honorarios. Deme un segundo… Hable allí con ella.
-M: Si no, yo voy a la oficina… en lo que voy a comer voy a la oficina…
-C: No, pero para que de un solo se pongan de acuerdo que dónde lo espera o algo…
-M: (Mario al teléfono) señora… bien, bien… correcto. Si quiere la oficina parece que no está muy lejos de acá, yo llego allí quizás en unos 20 minutos. Ah, bien, perfecto, porque quiero ir a comprar desayuno, eso le estaba diciendo a él. Ok, perfecto, muchísimas gracias, te veo en un rato entonces.
“Esto definitivamente no está permitido”, dijo el canciller Hugo Martínez al conocer el video en el que el cónsul Ricardo Martínez le entregó la tarjeta a Mario para que fuera a la oficina de Claros & Asociados. El canciller aclaró que los consulados, cuando están saturados y las personas tienen urgencias, tienen permiso de mostrarles a los interesados una lista de oficinas jurídicas cercanas a las que pueden ir, con dos condiciones: la primera es que es una decisión voluntaria de la persona que solicita el servicio ir a cualquiera de las oficinas -o no ir y esperar al consulado- y la segunda es que la persona va bajo su propia responsabilidad, ya que los consulados no dan recomendaciones.
“Es prohibido, hay directrices muy claras al respecto. Yo me comprometo a hacer una investigación a fondo y derivar las sanciones administrativas que correspondan. Eso, bajo ninguna circunstancia, debe darse. Yo voy a hacer un trabajo exhaustivo con la Dirección de Servicio Exterior, que es la que se encarga de supervisar el trabajo de los consulados. El cónsul general ha tenido una trayectoria, a mi manera de ver, intachable, pero esta situación, por sanidad de él, de todos, y por deber con nuestra población, la vamos a investigar a fondo y vamos a deducir las responsabilidades administrativas que haya que deducir”, dijo el canciller Martínez en entrevista con Revista Factum.
La oficina de Claros & Asociados
Las paredes de la suite 200, en el edificio 8200 de la calle 41 Noroeste de Doral, son blancas. De ellas no cuelgan fotos ni diplomas. Ni un cuadro con alguna pintura. Ni un adorno. En la habitación se ha puesto un escritorio en el medio. Sobre el escritorio, una laptop, una agenda, una computadora de escritorio y una silla.
La suite 200 no parece la oficina de un abogado y notario al que le gusta mostrar sus triunfos académicos encartonados con los que tapiza la pared. Pero sí es la oficina de la abogada y notaria Mónica Letona.
La oficina de Letona está a solo seis minutos en vehículo desde el consulado salvadoreño de Doral. Catorce minutos si se toma el autobús en la avenida 87 Noroeste y se viaja desde la calle 33 Noroeste, que es donde está el consulado, a la 41 Noroeste.
Sobre la avenida 87 Noroeste están ubicados los consulados de Bolivia y Honduras, negocios de comida rápida, sedes de servicios turísticos de cruceros, bancos y algunos hoteles de cuatro estrellas. Al acercarse a la calle 41 Noroeste, que está a la derecha de la 87, también uno puede ver, al norte, el lago Osprey, uno de los tantos lagos con que está salpicada la ciudad de Miami.
Sobre la 41 pasa un arroyo encanalado que, muchos kilómetros un poco al sur de Doral, termina desembocando en el mar frente a los cayos de Florida. Allí, en la 41, a la derecha, atravesando los canales que hacen las veces de puentes minúsculos, está el edificio 8200.
Mario buscó la suite 200. La tarjeta de Mónica Letona en su mano. Era 15 de diciembre y ya tenía tres intentos perdidos por querer ver al cónsul el 6, el 8 y el mismo día 15.
-Mario (M): ¿Mónica, verdad?
-Letona (L): Mónica.
-M: Perfecto. Ok, la segunda, creo que la tercera vez que voy a la embajada (sic, consulado) y me dicen que el cónsul no está. Entonces esta es la segunda vez que me dan la tarjeta de ella, ¿la tuya?
-L: La mía. Yo soy Mónica.
-M: Ok. Entonces lo que yo necesito es un poder, entonces me quiero divorciar en mi país. Quien va a arreglar todo es mi primo. El abogado creo que él ya lo tiene. Lo único que necesito es el poder para él. Este es…
-L: ¿Usted ya tiene el abogado?
-M: El abogado sí ya lo tengo.
-L: Yo necesito los datos del abogado porque el poder usted se lo va a conferir al abogado. Nosotros, yo… nosotros tenemos en El Salvador una oficina también y podemos también tramitarle el divorcio. Tenemos abogados disponibles allá y… seis abogados y notarios en El Salvador que trabajan en los casos que nosotros mandamos. Pero si usted gusta, ahorita usted puede llamarle a su primo y pedirle los datos del abogado que usted quiere designar allá, porque el poder usted no se lo puede otorgar a su primo…
-M: Tiene que ser al abogado…
-L: Tiene que ser directamente al abogado porque es un poder judicial y allá únicamente los pueden llevar a cabo los poderes los abogados, lo judicial…
-M: Ok, perfecto. Entonces tú dices que tienes abogados en El Salvador.
-L: Sí…
-M: Entonces, si yo hago el trabajo con uno de los abogados que ustedes tienen en El Salvador, ¿necesito también hacer el poder y hacerlo a nombre de uno de los abogados que tienen ustedes en El Salvador?
-L: Es correcto, es igual, la diferencia es que nosotros le llevamos todo el trámite. Ajá, nosotros ya tenemos designados a los abogados a favor de quienes emitimos los poderes y ellos los trabajan allá. Y usted solo… yo sí le voy a pedir alguna información, verdad, datos para tramitar su partida, de la señora de quien quiere divorciarse, hijos si tiene…
-M: Ok, ¿y el “fee”, la comisión que cobran por eso?
-L: Mire, la elaboración del poder son 60 dólares (20 dólares más caro que el consulado). Ahora, si usted quiere que le tramitemos el divorcio, depende de algunas cosas, por ejemplo, ¿ustedes tienen hijos?
-M: No.
-L: ¿No? Es más sencillo. ¿Se van a pelear bienes?
-M: No, no, nada.
-L: ¿Y usted cree que ella va a estar de acuerdo en divorciarse fácil, sin ningún problema?
-M: Por lo hablado, hasta ahora, no ha habido ningún problema.
-L: Mire, nuestros honorarios serían 700 dólares y (más) la elaboración del poder, 760 dólares. Ahora, yo le doy la opción a usted de que el poder sí me lo cancela este día y los honorarios por el trámite del divorcio pueda hacerlo en dos pagos: el cincuenta por ciento para iniciar el trámite y el cincuenta por ciento al final. Cuando yo le dé a usted su sentencia de divorcio, usted me paga el cincuenta por ciento.
-M: Pero entonces tú dices son 700 dólares del abogado.
-L: Ah, perdón, perdón, ajá, son 700 dólares.
-M: Entonces, ok, entiendo que te tengo que pagar el poder ahora, pero prefiero primero hablar con mi primo, saber cuánto le va a cobrar el abogado de él y basado en la información, el precio que él me dé, si usted me da mejor precio, hago contigo el poder a nombre del abogado que trabaja con ustedes o hago el poder a nombre del que va a trabajar con él.
-L: Exacto…
-M: Entonces, dame 10 minutos. Ahorita le llamo por Skype.
-L: Bueno, por favor, ¿usted quiere salir?
-M: Sí, yo salgo a la entrada, ¿necesito código para entrar otra vez?
-L: Sí.
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El viernes 23 de octubre de 2015 fue la fecha de inscripción de la firma Claros & Asociados, LLC, ante el estado de Florida, con el número de compañía L1500180809 y con el registro federal EIN/TIN 47-5412255 (número de identificación de empleador y número de identificación tributaria) de Estados Unidos.
El agente que inscribió la firma fue Ovidio Claros Amaya, un abogado y notario salvadoreño que, entre otras actividades, por varios años ha representado legalmente al Fondo Social para la Vivienda en el país, principalmente en procesos judiciales de recuperación de deudas y bienes a favor de la institución autónoma del estado.
Ovidio Claros Amaya registró a Claros & Asociados con la dirección 8200, suite 200, de la calle 41 Noroeste de Doral, Miami, exactamente la misma que está impresa en las tarjetas de presentación de Mónica Letona que el personal del consulado salvadoreño les regala a quienes no quiere ayudar.
-Queremos confirmar si a su oficina están llegando salvadoreños que necesitan tramitar poderes judiciales para que sean validados aquí en El Salvador y si usted sabe que de parte del consulado se están dando tarjetas de presentación suyas para que los salvadoreños puedan llegar a su oficina, se le consultó a Letona en una llamada telefónica a la oficina de Doral.
-Mire, yo le voy a responder, yo soy, sí, abogada y notaria salvadoreña y estoy prestando mis servicios, como usted bien lo dijo, a salvadoreños que viven en Miami. Sí, hago trabajos legales que surten efecto allá en El Salvador. Respecto del tema del consulado, no le podría decir, no tengo conocimiento, respondió la abogada.
-Licenciada, ¿usted trabaja para la firma Claros & Asociados?
-Correcto, así es.
Se ha tratado de contactar en El Salvador al abogado hermano del cónsul general en Miami, pero no ha sido posible hablar con él.
Claros & Asociados ocupó su lugar en Doral apenas a los siete meses con 10 días de que el consulado de El Salvador se mudó de Coral Gables y abrió sus puertas en Doral.
En la inauguración del consulado en Doral, que fue el viernes 13 de marzo de 2015, estuvo el cónsul general de esa sede, Jorge Humberto Claros Amaya, el cónsul Ricardo Raid Martínez Carranza, con quien Mario pudo hablar en su cuarta y última visita al consulado en los primeros días de enero. Y también estuvo el canciller Hugo Martínez.
“Por supuesto que nos enciende las alarmas y lo que vamos a hacer ya es tomar algunas medidas preventivas (en los 17 consulados de El Salvador en Estados Unidos). Por ejemplo, limpiar un poco más el perímetro de los consulados”, dijo el canciller.
Martínez recuerda que ya hubo un caso similar al de Doral en el consulado de Houston. La cónsul que se desempeñaba antes de la actual enviaba a salvadoreños que buscaban la institución a la oficina jurídica de un pariente de ella. Se la sancionó en ese entonces. Dejó de ser cónsul, dice el canciller, por razones que no tuvieron que ver con su castigo.
El caso de Doral le compete al canciller solo en el aspecto administrativo. Martínez se mantiene al margen acerca de si este caso pueda ser visto de oficio por el Tribunal de Ética Gubernamental o incluso si estos hechos puedan derivar en ilegalidades con sanción penal.
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Mario aún no se divorcia de Jimena. Está a la espera de que en el consulado lo atiendan. Insiste en que no va a buscar oficinas legales particulares porque esos servicios ya los ofrece una institución oficial de su país.
Dice que va a esperar a que se normalice la situación y que desde la oficina pública de Jorge Humberto Claros Amaya dejen de rebotarlo a la oficina privada de su hermano, Ovidio.
*Mario y Jimena son nombres ficticios. Estos salvadoreños, por su seguridad, no quisieron que se publicaran sus nombres verdaderos para este reportaje.
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11 Responses to “El consulado salvadoreño en Miami: El negocio de los hermanos Claros Amaya”
Opinión: El “chismorreo” mediático
Por Luis Armando González | 07 de febrero de 2017
Las grandes empresas mediáticas, en sus nexos con sitios, páginas y usuarios de Internet, se han vuelto expertas en crear chismes y en propagarlos en forma masiva. Esto da vida a un chismorreo que desde las pantallas de televisión, la prensa escrita o la radio se continúa en las “redes sociales”, desde donde se alimenta el chismorreo de los medios tradicionales, en un círculo vicioso de chismes que nunca llega a su fin.
El chismorreo (la acción de chismorrear, es decir, de contar chismes) es vieja. ¿Y qué es un chisme? Según el Diccionario del español actual (de Manuel Seco, Gabino Ramos y Olimpia Andrés), la palabra tiene dos acepciones: 1) “noticia verdadera o no, que versa sobre la vida privada de una persona, frecuentemente con la intención de desacreditarla”; y 2) “rumor o noticia que versa sobre asuntos menudos”. En el mismo diccionario, se nos dice que “chismear” quiere decir “contar chismes”, y se pone como ejemplo del uso del vocablo: “la prensa ‘chismea’ mucho menos de lo que la gente piensa”. Y más adelante se nos dice que “chismorrear” significa también “contar chismes”.
El chisme tiene su propia textura. Como relato, puede tener mayor o menor solidez, ser verdadero o no, pero al referir noticias sobre la vida privada de una persona se reviste de un morbo especial, que es lo que lo hace interesante. El chisme siempre se refiere a alguien –de quien se dicen cosas que le hagan quedar mal o sean bochornosas—, pero la idea es que ese alguien se entere de lo se afirma sobre su persona a través justamente de la propagación del chisme.
Un chisme que no se propaga no es chisme. Tampoco lo es un chisme que no tenga visos de “credibilidad”. Es decir, quienes escuchan un chisme deben creerse la historia que escuchan, por más absurda que sea. Y deben estar dispuestos (deben tener vocación para el chismorreo) a transmitirlo, pues de lo contrario el chisme se muere.
El éxito de quienes elaboran chismes –se requiere una vocación especial para esta tarea: la vocación de ser chismoso— radica en la propagación del mismo, de tal suerte que por la vía del chismorreo su destinario principal (la persona a la que se denigra) se entere de “lo que se dice” sobre vida privada, sus negocios, sus desgracias, sus accidentes, su sexualidad, sus deudas, sus fracasos o sus vicios y debilidades.
Para esta última, el chisme (o varios) supone un quebradero de cabeza. Primero: qué es lo que exactamente dice el chisme; segundo, dónde se originó (o quien fue su autor inicial); tercero, quiénes (o cuántos) se han enterado del mismo y lo han compartido); y cuarto, cómo responder al chisme efectivamente, de modo que sea contrarrestado desde la versión de la persona afectada.
No es fácil atender cada uno de esos aspectos. En el presente, con el uso y abuso que se hace de las redes virtuales de comunicación, es prácticamente imposible contrarrestar la circulación masiva de un chisme y, en consecuencia, que la persona afectada pueda llegar con su versión a quienes han sido contaminados con aquél. El número de visitas a una “noticia” en Internet sirve de poco si no se sabe quiénes han sido los visitantes, y mucho menos si no hay manera de conocer su actitud ante el chisme que les ha sido compartido.
Las grandes empresas mediáticas, en sus nexos con sitios, páginas y usuarios de Internet, se han vuelto expertas en crear chismes y en propagarlos en forma masiva. Esto da vida a un chismorreo que desde las pantallas de televisión, la prensa escrita o la radio se continúa en las “redes sociales”, desde donde se alimenta el chismorreo de los medios tradicionales, en un círculo vicioso de chismes que nunca llega a su fin.
Este chismorreo –en cuya lógica cualquier cosa (real o inventada, falsa o verdadera) que afecte a alguien (aquí entran en juego agendas políticas y económicas de las grandes empresas mediáticas) debe ser puesta en circulación en todos los espacios y redes de comunicación posibles— se ha convertido en una verdadera industria cultural. Cuántos más hablen del tema, mejor. Ese es el éxito de un chisme desde tiempos inmemoriales, pero en la actualidad es algo grave para la salud mental pública y en consecuencia para la formación de una opinión pública informada y crítica.
En realidad no se trata de poner en circulación un chisme, sino muchos, de tal suerte que los chismosos en las redes virtuales de comunicación tengan siempre algo que hacer. ¿Chismosos en las “redes sociales”? Sí y muchos, quizás la mayoría de quienes participan de ellas. De hecho, Internet se presta para ello, pues no sólo permite que quienes gustan del chismorreo tengan el espacio para hacer lo que saben (calumniar, inventar historias, opinar con ligereza de cualquier cosa, quedar impunes, ser malcriados, etc.), sino que permite una circulación (veloz) entre mucha gente de los chismes, así como de las habladurías y los improperios que los acompañan.
Perspicaz como era, Umberto Eco se refirió a esos usuarios de Internet como los “necios”. Y dice de ellos lo siguiente:
“Admitiendo que entre los siete mil millones de habitantes del planeta haya una dosis inevitable de necios, muchísimos de ellos antaño comunicaban sus desvaríos a sus íntimos o en un bar, y de este modo sus opiniones quedaban limitadas a un círculo restringido. Ahora una consistente cantidad de estas personas tienen la posibilidad de expresar las propias opiniones en las redes sociales. Por lo tanto, esas opiniones alcanzan audiencias altísimas, y se confunden con muchas otras expresadas por personas razonables” (U. Eco, “Los necios y la prensa responsable” (2015). En De la estupidez a la locura, p. 491).
Más adelante, Eco ofrece su cálculo de los necios:
“Ahora se puede cuantificar el número de los necios: son 300 millones como mínimo. En efecto, parece ser que en los últimos tiempos la Wikipedia ha perdido 300 millones de usuarios. Todos ellos navegantes que ya no usan la Web para encontrar informaciones, sino que prefieren estar en línea para charlar (tal vez al buen tuntún) con sus pares” (Ibíd.).
O para chismorrear, sumándose a la propagación de chismes generados desde las grandes empresas mediáticas. O denigrando a quien se pueda. O diciendo incoherencias, que impiden establecer un diálogo mínimamente razonable con quienes opinan con prudencia y buen juicio. ¿Y en El Salvador cómo andan el chismorreo mediático y sus réplicas virtuales? Pues saludables. Sin autocontroles personales, sin una cultura civil mínima y sin ética mediática, el chismorreo en los medios ha florecido a sus anchas. Un chismorreo que, por cierto, obedece a una agenda política de derecha. Un chismorreo que tiene como finalidad principal (aunque no única) denigrar y calumniar a figuras políticas de izquierda (o cercanas a la izquierda), de las cuales se elaboran chismes que se ponen a circular masivamente.
¿Y las personas agraviadas? Preocupadas. Tensas. Queriendo saber la naturaleza y origen del chisme, queriendo detenerlo, queriendo contrarrestarlo con su versión de las cosas, queriendo llegar a las personas contagiadas por el chisme… queriendo y no pudiendo.
Y es que, si en tiempos pasados, en el barrio o la colonia era difícil plantarle cara a un chisme y detenerlo, en el presente es casi imposible. Y lo que es peor, quien replica un chisme usando las “redes sociales” contribuye, casi siempre, a su propagación. Por aquello que nos recuerda Eco, y que no suelen tomar en cuenta quienes se ven afectados por chismes mediáticos.
Refiriéndose a Berlusconi, Eco anotó esto: “El Gran Comunicador parece haber ignorado el principio obvio de que un desmentido es una noticia que se da dos veces” (U. Eco, “¿De verdad es un gran comunicador?” [2002, p. 398].
Por lógica, un desmentido que se repite al infinito, es una infinita reiteración de la noticia (del chisme) que se quiere desmentir.
Eso es viejo en todos los consulados.
Ah se me olvido, al inicio del artículo dicen que su enviado (supuesto ciudadano) fue al consulado 3 veces a solicitar la elaboración del poder de divorcio y más abajo dicen que era su cuarta vez que iba, ósea pongámonos de acuerdo para calumniar, bien dice el dicho ” la mentira tiene patas cortas ” aah y por cierto saludos al genio que se le ocurrió esta telenovela, muy mala por cierto, ahora cualquier pelagato puede montar panfletos elaborar una novela por temor a que su negocito se vaya de pique porque alguien más le haga la competencia.
Bien dicen que del árbol caído todos hacen leña, me llama la atención su cronología de hechos, sobre esta supuesta corrupción, el primer punto que me llama la atención es el hecho de que existen varias inconsistencias en cuanto a su relato de cuarta que no es más que una treta por manchar el nombre de estás personas que están acusando, fácil es manchar la reputación de una persona que supuestamente no conocen que a mi manera de ver yo creo que si la conocen, PUNTO UNO: dicen que el supuesto ciudadano fue al Consulado 3 veces sin obtener respuesta en cuando a su petición de elaboración de poder, y que a la tercera vez le hicieron entender que no elaborarían el poder , lo cual se contradice con el video que muestran, ya que el Cónsul le da la opción, es decir no lo obliga a ir a la oficina privada, PUNTO DOS: en su relato de quinta (porque hasta un niño de 16 años tiene más coherencia) manifiestan que el video del Cónsul fue grabado este mes de enero y más abajo manifiestan que la visita a la oficina privada de la Abogada Monica Letona fue hecha el 15 de diciembre pasado, ósea que visitaron al Cónsul en enero y en diciembre viajaron a través de un túnel del tiempo para visitar a Letona quien no hizo más que asesorar a su reportero sobre la manera que opera la oficina en cuanto a la elaboración de poderes. SEÑORES NO NOS CEGUEMOS ANTE REVISTAS DE QUINTA PRE- PAGO, que no pueden ver qué alguien más prospere porque a todo tratan de manchar, seamos objetivos y no nos dejemos engañar con este tipo de panfletos de la talla de LAURA EN AMÉRICA.
Esta situación está en todos los consulados en EEUU y México y estos señores Claros son parientes de una ex asistente del Canciller Hugo Martínez, por eso no los van a investigar bien; la familia de ella tiene una agencia de viajes que antes era como otra cualquiera, ahora han trasladado sus oficinas a Santa Elena; no debería investigarse solo a los Consulados, se debería de investigar bien el Ministerio de Relaciones Exteriores y la dirección que tiene a su cargo los consulados (que dicho sea de paso son unos grandes incompetentes); antes se rotaba el personal y una persona con más de cinco años en un lugar se cambiaba como lo marca la ley.
Que lastima la clase de personas que este gobierno ha puesto en las embajadas. Considero que todo es un negocio para ellos han visto la oportunidad de lucrarse y lo hacen. A mi me paso con la Embajada de WA, por meses les escribí para solicitar un permiso y llame a medio mundo y nunca me dieron una respuesta. La recepcionista es una mujer indeseable, trata a nosotros los Salvadoreños con tono pésimo y gritos. Si estas personas son la cara del gobierno realmente que podemos esperar de este gobierno que solo ha venido aprovechar y hundir a nuestro pueblo.
Además, en Cancillería hay varios hermanos, primos y demás parientes trabajado que forman parte de la familia Claros Amaya, con altisimos sueldos. Otros en el servicio exterior, y la agencia que vende todos los boletos aéreos a Cancillería es de la mamá de la esposa del abogado claros Amaya.
Lo que hacen elnmlos consulados es humillarnos a nosotros que estamos fuera de el El Salvador yo tengo tres años de estar tratando de sacar mi pasaporte y cada vez que voy me piden diferentes documentos y lo extraño es que siempre me preguntan que si tengo abogado, es tan frustrante Pára mi por que por no tener pasaporte no puedo ir a El Salvador a ver a mi papa que esta enfermo muy grave. Yo estoy hablando del consulado de El Salvador en Washington DC y la persona que me niega el pasaporte se llama Mario. Ojala ustedes pudieran ayudarme gracias.
obvio que un negocio donde varios se lucran, nada bueno se puede esperar de este consul martinez, parecia raro que de ser un vendedor de productos nestle, pasara a ser consul, la politica es sucia y solo se llega a esos puestos por favores, este consul corrupto es hijo de un picaro salvadoreño, Ricardo Martinez, https://twitter.com/inspectoriasegu/status/464797667345047552 que por años se ha vendido al partido arena, pdc, defensor de los buseros, importador unico de carros de japon, en fin, padre picaro hijo picaro.
EN HOUSTON LO HIZO Y LO SIGUE HACIENDO LA EX CONSUL GENERAL SANDRA ELIZABETH AGREDA, QUE TIENE OFICINA UBICADA EN EL 6633 HILLCROFT SUITE 100 HOUSTON TEXAS 77081; EN EL CONSULADO LA RECOMIENDAN Y ENTREGAN LA TARJETA DE PRESENTACION DE LA LICDA ROCIO ALEJANDRA AGREDA 713 271 3768 QUIEN RESIDE EN EL SALVADOR Y SOLO LE MANEJAN EL PROTOCOLO Y DE OTROS NOTARIOS QUE ESTAN EN EL SALVADOR Y OTROS CON PROTOCOLO VENCIDO (SANDRA GISELE VILLATORO) 713 789 0100
Apenas una muestra bien documentada de las corruptelas que permanecen vigentes, contantes y sonantes en el país y en sus representaciones. Cualquier tiempo pasado fué peor, con leyes durmiendo un buen y largo sueño acompañados diligentemente por los mismos operadores legales de ayer, hoy y siempre.
Y lo que es peor en esos tiempos ya pasados, sin periodistas acusiosos, incansables, con el talento y la disposición como existen ahora en FACTUM, como notables excepciones todavía.
Hay que resucitar mas leyes, depurar de verdad el sistema judicial desde arriba hasta abajo y continuar con la investigación periodística sin descanso y con talento.
Todo ello hace falta y son ingredientes mejores para la democracia y sus poderes.