“Empacho” en El Salvador, significa tener una suerte de indigestión. Uno come tanto, tanto de lo que gusta, que al final termina haciendo daño.
Ese es el término que el fotoperiodista Francisco Campos usó para definir lo que sucedió en abril de 2011.
“Con la serie de clásicos (del fútbol español) hasta la prensa ya estaba empachada, como lo muestran esos periódicos con casi la misma fotografía y diseño de la portada entre un domingo y un jueves de la misma semana”.
Cuatro años después, la historia se repite. Campos, quien conoce como nadie el laberinto del “bajo mundo” salvadoreño, ese al que le huimos, del que no queremos saber, pero del que venimos y al que realmente pertenecemos, nos trae una muestra de lo que somos, de lo que seguimos siendo.
Y seguimos amando al “Barza”. Y lo digo en tercera persona del plural porque aunque no entiendo nada de fútbol y mucho menos del español –no solo no lo entiendo, no me interesa– es obvio que no hay empacho.
Sé lo que están pensando y diciendo: ¿quién es esta y qué se cree para opinar de lo que no sabe? ¿Quién es esta que ni vive aquí para venir a criticar? ¿Quién es esta que de seguro le va al Real Madrid? Les ahorraré la respuesta: no soy nadie, no le voy a ningún equipo –debería irle al Acajutla, porque mi abuelo era de Sonsonate, o al Santa Tecla porque mi familia materna es de allí o al Alianza porque crecí y viví toda la vida en San Salvador–. La verdad es que solo me gusta observar y hacer muchas preguntas.
Así como Campos, observo. No tengo su talento con la cámara, pero lo que él ha captado a lo largo de su extraordinaria trayectoria me conmueve: los bolitos empinándose los culitos de las botellas del día anterior, la puta vieja que ofrece un felattio, el muerto que se desangra en medio de quienes lo observan, la nena que se baña con el agua de la cuneta.
Me conmueve porque retrata a un pueblo tan dividido y polarizado por la política, la ideología y la religión; y que a la vez se envuelve en las banderas de dos equipos ajenos, para sentirse calientito, quizá un poco menos ignorado, menos huérfano.
[¿Es Cataluña el Departamento 15? Una galería de fotos de Francisco Campos]
La galería del maestro Campos nos muestra objetos personalizados de uso cotidiano, como tazas de cerámica –pan, circo y café–, camisetas pirateadas azulgrana –¿hasta bautizaron una mancuerna política de la Asamblea con ese nombre, ¿verdad?– a la venta, el carretonero luciendo orgulloso la suya, el júbilo por un gol frente a la mueca de la derrota, el rótulo que anuncia el “cover” de $1 con el background de las estampas que trascienden en el tiempo –no a los chambres: el Padrenuestro, la silueta de Shafick y Monseñor Romero–, el vendedor de banderas –las dos, porque negocio es negocio– y vuvuzelas.
Pero tres imágenes me golpean fuerte: los excursionistas en la playa El Majahual echándose un mascón –¿es que no hay clásico nacional que valga la pena replicar en la arena, en la polvosa de la colonia?–; las siglas F.C.B. al lado de un grafiti de la pandilla Barrio 18 y, ante todo, la del brujo del Mercado Central, mostrando una escultura del Diablo tallada en madera.
Ese es El Salvador profundo: donde la divierta está alienada, donde el territorio está marcado y le pertenece a otros –a los usurpadores– donde me aferro a la magia y lo imposible: donde invocamos el amor de la Malinche.
La clasicomanía
Se dice que cuando “hay un clásico”, San Salvador “se paraliza”; los bares, negocios de comida, zapatos, ropa y hasta de electrodomésticos lanzan ofertas. Los comerciantes de productos importados y de marcas falsificadas hacen su agosto una y otra vez; también los artesanos se las han ingeniado para elaborar objetos con los distintivos de uno u otro equipo. Se ama el fútbol, y en El Salvador, hasta se mata por él.
Esa pasión desmedida dio origen la exposición “A lo Clásico“, montada en 2011 por el Centro Cultural de España. Junto a mis colegas de El Diario de Hoy, William Alfaro y Omar Carbonero, nos dimos a la tarea de recolectar materiales y fotografías que representaban ese amor por los equipos; el amor que trasciende a lo deportivo, a la convicción más íntima de muchas personas y su autodeterminación, que es una forma de subsistencia para artesanos y un negocio redondo para decenas de empresas, medianas y grandes.
De esa colección, un futbolito de barro, elaborado por una de las últimas miniaturistas del país, monos de coco y las piñatas de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi son mis piezas favoritas.
Decidimos llamarle “Clasicomanía”. Buscando en los archivos intangibles, es decir, en la memoria, pudimos establecer que sus orígenes se remontan al menos cuatro décadas atrás.
Lamentablemente hay poco material investigado a fondo y escrito que pueda ser tomado como referencia. La relación de los hechos de esta época, en la cual El Salvador era incluido en giras de fogueo de los clubes europeos, el surgimiento del “héroe deportivo” nacional, Jorge “el Mágico” González y la transmisión televisada, por primera vez, de un mundial –en 1970– fue reconstruida gracias a conversaciones con varios colegas periodistas que sí saben de fútbol, como Rodrigo Baires y Rodrigo Arias, así como mi ex profesor Rafael Góchez.
Arias, quien ha estudiado este fenómeno, cuenta que el romance de El Salvador con el fútbol extranjero nació en 1970: “Aquí hubo un trauma con Brasil desde 1970, un trauma de atracción. El 70 fue el primer mundial transmitido en vivo por televisión en El Salvador, estaba Pelé y la Selección de El Salvador clasificó”.
[Lea la columna “El enemigo equivocado”, escrita por Rodrigo Arias]
Después surge la leyenda de “El Mágico”, argumenté en una conversación electrónica que tuvimos en mayo de 2011.
“Correcto, pero la gente se quedó con Brasil en el 70, y desde entonces los idolatran. Hay héroes propios, pero no se trabajan bien, no son tan románticos ni tan sofisticados… Eso no tiene que ver con los héroes, sino con los narradores; los futbolistas argentinos y brasileños son tan o más corrientes que los nuestros… la diferencia es en los medios (de comunicación). Los narradores de aquí, los escritores de aquí… ellos pulieron una cosmovisión bastante rústica en la gente…”, añadió.
Desde los años 30 hasta los 90, El Salvador, como el resto de países latinoamericanos, estaba en la ruta de las giras de fogueo internacional de equipos alemanes, ingleses, checos y rusos que venían a ganar dinero mientras el crudo invierno europeo tenía congeladas sus canchas. Entre los más famosos visitantes estuvo el Colonia alemán.
“Y mientras en Europa no había contratos millonarios de televisión, todos los equipos, incluso el Real Madrid y el Barça, hacían giras como circos de gitanos”, apuntó Arias.
Góchez, por su parte, recordó que las noticias de las andanzas del Mágico venían en los cables de la AP con el famoso comentarista deportivo de la época, Pedro Escartín. ¿Recuerdan ustedes lo que era vivir sin Internet, enterándose de los periódicos al día siguiente? Además, había que esperar los resúmenes del programa Acción, de la cadena mexicana Televisa.
De pronto, reconocen ambos, de España salen equipos con imágenes atractivas. “Los brasileños son muy visuales”, dijo Arias. El jogo bonito.
Góchez responde que toda esa admiración por lo foráneo coincidió con la decadencia del fútbol nacional. “En el 93, que estuve en la Madre Patria, le conté a un señor de por allá que aquí se veían los partidos del Madrid y del Barça y respondió escandalizado: “¡Pero qué es eso! Es una muestra de penetración cultural. ¡Es intolerable!”.
En resumen, pensando en la inmortalidad del cangrejo, el catedrático de Letras y fan número uno del Municipal Santa Tecla, expone que no solo la decadencia del fútbol nacional justifica la entrega total del alma a la liga de otro país, sino, además, la combinación de:
- Inducción por parte de los medios
- Decadencia del fútbol nacional
- Globalización de las marcas del Madrid y del Barça
- Vacío cultural nacional
A lo que añade “algo de vacío existencial. Yo lo he notado en mí mismo: cuando no tengo proyectos, metas, expectativas y estoy muy sumido en la rutina, tengo la tendencia a interesarme más por el fútbol español y a angustiarme por los resultados. En cambio, cuando estoy ‘ocupadito’, me puede valer un poquito. El ‘espacio cerebral’ (término de Isaac Asimov) de la majada aquí está bastante ‘empty‘. Por eso es que hay tantísimos chupaderos y moteles. Y religiones fundamentalistas”, espetó.
Así o peor parados nos deja un estudio académico, el primero y –hasta donde sé– único en su especie.
Se trata de la tesis del médico psiquiatra Sergio Campos Henríquez para optar al grado de Licenciado en Antropología de la Universidad Tecnológica.
Bajo el título “Implicaciones y efectos socio-culturales del fútbol español en el comportamiento de la sociedad salvadoreña. Una interpretación etnográfica”, Campos resume cinco años de indagaciones y observaciones empíricas, así como encuestas, análisis de estudios culturales y documentación bibliográfica.
Las estadísticas son muy reveladoras y deberían ser punto de partida para nuevas investigaciones sobre el tema.
Los 200 participantes en la encuesta –de los cuales la mayoría fueron hombres (62.5%) y el resto mujeres (37.5%)– se concentraron en las edades de 16 a 50 años.
Ante la pregunta “¿Cuál es su preferencia futbolística que está sobre todas las cosas?”, en primer lugar se ubicó el Real Madrid (24%), Barcelona (21.5%), No responde (14%) Selección Nacional (13.5%), Alianza (11.5%), Águila (7%), FAS (4%), Firpo (3%) y Bayern Munich (1.5%).
El 31% indicó que sí tiene una preferencia por el fútbol salvadoreño y el 69% que no. Del total de entrevistas realizadas, el mayor porcentaje de afirmaciones fue para Águila (28.8%), Ninguno (22.5%), Alianza (21%), FAS (15%), Firpo (5%), Metapán (3.5%), Marte (2.5) y UES (2%).
Las respuestas a la pregunta número 9, que indaga sobre el equipo español de preferencia, da cuenta de cómo se percibe el fútbol español en El Salvador: el Real Madrid con un 43.5%, contra un 39% del Barcelona, son los equipos de preferencia. Para los encuestados, también existe un 16% a los que no le gustan equipos de la Liga. Existen equipos españoles como el Athletic de Bilbao, Levante y Valencia, que aparece con porcentajes del 1.5% respectivamente cada uno.
La tesis documenta, además, joyas de declaraciones de la población que participó en el estudio:
- “La masificación publicitaria”
- “Por relax”
- “Porque el fútbol nacional no sirve”
- “La realidad del fútbol y aunque los medios influyen, pienso que siempre se debe de evaluar al equipo salvadoreño que es nuestra cultura”
- “Principalmente considero que es por la calidad del fútbol y es un tema para discutir y comparar con otras ligas deportivas”
- “Son temas de conversación, sus trayectorias históricas resultan interesantes. Barca de origen popular, Real Madrid de origen conservador franquista”
- “Pues sí, para hallar qué decir”
- “El clásico de clásicos”
- “‘Por la rivalidad que existe entre los mejores jugadores, Messi y Cristiano Ronaldo”
- “Me gusta el ambiente”
- “Tienen buenos jugadores que tocan bien el balón con el pie, por sus técnicas”
- “Se emociona una cuando se juega este partido”
- “Se pasan buenos ratos y se disfruta en familia o amigos”
- “A mi amigo le gusta mucho, y me gusta para ver feliz a mi amigo”
- “Me gusta el fútbol y sirve como desestresante”
- “Porque es el equipo del cual puedo hablar y compartir con mis 2 hijos, me gustan las jugadas y la calidad de goles”
En sus cuestionamientos, Campos reprocha la falta de una política estatal que incentive los deportes y una conducta de “complicidad” de los empresarios locales, respecto a la mala calidad que se entrega al público y la afición. “Para el estudio, queda entendido que no tener un plan de Estado en relación al deporte en general es lo que hace que la población frustre sus anhelos de tener un fútbol competitivo nacional y mundial, influyendo en la elección y preferencia por ver u oír un partido” del Barca o del Real Madrid, añade.
Todo esto suena inofensivo, a la larga un problema de falta de educación, de valores cívicos e identidad nacional. Pero cuando pasamos de las anécdotas a la violencia social y familiar, pago de apuestas, ausentismo laboral y estudiantil y homicidios, es que algo no anda bien en nuestra sociedad, indica.
“Considero que si uno conoce la historia, la identidad nacional y la dignidad humana no estaríamos en la persecución de esos equipos. Mentalmente es una despersonalización y desrealización. ¡He visto hasta muertes frente a mis ojos por esa pseudo afición”, subrayó.
¿Por qué en el país se vive así? ¿Es que, de verdad, el fútbol nacional es tan malo cómo para ser desplazado por una liga extranjera? “Claro”, responde Campos. El fútbol local es malo. “Pero es todo lo que tenemos. Eso se llama identidad”.
A la larga, ese es el vacío que el “Barza” y el Real nos llenaron. Llegaron y se quedaron. Por eso no habrá empacho.
[ENTREVISTA]
Matar en nombre del Realito
La siguiente transcripción corresponde a una entrevista que el médico y antropólogo Sergio Campos realizó en 2010 dentro de un centro penitenciario a un salvadoreño condenado por el homicidio de un fanático del equipo de fútbol Barcelona.
Tanto la identidad del recluso como el nombre del centro penitenciario fueron omitidas por razones de seguridad.
“El interno purga una condena por homicidio del cual fue declarado culpable tras la acusación correspondiente; dicho homicidio, que se refiere en la investigación, ocurrió en el año 2009 en la ciudad de San Salvador, posterior a un ‘clásico’ de la liga española, en donde el penado, junto a otros dos acusados, dan muerte a un aficionado o fanático del equipo Fútbol Club Barcelona”.
“La entrevista se realizó bajo el consentimiento informado del reo, quien aceptó responder a las preguntas correspondientes, no omitiendo manifestar que los tiempos para realizar esta entrevista en un centro penitenciario son de espacio breve, dadas las situaciones de seguridad ajenas a nuestra voluntad”.
Entrevistador: ¿Dígame, por qué está aquí?
Interno: Pues me trajeron por un homicidio y después me condenaron, por algo que dicen que yo hice, pero eso no es así.
¿Por qué homicidio dice que lo condenaron?
Dicen que por haber matado a un chavo en un pleito después de un partido “clásico”, entre el Realito y los maricones del Barza.
¿Por qué les dice maricones?
Lo que pasa es que esos del Barza son unos perdedores y se creen estrellitas, por eso son culeros de primera.
¿Desde cuándo usted es aficionado del Real Madrid?
Desde hace unos 15 años.
¿Por qué le gusta ese equipo?
Porque es el mejor del mundo, nadie le gana y tiene muchas estrellas, también el uniforme es nítido, blanquito dorado y el otro todo rojo como el del FAS.
¿Su familia también es del Real Madrid?
Claro que sí, me extraña… Y usted ¿de cuál equipo es?
¿Considera bueno matar por un equipo?
Mire, aquí en el tabo nadie es culpable o al menos eso se dice. Y no creo que sea bueno matar, eso es condenado por Dios.
Entiendo que usted está aquí por homicidio, significa que fue hallado culpable. ¿Qué me puede decir al respecto?
Lo que pasa es que a mí me encontraron sangre en la camisa y por eso me agarraron y me clavaron al finadito.
Sangre… ¿De quién dice?
Del chamaco finado, por eso me acusaron.
¿Recuerda usted cómo pasaron las cosas?
Difícil acordarse si uno anda bien bolo, no recuerdo al final de todo lo que pasó, lo que sí sé, es que estábamos chupando viendo el partido y nos pusimos bien a verga.
Si a usted lo insultaran por andar la camisa o ser fanático del Real Madrid, ¿le molestaría?
Depende.
¿De qué?
Depende de si lo ofenden o le gritan sacándole a su madre, eso si me encachimbaría. A nadie le gusta eso.
Pero ¿cree qué se puede matar por un equipo?
Ese es el huevo de andar bolo, uno no se acuerda.
La pregunta va orientada así: ¿qué pasaría si lo ofenden y usted se encuentra sobrio?
Lo que pasa es que uno por esos equipos siente que hasta la vida puede dar, porque es una emoción bien fuerte, porque son equipazos mundiales y como ellos no hay, principalmente el Realito.
¿Hasta qué grado estudió?
Hasta sexto grado y ya no hubo más. ¿Por qué me pregunta eso? O es que cree que aquí solo hay acabados ignorantes, o los del Real y Barza todos son pobres; eso no es así, toda la mara, hasta los de bolas andan con las camisas de los equipos españoles, lo que pasa es que yo por andar jodiendo me agarraron. Es una jodida. Mire, me imagino que ya anduvo atrás del (Hotel) Camino Real o en la (Colonia) Escalón, ahí hay de todos esos equipos, porque creer en la Selección, por gusto.
Al final de todo, usted está penado, pero le repito: ¿se puede matar por un equipo como el Real Madrid o Barcelona?
Mire, por el Barcelona, no sé, pero por el Realito, sí. De todos modos ya estoy penado con la brujita, al final yo no me acuerdo de nada y de todos modos así es el fútbol… ¿no cree usted que así es?
Entrevista es suspendida, dado que en este momento privado de libertad se dirige a recibir su visita familiar.
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