“El Salvador tiene un formato sólido de eSports. Lo que falta es profesionalizarlo”

Comenzó como narrador de partidas de League of Legends en el 2013 y, por ende, aprendió a reconocer en los videojuegos a una disciplina de importancia. Omar Cruz –conocido en la escena de gamers salvadoreños como “Chess Caster”– es un joven de 31 años que estudia comunicaciones y quien poco a poco ha construido una reputación como narrador de eSports en El Salvador.

Fotos FACTUM/Gerson Nájera


Hay quienes no le consideran un deporte. Y hay quienes sí. Los eSports o “deportes electrónicos” plantean este debate. Los creyentes argumentan que quienes opinan que la práctica de videojuegos no exige esfuerzo físico –y por ende los elimina de ser considerados como práctica deportiva– no valoran el desarrollo de los reflejos, la concentración y la estrategia en su real dimensión. Lo cierto es que los torneos de eSports son todo un fenómeno mundial que vive un imparable crecimiento. Recién apenas el fin de semana pasado se llevó a cabo la Copa Mundial de Fortnite –uno de los videojuegos más populares del planeta– y Epic Games repartió 30 millones de dólares entre los ganadores.

Nada mal para deportistas electrónicos… ¿no?

El Salvador no es ajeno a este fenómeno. Desde hace muchos años se organizan torneos y partidas online donde la comunidad de gamers se reúne o conecta para compartir la pasión por diferentes videojuegos. Y la experiencia es mucho más vivaz si una partida es ‘casteada’ (narrada) por alguien que vive con intensidad los eSports. En la escena local, “Chess Caster” ha venido destacando a lo largo de los últimos seis años como uno de los narradores más conocidos. Él afirma que en un comienzo se inspiraba en narradores de deportes “tradicionales”, como el fútbol, con las voces de personajes como Luis Omar Tapia, Diego Balado y Eduardo Biscayart. Y recuerda que fue entonces cuando decidió utilizar su mejor y peor cualidad: la incapacidad para guardar silencio.


¿Cómo decidiste hacer uso de tu voz para exportar tu pasión?

Siempre he creído que no tengo voz para narrar. Mi tesitura de voz no es grave, tampoco muy aguda. Sin embargo, narrar era algo que me apasionaba y lo he ido trabajando todos estos años. Me ha ayudado mucho en los cambios de ritmo, tonadas y tiempos. Además, el hecho de decir cosas que den risa, que te atraigan.

Entré en el mundo de los eSports en 2013, en el circuito de League of Legends (LoL). Una vez, le dije al fundador de la comunidad (Nate) que si necesitaba a alguien para ayudarle a narrar y me invitó. Con él narramos una partida que hoy que la escucho es lo más aburrido del mundo. Es una conversación aburrida en un tono de voz plano a través de Skype.

En ese momento pensé que no lo volvería a hacer, pero me volvieron a llamar y acepté. Fue hasta el 2014 que decidí hacerlo, pero bien. Es ahí que se me ocurrió que podíamos hacer un torneo de 3 vs 3 en este videojuego, así que lo publiqué en la comunidad. Todos los días, después de la universidad, llegaba a mi casa, comía en dos o tres minutos para luego levantar el streaming y narrar las partidas. Este fue un trabajo de lunes a viernes, durante varias semanas.

Existen diferentes de juegos en los que el término de eSports entra. Sin embargo, he notado que la comunidad de League of Legends es una de las mejor organizadas en cuanto a eventos. ¿En qué momento se encuentra este juego en la comunidad de videojugadores de El Salvador?

Si bien es cierto que LoL no es el precursor de los eSports en el Salvador –este título lo tiene Starcraft–, sí creo que ha sido parte importante en todo esto, ya que ha tenido una evolución tanto en la calidad de los eventos como en la cantidad de gente inscrita y participando. También creo que hemos sido precursores en el ‘casteo’. En 2014 tuvimos el Campus Party y este evento fue una catapulta para el ‘casteo’ y para LoL. A partir de ahí se abrió la puerta para que otros juegos se incluyeran en la escena. Fue en ese evento que demostramos que se puede hacer eSports en El Salvador.

¿Cómo diste el salto de ‘castear’ a nivel internacional?

Fue por 2016 o 2017, cuando formé parte del staff de League of Legends El Salvador. En ese entonces invitamos a un equipo de Nicaragua. Empezamos a estrechar lazos con la comunidad de LoL de ese país. Luego, tuve la oportunidad de visitar ese país para narrar partidas. Empecé a conocer a la gente de Costa Rica, quienes me invitaron en 2017 a un diplomado en narración de eSports, y que aprobé. Todo  eso me abrió puertas. Desde ese momento me invitaron a eventos en  Guatemala y en la misma Costa Rica, que es donde me empiezo a abrir espacio en las comunidades a nivel latinoamericano.

¿Cómo ves la evolución de los eSports en El Salvador comparado con los demás países centroamericanos?

A nivel centroamericano, El Salvador tiene un formato sólido de eSports. Lo que falta es profesionalizarlo, tener marcas, empresas enfocadas en la realización de eventos. Eso es lo que nos falta. Por ejemplo, dando casos específicos: Nicaragua no tiene escena ahorita; Honduras, igual, por la situación política que se están atravesando. Además son países donde el  territorio es más grande, por ende, es más difícil convocar a la gente. Guatemala se está levantando en esta área,  pero creo que nuestro país está un poco más avanzado en materia de eSports, a excepción de Costa Rica que es la que tiene un equipo en la liga profesional tomada en cuenta por Riot Games y que puede generar espacios de trabajo. Se puede decir que está un escalón arriba de nosotros. El Salvador tiene capacidad en eSports, potencial, equipos y jugadores que son muy buenos. Solo falta que la escena se profesionalice.

¿Cuáles son los videojuegos que tienen escena de eSports en El Salvador?

League of Legends, Smash bros, la comunidad Figther y, últimamente, Fortnite. Esos son los que tienen mayor peso.

¿Cómo es que El Salvador incursiona en los eSports?

Nuestra generación creció con esto y es natural para nosotros. Cuando salí del colegio, quería hacer mis propios videojuegos. Los eSports gustaron al salvadoreño porque la naturaleza de éste es ser competitivo. A pesar de que la cultura nacional tiene defectos, sentimos que tenemos capacidades y virtudes para alcanzar metas. Además, la necesidad de hacer cosas nuevas ha hecho que veamos por el horizonte de los eSports, que en otros lados del mundo es algo espectacular, como en Corea, México o Europa. Acá solo falta desarrollarlo. Las ganas las tenemos, solo falta dar el paso a la formalidad.

Omar Cruz  es uno de los “casters” más reconocidos de la escena del eSports en El Salvador. Foto FACTUM/Gerson Nájera.

¿Se está buscando que los juegos dejen de ser juegos y se conviertan en disciplina?

Básicamente. Por ejemplo, en mi casa vive el capitán de uno de los equipos de eSports más importantes del momento: Dopel de Azure Knights. Cada vez que se acerca un torneo, ellos se preparan a diario. Luego de sus labores o estudios, entrenan, analizan equipos de nivel, preparan estrategias, prueban diferentes estilos de juego. Se desvelan viendo las ligas coreanas o chinas y comentan las partidas. Se preparan física y psicológicamente. Hay una preparación para llegar al juego. Tanto así es el fruto, que quedaron campeones centroamericanos en Costa Rica y actualmente son campeones a nivel nacional.

¿Dónde está Chess en todos esos momentos?

Así como los jugadores, tengo que prepararme, tengo que conocer el juego. Esto es parecido al deporte tradicional. Quizá muchos comentaristas no han jugado fútbol, pero entienden el concepto completo de un campo de juego, de cómo funcionan las reglas. Pues lo mismo es conmigo. Tengo que entender el juego, comprender cómo funciona, más allá de un nivel casual. Mi trabajo va más allá de conocer a los personajes de un juego, sus historias, sus habilidades, técnicas y debilidades, porque todos estos elementos me sirven a la hora de narrar. 

Mi narración no solo intenta que el espectador se divierta, sino que también entienda lo que está sucediendo. Busco que tanto expertos como no expertos en videojuegos tengan la oportunidad, por igual, de disfrutar un videojuego.

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«El Salvador tiene capacidad en eSports, potencial, equipos y jugadores que son muy buenos. Solo falta que la escena se profesionalice.» 

¿Cuántos videojuegos estás narrando?

Narro League of Legends, Smash Bros, Overwatch, Fifa, Pokémon y estoy incursionando en Fighting games (Dragon Ball Z Fighters, Mortal Kombat, Guilty Gear). También en Fortnite.

¿Cuánto tiempo te demanda esto?

¡Uff! Depende. Primero tengo que jugarlos, “manquear” un rato en ellos, para comprenderlos y aprender qué debo y puedo hacer a lo bruto. Después voy a investigar con los jugadores para comprender lo técnico, los frames y estrategias. Si medimos en tiempo lo que me toma para narrar un juego –al menos lo básico–, necesito por lo menos dos semanas.

Al menos en tu radar, ¿cuántos casters tiene El Salvador?

Tomando varios juegos, podemos contar unos diez, en diferentes ramos. He tenido la oportunidad de trabajar con varios e incluso preparar a varios. Podría decirse que soy de los más abuelitos en esto, aunque antes que yo está Teka, que tiene un poquito más de rodaje.

¿Qué creés que hace falta a los eSports para llegar al jugador casual y para que se convierta en un producto de consumo, como ocurre en otros países? ¿Qué hace falta para que el aficionado encuentre la misma pasión que encuentra en el deporte tradicional?

Creo que primero se necesitan oportunidades de empresas, medios de comunicación y gente que tiene el dinero para invertir y hacer algo de buen nivel. Segundo, los organizadores de eventos tienen que mejorar la calidad de estos. Tuve la oportunidad de participar en un evento de Smash Bros y el organizador, Roland Polanco, ha puesto empeño y pasión en su organización. Para decirte algo: en el anterior torneo grande de Smash que ‘casteamos’, lo hicimos con un headset. Para este último, nos consiguió el equipo adecuado, que es un set de micrófonos y un espacio para ‘castear’. Poco a poco se le está viendo más calidad a los eventos, tanto para los jugadores como los espectadores. Pasamos de quedadas en casas a eventos públicos.

¿Cuáles son los espacios con los que se cuenta en El Salvador para eSports?

A nivel nacional, hay muy pocos espacios. En uno donde comenzamos a darnos a conocer fue el de los eventos anime. Han sido una puerta grande para los eSports. Después de eso, es algo muy pobre. Podría decir que Comic-Con, Injuve y ahorita que han abierto una arena llamada Showgame Arena de IMG. Y de ahí, si tenés los recursos, en Cifco.

¿Crees que es un avance que algunas empresas se estén interesando en apoyar los eSports?

Definitivamente. Hay empresas que se están interesando en abrir espacios o también en otorgar premios, pero creo que aún no es suficiente. A pesar de que me alegra mucho ver esto, siento que falta todavía llegar a las masas y, para nosotros que no somos una comunidad que genera dinero, alquilar un salon en Cifco es algo difícil. Además, tenemos que lidiar con un problema que tiene el gamer salvadoreño: no le gusta pagar por entrar a este tipo de eventos o torneos. Se ha creado una cultura, tristemente, en la que no hay apoyo desde los mismos jugadores. Y seamos francos: los eSports en El Salvador pueden tener los mejores equipos, las mejores consolas y jugadores espectaculares, pero sin los fans, no son nada. Es muy triste ver transmisiones online con solo cinco espectadores. Y aún así yo dejo mi voz y ganas en cada una de ellas.

¿Cómo ves la exposición de los eSports en los medios tradicionales?

Es muy poco. Aún estamos en la etapa en donde buscamos a los medios para obtener cobertura. Por ejemplo, no hace mucho, uno de nuestros equipos fue a representar a nuestro país a Costa Rica. Tuvimos que hacer lobby en los medios para obtener la cobertura. Quizá uno de los apoyos más grandes que obtuvimos fue hace unos años con el canal TVX, que daba cobertura a nuestras partidas. Aunque luego, aparentemente, cambió de dueño y dejaron de abrir ese espacio, lo que me pareció un error, ya que las grandes cadenas deportivas tienen ahora su filial enfocada exclusivamente en los eSports. Por ejemplo, cadenas como ESPN, FOX Sports, TV Azteca y otros. ¿Y El Salvador? ¿Se va a quedar dormido? ¿Serán medios internacionales los que darán las oportunidades a la escena salvadoreña? No lo sé.

¿Cómo es la exposición en espacios digitales como Youtube, Twitch o Facebook?

Es quizá mayor o al menos más palpable. Tenemos partidas de 50, 70 o 100 personas simultáneas, por partida. Se pueden superar esos números si es un clásico, como “Wolfpack vs Azure Knights”, que son de los equipos más populares de League of Legends que tiene El Salvador. Son partidas con un roster de alrededor de quince equipos conformados por un promedio de siete a nueve personas. Juegan cinco versus cinco en este juego (LoL). Podés tener cuatro relevos y de esos relevos podés tener solo dos jugadores internacionales; y de esos dos jugadores, solo uno puede jugar a la vez. Esto lo hacemos con la intención de que el jugador salvadoreño sea el que obtenga mayor exposición y, por ende, a crecer profesionalmente en este deporte. Esto ha dado sus frutos: ahora los jugadores salvadoreños tienen niveles parecidos a equipos internacionales de alto rendimiento.

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«Los eSports gustaron al salvadoreño porque la naturaleza de éste es ser competitivo. A pesar de que la cultura nacional tiene defectos, sentimos que tenemos capacidades y virtudes para alcanzar metas» 

¿Y qué necesita un jugador para considerarse de alto rendimiento?

Necesitamos que los jugadores pasen a profesionalizarse. Es decir, que dediquen su tiempo completo a los eSports. Pero para llegar ahí tienen que vivir de esto. Tocará buscar patrocinadores, que los equipos se institucionalicen, buscar que haya un verdadero apoyo a la disciplina. Esto significa que el jugador estará enfocado en sus estrategias, en su desarrollo físico, porque las jornadas –aunque no lo parezcan– son demandantes. Te cansan mentalmente. Además, tienen que dedicar tiempo a su desarrollo psicológico para lidiar con la presión que conlleva este tipo de disciplinas.

¿Cómo juega la parte física en este tipo de deportes?

Cualquiera diría que solo se trata de sentarse a jugar, pero realmente se necesita mucha preparación. A veces tenés microsegundos para tomar decisiones, sin mencionar que se tiene que entrenar la relación cerebro-músculo en el jugador. Para eso se necesita tener una buena alimentación, ejercitarse y entrenar constantemente. Sobre todo en juegos como los fighting, donde los torneos son largos y hay un desgaste mental y físico para rendir en cada una de las partidas. Eso sin mencionar que si el torneo es presencial, hay otros factores, como el ruido y las distracciones que pueden sacar de su concentración a un jugador.

¿Cuál es tu proyección para el futuro?

A largo plazo, me veo narrando para Blizzard, Riot Games o en eventos más grandes. Y no solo como proyección personal, sino también para poner a El Salvador y sus jugadores en el radar de las grandes ligas. Ya en Centroamérica y Mexico, los equipos y jugadores son conocidos, tienen categoría y respeto, pero aún falta llegar y proyectar más los eSports salvadoreños. Para llegar a eso se necesita que la comunidad entera de videojugadores se una y apoye, que llenemos los eventos y participemos en las transmisiones para demostrar que los eSports tienen el arrastre suficiente para ser tomados en serio.

¿Por qué elegiste los eSports?

Por qué los videojuegos han sido parte de mí desde Mario Bros 3. Desde ahí amé todo lo relacionado a ellos. Además, los eSports me dieron la oportunidad de probarme como narrador. Me gustaría narrar otro tipo de deportes, pero creo que los eSports han sido el escenario en donde se me han abierto las puertas. Me considero una persona que trabaja más por pasión que por obligación. En esta disciplina me encontré y he logrado vivir una experiencia gratificante. He logrado vencer mi miedo escénico y transmitir la felicidad que me da este tipo de actividades y que, a pesar de que no obtengo remuneración de esto, no pierdo la esperanza de que algún día crezca lo suficiente para vivir de esta profesión que he elegido y en la que llevo seis años. Así que no me puedo dar el lujo de desaparecer y desperdiciar todo el tiempo que le he dedicado a esto.

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