Racionalidad comunicativa para disminuir la violencia

En El Salvador el común denominador entre los años 2014 y 2015 es la violencia. Para enfrentarla, las propuestas y acciones giran en torno a la prevención y la represión o a una combinación de ambas.

Tomando en cuenta lo anterior, es necesario considerar la concepción de racionalidad existente en las sociedades occidentales, particularmente la salvadoreña.

Para el filósofo Jürgen Habermas, la racionalidad imperante es reduccionista, ya que se configura al individuo para buscar su propio beneficio, a esto le llama Racionalidad Instrumental.

En contraposición la Racionalidad Comunicativa busca el mutuo entendimiento y el consenso, promueve la configuración tanto individual como colectiva en función de aumentar la cooperación junto a la satisfacción personal.

Las dimensiones en las cuales los seres humanos nos relacionamos como: la política, la cultura, la ética, la fe, el amor, la amistad, los símbolos, la educación, entre otras, pueden ser empleadas para un fin netamente egoísta o para procesos esencialmente incluyentes.

En nuestro país, particularmente luego de los Acuerdos de Paz y coincidente con la suscripción de los gobernantes de entonces al sistema político-económico neoliberal, la cultura y los valores promovieron el individualismo y la competencia como normas de convivencia en la sociedad: tener dinero en exceso como logro mayor en la vida, lo cual debe hacerse a toda costa, incluyendo formas espurias de obtener ganancias como la violencia y la corrupción.

No es casual que desde el Estado y estructuras afines se haya promovido esa cultura y esos valores; ejemplo de ello podemos encontrarlo en algunos medios de comunicación masiva, en los cuales sigue existiendo apología a la violencia: tanto en sus noticieros donde imperan más los hechos violentos que los encaminados a disminuirlos; como en su programación de “entretenimiento” en donde el referente es el capo de algún cartel de la droga por lo general corruptor, machista y violento.

En un contexto como el actual con un promedio de 20 asesinatos diarios es imperante hacerle frente de manera innovadora a esa cultura individualista y competitiva, donde todo se vale para ser “exitoso” y quien lo hace se vuelve un referente (negativo) para muchos jóvenes, sobre todo las y los que están en riesgo.

Es necesario entonces desarrollar procesos en los territorios – priorizando los más conflictuados – en donde se articulen esfuerzos tanto del gobierno central como los gobiernos locales, oenegés, sociedad civil, medios de comunicación, entre otros, con el objetivo de promover valores universales como la solidaridad y cooperación; paralelamente buscar (ayudándose de la Antropología) y fomentar aquellos rasgos identitarios comunes de cada localidad, que aglutinen en la diversidad y se vean representados en un “proyecto común” el cual contemple dinámicas que estén en función de la mejora de la calidad de vida de las personas.

Hay mucho trabajo por hacer, puesto que la violencia es multicausal; por tanto, la respuesta debe ser holística. Lo anterior es una propuesta entre tantas:  existen otras que están generando resultados positivos como el fomento de resiliencia en jóvenes en riesgo o como la de procesos generados en los territorios que tratan de incluir económica, social y culturalmente a las personas en particular a aquellas en condición de pobreza.

Raúl Yanes es estudiante de la Maestría en Desarrollo Territorial en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” UCA. Puede seguirlo en Twitter como: @reyanes

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