Primeras “mallugadas” del Apple Music

“Si toca, no ‘mallugue’…”, expresión clásica de las aventuras verduleras que ocurren en un mercado salvadoreño cualquiera que se respete. Y pareciera que la vanguardia tecnológica de Apple Inc –ese imperio tecnológico que desde Cupertino, California, somete con su embrujo a los cromañones devenidos en cyborgs carnívoros que somos hoy en día– ha ocupado la misma sabiduría: si va a jugar con Apple Music, primero demuestre que tiene con qué…

Esa fue la primerísima impresión que tuve al aproximarme al lanzamiento mundial que desde el martes pasado vivimos con Apple Music, el nuevo servicio con el que Apple se integra a la tendencia de consumo de música imperante: el streaming.

[Comercial de Apple sobre la evolución en el consumo de música que hemos vivido con el paso del tiempo]

Comienzo entonces por contextualizar la situación: desde el pasado martes, Apple lanzó una actualización a su sistema operativo (iOS 8.4) y que incluye Apple Music, un nuevo servicio que ofrece la posibilidad de escuchar música sin necesidad de comprarla y/o descargarla. Es decir, el streaming, tendencia que desde hace varios años existe con servicios como el de Spotify, Deezer, Google Play Music, Tidal o Rhapsody, entre varios más.

Apple Music tampoco es una revolución. Su oferta incluye la posibilidad de listas de reproducción seleccionadas por expertos de música, una estación de radio que transmite ininterrumpidamente (Beats 1) y una plataforma que aspira a tener la trascendencia de las más populares redes sociales (Connect) y que conecta a los artistas con sus fans.

Y aquí viene la parte del “Si toca, no ‘mallugue’…”. ¡El tema del precio!

Los servicios de streaming han pactado con las compañías discográficas para acceder a sus respectivos catálogos de música. Y los que no lo hicieron (…te extrañamos Grooveshark…  😥 ) tuvieron que desaparecer. Por eso las empresas imperantes cobran.

Apple ya contaba de su lado con la importancia que iTunes ha tenido en la música en los 14 años de su existencia. Su venta de catálogo musical en formato digital ha sido un éxito absoluto (para aquellos pocos que han resistido a la tentación de piratear música). Pero con el crecimiento de Spotify y los demás, Apple decidió entrar al juego.

Lo hizo con un servicio que es gratuito solo durante los primeros tres meses de prueba, y cuesta $9.99 dólares al mes para un plan individual y $14.99 dólares para un plan familiar (que permite que un máximo de seis miembros tengan sus respectivas cuentas).

“¡Ooook! Probemos…”, dijo el incauto que firma este artículo, pero resultó que no pude hacerlo de primas a primeras. Incluso para acceder a los tres meses del período de prueba se necesita tener un balance favorable de al menos $9.99 dólares en tu cuenta de iTunes/Mac. Así que tocó comprar una tarjeta, echarle saldo al asunto y entonces, sí, ‘mallugar’ en plena libertad el Apple Music.

Este es el mensaje con el que Apple Music te ofrece intentar el período de prueba.

Este es el mensaje con el que Apple Music te ofrece intentar el período de prueba.

Apple Music te recibe empoderándote. Son tus gustos musicales los que van a guiar la experiencia. Te invita a que seleccionés cuáles son tus géneros musicales favoritos y luego algunos de tus artistas favoritos. El servicio es muy intuitivo al respecto y le atina bastante bien. Por ejemplo, en la programación de canciones en sus radios destacadas le di play a la opción de “Rock y alternativo en español”. Después de un rato comenzó a programar música de César Costa, Los Rebeldes del Rock y mucho de Alaska y Dinarama. Comencé a darle skip a esas canciones  y la radio intuyó que esas rolas no mucho iban con mis gustos, así que poco a poco las fue quitando. Todavía se le escapa alguna por ahí, pero nada que moleste.

Esas selecciones que uno hace de nuestra música favorita es la que guiará los discos que sugiere en la sección “Para ti”, que acompaña ahora a “Listas de reproducción”, “iTunes Store” y “Mi música”, ya conocidos en la plataforma del viejo iTunes. Ahí te preguntan si ya conocés a tal o cual banda, que podría tener un estilo musical similar a alguno de tus favoritos.

Un screenshot de la sección  "Para ti" en Apple Music.

Un screenshot de la sección “Para ti” en Apple Music.

En la pestaña “Nuevo” es donde Apple Music se asemeja a lo que uno reconoce en Spotify, un apartado de información con novedades, bandas nuevas, discos recién lanzados, biografías, vídeos en estreno, etc. Aquí no hay mucho que haga que la interfaz aventaje considerablemente a sus competidores, quizás sí ocurra esto con la selección de listas curadas por editores de Apple Music o editores invitados de algunos medios reconocidos, como Vice, por ejemplo.

Era complicado innovar demasiado con las opciones de Radio disponibles en internet. Beats 1 es la única ofrecida por Apple Music que posee locución en vivo (en inglés), conducción de programas (con artistas invitados) e información al minuto. Para estar en la juega con la programación de esta radio es bueno visitar el Tumblr de Apple Music, así como también la cuenta de Twitter de Beats 1.

Motivos de enchibole

En los primeros días de prueba de este servicio, Apple ha recibido algunas críticas y muchas preguntas en los foros de su página para solucionar problemas relacionados con la integración del streaming con el iTunes clásico y también con el iCloud Music Library.

La principal bronca tiene que ver con los usuarios ya existentes de iTunes Match, otro servicio que Apple lanzó en 2011, y que nació (en aquel entonces) como una manera de combatir el creciente fenómeno de streaming.

iTunes Match ofrece a los clientes desde hace cuatro años algo parecido a un servicio de locker virtual de música, un casillero donde guardar tus rolas. Su precio es de $25 dólares al año y permite sincronizar tu biblioteca de canciones (hasta 25 mil canciones no compradas en iTunes) y acceder a ellas desde cualquier dispositivo también. La sincronización se realiza a través de iCloud Music Library. Su utilidad es mucha para los grandes melómanos, porque aunque Apple Music se jacta de tener un catálogo de 30 millones de canciones disponibles en streaming, no tiene toda la música del mundo (como tampoco la tienen Spotify, Deezer y los demás). Si querés escuchar, por ejemplo, “El vendedor de sueños”, te va a salir una canción de Susana Cáncer y no la de Broncco. Esas canciones las tenemos en discos que hemos ido atesorando a lo largo del tiempo, pero si queremos incluirlas para que estén disponibles “en la nube”, en opción streaming, hay que hacerlo a través del iTunes Match.

Y esto ha dado problemas.

El asunto está así: el problema tiene que ver con la Gestión de Derechos Digitales (DRM, por sus siglas en inglés de digital rights management) y que tiene relación con las tecnologías de control de acceso usadas por editoriales y titulares de derechos de autor para limitar el uso de medios o dispositivos digitales. Es decir, y en este caso, las restricciones que las compañías discográficas colocan al almacenamiento sin límites de sus catálogos en formato digital.

Podés emparejar y sincronizar tu música a través de iCloud o de iCloud Music Library. Pero hay una diferencia entre las dos. Ambas opciones sincronizan tu biblioteca de música y guardan tu contenido en la nube. Al utilizar iTunes Match, la versión del archivo que se carga es la copia de una compra en iTunes Store o del archivo original. En cambio, cuando usás iCloud Music Library (sin la suscripción para que empareje tus contenidos con iTunes Match), las versiones que se guardan en la nube son las que están protegidas por el sistema DRM.

Esto significa que tu música tiene restricciones y sólo se puede usar en dispositivos y servicios específicos. No vas a poder reproducir esos archivos, en modo “off line“, sin una suscripción de iTunes Match.

Entonces ahora tenemos este servicio en el que se paga $9.99 al mes y se obtiene acceso a todo el catálogo de Apple Music (en todos tus dispositivos), pero cuya música tiene restricción DRM, una restricción que se elimina si se paga $25 al año para acceder al locker virtual de iTunes Match. Como ven, la cosa es sacar más feria…

Vista de las opciones en cada canción en Apple Music a través de un iPhone.

Vista de las opciones en cada canción en Apple Music a través de un iPhone.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más allá de todo este enchibole, hay ciertas cosas que resulta importante hacer notar también, como por ejemplo: ¿cuál es la calidad de audio que Apple Music está ofreciendo?

Las canciones en este servicio se transmiten a 256 kilobits por segundo. Esa es una tasa de bits similar a los archivos de música disponibles en iTunes, pero estos archivos son 20% más pequeños que los servicios de música en streaming de la competencia, entre ellos el principal rival: Spotify, cuyos audios vienen en tres tamaños (96 kbps, 160kbps y 320 kbps), haciendo notar que estos archivos de mayor calidad sólo están disponibles para suscriptores de pago.

Apple Music no tiene una versión gratuita como sí la tiene Spotify (aunque para ello hay que soportar unos molestos anuncios al paso de algunas canciones y recibir una calidad más baja, la de 96 kbps).

Esto es muy importante para quienes quieran escuchar música sin conectarse a la WiFi de la casa o al trabajo y que lo hagan con su plan de datos telefónico, por ejemplo. A mayor peso del archivo, más se consume el plan de datos. Por eso el 20% que reduce Apple Music para un audio óptimo es muy importante. Además de consumir tus datos, los archivos de música de mayor calidad requieren de más memoria de almacenamiento en tus dispositivos cuando se descargan en el modo “off line”.

Este asunto es al gusto del cliente. El audio de mayor calidad es importante para profesionales, quisquillosos, DJs de fiestas o gente que simplemente le gusta que truene el estéreo y competir así con el ruido del culto de la iglesia de la esquina. Pero para el resto de mortales, los que utilizarán el iPhone y unos buenos audífonos, en realidad no van a notar demasiada diferencia.

Como le explicaba a mi hermano menor –infructuosamente, claro–, “una vez que uno se vuelve ‘maquero’ es muy difícil salir de ahí”.

Yo soy ‘maquero’ desde hace ya 17 años. Es normal que me guste Apple Music. Yo era de los que tenía toda mi biblioteca de música personal en iTunes y utilizaba Spotify solo para el streaming. Ahora ya puedo tener las dos cosas integradas, aunque claro, Apple me obliga  a pagarles diez varitos por ese detalle.

De momento tengo tres meses para ver si doy marcha atrás o, si de lo contrario, deberé restarle $9.99 al presupuesto de birrias…

Lee además: “Relato de un melómano promedio”, de Gerson Vichez.

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