El nahual de Juana de Morse

Hablarle a un cráneo, acariciarlo y viajar constantemente con él, no es una actividad muy usual que se diga. Por ello, y a propósito de la celebración de Día de Muertos, Revista Factum comparte una historia que retrata parte de las tradiciones y la fe del pueblo guatemalteco a través del hilo que une la vida y la muerte de Liggia García y Juana de Morse.


Han pasado 84 años desde que Juana de Morse fue brutalmente degollada en una finca de Alta Verapaz, Guatemala. Y de todos modos se le ve pasear por las calles de ese país.

Liggia García, por su parte, está viva, es pequeña y tiene un tono de voz delicado que roza entre lo dulce y chillante. Es delgada, con marcados rasgos mayas propios de los suelos centroamericanos: labios gruesos, piel morena y ojos rasgados. Ella es artista visual por la Universidad de San Carlos y fiel creyente de los nahuales.

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Liggia García posa con el cráneo que un día estuvo ensamblado al cuerpo en vida de Juana de Morse.

Según la tradición maya-guatemalteca, un nahual es un espíritu u objeto de la naturaleza que protege a una persona desde su nacimiento para crear una relación entre el hombre y la tierra. Y de acuerdo con el viejo chamán (o ‘ajq´ij‘) que Liggia visitó hace varios ayeres, ella está alineada con el nahual kame, aquel que simboliza la muerte, la armonía y el renacimiento. “El que detiene a la muerte y me espera para ser devuelta a la tierra”, como dice ella.

Por eso no es extraño que se le vea por las calles de Guatemala portando su nahual, cargando una maleta verde con una cabeza humana que cascabelea al interior. Es decir, con el cráneo que un día estuvo ensamblado al cuerpo en vida de Juana de Morse.

A versión de Liggia, en 1932, un linchamiento público le jugó mal a Juana de Morse. Un golpe en la nuca y un corte desgarrador en la yugular concluyeron con su vida cuando tenía 84 años. Un robo fue la razón suficiente para que todo un poblado encolerizado decidiera ejecutarla. Quedó desangrada y olvidada. Sin embargo, un sobrino de ella se encargó de hacer el reconocimiento médico legal y examinar el cráneo a través de cortes rudimentarios, todavía visibles en la corteza del cráneo. Este hombre, considerado uno de los primeros antropólogos forenses de Guatemala, fue quien le dio a Juana un digno sepulcro y decidió conservar algunas de sus pertenencias, entre ellas… su cabeza.

Con el paso del tiempo la testa llegó a roerse hasta los huesos. La calavera por varios años quedó en manos de este antropólogo hasta que se la obsequió a un joven amigo y estudiante de medicina. La cabeza de Juana de Morse fue un selló de amistad que tuvo como única condición ser heredada el día en que el médico quisiera morir en paz.

Y justo eso sucedería.

El 2009 no fue muy bueno para Liggia. Ese año salió del departamento de Jutiapa para estudiar en la capital guatemalteca. Durante esa fecha, el tío que la crió como un padre cayó enfermo de cáncer hepático. Así que los trayectos de más de dos horas en auto tuvieron que ser diarios para regresar a casa y darle cuidados intensivos. En su convalecencia, el tío le narró a Liggia acerca de lugares y situaciones crueles que vivió como militar durante la Guerra Civil, memorias que quedaron inscritas en un cuaderno y en la memoria de esta mujer.

El regalo de cumpleaños de Liggia de ese año fue la muerte de su tío y un montón de problemas. Los gastos hospitalarios exprimieron los ahorros, y para sumar, otro tío abandonado por su esposa tuvo que ser llevado a casa para ser atendido de cáncer prostático. Liggia entonces interrumpió sus estudios por medio año y en su lugar tuvo que leer pasajes bíblicos para apacentar a su tío. Durante sus ratos libres de cuidados aprovechó para fotografiar los sitios que oyó decirle a su tío militar.

Ese año supo de la existencia de Juana de Morse. El padre de su mejor amiga, quien era el médico que resguardaba la calavera sin quijada le pidió a Liggia que la “tomara como regalo de un papá que esperaba que tuviera la misma conexión y dedicación
, porque sería el espíritu que me acompañaría siempre”, explica García.

Se trataba de una promesa a cumplir.
 Sin embargo, la madre de la joven se negaba a tener un nahual con semejante forma. Creía que aceptar una cabeza humana era mal augurio. Y la cosas fueron empeorando. Después moriría el otro tío y tiempo más tarde la abuela, trayendo nuevamente problemas económicos a la casa.

Con la necesidad de creer en algo, el 5 de mayo de 2014 esta joven decidió quedarse con Juana de Morse. Liggia asegura haberla visto ese día.

“El día que la traje a la casa, y me fui a dormir, en el reflejo que entra por la puerta de mi cuarto apareció una silueta de una anciana pequeña y delgada que parecía fumar. Le conté esto al papá de mi amiga y me dijo que también con él había hecho lo mismo el día que llegó a su casa. Me levanté y abrí bien los ojos, pero no había nada”.

–Liggia García

Entendió así que el espíritu de Juana de Morse había vuelto como respuesta a los recientes fallecimientos que habían sacudido a Liggia. Desde entonces, cada martes —el día en que nació Liggia— ella le da una ofrenda por la compañía y la protección que supone darle. Le ha adecuado un morral verde en el que transporta su cráneo a donde quiera que va. Muchas veces la trae consigo porque le brinda paz y seguridad.

Cuando se adentra en sus proyectos fotográficos, mismos que están relacionados con la violencia en este rincón centroamericano, Liggia le pide a Juana de Morse que la libre de los males, pues retratar sicarios y militares no es tarea fácil.

“A veces cuando salgo en el bus, siento miedo, un miedo habitual de no volver a mi casa y la llevo en mi bolsa sobre mis piernas y pienso que ella va conmigo y que me cuida. Que posiblemente todavía no me toca y justo veo perros muertos en el camino, o accidentes cada vez que viajo, en fin no hay una sola salida en la que en el camino no aparezca la muerte”.

–Liggia García

Ahora su madre, incluso le sugiere que se lleve a Juana de Morse para que le acompañe. El amor por el nahual ha aumentado al grado que hoy la cabeza descansa sobre un cofre especial revestido de un tejido artesanal.

Liggia se refiera a Juana de Morse como un ser animado, vaya, como si de una persona se tratara. Al grado que platica con ella. “Siempre 
le cuento que tengo miedo 
y entonces ella me dice que todo está hecho para que haga lo que necesito. Que soy su amiga, su amiga de muertos y asesinos, la que recibe los regalos de los que matan”.

Imágenes del anticuario de Liggia García.

Imágenes del anticuario de Liggia García. Foto cortesía de ella.

Hablar con un cráneo no es para el resto de la población la práctica más común, mucho menos portar uno. Por eso en ocasiones la gente se lo ha reprochado. La han acusado de profanar alguna de las tantas fosas clandestina que dejaron los genocidios de los ochenta, pero le es indiferente. Como también la tiene sin cuidado la policía, pues cuando existen revisiones, los uniformados suelen hacerse de la vista gorda. Parecen temerle. Aún recuerda el día en que asistió a la jefatura de su pueblo a retratar un violador cuando uno de los policías de la entrada, al revisar la maleta, se percató de los restos de Juana de Morse e “intentó tocarla pero se ahuevó”.

Como también es costumbre en Guatemala, este 1 y 2 de noviembre Liggia le celebrará a Juana de Morse el Día de Muertos. Le pondrá comida y la esperará con velas hasta las tres de la mañana para que venga a pasar un tiempo entre los vivos, pues entre tantos fetos, pájaros disecados y huesos que colecciona como anticuario en su escritorio, da la impresión de que es ella la que subsiste entre los muertos.

A estas alturas la fotógrafa nunca pensó que el amor por un nahual pudiera ser tan grande. Pues ante la pregunta de si le gustaría también convertirse en un espíritu maya para alguien después de la muerte, se resume a decir:

“Podría ser, pero depende de quién sea, pues, nunca pensé en tener un cráneo y llevarlo a todos lados, ni amarlo como mi mejor amiga o como si fuese una segunda abuela. Pues no sé como llegaría a ser quién me tenga.
 En mi mente sólo está la petición de que me entierren con ella”.

Con Juana de Morse.

*nahual= en México se le conoce a la persona que tiene la facultad de convertirse en animal

*ahuevar= acobardar


 [Fotos cortesía de Liggia García]

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