Licencia para soñar con ‘la azul y blanco’

La selección de El Salvador dio una lección de buen fútbol el sábado por la noche en el BBVA Compass Stadium de Houston. Conseguir al menos un empate contra Costa Rica parecía algo demasiado complicado, incluso utópico para muchos, pero el equipo nacional lo consiguió con una actuación notable. ¿Quién iba a decirlo, verdad?

Más allá del resultado de 1-1 y lo que implica en el corto plazo (en caso de ganar en el último partido de la fase de grupos, el próximo martes ante Jamaica, El Salvador superaría la fase de grupos de la Copa Oro por quinta ocasión en 13 ediciones), el resultado también es positivo porque la selección mostró algo que no muestran las estadísticas y números al final de un partido, aquello que convierte en épicas las historias, que le da vuelta a las probabilidades y hace posible lo que parecía imposible: la garra, la entrega, el pundonor y el creerte de verdad que se puede.

La famosísima canción del maestro Rubén Blades dice que «la vida te da sorpresas» y la de anoche fue una demasiado grata para todos los seguidores del equipo nacional.

Costa Rica siempre ha sido protagonista y uno de los rivales más duros en la CONCACAF. Fue, además, la gran sorpresa en el Mundial del año pasado en Brasil (su cuarta participación en una fase final de Copa del Mundo), donde superó en la fase de grupos a dos selecciones históricas y potencias mundiales como Italia e Inglaterra, dejó en octavos de final a Grecia y cayó en cuartos de final ante la poderosa Holanda, a la que apretó hasta llegar a la tanda de penaltis.

Este reciente palmarés futbolístico de los ticos no es cosa de suerte, es el fruto de un trabajo de muchos años en la formación de jóvenes futbolistas, atletas de alto rendimiento y profesionales en su quehacer deportivo y personal. Es un trabajo que se hace de manera conjunta entre la federación tica de fútbol y sus clubes miembros… Pero ese, de momento, es pan de otra matata y aquí dejo ese tema.

Pues esa Costa Rica –que antes del partido se veía como el Arsenal de la temporada 2003-2004, como una cima inalcanzable, como el Mike Tyson del primer ‘punch out‘–, se vio disminuida y completamente superada en gran parte del encuentro por los nuestros, que forman uno de los equipos con promedio de edad más bajo en toda la competición (24.8 años) y que ha tenido que rearmarse no solo en el apartado del recurso humano, sino en lo psicológico y anímico tras el vergonzoso incidente de amaño de partidos que otros protagonizaron y que ha afectado tanto a nuestro fútbol en todos los niveles y esferas.

Puede que el buen resultado haya sido una sorpresa, pero no fue casualidad. El gran partido de los nuestros vino gracias al gran trabajo de sus jugadores en la cancha y, fuera de ella, al de su cuerpo técnico –liderado por Albert Roca–. Es un trabajo que lleva ya poco más de un año y que el pasado sábado mostró por primera vez sus primeros brotes.

Es que «La Selecta» mostró una cara que no se le veía en un mucho tiempo. Sinceramente, y con el debido respeto a selecciones anteriores que han hecho su mejor esfuerzo a lo largo de los años (excepto aquellos que, por los motivos que tuvieran, prefirieron abrir la mano y ponerle precio a los sueños de todo un país), no recuerdo cuándo fue la última vez que vi jugar a una selección de El Salvador a la que no pareciera que le pesaban más las piernas que a sus rivales, como si sus zapatos estuvieran llenos de cemento y jugaran en cámara lenta.

El aspecto físico fue clave y la selección lo supo mantener durante gran parte del encuentro. Es cierto que no les duró hasta el final del partido, pero les alcanzó para hacer un gran trabajo defensivo, ganarse el respeto de los ticos en el primer tiempo y sentar las bases del resultado final.

El orden táctico y una buena marca fueron claves. Es cierto que cometieron errores, pues el gol de Costa Rica llegó gracias a una pifia de Alexander Mendoza al intentar infructuosamente despejar el balonazo filtrado de Saborío que encontró Bryan Ruiz dentro del área para vencer la resistencia de Derby Carrillo. Esa fue la oportunidad más clara que tuvieron los ticos en todo el partido―en realidad solo tuvieron dos más igual de peligrosas― y que su capitán y reciente fichaje del portugués Sporting de Lisboa se encargó de hacer efectiva.

Sin embargo, al menos en el primer tiempo, El Salvador hizo ver mal a Costa Rica. Después de los primeros minutos de avalancha tricolor que los nacionales supieron aguantar con calma, los ticos no tuvieron nada. Se desesperaron al no poder superar a un equipo ordenado y con ideas claras. El trabajo de destrucción de juego del rival en el medio campo fue muy bueno. Richard Menjívar, Darwin Cerén y Pablo Punyed le ganaron el duelo a los volantes ticos Borges y Ramírez y ahí comenzaba el buen trabajo defensivo de la azul y blanco (más blanca que azul en esta ocasión). Estos tres futbolistas tienen algo que ya le hacía mucha falta al medio campo nacional, pues no solo saben «meter la pata» y «pararse bien» ante un contrario, sino distribuir la pelota con criterio para ir al ataque o replegarse un poco cuando es necesario.

Costa Rica solo tuvo cuatro aproximaciones a portería y ninguna de ellas representó peligro para la portería de Carrillo, quien, cuando fue necesario, respondió bien. Los ticos se vieron forzados a jugar al pelotazo, buscando sorprender con la velocidad y potencia física de sus hombres de ataque, pero no consiguieron hacerle daño a un equipo ordenado, concentrado y que le cerró bien los espacios.

Tan mal se vieron «los suizos centroamericanos» ―pfff― que una de sus súper estrellas, el carrilero Joel Campbell (propiedad del Arsenal de Inglaterra, a préstamo en el Villarreal de España) no pudo superar a Álex Larín y vio una tarjeta amarilla por una falta precisamente contra el lateral izquierdo salvadoreño. Ante la frustración de no poder superar a su rival y para buscar suerte y espacios por otro sector, Campbell no tardó en cambiar de banda, pero tampoco pudo contra la marca de Xavier García.

Es lógica futbolística que, si un equipo está bien parado en el fondo y resuelve bien las afrentas rivales, puede pensar en ir al frente. Y así lo hizo El Salvador. Pero esta vez no fue como contra Canadá en el primer encuentro de esta Copa Oro; esta vez los encargados de llevar peligro a la portería contraria sí lo consiguieron.

Jaime Alas hizo un gran partido, pues no solo tuvo más movilidad y estuvo más acertado en sus pases e ideas, sino que ayudó a Larín en la marca por la izquierda siempre que fue necesario. Arturo Álvarez lo intentó también por la derecha. El extremo del Videoton FC húngaro generó fútbol, pases y oportunidades que muchas veces terminaron en pelotazos largos que Irvin Herrera, único hombre en punta, supo aprovechar para incomodar a los defensas ticos. Herrera supo meterlos en aprietos y tener varias chances de gol que, ya sea por deficiencia técnica del atacante del Santa Tecla o porque los zagueros resolvieron en última instancia, no terminaron en gol.

El gol de Ruiz hizo que todo este esfuerzo y buen trabajo se fuera al trasto, pero solo durante unos minutos. Esta selección dio una enorme muestra de carácter al no desesperarse y seguir buscando el gol hasta el último minuto. Aquí quiero mencionar otro aspecto que me gustó mucho: los acertados cambios de Roca. El Salvador estaba abajo en el marcador, pero no en la cancha. El ‘míster’ español lo sabía muy bien y confió en sus muchachos con cambios arriesgados, buscando ir al frente, no bajar el ritmo y asfixiar al rival. Así ingresaron Rafael Burgos, Jairo Henríquez y Dustin Corea.

Carlos Reina es periodista, salvadoreño y residente en España. Posee experiencia en cobertura deportiva en medios como El Gráfico y en producción televisiva en TVX.

Carlos Reina es periodista, salvadoreño y residente en España. Posee experiencia en cobertura deportiva en medios como El Gráfico y en producción televisiva en TVX.

Fue este último quien nos devolvió la sonrisa in extremis al minuto 92 del partido, cuando se coló entre la defensa tica tras un cobro de falta ejecutado por Arturo Álvarez desde la derecha. Dustin punteó el balón hacia dentro, cuando ya todo parecía estar escrito, devolviendo la alegría a la afición, así como recordamos a Elías Montes, cuando le anotó el 2-1 a los ticos en la eliminatoria rumbo a Francia 1998. El gol de Corea tuvo ese mismo efecto: darle a la afición la capacidad de soñar con tener una selección digna, una que algún día juegue bien al fútbol, independientemente de que avancen a cuartos de final de la Copa Oro 2015 o que clasifiquen al Mundial de Rusia en 2018 (que no estaría nada mal, por supuesto).

No hay que ser idealistas y pensar que con esta selección lo vamos a ganar todo. Los muchachos de esta prometedora (pero aún inexperimentada) «Selecta» hicieron un gran partido contra un rival superior y consiguieron un buen resultado, dejando buenas impresiones. Pero al fútbol salvadoreño le falta mucho, muchísimo trabajo por hacer ―comenzando por la formación de futbolistas jóvenes― para crecer y mejorar. Hay que mejorar aún más el trabajo físico, el táctico (aunque este grupo muestra una sensible mejoría y estoy seguro de que no se debe a nada más que a su aplicación y a la mano de Roca y su cuerpo técnico), así como la efectividad de cara a la portería.

La lista sigue, pero dejémosla ahí. Lo importante es que este equipo y este resultado nos dejan con una merecida licencia para soñar.

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