Cada primero de noviembre, los habitantes de los pueblos sonsonatecos Izalco y Nahuizalco preparan en la víspera del “día de muertos” una variedad de altares de ofrenda a los fallecidos. Con ellos recuerdan a los familiares que ya partieron de este mundo.

Sin embargo, es en Nahuizalco donde la fiesta se hace más grande, ya que durante la noche se lleva a cabo la fiesta de los “Canchules”. En ella, los lugareños salen a la calle y recorren las principales calles de su municipio al son del estribillo: «ángeles somos, del cielo venimos».

Como reconocimiento, quienes veneran a los distintos altares en honor a los muertos podrán tomar unas fruta o golosina del altar, no si antes haber recitado la oración al padrenuestro.

“Canchul” es una palabra náhuat que significa “pediche“, en buen salvadoreño. Esta tradición fue retomada hace 20 años, pues durante la guerra civil estuvo intermitente. Al final de la noche, los mejores altares son reconocidos con premios.

Delia Gónzalez es la mayordomo de la cofradía a “San Miguel Arcángel”, en Izalco. Frente al altar de este ángel, también ha colocado la foto de su hijo, quien fuera asesinado hace 4 años.
En la casa comunal de Izalco también prepararon un altar para recordar a los muertos. En esta ocasión el altar fue dedicado al coronel izalqueño Óscar Campos, quien falleció el año pasado.
Manuel Pasasín fue el maestro por muchos años en el arte del picado de papel. A su muerte, el año pasado, ahora son sus alumnos quienes mantienen viva esta tradición.
Altar dedicado a Carlos Ramón, padre de Guadalupe Ramón, quien elabora cada año un altar en su nombre.
La familia Ama, descendiente del líder indígena Feliciano Ama, mantiene la custodia del altar del “Justo Juez”, y el pasado primero de noviembre también fue dedicado a Paula y Maura Ama, hija y nieta de Feliciano.
La alcaldía del Común de Izalco realizó una actividad espiritual en lugar conocido como “Los Llanitos”, donde descansan cientos de indígenas masacrados en 1932.
Altar elaborado por la empresa hidroeléctrica Sensunapán, en Nahuizalco.
“Canchulear” es el término que le dan los nahuizalqueños a la tradición de realizar ofrendas durante esta actividad.
Martín Trinidad González es el tamborilero y “rey moro” de Nahuizalco. Este altar fue preparado en la casa de la familia Martínez Chávez, en el barrio La Merced.
Distintas familias del barrio La Merced, en conjunto, también elaboraron un altar.
Ofrenda en el altar de la familia Rodríguez, en el barrio La Merced.
En el altar de la familia Vaquerano destacan distintos productos alimenticios típicos de Nahuizalco,
Altar de la familia Rivas, elaborado en honor a San Francisco de Asís.
Altar elaborado por la familia Lipe, en el barrio El Centro, el cual rememora a los fallecidos: Josefa Lipe (fotografía grande), Rosalío Lipe y María Gloria Tadeo. Como tributo, alrededor de las fotografías han colocado una variedad de atoles, entre ellos: de elote, chilate, ‘shuco’, poleada y maíz tostado.