Finales de la NBA: “La desolación de Steph Curry”

No es muy común que una serie final de campeonato del mejor baloncesto del planeta parezca estar siguiendo fielmente un gran guión de cine, una epopeya, un drama que solo debiera existir en la trama épica de la imaginación y la literatura fantástica. Pero lo cierto es que los que amamos el deporte –y adoramos las emociones de la NBA– estamos siendo testigos de una alegoría similar a través de una las mejores series que hemos presenciado en mucho tiempo.

Ayer los Cleveland Cavaliers vencieron 96-91 a los Golden State Warriors y tomaron ventaja de 2-1 en la serie final. Y si no has visto los tres juegos que hasta el momento se han disputado, dejame decirte que te estás perdiendo un manjar exquisito disfrazado de espectáculo deportivo.

Van tres de tres. Ningún juego ha sido carente de drama. Ha sido una tríada de juegos emocionantes y con final cardíaco, pero al terminar el de ayer, en la cabeza me quedó rebotando el déjà vu de sentir que este drama ya lo había vivido, aunque de otra manera, con otra narración, con otros personajes…

Busqué la alegoría adecuada y reparé en que esto es muy parecido a la historia del libro “El Hobbit” (de J.R.R. Tolkien), aunque más que nada pareciera un calco del final de la segunda película con la que Peter Jackson adaptó el relato: “La desolación de Smaug“.

La historia cuenta el viaje aventurado de una compañía de enanos y un minúsculo hobbit que buscan derrocar a un presuntamente invencible dragón llamado Smaug. Nadie cree que vayan a lograrlo, por eso la Compañía de Thorin Escudo de Roble (a quien a partir de ahora podemos llamar Lebron James) es muy limitada en su convocatoria. Durante la travesía, un par de viajantes (Kíli) queda rezagado debido a las heridas que sufre durante el viaje. A él le acompaña su hermano, Fíli, aunque a partir de este momento bien podríamos llamarlos Kevin Love y Kyrie Irving.

Sin embargo, la compañía no se rinde, desafía las probabilidades y continúa en su misión de vencer al que pareciera invencible. El dragón Smaug se siente confiado, como quien sabe que su oposición no tiene posibilidades de hacerle daño alguno. Pero sorpresivamente y después de varios combates, sus minúsculos oponentes logran desorientarlo y hasta llega un momento en el que la fiera pareciera por fin derrotada. Recibe un baño de oro derretido (¿Golden State?) y se tambalea, quizás huyendo, quizás agonizante…

Pero no. Resulta que la compañía de Thorin Escudo de Roble lo único que ha conseguido es enfurecerlo…

Es entonces que Bilbo, el hobbit (a quien a partir de ahora podríamos llamar Matthew Dellavedova), se pregunta: “¿Qué hemos hecho?”, mientras Smaug (a quien a partir de ahora podremos identificar como Stephen Curry) dirige su furia hacia La Ciudad del Lago, elevando la siguiente sentencia:

“Yo soy el fuego…

Yo soy la muerte…” 

Las finales de la NBA

Esa es la alegoría, pues la lectura de la situación actual, mientras los Cleveland Cavaliers cuentan ya con una ventaja, es que le han asestado un par de golpes poderosos a los Golden State Warriors, pero al hacerlo –y justo para el último cuarto del tercer juego– despertaron al MVP de la temporada, despertaron a la fiera más temida del enemigo, despertaron a alguien que llevaba un buen tiempo dormido (¡otra similitud con Smaug!)…

¡Despertaron a Steph Curry!

Y ahora podría comenzar otra historia en lo que falta por ver en estas finales de la NBA, porque si Curry sostiene el ritmo que tomó en el último cuarto del Juego 3 –en el que anotó 17 puntos–, las cosas van a ser muy complicadas para un equipo como los Cavaliers, cuya rotación es muy corta y que ya en tres ocasiones nos ha mostrado que pareciera perder oxígeno para el cierre de los partidos.

A continuación algunas conclusiones de lo que la serie nos va dejando hasta el momento:

  • Lebron está escribiendo historia y se trata de ese tipo de historia que hace que no sea un disparate que se le compare con Michael Jordan. Y claro, una comparación así quiere decir que habemos algunos cuantos (menos los haters) que no vemos descabellado decir que Lebron James es uno de los mejores tres basquetbolistas que ha jugado este juego.
    Hay cosas que ya ha logrado en esta final que lo colocan en el Olimpo de dioses, por ejemplo: ha anotado 123 puntos en los primeros tres juegos de unas finales. Nadie ha logrado una cantidad como esa. Ni Jordan, ni los Looney Tunes… ¡Nadie!
    Pero a la vez, queda abierta la posibilidad (con dos victorias más) de que consiga ganar las finales con un equipo repleto de jugadores de rol, sin ninguna estrella consagrada, en un año en el que el MVP de la temporada juega para el rival.
    Lo que Lebron está haciendo es admirable… Tan admirable es lo que está demostrando, que la legión de haters que tanto desprecia al 23 de Akron, Ohio, va camino a terminar acorralada, sin más remedio que aceptar y respetar la grandeza de este jugador.
  • Matthew Dellavedova es el factor X. Ayer quedó claro que cuando el esfuerzo al máximo se conjuga con el talento (y una buena dosis de suerte), hasta los más diminutos y menospreciados pueden cambiar el rumbo de las cosas. Ayer parecía que cada balón suelto debía ser perseguido por un jaguar eufórico nacido en Astralia. Ayer Dellavedova volvió a ser uno de esos topos mexicanos que se cuelan en los edificios caídos en los terremotos. Ayer su actuación fue (otra vez) inspiradora para su equipo. Su manera de pelear sería mundana si él fuera el único que luchaba por cada balón de esa manera. Pero no, en esta serie cada jugador de los dos equipos está dejando la piel por cada posesión y el número 8 de Cleveland es el que siempre se enfrasca en cualquier lucha grecorromana que así lo demande.
    No puedo dejar de mencionar los inesperados 20 puntos que Dellavedova anotó, pero sobre todo cómo otra vez su defensa anuló por tres cuartos a Curry, y cómo ocurrió que hasta que buscó un balón (y lanzándose en acrobacia ‘a lo Dennis Rodman’ hacia el público) se golpeó y debió abandonar momentáneamente el partido. Fue justo ese el momento en que Curry aprovechó para comenzar a respirar de nuevo y retomar el ritmo extraterrestre que le conocemos. Así de valioso está siendo el aporte del australiano.
  • Golden State tuvo un aprendizaje ayer que, además del renacer final de Steph Curry, podría llenarlo de más optimismo. Ayer Steve Kerr aprendió que David Lee merece más minutos en la serie. Apenas jugó 13:17 minutos y le alcanzó para anotar 11 puntos, sumar 4 rebotes y 2 asistencias.
    Más importante aún: David Lee tuvo un “más/menos” de 17 puntos, el mejor de su equipo en esta estadística.
  • Por último, un comentario respecto a la actuación de los árbitros en toda la serie. Es lógico pensar que en un choque tan dramático como el que estamos viendo va a ser imposible acertar el 100% de los cobros, pero la verdad es que ha habido demasiadas decisiones erróneas (para ambos lados) que, pese a la asistencia tecnológica en ciertas situaciones, ha manchado el gran espectáculo que estos equipos están ofreciendo.
    Ambos bandos han anunciado que la final ya no es un momento para un baloncesto sexy, atractivo y que llene la pupila. Este es un momento para el máximo esfuerzo y ojalá que los árbitros también entraran en la misma frecuencia para lo que queda.

Si te perdiste el Juego 3, a continuación un resumen bastante amplio de lo ocurrido:

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