El Salvador y sus especies en vías de extinción

Hoy 5 de junio, por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Como mencioné en una columna publicada el mes anterior, el medio ambiente en El Salvador está muy deteriorado, pero aún tenemos mucho que proteger. Existen animales y plantas en peligro de extinción. Algunos de ellos, incluso, están en peligro de extinción a nivel global, es decir, si desaparecen de El Salvador o de otro país donde habitan, su situación queda tan mal que estas especies podrían dejar de existir. Así de simple y trágico.

Esta es una buena fecha para conocer con fotografías cinco de las ocho especies de estos animales que todavía habitan en El Salvador. Si no hacemos nada para evitar esta pérdida de biodiversidad, dentro de unos años estos animales solo vivirán en nuestros recuerdos, así como ahora solo nos toca recordar al tilacino o tigre de Tasmania, al carpintero pico de marfil y a otros tantos más que ya perdimos.

Pero, ¿por qué deberíamos proteger a estas especies? ¿Acaso El Salvador va a colapsar si se extinguen? ¿No son más importantes otros problemas que estos animales? Hay respuestas sencillas, prácticas y complejas para estas preguntas. Ciertas personas, y me incluyo, no necesitamos una razón de peso para proteger a una especie. ¿Acaso no nos parecería un disparate destruir una pintura de hace 500 años? Desde luego que sí. Hay cosas que tienen un valor inherente. Sin embargo, un punto importante es que no vivimos aislados de la naturaleza; difícilmente la naturaleza (o el medio ambiente) deja de ejercer alguna forma de influencia en nuestras actividades diarias. La naturaleza es una serie de complejos sistemas que funcionan casi como engranajes. Nosotros tomamos ventaja de estos mecanismos.

Por ejemplo, cuando estos hacen caer la lluvia en mayo o junio o cuando aves, murciélagos e insectos polinizan las flores y esto resulta en una variedad de frutas que consumimos. Cuando a estos engranajes les falta un diente, o peor aún, son removidos por completo, las cosas ya no funcionan igual y es ahí donde las cosas se pueden poner feas para nosotros.

Por eso es importante conocer a estas especies. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una organización internacional dedicada a la conservación de la flora y fauna, ha ido clasificándolas en diferentes categorías de riesgo. En las costas salvadoreñas encontramos a la primera de estas especies: la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), una especie en peligro crítico de extinción y emblemática de los esfuerzos de conservación en el país. El uso de su caparazón para hacer diferentes productos, las malas prácticas en la pesca (como el uso de explosivos) y el consumo de sus huevos han mermado las poblaciones de esta especie.

Neonato de tortuga carey (Eretmochelys imbricata), en Peligro Crítico de Extinción. Foto/Javier Alfaro, Funzel.

Chipe cachetidorado (Setophaga chrysoparia), en Peligro de Extinción. Foto/Carlos Funes. Santa Ana.

De las costas salvadoreñas nos movemos a las montañas del norte de El Salvador. El chipe cachetidorado (Setophaga chrysoparia) es una pequeña ave que la podemos encontrar en los bosques de pino-roble de las tierras altas de Chalatenango y Santa Ana. Anida únicamente en Texas, Estados Unidos, de mayo a octubre; luego, migra hacia México y Centroamérica, donde habita solo en la época seca. Los bosques de pino-roble salvadoreños son vitales para su sobrevivencia, dado que es donde se alimenta y vive la mayor parte del año.

Iguana de espalda amarilla, shera o jiote (Ctenosaura flavidorsalis), en Peligro de Extinción. Foto/Guillermo Funes. Santa Ana.

La iguana de espalda amarilla (Ctenosaura flavidorsalis), conocida en algunos lugares del occidente de El Salvador como sheras o jiotes, es un curioso reptil inofensivo de zonas áridas. Vive debajo de rocas y árboles. Tiene la afición de comerse las hojas de los cultivos de frijol cuando están disponibles, motivo por el cual muchas veces es perseguida. Aunado a esto, sus poblaciones en Honduras, Guatemala y en nuestro país parecen ser muy bajas y dispersas. Esto hace que sea muy raro de observarse en El Salvador, lo que provoca que se conozca muy poco sobre su biología.

Lora nuca amarilla (Amazona auropalliata), en Peligro de Extinción. Foto/Guillermo Funes. San Salvador.

La lora nuca amarilla (Amazona auropalliata) es una hermosa lora cuya habilidad para imitar palabras humanas la está llevando a la extinción. Es una triste insignia de cómo la nefasta (y aparentemente inofensiva) tradición de muchos pueblos de América de tener pericos y loros como compañía puede generar trágicas consecuencias. Grandes grupos solían verse volar en muchas zonas costeras de El Salvador, pero actualmente está restringida en pocos lugares donde han encontrado refugio de saqueadores (algunas viven en plena ciudad de San Salvador). Según el biólogo Néstor Herrera, en el país solo hay 250 parejas, aproximadamente. Son tan pocas loras en todo El Salvador que si se colocaran una por cada asiento en un Boeing 747 todavía sobrarían espacios.

Tortuga baule (Dermochelys coriacea), Vulnerable. Foto/William Aparicio, Funzel. Sonsonate.

Para finalizar, regresamos nuevamente a las playas salvadoreñas. En una oscura noche encontramos a la tortuga marina más grande del mundo: la tortuga baule (Dermochelys coriacea). Esta gigantesca tortuga puede llegar a medir un poco más de dos metros de largo. Aunque no está en peligro crítico de extinción como las otras especies mencionadas anteriormente, está catalogada como Vulnerable, lo que significa que puede estar enfrentando un riesgo de extinción alto. Esta tortuga se alimenta principalmente de medusas, que muchas veces confunde fácilmente con bolsas plásticas. Hay muchas organizaciones que luchan por conservar a estas especies como Funzel, Paso Pacífico, ProCosta y muchas otras oenegés y además muchos guardarrecursos del país. Sin embargo, los ciudadanos comunes podemos hacer lo nuestro, evitando la compra y el tráfico ilegal de especies, evitar el consumo de huevos de tortugas (y otras especies silvestres), reducir nuestro uso de plásticos de un solo uso y exigir mejores políticas ambientales a nuestros legisladores.


*Guillermo Funes es biólogo salvadoreño y forma parte del equipo de la organización Paso Pacífico para la conservación de la lora nuca amarilla en El Salvador. Correo electrónico: guilleyfunes@gmail.com

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