Con la luz encendida no

Hay una primera vez para que alguien nos guste, para ir a una fiesta solos y para sufrir por un beso en otros labios. También hay una primera vez para encuerarnos con alguien.

Supongo que por la cultura de vergüenzas y miedos con que educan a las mujeres, saberse sin ropa frente a alguien del género opuesto es un acelerante de dudas hasta que la cabeza explota.

¿Se han preguntado los hombres lectores en qué pensamos las mujeres en ese momento en que pedimos apagar la luz?

Les resumo algunos pensamientos que recopilé de mujeres random que encontré durante la semana de vacaciones. Algunas en mi calle, otras en el parque, otro par de amigas tomando café, a otras dos me las crucé paseando a sus perros… Y así, le fui preguntando a cada una sus motivos para pedir quedar a oscuras.

Después de explicarles mucho (en verdad, expliqué mucho-mucho) sobre mis motivos para la consulta, algunas cooperaron. Sus respuestas variaron entre las graciosas, al ser sorprendidas en un momento de problemas depilatorios; otras se fueron hasta sus primeros recuerdos vergonzosos donde no soportaban ni a su pediatra cerca.

Lo cierto es que todas tenemos razones para no querer ver. Y eso me parece muy simbólico. Como si no ver, invalidara lo que va a pasar o lo hiciera más llevadero. ¿Es tanta la tortura de dos cuerpos sin ropa a la luz?

Aquí algunos diálogos resumidos de mis desconocidas entrevistadas:

–¿Por qué lo haces con la luz apagada?
–Porque estoy gorda. No sé… mi cuerpo…
–Pero te está tocando… igual se entera ¿no?
–Pero en lo oscuro puedo disimularlo mejor

–¿Por qué lo haces con la luz apagada?
–Porque tengo las nalgas más blancas que el resto del cuerpo.
–Bueno; pero un hombre puede vivir con eso. Seguro que él tiene alguna parte de su cuerpo igual de blanca que tus nalgas…
–Da igual. A él le encanta con la luz encendida. Siempre pierdo.

–¿Cuándo has pedido hacerlo con la luz apagada?
–¡Cuando no me depilé! ¿No vas a tomar fotos, veá?
–No, tranquila.

–¿Por qué lo haces con la luz apagada?
–Por las estrías del embarazo.
–Pero es su hijo. ¿No sientes que debería adorar tus estrías?
–Los hombres siempre buscan a las perfectas.
–¿Dónde leíste eso?
–Pues… todas lo saben.

–¿Qué piensas cuando pides apagar la luz?
–Que no sé si estoy bien. Quizás tengo alguna espinilla en la espalda que yo no sé y él me va a ver y no.

–¿Qué piensas cuando pides apagar la luz?
–Que por qué no me inscribí en el gimnasio.
–¿Y luego te inscribes en el gimnasio?
–Después ya no, porque siempre me besa y me dice que soy bonita.

–¿Has pedido a tu pareja apagar la luz?
–No. O sea, me da igual. ¿Vas a publicar nombres en la revista?
–¿Puedo publicar tu nombre?
–¡NO!

–¿Cuándo te apetece apagar la luz?
–Hay una novela donde la que sale siempre tiene vestidos bien pegados y le ciñe la cinturita. Cuando la veo siempre digo que voy a comenzar dieta para verme así.

          (Esta respuesta me encantó):

–¿Qué pasa si no apagas la luz?
–Siempre me dijeron que sin estar casada era pecado y todo eso.
–¿Y con la luz apagada ya no te vas al infierno?
–Jajajaja quizás sí; pero no me voy sola.

–¿Qué preguntas te haces a ti misma con la luz encendida?
–¿En serio me está viendo ahí? ¿Porqué sonríe?  ¿Tengo algo? ¿Le gustaré así? ¿Me estaré moviendo sexy?
–¿Y piensas todo eso mientras te mueves o cuándo?
–Sí. A veces. Quizás él ni se fija en eso…


 

Me resulta curioso esto de la vergüenza. Podemos pasar horas en nuestra habitación con la vista más afinada que el cirujano de Renée Zellweger para encontrar hasta el último lunar que creemos imperfecto y sobrevivimos a nuestra propia inquisición corporal; pero que el Hades tiemble si alguien nos quiere disfrutar con buena iluminación.

Claro, están las que logran mediar entre una cosa y otra y terminan con luz tenue para saber moverse entre sombras sin evitar el show completo. La media luz resulta romántica incluso al mediodía. De ahí vienen la luz de velas y las luz de luna. No necesariamente es por una razón de las anteriores.

Ivonne_columna

Ivonne Veciana es columnista de Revista Factum.

Pero me queda claro que nuestra generación de padres hizo un excelente trabajo en inculcarnos los valores correctos con las formas equivocadas, el autoestima frágil que depende de otros, las ideas básicas de duda y búsqueda; pero no la decisión de explorar y averiguar por nosotras mismas… Y aun así, el peor trabajo lo estamos haciendo en la actualidad los medios tradicionales y digitales, revistas, publicidades, industrias musical y similares, que hemos descubierto cómo vender situaciones perfectas que no existen a gente hermosa que hemos hecho creer que no lo es, para obligarla a gastar en lo que no les ayudará porque simplemente no lo necesitan. Estamos arruinando la habilidad de gustarnos y querernos tal cual somos y así disfrutarnos con alguien a quien le gustamos igual que a la del espejo.

Hablar con algunas de ellas me hizo darme cuenta de que ser mujer en esta época requiere muchos cojones para no necesitar. No necesitar palabras bonitas que nos validen, no necesitar perfección para ser felices y no necesitar de una luz apagada para movernos.
Pueden bajarle intensidad a su luz; pero nunca la apaguen del todo.

* Foto de portada tomada de Flickr, con licencia Creative Commons.

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