Nave Cine Metro es un grupo de artistas, asociaciones y compañías de artes escénicas que publicó la semana pasada una carta abierta dirigida a la ministra de cultura, Suecy Callejas. La carta aborda problemas antiguos y nuevos de los trabajadores del arte y pide una mesa de diálogo para buscar soluciones. El pasado martes 12 de mayo, Factum entrevistó a dos de sus firmantes para que profundizaran acerca de sus peticiones.
El arte es otro de los sectores golpeados por la cuarentena domiciliaria obligatoria a raíz de la emergencia por el Covid-19. De las diferentes ramas que lo componen, una de las más afectadas es la de las artes escénicas, porque dependen de las funciones con público presente. Giras nacionales e internacionales quedaron canceladas. También proyectos nuevos, como el caso de Nave Cine Metro.
«Los dueños del excine Metro le cedieron el inmueble a ACA (Asociación Cultural Azoro) para que convirtiera el cine Metro en un espacio cultural. Entonces ACA decidió no hacerlo sola, sino que [la actriz y productora] Egly [Larreynaga] convocó a todo este grupo de aristas, asociaciones, compañías, para que cuidáramos la línea de programación de la Nave Cine Metro, para que desarrolláramos la manera con la que iba a funcionar: como una sala independiente de teatro, como un centro cultural, como un lugar que alberga talleres, etc. Todo eso estábamos discutiendo e íbamos a lanzar una campaña para posicionar el nombre y comenzar a programar cosas. Pero vino la pandemia y truncó todo, como ha truncado tantas otras cosas», explica Alejandra Nolasco, del Teatro del Azoro, una de las compañías que conforman este proyecto.
Alejandra ha dedicado dos décadas de su vida al teatro. Cuenta con orgullo que es parte de la generación de posguerra que armó sus propios colectivos y procesos formativos, a falta de instrucción formal institucional. De esa generación también menciona otros nombres conocidos dentro y fuera de las artes escénicas: César Pineda, Egly Larreynaga, Alicia Chong, Víctor Candray, Jorgelina Cerritos, Omar Renderos, Enrique Valencia y Fernando Rodríguez. «Esa generación que se formó un poco a la brava, lo decimos, pero no fue a la brava. Agarrando de donde pudiéramos […] pero todos con una constancia y cada uno con su propio ordenamiento de lo que cada quien necesitaba y cada quien buscaba por hacer más. Somos la generación que sostiene gran parte de las carteleras nacionales. También de representación internacional», comenta.
Esa generación colocó parte de las bases en el teatro para la juventud que ahora se desarrolla en esta rama del arte. Es el caso de Mariam Santamaría, cuya edad sobrepasa solo por cuatro años la trayectoria de Alejandra. Mariam estudió teatro formalmente en el Centro Nacional de Artes (Cenar). Al finalizar sus estudios, coincidió con el proyecto de La Cachada Teatro y pasó a formar parte de este como actriz. Con ellas ha participado en giras nacionales e internacionales. También tiene un proyecto de teatro infantil llamado Teatro al Viento.
Alejandra y Mariam no solo comparten su amor por las artes escénicas; también forman parte del proyecto Nave Cine Metro, en el que lo principal, aseguran, es la coincidencia de principios sobre el deber ser del teatro: «un espacio para crear identidad y dialogar sobre los problemas de país y la complejidad humana». Ambas actrices también son firmantes de la petición al Ministerio de Cultura para que el gremio sea incluido en el Plan de Reactivación Económica del País. El colectivo envió una carta abierta a la ministra de cultura, Suecy Callejas, donde se pronuncian no solo por los problemas del sector artístico, sino de la ciudadanía en general. Con ellas habló Factum para profundizar sobre el escrito, pero también para pasar revista a la situación general del arte en el país y escudriñar en la labor social de su trabajo.
Es por eso que Artistas de la Nave hemos firmado una petición ante @culturasv para que el gremio sea incluido en el Plan de Reactivación Económica del País, porque estamos convencidos que el país necesita de todos para salir adelante y que una sociedad sin arte no es viable. pic.twitter.com/mQACnAj1gJ
— NaveCineMetro (@NaveCineMetro) May 11, 2020
En la carta, ustedes dicen que buscan «ser espejo del tiempo y lugar en el que les ha tocado producir». ¿Con qué acciones concretas podrían ejemplificar esta visión?
Alejandra Nolasco: Lo empezó a hacer la gente de mi generación. Digo, por muchos años y cuando nos estábamos formando, representamos como actores y como actrices obras de los grandes clásicos, grandes dramaturgos internacionales, y había una incipiente producción de teatro nacional. Por «teatro nacional» me refiero a dramaturgia nacional. Había gente que había hecho cosas importantes, como Carlos Velis. Jorgelina Cerritos estaba logrando un lugar muy importante en la dramaturgia. Finalmente, empezábamos a involucrarnos, a hacer investigaciones alrededor de temas nuestros, de identidad nuestra, nacional. Entonces, en todo este colectivo coincidimos en visiones que son principios básicos, éticos, estéticos, de cómo hacer las cosas. En este grupo hay personas que han hablado desde sus producciones acerca de la violencia de pandillas, de desapariciones forzadas, del abandono y la vulnerabilidad, de la infancia, de la violencia hacia la mujer, de la maternidad, del sistema penitenciario, de otro montón de temas que se han tocado. Se han preocupado por escudriñar más en toda esa complejidad humana.
¿Es como decir expresamente la identidad que tienen en común los colectivos o compañías firmantes?
Alejandra: A nuestro trabajo artístico lo entendemos como una manera de comunicarnos con el mundo. Y ese «comunicar» es expresar dudas, inquietudes, ilusiones, preguntas sin respuesta; es tratar también de poner una mesa de discusión; es la manera en que lo hemos sabido hacer.
Mariam Santamaría: Tomamos hechos de nuestros contextos y también de la historia de nuestro país a la hora de montar producciones teatrales o piezas de danza. Y también a la hora de dar talleres de formación, porque usualmente no nos enfocamos en la formación actoral, en el caso de los artistas escénicos. También buscamos trabajar en la cohesión social, trabajar la empatía, trabajar las emociones, trabajar la crianza. En el caso de La Cachada, trabajamos mucho la crianza, el autocuido en comunidades que usualmente están marginadas. En ese aspecto es que coincidimos todos los artistas que conformamos Nave Cine Metro. El arte es para el ser humano, entonces queremos hablar de estas historias que a veces se ignoran; como pocas producciones teatrales que hablan sobre pandillas. El Teatro del Azoro, por ejemplo, toma la oportunidad y habla sobre las pandillas, creando espacios de diálogo y reflexión porque son necesarios. Esta es nuestra apuesta: crear espacios de discusión sobre cosas que nos afectan como sociedad. En eso coincidimos.
Cuando mencionan que las acciones que realizan no siempre son apoyadas o incentivadas desde el Estado, ¿a qué acciones se refieren?
Alejandra: Giras dentro del país, presentaciones internacionales, talleres de formación o talleres que ayuden a trabajar cosas por medio del arte como herramienta: el mismo espacio cultural que estamos construyendo ahorita mismo. Todo este trabajo no necesariamente ha sido apoyado o ha venido desde una iniciativa del Estado. Han sido con fondos internacionales, autogestiones de cada una de las compañías o asociaciones. Incluso a la hora en que un festival te invite. Usualmente, los festivales internacionales no pagan pasajes de avión. Te pagan el caché, el hotel, los viáticos, pero no te pagan pasajes de avión. Y esa gestión es cara. Mover compañías de teatro es caro. Son varias personas. Es alguien de la parte técnica. Es escenografía que hay que pagar como carga. Incluso para eso cuesta encontrar programas estatales que hayan sido creados específicamente para eso. Eso, como un ejemplo.
Mariam: Igual cuando hacemos todos estos proyectos de formación, obras de teatro que hablen sobre violencia, si el Estado se sumara a estas iniciativas, podrían hacer un impacto más grande. Nosotras hemos llegado a escuelas que por autogestión han logrado reducir las tasas de embarazos a cero, como en el caso del Instituto Nacional de Texistepeque. Con un año de educación sexual y reproductiva lograron bajar la tasa de embarazos a cero. Y fue que nos invitaron a La Cachada a presentar nuestra obra «Si vos no hubieras nacido», que trata sobre maternidad. Y fue que tuvimos este intercambio con alumnos. Entonces nos preguntamos: «¿si el Estado junto con sus ministerios –el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud y el Ministerio de Cultura como nuestro abrigo– se sumaran a esta iniciativa que los artistas venimos haciendo independientemente? El impacto sería mayor». Y al final lo que queremos lograr es una sociedad más equitativa, menos violenta.
En la carta ustedes subrayan una diferencia entre hacer arte «por convicción» y en «hacerlo desde la precariedad». Y luego mencionan que ocupan un lugar inferior en el Presupuesto Nacional y por lo tanto en las prioridades del gobierno, incluido el gobierno en funciones. Y señalan además que la mayoría de firmantes no tiene como actividad única el trabajo profesional como artistas. ¿Ustedes tienen propuestas para cambiar esto?
Alejandra: Nuestra propuesta más concreta alrededor de todo eso, de las peticiones que hacemos a corto plazo –a partir de esta crisis actual, y de los vacíos que la crisis ha rebelado, que ya venían–, nuestra petición más concreta, es crear una mesa de diálogo abierta, oficial y pública para discutir todas esas cosas. Hubo muchos intentos de ir solventando esos huecos…
… como la misma discusión de la Ley de Cultura…
Alejandra: Como la discusión de la Ley de Cultura. A la que le falta un reglamento que no está preparado. Entonces, la ley no puede ejecutarse. Luego hubo intentos de crear algún proyecto de educación superior: el Instituto Nacional de Educación en las Artes. Hubo proyectos, hubo mesas de discusión para ver cómo se hacía para solventar el problema de la acreditación de los artistas. No solamente para funcionar como profesores de artes, sino ¿quién te acredita como artista? Si va haber un Instituto Nacional Superior de Artes, ¿quién va a dar las clases? No todos somos licenciados. Sin embargo, algunos tenemos más de 15 años [de experiencia]. Podría abrirse un programa como para nivelar y que te digan: «usted que tiene 20 años de estar trabajando en esto, haga estos exámenes, curse estas materias», por ejemplo. Hubo, a lo largo de los años, en diferentes administraciones, mesas de diálogo. Algunas se interrumpen, otras continúan, quizá no con la misma cantidad o representación de gente. Nosotros, lo que estamos pidiendo es: ahora con este gobierno, sentémonos. ¡Vaya! ¡Otra vez más! Debemos sentarnos con el gobierno en funciones y proponerle cosas, crear mecanismos de soluciones juntos.
Mencionaste la formalización de la acreditación y detallabas algunos aspectos, como el de la nivelación. ¿Tienen recomendaciones puntuales para formalizar el conocimiento que muchos han adquirido con el trabajo?
Alejandra: Sí. Se discutió hace años. Si mal no recuerdo, esa mesa comenzó con la primera administración del Frente [Farabundo Martí para la Liberación Nacional], porque el Frente ofreció la posibilidad de crear el Instituto Superior en Artes. Al final, el cansancio y el hartazgo hicieron que muchos ya no insistiéramos, porque ya no había ninguna respuesta. A partir de la propuesta del Instituto Superior de Artes fue que se discutió el mecanismo de cómo hacer con estas personas que no han cursado una licenciatura –estas personas podían ser quienes también dieran clases en el instituto, los que fueran idóneos para eso–, que hubiera una nivelación en este sentido y llenar finalmente el vacío de la acreditación de los artistas. Hubo varios censos. La anterior gestión del Frente sí que hizo alrededor del tiempo de procesos formativos que cada quien había llevado para ver de qué manera se cumplía con un vacío que el Ministerio de Educación tenía. Porque en la currícula del Ministerio de Educación está la clase de Educación Artística como algo obligatorio, ¿pero quiénes ejecutan esa clase? ¿Quiénes la dan? Hay artistas que a veces funcionan como profesores; hay profesores que algo entienden de arte y funcionan como profesores de arte; pero hay un desorden ahí. Entonces había que hacer capacitaciones. Pero bueno, es sentarnos y ver en qué punto están esas negociaciones, si fueron abandonadas totalmente, si siguen, etc.
Mencionaste –y también lo dice la carta– lo del reglamento de la Ley de Cultura. ¿Por qué es importante que se cree y ejecute?
Alejandra: El reglamento será lo que regule las cosas que la ley dice. Porque ahí están los pasos, funciones, estrategias, objetivos, para que esa ley sea efectiva. Llevamos años arrastrando eso. Nuestra propuesta es solucionar lo inmediato, agarrar todos estos vacíos de años y ver qué hacer con eso.
En distintas partes de la carta recalcan que ustedes tienen apertura y expectativas con el gobierno en funciones. Este gobierno está a las puertas de cumplir su primer año. Es un periodo prudencial para evaluar su gestión. ¿Cuál es el diagnóstico que tienen de la gestión en funciones en el campo de las artes y cultura?
Mariam: Siento que ha habido falta de comunicación. Creo que, como artistas, necesitamos más comunicación del Ministerio de Cultura con nosotros, para enterarnos de cuáles son los planes, cuáles son los proyectos, en qué estado se encuentran esas negociaciones que se hicieron con gobiernos pasados; saber si se desecharon o si se están retomando. Creo que, como artista, esa comunicación más fluida y directa me vendría muy bien, para saber que, como artista, tengo un futuro un poco más claro. Yo estudié en el Cenar. Las cosas en la administración del Cenar han cambiado. Hay opiniones encontradas. Los alumnos, entiendo, están muy satisfechos con la nueva coordinación. Como ya no estoy ahí, no lo tengo claro, pero los compañeros que sí, se muestran satisfechos. Creo que estaría bien enterarse de qué están haciendo en el Cenar. Porque en realidad, información a la mano, no hay. Cuál es el estado del Cenar, como el único centro de artes del Estado, público. Igual, saber qué va a pasar con los fondos concursables. Son estas cosas de comunicación que creo que, como artistas, nos vendría muy bien tener más claras para evaluar cómo está trabajando esta nueva administración.
Alejandra: El gobierno vino a agarrar… A ver, no fue este gobierno; la cultura viene enferma desde hace años… Vino a agarrar un enfermo. Lo que queremos saber, después de un año, es cómo sigue el enfermo. ¿Qué tratamiento le están dando? ¿No quieren ayuda? Porque yo soy artista y como a veces sé qué tratamiento me funciona, les puedo al menos recomendar algo o irlo a cuidar yo misma; nos turnamos para irlo cuidando. ¿Qué planes hay a futuro para que no se nos muera? Entonces sí, lastimosamente es una gran responsabilidad la que tomó el Ministerio de Cultura de este gobierno que vino a agravarse con esta crisis mundial. Es justo en esta crisis que estamos diciendo: «ya, dígannos algo por favor». Con respecto a ahorita y con respecto al futuro, queremos ser parte de esta solución; queremos discutir las soluciones en conjunto.
Entonces, ¿no hay un canal de comunicación claro entre el Ministerio de Cultura y ustedes?
Mariam: Nosotros buscamos una respuesta a partir de la carta que hemos enviado. La ministra ha dicho que sí está abierta a diálogo sobre esto que hemos presentado. Le escribió personalmente a Egly y ha dicho eso. Hay una mesa de diálogo entre artistas, pero fue selectiva.
Alejandra: Nosotros recién nos enteramos con esta propuesta que ya había una mesa de la que ni sabíamos. Por eso es que nuestra demanda es hacer algo oficial, institucional, abierto, público. Incluso queremos respuestas oficiales de parte del Ministerio de Cultura. No enterarnos por estos canales no oficiales que hay apertura. Así como nosotros tuvimos la seriedad de discutir, de pensar, de diseñar todo este texto, de manera muy respetuosa y bien pensada. Porque no fue un momento de arranque; tardamos mucho en hacer coincidir todo lo que queríamos expresar. De igual manera, queremos una respuesta responsable, pensada, coherente, oficial. Tal como lo hicimos nosotros.
Esta carta representa, sobre todo, a una parte del sector de las artes escénicas. ¿Buscaron coordinar con personas que trabajan en otras ramas artísticas o decidieron hacerlo muy específicamente desde su campo?
Alejandra: Decidimos hacerlo muy específicamente desde el campo en el que trabajamos.
Mariam: Y es que también como artistas escénicos tenemos una situación en específico vulnerable. Entre nosotros pensamos organizarnos primero porque la comunicación era más práctica para saber nuestras necesidades y ponerlas en un escrito; porque, además, al ser un sector que depende de las multitudes para subsistir y para tener actividad económica, necesitamos respuestas directas. Por esa urgencia decidimos juntarnos y redactarlo.
Alejandra: Hemos sabido que hay otras iniciativas. Hay gente de artes plásticas que también se está pronunciando al respecto. Esta otra mesa de la que nos dimos cuenta colateralmente, al parecer también incluye a mucha gente de varios sectores artísticos. Y nosotros, a ver, estábamos organizándonos como colectivo que iba a funcionar para impulsar la Nave Cine Metro. No es que todos nosotros tuviéramos diez años de coexistir y de estar organizados. Era una acción más centrada a partir de la Nave Cine Metro. Pero incluso en el discurso estaba muy bien cuidado que en algún momento pudiesen suscribir esta carta otras personas que se sintieran representadas. Porque el interés siempre sigue siendo colectivo. Nuestro interés siempre es abarcar a mucha más gente.
Hay una parte en la que hacen un llamado a no perder la capacidad creativa y el patrimonio cultural. Tomando en cuenta las obras de sus compañías de teatro –que tienen un fuerte componente social y político–, ¿con eso quieren decir que sus principios no están en negociación?
Alejandra: Sí, dejamos en claro eso. Y también hablamos en un sentido más amplio de la libertad de expresión, los derechos humanos, la Constitución de la República. Sí, es un llamado más amplio a cuidarlos de una manera más general. Un llamado desde una postura ciudadana; no solo defendiendo nuestros derechos como artistas; también nuestros derechos humanos.
Esta pregunta será burda, porque a veces desde la política así se piensa. Algún funcionario o ministro podría decir: «ey, por qué voy a estar pidiendo dinero para algo que cuestiona lo que hago». ¿Cómo responderían a alguien que lo ve así?
Mariam: Ajá, ese es el servicio público, ¿no? Ja, ja. Como servidores, su trabajo es velar porque la sociedad viva con bienestar. Siendo el bienestar no ausencia de enfermedad, sino bienestar a nivel mental, a nivel económico. Entonces, claramente, el arte, como derecho humano, aporta este bienestar necesario para que las personas vivan bien. El arte, como es dedicado al ser humano, da la oportunidad de hacer catarsis, generar encuentros, generar comunidad, sacar las emociones. Después de esta crisis va a haber muchos problemas que se van a detonar a nivel emocional, a nivel físico. Entonces, es probable que la gente decida enterrar estas emociones y quizá seguir con el ajetreo, porque la actividad económica lo requiere; entonces, no hay tiempo para enfocarnos en las emociones. Porque, ¿quién necesita de las emociones? Ja, ja. Entonces, como las emociones son parte del ser humano, al final te atraviesan y te afectan. A las personas que sufren de depresión o crisis de ansiedad, con esto, se les está disparando. Como artistas podemos proponer, si se nos llama, si dialogamos, si formamos parte de estos planes que el gobierno puede proponer a la población para su salud. Podemos proponer a las personas que, en lugar de enterrar sus emociones, las saquen y sanen, porque la herida se tiene que limpiar. Podemos propiciar esos espacios de diálogo, de reflexión. La gente va a querer hablar de esto, va a necesitarlo. Como artistas podemos propiciarlo en talleres, en obras de teatro, etc.
Alejandra: Siempre es mejor –creemos nosotros– hablar de algo; que taparlo y ocultarlo. Y siempre con responsabilidad. No hablarlo de una manera superficial e irresponsable. Si vamos a hablar de la violencia, lo haremos con responsabilidad; lo haremos investigando; lo haremos, no de una manera didáctica, sino de una manera mucho más abierta, para que esto sirva; para que la población que se integre a estos encuentros con nuestros espectáculos o talleres se sienta libre de discutir estos temas. Que dejen de ser tabú los embarazos adolescentes; que deje de ser tabú el tema de las pandillas; que deje de ser tabú que hay políticos corruptos; que deje de ser tabú todo esto. Que tengamos que dialogar de todos estos temas como población, como sociedad civil, porque es un ejercicio saludable.
En la carta, en el primer punto, ustedes se posicionan como ciudadanos. Exigen al gobierno que «priorice fortalecer acciones dirigidas a los sectores menos privilegiados y que no deje de lado la vocación democrática y la constitucionalidad de nuestra nación». ¿Dicen esto porque creen que se está incumpliendo?
Alejandra: Aquí hablaré también por mí misma: sí, podríamos señalar que hay cosas que podrían estarse haciendo de mejor manera. Nosotros hacemos este llamado no desde el ser artistas, sino defendiendo los derechos humanos y la Constitución de la República. [Pedimos] un ejercicio transparente y responsable del poder. Ese llamado es, de una manera más amplia, para que se revise en caso de que haya cosas que no se estén haciendo bien. Para que se tome también con una crítica constructiva, un señalamiento desde un lugar conciliador, no a la ofensiva.
Mariam: No estamos a la defensiva. Estamos muy dispuestos a escuchar, y creo que, como decía antes, lo que necesitamos es más comunicación y esa la dificultan las vías de comunicación que ha escogido este gobierno. Y a mí no me ayuda –esto es personal– a confiar del todo, porque necesito una comunicación más ordenada, más transparente, más oficial, para luego así poder confiar. Y queremos ser bien reiterativos en que estamos con toda la disposición de sumarnos y escuchar. Los funcionarios pueden tomar esto como muy confrontativo, pero no. Nosotros estamos preocupados por nuestra situación. Estamos preocupados por la situación del país. Por eso necesitamos respuestas y diálogos.
Alejandra: Diálogo claro. En general, no solo hablando de los planes culturales para este momento y el futuro. Que la información sea mucho más accesible en cuanto a la COVID-19, a los contagios, a los recuperados, a las muertes que parecen sospechosas y que no están claras. ¿Qué van a hacer con la gente que se encuentra varada en el exterior? La misma Alicia Chong, que es parte de los firmantes de esta carta, tiene más de 50 días en España. No sabe qué hacer, no está trabajando de nada, porque… ¿cómo? Si es actriz y no sabe cuándo va a regresar. Tiene acá responsabilidades, su hija y todo. En este tiempo de tanta incertidumbre, nuestra opinión, nuestro señalamiento y para que se tome de verdad de una manera constructiva, es mejor cuando las cosas se hablan, cuando se discuten abiertamente, que cuando no se entiende qué se quiere decir o cuando uno piensa que le están escondiendo cosas. La confianza no puede basarse en eso.
¿Y por qué pronunciarse en este momento sobre la cultura en el país?
Alejandra: Es ante esta crisis que ha quedado expuesta la vulnerabilidad histórica del sector, como de otros sectores también. Pero desde la cuestión más básica como: «¿seré beneficiada de los $300 o no? Porque si no, no sé cómo voy a hacer, porque tenía funciones para seguir». Yo tengo un salario fijo. Soy maestra de teatro en un colegio privado, pero esto es trabajo y gestión mía; no apoyo estatal. Soy maestra, incluso, sin estar acreditada para serlo. Al renovar contrato tengo que ver si el colegio va a decidir quitarme o no. Por ejemplo. Te lo digo por la vulnerabilidad expuesta de eso tan básico e incluso a futuro. Porque no sabemos, cuando la reactivación de todo sea posible, si seremos de los últimos eslabones en reactivar nuestra actividad; porque los teatros seguirán cerrados, o porque no habrá conciertos. Si los teatros se manejarán a la mitad de su capacidad o qué, porque la gente no va a querer llegar a un encuentro colectivo. Ahora mismo no queremos parar, queremos seguir produciendo, adaptándonos a esta nueva dinámica; y también porque queremos levantar la mano y decir: «ey, no se olviden de nosotros, por favor, con todo este plan de reactivación económica, nosotros también somos un sector productivo». Por el bien del sector y también por el bien de la población, porque sabemos que nosotros, en estos mismos momentos, podemos ser ayuda. La gente está reinventándose, haciendo conciertos desde sus casas, haciendo lecturas desde sus cuartos.
Mariam: Hay desconocimiento del impacto que puede tener el arte en el área económica, en el área emocional, de bienestar social. Hay estudios de referencia en Centroamérica, pero hace falta un estudio de El Salvador para saber cuál es nuestro aporte económico al país, como artistas, porque generamos empleo. Y como somos los últimos que vamos a reactivarnos, nos preocupa y merecemos propuestas. Creo que, como país, al llevarnos a decir que esto no es prioridad, hay una creencia que quizá no merecemos el arte, que no merecemos los espacios que en otros países pueden ser tan comunes y tan adaptados a la vida diaria. Aquí no lo pensamos porque no lo hemos vivido. Pero si pensamos que sí nos merecemos estos espacios de manera recurrente –porque además los necesitamos–, entonces esto va a cambiar. En la historia sabemos que lo primero que se recorta es el presupuesto para cultura. Preparándonos por si esto viene, decidimos unirnos y redactar esta carta. Porque no queremos que solo nos reconozcan como un sector que puede aportar a la economía, sino que nos sumen a las propuestas de leyes y proyectos sociales. Como artistas, tenemos una visión y podemos aportar a que los proyectos sean más completos. Además, vemos que en otros países, como Costa Rica, hay alternativas; entonces, como país, estaría bien que tomemos estos ejemplos. Costa Rica pretende abrir el teatro nacional para que los artistas puedan usar las instalaciones para clases virtuales o para espectáculos virtuales que puedan desarrollar. Tienen un plan de cuándo van a abrir las puertas de sus salas. Y eso, ya solo una fecha, puede ayudar a prepararse. Creo que fechas, una comunicación entre ministerios –no solo el Ministerio de Cultura, sino el Ministerio de Salud–, que nos acuerpen como artistas, porque si nos dan fechas de cuándo van a abrir las salas, súper bien; pero luego está lo otro de si la gente va a querer ir.
De verdad somos un sector vulnerable, porque dependemos de eso. Entonces, si la gente no quiere ir, por obvias razones, ¿cómo vamos a subsistir? Pero si hay un acercamiento del Ministerio de Cultura y del Ministerio de Salud, una comunicación fluida que haga una campaña y que las personas se puedan sentir seguras, nosotros podemos proponer protocolos a la hora de nuestras funciones o galerías; podemos generar una visión de cómo vamos a vivir y comer en los tiempos que vienen.
Los decretos ejecutivos han catalogado las actividades artísticas como actividades no esenciales. ¿Ustedes están de acuerdo con esto?
Mariam: No. Ja, ja, ja.
Alejandra: No. Ja, ja, ja. A ver, a ver, a ver. Hay matices. Los primeros días, cuando veíamos las aglomeraciones de gente preguntando por los $300; o cuando a nosotras mismas mucha gente nos llamó para pedir ayuda porque no habían sido beneficiados con los $300; que no habían podido ir a trabajar a los lugares adonde limpiaban casas; o vendían cosas; o cuando veíamos las imágenes de la gente caminando tres horas para llegar a sus trabajos… ¡Aaah! Evidentemente, me hizo un cortocircuito de pensamientos y emociones. Y es donde decís: «miren, quizá no me den nada, pues, voy a ir a repartir comida». Pero eso tampoco resuelve nada de fondo. Estamos hablando de problemas estructurales. Ahorita mismo, ¿cómo voy a convencer a la señora que ya se le va a inundar su casa de láminas cuando inicien las lluvias y no tenga que comer? ¿Cómo la voy a convencer de que me tienen que escuchar a mí también? Pero como no es competencia de quién es más importante, ni cuáles son las prioridades más básicas, seguiremos defendiendo que el aporte que podemos dar abarca mucho y abarca otras cosas que ayudan, como un gran crecimiento personal y de identidad de país, de espejo de lo que somos, del manejo de emociones. Sí lo sabemos. No solo por lo que nuestro oficio ha hecho sobre nosotros mismos, sino por lo que nos ha corroborado el público, la gente a la que damos clases. Y será como el agua en la piedra, mínimo, lento y muy tardado. Pero fijate: aquí estamos. Hay quienes tenemos más de 20 años de estar haciendo esto. Ya nos convencimos nosotros mismos, convencimos a nuestras familias. Cuando esto no era tomado en cuenta como una profesión seria, convencimos a nuestros sectores más cercanos, a la población, a la gente, a los programadores de teatro. Y otra vez estamos haciendo el ejercicio de creer en la propuesta de un gobierno. Estamos diciendo una vez más: «tenemos apertura de hablar, porque sabemos que es importante». Nuestra convicción está firme.
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1 Responses to ““Al no tener al arte como prioridad, existe la idea de que no lo merecemos como país””
El arte – todas las artes – sin muy importantes para el desarrollo humano, desarrollo social y para la salud mental.
Si les interesa hablar sobre la profesión del Arte Terapia, estoy abierta, con gusto dialogo al respecto.
Atentamente
Ruth Guttfreund
Arte Terapeuta