Monseñor Óscar Arnulfo Romero, conocido por muchos como “La voz de los sin voz”, es recordado por mucha gente pobre y campesina en barrios y colonias miserables de San Salvador y en los pueblos más alejados de la capital. Se le recuerda mediante retratos y grafitis que adornan las paredes de iglesias, escuelas, universidades, canchas deportivas, puestos de los mercados y más de algún templo evangélico protestante.
El retrato –que muchas veces no se parece en nada al hombre que será beatificado este sábado 23 de marzo– es reconocido por la simpleza con la que los católicos lo recuerdan en sus dibujos y por ser un ícono que ha sido venerado desde su martirio, hace 35 años.
Para muchos, el acto oficial del próximo sábado es sólo un trámite oficial porque, como gritan en las marchas de sus conmemoraciones: “El pueblo ya te hizo santo”.
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