La despedida

Luis Martínez, el ex fiscal general de la república de El Salvador, se tomó su tiempo durante las fiestas de fin de año recién pasadas para compartir con un buen amigo. Martínez y su amigo se abrazaron, reventaron cohetes, rieron juntos. El nombre del amigo es José Enrique Aquiles Rais, el empresario a cuyos enemigos el ex fiscal persiguió sin piedad y en cuyos aviones privados viajó por el mundo en misiones oficiales o vacaciones. En este testimonio gráfico, Revista Factum presenta otra prueba de esta relación que marcó al Ministerio Público salvadoreño en los últimos tres años.


El 31 de diciembre pasado, cuando los salvadoreños se disponían a despedir el 2015 y dar la bienvenida al nuevo año, dos amigos y sus familias se reunieron a departir. Uno de los amigos, el anfitrión, vestido de camisa y pantaloncillo negros, no dudó en fundirse en un abrazo con el otro amigo, el visitante, vestido con una camisa tipo polo amarilla y pantalón claro. A juzgar por las imágenes –vídeos y fotos- que alguien tomó de aquel momento, de las que Factum tiene copia y cuya autenticidad verificó con investigadores salvadoreños y extranjeros, se trata de una relación estrecha.

El de camisa amarilla es Luis Martínez, ex fiscal general de la república de El Salvador. El anfitrión es Enrique Rais, uno de los principales valedores de Martínez, el hombre que en 2012 le facilitó el contacto con José Luis Merino, uno de los principales dirigentes del FMLN, para que el partido en el gobierno apoyara la elección del abogado como jefe del Ministerio Público.

Enrique Rais y Luis Martínez: la despedida from Revista Factum on Vimeo.

La relación entre Rais y Martínez marcó todo el mandato del ex fiscal general: le valió al empresario de la basura –Rais es el principal dueño de la empresa Manejo Integral de Desechos Sólidos de El Salvador- que la Fiscalía cerrara al menos dos expedientes que ahí estaban abiertos a petición de ex socios que lo acusaban de estafa, fraude y amenazas.

La cercanía entre fiscal y empresario también costó a al menos tres abogados que alguna vez litigaron contra Rais que la Fiscalía los acusara de varios delitos. Uno de esos abogados se llama Mario Calderón –primero fue representante de Rais y luego de los empresarios canadienses Franco Pacetti y Matteo Pasquale, ex socios del salvadoreño– y está preso, como presa está su esposa, Claudia Herrera, una ejecutiva bancaria que alguna vez trabajó con Rais.

Incluso el prestigioso bufete salvadoreño Romero Pineda desistió de prestar servicios a quienes entablaban pleito legal contra Rais por temor a represalias.

Revista Factum publicó el 26 de noviembre de 2014, cuando Martínez llegaba a la mitad de su mandato constitucional de 3 años, la primera revelación sobre los tratos impropios que el funcionario mantenía con Rais. En un reportaje publicado aquel día revelamos que el fiscal general viajaba en los aviones privados del empresario; luego, en una nota de seguimiento, publicamos que la Fiscalía no había pagado por esos viajes, con lo que una posibilidad es que los haya pagado el mismo Rais.

El ex fiscal general nunca se molestó en explicar en público la naturaleza de su relación. Las únicas dos veces que reporteros de diferentes medios de comunicación salvadoreños le preguntaron al respecto, Luis Martínez despachó el tema como solió hacerlo durante su mandato cuando alguien lo increpaba: con matonería y desprecio. “Es un tema banal”, le soltó a una periodista de La Prensa Gráfica que le preguntó por los aviones de Rais.

En privado, cuando Martínez empezó a cabildear su reelección con políticos y empresarios, cada vez que el tema de los aviones de Rais salía en la conversación, el abogado decía que sí, que había viajado en ellos y que lo había hecho por razones de seguridad, porque las pandillas y narcotraficantes salvadoreños querían matarlo, según confirmaron a esta revista dos diputados y un dirigente que estuvieron presentes en reuniones de cabildeo con Martínez.

Lo curioso es que Martínez, a pesar de haber condenado desde el principio de su gestión la tregua entre las pandillas MS-13 y Barrio 18 con el Ejecutivo de Mauricio Funes, nunca procesó a líder pandillero alguno o a funcionarios relacionados con aquel pacto. Y en el caso de los narcotraficantes, más que perseguir, el ex fiscal favoreció a José Adán Salazar Umaña, el empresario salvadoreño al que la Casa Blanca de Obama ha listado como capo internacional del tráfico de droga: por órdenes suyas, una fiscal enterró un caso de lavado contra Salazar Umaña y sus empresas a pesar de que el Ministerio de Hacienda había encontrado indicios de ese delito.

Lo cierto es que el ex fiscal general cultivó una buena relación con Enrique Rais, tan buena como para pasar un rato agradable con él el 31 de diciembre, como para abrazarse, echarse un par de risas, incluso reventar juntos cohetes de vara.

Luis Martínez y Enrique Rais festejaron juntos la noche del pasado 31 de diciembre.

Luis Martínez y Enrique Rais festejaron juntos la noche del pasado 31 de diciembre.

Martínez y Rais en la noche del 31 de diciembre. En la imagen se ve cómo se divertían reventando cohetes de vara.

Martínez y Rais en la noche del 31 de diciembre. En la imagen se ve cómo se divertían reventando cohetes de vara.

Cuando Luis Martínez y Enrique Rais celebraban la despedida de 2015, las posibilidades de reelección del abogado se desvanecían. Aún había, entre los principales valedores del abogado –diputados y dirigentes de GANA, del FMLN y algunos congresistas de ARENA, además de empresarios según un artículo de El Faro– alguna esperanza de que la presión interna en sus partidos sirviese para reengancharlo al frente de la Fiscalía General. No fue así: aquellas sonrisas y cohetes de la Nochevieja eran, también, una despedida.

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