2138 Vistas |  Like

“No quiero (ni necesito) volver a Caifanes”

Comenzó hablando pausado, distante, a ritmo de vals y como sacudiéndose los pensamientos… Pero 75 minutos después, al calor de la conversación, su lengua y sus ideas ya danzaban como alas de colibrí, a ritmo de speed metal.

¿Porqué tendría que hablar sobre Caifanes para un medio de El Salvador cuando él ya no forma parte del Caifanes actual y, por ende, no viajará a El Salvador el 11 de Septiembre? Quizás porque tiene muchas cosas por decir y hay demasiada gente que lo juzga sin conocerlo. O quizás porque también tiene el interés de que más gente conozca su nuevo álbum como solista, llamado “Alebrije”.

Buena parte de la entrevista que Alejandro Marcovich concedió el pasado miércoles a Revista Factum navegó en lo que él llamó, en determinado momento, la capacidad de asumirse a sí mismo “como una especie de Cyrano de Bergerac” al que le gusta batirse a duelo con las palabras.

¿Batirse con quién? Pues contra la incomprensión, principalmente…

En una plática tan extensa se pueden discutir muchas cosas con un caifán, y sobre todo cuando se trata de un responsable decisivo de que las canciones de la banda más importante de la historia del rock mexicano hayan trascendido como lo hicieron.

Hablamos mucho sobre “Alebrije“, el trampolín hecho disco a través del cual Alex salta al vacío con el fin de demostrar todas las facetas que posee –especialmente la de compositor– y que la gran masa de fans aún desconoce. Hablamos sobre el sable con el que desde los nueve años de edad aprendió a defender hasta el más minúsculo semitono de su obra: la guitarra, esa máquina de argumentos como postura ante quien desee cuestionar –más allá de su carácter– su música.

Y hablamos (¡como no hacerlo!) sobre Caifanes, sobre historia, sobre sus contribuciones como arreglista y compositor, como también hablamos sobre la importancia de desmitificar rumores y mitos que le atañen acerca de su relación con la empresa Caifanes.

Ármese de harto café, porque a continuación habla Alejandro Marcovich. Y tiene mucho que decir…


 

Como te comentaba, vengo de El Salvador. ¿Recordás alguna visita al país? No sé si me traiciona la memoria, pero creo que para “El Nervio del volcán” ustedes llegaron para allá solo a hacer promoción, no a hacer conciertos.

Conciertos sí… Pero… Tristemente, muchas veces uno visita un país y no conoces más que el aeropuerto, el hotel y el lugar del concierto, pero sí… Sí recuerdo haber ido alguna vez a tocar a El Salvador, con Caifanes. Por lo menos una vez y seguramente fue con ese disco.

¿Recordás algo especial del país?

Mmm… ¿El hotel? No, ni del hotel me acuerdo…

Antes que nada, me gustaría hablar sobre tus orígenes, tus comienzos, incluso antes de que entraras a (el grupo) las Insólitas (Imágenes de Aurora). Sé que vos naciste en Argentina y siendo un adolescente, en 1976, te mudaste a México. ¿Cómo recordás el universo musical que te rodeaba entonces? ¿Cuál era el background musical que tenías en Argentina y el que te encontraste al llegar a México y si ello influyó en tu manera de abordar la música?

Sí, definitivamente sí. En muchos sentidos. Para empezar, yo venía de una generación de adolescentes que crecimos escuchando rock en español hecho por argentinos, músicos que tendrían veintitantos años, con los que ya habían empezado en los 60’s o a principios de los 70’s, como Spinetta, Charly García, Moris y muchos más. Y hablamos de grupos com Almendra, Sui Generis, Aquelarre, Arcoiris… Y de estos grupos conocíamos muy bien canciones que incluso cantábamos en fiestas. Eran de alguna manera “clásicos” dentro del rock, para tocar con la guitarra y cantar. Yo en ese entonces sabía tocar la guitarra (que a empecé a estudiar a los nueve años), pero lo único que sabía de la guitarra era tocar acordes y acompañar canciones, porque así me enseñaron mis maestros. Me enseñaron a tocar canciones folklóricas argentinas, y porque –por alguna razón– así se enseñaba a tocar, a los niños, ¿no? No sé, en cuestión de que llegara un maestro a tu casa, a enseñarte a tocar la guitarra, lo primero que te enseñaba era canciones folklóricas, zambas, chacareras, vidalas, etc. Luego, a petición mía, pues, algunas canciones d elos Beatles y, por supuesto, canciones de la época de protesta… De Víctor Jara, Violeta Parra, Viglietti, Zitarrosa. Chilenos, argentinos, uruguayos. Entonces, mi generación, en la secundaria, éramos unos pibes de 12-13 años, en el año 72-73, y pues éramos muy politizados a la manera en que podíamos, ¿no? Íbamos a las marchas en las calles, cantábamos estas canciones de protesta y nos sentíamos muy allegados a lo que estaba pasando en el país, que era muy complicado en ese entonces. El regreso de Juan Domingo Perón, ¿no? Que se murió en Argentina y esa primera mitad de los 70’s nos marcó mucho, ¿no? A mi generación… Y por otro lado, este rock hecho en español por artistas argentinos que muchos de ellos siguen con sus carreras hoy en día.

Cuando llegué a México, yo sabía tocar muy poco la guitarra eléctrica. Sabía tocar canciones. Había crecido también escuchando a algunos grupos de rock de esa primera mitad de los 70’s. Tanto de rock duro (como Deep Purple, Led Zeppelin) como de rock progresivo (Yes, Emerson Lake & Palmer, etc). Incluso grupos de jazz rock, como la Mahavishnu Orchestra… King Crimson… Eso escuchábamos a los 14-15 años.

Cuando llegué a México me encontré con una realidad totalmente diferente, porque por la misma razón que yo era de ese tipo de adolescentes, no escuchaba la radio ni me interesaba la música de moda ni esas cosas. Cuando pisé la Ciudad de México se escuchaba en la radio a KC & The Sunshine Band… y cosas así. Se escuchaba a Rigo Tovar, José José, Camilo Sesto…. No sé, artistas mexicanos, españoles que sonaban en la radio y televisión. Y obviamente a esa edad eres muy sensible, muy permeable, y mis oídos de músico empezaron a parar las antenas. Simultáneamente empecé a darme cuenta de que no existía un “rock mexicano”. No que no existiera, sino que no tenía el impacto en la juventud. Era totalmente marginal, como ya se sabe. Está documentado. Y aparte era un discurso muy arcaico… ¿no? Blues y rythm & blues. Entonces yo estaba acostumbrado a escuchar los acordes jazzísticos de Spinetta, las armonías sofisticadas de Charly García, las letras con implicaciones políticas, pero con poesía…¿no?  Y los grupos mexicanos eran muy burdos en ese sentido. Las cosas las decían de una manera muy lisa y llana. Entonces me ‘choqueó’ esa realidad, como rock, empecé a extrañar el rock que se hacía en mi país de origen y conseguía, por medio de un amigo (al que sus familiares le traían discos) las novedades del rock argentino y así me fui enterando de los nuevos grupos de Charly García (de La Máquina de Hacer Pájaros, de Serú Girán), del grupo Alas (que era un poco progresivo), los nuevos discos de León Gieco, en fin. Seguí como conectado de esa manera, porque me sentía desconectado del rock mexicano. Pero empecé a conectarme con la música mexicana…. Y no me refiero al rock, sino a esa música que sonaba por todos lados, en restaurantes, en la televisión, en la radio, en las calles incluso… Como una realidad totalmente diferente a la mía, a la del tango y el folklore  y a al del rock mexicano. Era toda la música mexicana, que es un universo muy grande. Entonces esto sucedía mientras yo empezaba a aprender a tocar la guitarra eléctrica, a tocar blues… Y, digo, no sé si este sea el momento y el espacio para hablar de cómo esa música empezó a influenciar en mi gusto, y porqué finalmente llego tantos años después a hacer un disco como “Alebrije”…

De hecho, tiene relación con la siguiente pregunta: escuché en una entrevista que mencionaste que por mucho tiempo tuviste el proyecto personal de expandir el sonido latino de una guitarra eléctrica más allá de la convención popular que representa el sonido de Carlos Santana…

Así es…

… y decías que en (el disco) “El Nervio del volcán” lo habías logrado, pero me parece que en “Alebrije” has llevado las funciones de la guitarra eléctrica a  sonidos que “El Nervio del volcán” nunca alcanzó… No sé, al cha-cha-chá, la cumbia… Que de alguna manera sería quizás difícil de esperar para un fan de Caifanes…

Sí… Bueno, (en el disco) hay un bolero, ¿no? En el cual improviso durante casi cinco minutos. O al final (hay) un carnavalito que es pura improvisación también, casi de ocho minutos… Sí, hay referentes, ¿no? El que de repente encuentra un nexo entre este disco y el último disco de Caifanes. Algunos encuentran una referencia, pero esa referencia finalmente es mi guitarra. Y es, como tú bien mencionas, un proyecto solista. Cuando yo grabé “El Nervio del Volcán”, las canciones de Saúl eran canciones de cantautor. Y con eso me refiero a: guitarra y voz. Así las conocí yo, cuando él las trajo, cuando me presentó “Afuera”, “Miedo”, “Aviéntame”… pues eran así, guitarra y voz. En lo que esas canciones se convirtieron, ya para la producción del disco, por supuesto, pues es la magia de lo que hacíamos ya como instrumentistas eléctricos, el trabajo rítmico de Alfonso André, que es muy creativo, que es de tocar algo original para cada canción. Y por supuesto, mi discurso guitarrístico, con todos estos impulsos latinoamericanos, que es algo que yo tenía proyectado desde los 21 años. Yo lo visualicé, como bien lo dices tú, como un proyecto de guitarra latinoamericana. Y agrego ‘americana’ y no ‘latina’, porque a Carlos Santana se le reconoce como un referente internacional de ‘rock latino’. Y la palabra ‘latino’, en el mundo, la gente no sabe lo que significa. Es como si tú dijeras ‘africano’, ¿no? Cuando en África hay árabes, hay senegaleses, etc. O sea, hay gente muy diferente. Y Latinoamérica, a mis 21 años… Yo a Santana lo conocía desde mis 14 años, en Argentina lo había escuchado. Entonces me proyecté hacia el futuro con esta idea de hacer una guitarra eléctrica latinoamericana mucho más amplia que lo que Carlos Santana había logrado. Yo creo que hasta la fecha no ha cambiado su discurso, ¿no? Desde los 80’s, 70’s. Y si tú te fijas, pues los sabores, los impulsos de mi guitarra no son los de él. Yo sí creo haberlo logrado, solo que en ese momento, así como me lo propuse, por otro lado dije: “¡Madre mía! ¿Cómo lo voy a hacer?” . tenía 21 años y era solamente una idea. Entonces fue un camino muy largo, porque tuve que darle la vuelta a toda mi forma de tocar la guitarra. Con esta historia de que las raíces del rock son el blues, ¿no? Y la escala que hay que tocar es la escala pentatónica del blues y demás. Pues yo me di cuenta que para tocar nuestra música eso no servía. Entonces tuve que aprender a usar otras escalas, otros ritmos, otras armonías, para lograr esto. Y efectivamente, en “El Nervio del volcán” yo empecé a superponer a las canciones de Saúl todos estos solos y estos ritmos, como es muy claro en “Aviéntame”, por ejemplo. Ese riff de guitarra que está  todo el tiempo acompañando a la voz… Y que es una especie de tumbao. ¿Caribeño no? Digamos… ¿Cubano? O algo así… Eso no estaba en la canción de él. Si la hubiéramos tocado como era, hubiéramos tocado solo “Avientameeeee” [simula tocar una canción simplemente con guitarra de acompañamiento] . ¿No? Es lo que la gente no acaba de discernir entre lo que es una canción y lo que es un arreglo. Entonces, mi trabajo en ese disco fue así como muy claro: aportar eso. Y para mí, como guitarrista, fue como mi hito, ¿no? Desde mis 21 hasta los 34… Lo escuché terminado y dije: “Lo logré. Ahí está”. De ahí en adelante han pasado muchos años y yo he seguido refinando mi discurso.

Lo que pasa en “Alebrije” es que muy conscientemente compuse canciones que, a diferencia de esas que componía Saúl, éstas sí están compuestas como una cumbia… Es una cumbia… Entonces la guitarra es una guitarra integrada a una canción de cumbia, a un cha-cha-chá, un bolero, folklore… Como dices tú que los fans probablemente sientan nexos y por otro lado se sientan un poco sorprendidos de porqué hay un cha-cha chá… Bueno, pues muchas cosas que tocaba yo en Caifanes tenían esa raíz, nada más que no se siente de una manera tan evidente porque la canción no es… Por ejemplo, las líneas que toqué yo en una canción del (disco) “El Silencio”, que se llama “Para que no digas que no pienso en ti”, las líneas de la guitarra son totalmente… Una vez más, caribeñas. Esa frase no está en la canción original. Eso es Alejandro Marcovich. Y, si tú extirpas todas esas ideas y las transportas al año 2015, pues te vas a dar cuenta que hay un hilo conductor. Y ese es mi proyecto solista, que alguna vez lo mencioné: independientemente de que este sea un disco solista (“Alebrije”), hay un proyecto solista paralelo, que es el de guitarrista/arreglista y que se ha ido permeando aquí o allá… Lo que grabé en la canción “La piel”, de Diego Herrera, en el primer disco de Alfonso André… son arreglos míos. [ta ta tatá… canta las frases de esa canción]… La canción no trae eso, pero es una vez más mi ideología musical superpuesta a una canción…  [ta ta tatá… de nuevo canta riffs de la canción]… Que es una balada: Alejandro Marcovich injerta estos impulsos latinos. Y eso lo he hecho una y otra vez en diferentes proyectos… Ya viene siendo como un sello, ¿no?

Alejandro Marcovich 2 y 3

Alejandro Marcovich, ex guitarrista de Caifanes, posa con el segundo disco que ha publicado como solista: “Alebrije”. Foto de Orus Villacorta.

 ¿Es como entender dos facetas que has cumplido durante tu carrera? Una es la de arreglista; y ahora que es como lanzándote al océano de ser un compositor…

Sí… ¡Ja..! No, bueno, no. A ver… Mi primera canción la compuse en el año 1977, para un concurso de composición en la preparatoria. No te voy a decir que es la gran canción, pero sí es una canción…

Bueno, “Estás dormida” sí es completamente tuya, ¿no?

¡”Estás dormida” es una gran canción! ¿No? De punta a rabo, como se diga. La armonía, la melodía, la letra… Es una canción que no tiene grasa, ni pellejo. Es una canción muy bien hecha y así me lo ha reconocido gente que sabe de composición. Y la gente del público de Caifanes se va enterando apenas ahora que esa canción es mía, cuando en los créditos, pues ahí está… Pero hay generaciones nuevas que no saben de créditos…

O no se toman el tiempo de buscarlos…

O no se fijan. Y de repente comentan: “Oye, ¿en serio esa canción es tuya? ¡Joder! Es una de mis favoritas de Caifanes”. Y digo, bueno, yo sí sé componer canciones. Llevo treinta y tantos años componiendo canciones. La mayoría de ellas están papeles o en demos míos. Porque mis intentos de tener un cancionero en discos solistas, pues han sido como entorpecidos por diferentes circunstancias de la vida. En el momento en que tenía ya proyectado un grupo, no necesariamente como solista, pero sí un grupo, justo apareció la propuesta de entrar a Caifanes como guitarrista. Mis capacidades como compositor fueron muy vetadas en cierto sentido, por Saúl Hernández… Él porque tenía su forma de hacer canciones y porque esa forma de componer canciones que teníamos en Las Insólitas Imágenes de Aurora, que era un trabajo de equipo y con resultado evidentemente muy positivos, como “Hasta morir” y “El animal”, que son de esos años. “Hasta morir” la compusimos en el año 84 y la pusimos en el disco “El Silencio” del año 92. Estábamos muy chiquitos, ¿no? Yo tenía 24 años cuando compusimos “Hasta morir”.

“El Animal” la compusimos en el año 86 y la pusimos en el disco “El Nervio del Volcán”. (Entonces) Las Insólitas Imágenes de Aurora, lo que hacíamos entre Alfonso, Saúl y yo, en cuanto a composición, era muy bueno, pero cuando yo entré a Caifanes él (Saúl) ya no quería que esto sucediera…

¿Tengo que entender que es así como que a partir de Caifanes se admitía que era un proyecto donde la composición recaía en los hombros de Saúl?

Claro, de alguna manera sí. Aunque de inicio había canciones de Diego. Entonces sí, de alguna manera estaba sobre la mesa dicho… o no dicho… O “entendido” que era un proyecto grupal, pero basado en canciones de él. Finalmente pudimos hacer algunas canciones (juntos) como “Aquí no es así”…. “Aquí no es así” es una canción que comenzó con ideas de guitarra, con la frase esa que todo el mundo canta [tara taraaaa ta ran ta]… Así empezó la composición de la canción. Luego continuó con [ta ta qui ta ta-ta] … Y empezamos a improvisar, y entonces Saúl le puso letra. Entonces… seguía siendo válido ese formato de composición, nada más que él (Saúl) lo tenía muy restringido. Siendo algo que evidentemente daba buenos resultados, él como que no quería . Entonces, el punto de esta conversación, hablando de eso, es que mis habilidades como compositor no tuvieron cabida dentro de Caifanes. La letra de “Aquí no es así” tiene un par de líneas muy significativas compuestas por mi. la que dice: “largas vidas siguen velando el sueño de un volcán; para un alma eterna cada piedra es un altar“. Es una frase muy caifanesca que muchos dirían: “Ah… Es de Saúl”. Y no, es mía. O sea, yo no sé si soy poeta, ¿me entiendes? Pero, ¿que sé escribir letras de canciones? Sí sé.

Entonces, por alguna cuestión, todo este desarrollo de compositor se quedó ahí, se fue quedando… Y cuando hice las canciones para “Alebrije”, me dio así… así como decimos en México: ¡Hueva! ¿no? Este asunto de la canción… ¿no? Y dije: “Ay que compongan canciones Arjona… Fher… Saúl… ¡Que se echen sus choros!”. Entonces hice canciones con dos frases, ¿no? Y hay una canción que se llama “Alfombra mágica”, que lo único que dice es “ven conmigo a volar en la alfombra mágica”. Y es la que más le gusta a la gente, ¿no? La primera canción del disco la compuse justo antes de entrar a Caifanes y era una canción que iba a ser importante dentro del grupo que yo quería hacer (antes de entrar a Caifanes)… que se llama “Cables”. La debo haber compuesto en el 88. Y solamente dice: “yo diría que hay que conectar los cables otra vez; qué se me hace que están todos al revés“. Y es como autobiográfica, ¿no? Haciendo mofa de mí mismo… de una cierta parte de mi personalidad.

¿Por eso decidiste ponerla como la primera canción del disco?

Sí, es así como ¡pow! ¿no? Que yo pensaba que el ritmo de la batería es como de reggaetón, y un amigo me dijo: “No, es más como de punta”, ¿no? Que es el ritmo de no sé qué…

En Honduras, el caribe…

¿De Honduras? El de [tuc pac-pac]… Y sí, es la presentación de Alejandro Marcovich… Y la letra es así, ¿no? No dice más que dos cosas.

También es importante el escucharte cantar, ¿no?

¡Pero yo cantaba! Bueno… a ver… la historia es así… Yo no canto como Bunbury, ni como… Bueno… Tampoco canto como muchos cantantes del rock en español que tampoco son cantantes. Vamos a decirlo claramente, ¿no? Pero yo cantaba en el coro de la escuela, desde los siete años, en la primaria. Y siempre he cantado…. Mi maestro me enseñó a tocar y cantar canciones… Cuando empecé a componer canciones, pues yo las cantaba, en diferentes situaciones. En el grupo que tuve en el año 81, que se llamó Leviatán, yo era el cantante y teníamos como 30 canciones, y las cantaba en público. En Las Insólitas Imágenes de Aurora, Saúl cantaba y yo cantaba. A veces yo cantaba una parte de una canción; él cantaba otra. A veces yo cantaba una canción completa, como “Bienvenidos”, “La vieja”, “Sobreviviendo nada más” –que la canción es mía–, y él cantaba otras, pero compartíamos el rol. Entonces, lo que dices que es sorpresivo, es porque el público masivo me conoció como guitarrista, nada más. No como compositor, no como cantante, ¿no? Y muchos esperarían que este disco sea un disco de guitarrista…

Entonces este disco tiene estas intenciones, ¿no?

Es un híbrido, ¿no? Trata de complacer al que piensa que nada más soy guitarrista –porque también hay mucha guitarra–, pero también de asomar mis impulsos de composición… Y que no es para que alguien diga: “Ah… Solamente sabe componer dos frases”. Ahí está “Estás dormida” o ahí está “El viaje”, que es una canción formal que tiene sus versos y tiene poesía. Solamente que se me hincharon los cojones de hacer este formato así tan sintético de decir una cosa importante, así, en dos frases.

Sobre las letras de “Alebrije”, me puse a buscar alguna frase en la que describieras tus sensaciones luego de la nueva ruptura con Caifanes y lo más parecido a ello que encontré es “Nada que decir”, que me parece que es como abordás a las preguntas que te hacen los fans. Como que no tenés nada que decir, aunque sé que la canción no va por ese lado…

A ver… Este disco lo grabé antes de salir de Caifanes. Está saliendo apenas ahora por diferentes cosas. El ingeniero (George Tutko) no vivía en México. Se fue a Nashville y estaba trabajando otras cosas. Y el proceso de mezcla se tardó un poco, y ya no pude sacar el disco el año pasado. Lo pospuse para este año. Pero es curioso, ¿no? Que parezca que yo diga que no tengo nada que decir… Pues sí… En realidad sí tengo mucho que decir, y le sorprendería a los fans lo que tengo para decir. Pero a veces prefieres callarte, a veces tienes que hablar… “Nada que decir” no hace referencia a eso. Hace referencia a lo que me sucede a veces con las mujeres que hablan demasiado y mi cabeza no da para escuchar tanto. Entonces… Un día estaba caminando, por la vereda, con Jessy Bulbo, y estaba hablando y hablando y hablando… Y yo estaba pensando en cualquier otra cosa… Entonces, de repente me dijo: “Oye… ¿Me estás haciendo caso?”… Y yo… Ehh… “¿Qué dije”… Y pues, no sé… Entonces por eso la invité a cantar la canción. Y además en una parte ella dice, no cantado, “si no tienes nada que decir es porque no oíste nada de lo que dije“… ¿no? Y al final, sí tengo algo qué decir. “Es que me siento bien cuando estoy contigo; se me olvida el tiempo y me invades los sentidos“.

Es una canción de amor, ¿no? Pero de un amor…

Muy útil para nosotros, creo…

Bueno, pues de un amor –no sé si a los hombres–, pero a mí, a veces, me cuestan las palabras o me cuesta prestar atención a tantas palabras… Tiene que ver con eso. No con Caifanes… Y es una especie de post punk, ¿no? Me mueve, aparte de las cumbias y eso, me mueve, pues, haber crecido también con Talking Heads, y todos esos grupos new wave, post punk o como se llamen… ¿no? De los 70’s… The Police y demás. Y entonces la armonía de esa canción tiene esa idea… Aunque al final, la parte romántica tiene un solo que a mí, después de haberlo grabado, y lo vuelvo a escuchar, y me enchina la piel. Es un solo muy romántico. Dice muchas cosas, dice lo que no digo con palabras… Así, soy… No lo puedo evitar.

Jessy Bulbo aparece en los coros de varias canciones, ¿verdad?

No, si tú no tienes el disco ya vas a ver los créditos. La chica que hace coros y en algunas partes canta conmigo se llama Carol Villagrán. Elle reside en México, pero es guatemalteca. Es corista profesional, en el sentido de que tú la puedes invitar a una grabación y es un monstruo de belleza lo que hace, Pero ella tiene su propio grupo, que se llama MINK, y que entiendo es un grupo de pop-rock, o algo así. Y yo la invité a hacer coros y a cantar en algunas partes, en octava conmigo, como en “Wa Wa” o “Es para mí”. Yo canto una línea y ella hace un unísono, pero una octava arriba, como si fuera un dueto, ¿no? Y es una gran cantante. Jessy solamente canta en “Nada que decir”.

Dejaste una nueva versión de “El Elefante” en la que se nota tu experiencia en música para cine, siento yo…

Sí, ¿verdad? Es un arreglo teatral, yo diría, dramático de la canción… Porque sí, como dices tú, tiene mucha manipulación de armonía, de melodía y de texturas musicales que van más allá de una canción de un grupo de rock. Que si le quitaras la letra, tendría eso, que podrías ponerlo en una película. La idea de invitar a este comediante y actor, Manuel Valdés, que es hermano de los difuntos, Ramón y Germán Valdés (“Don Ramón” y Tin Tan)… Afortunadamente sigue vivo y lúcido, y lo invité a recitar la canción, a dramatizarla. Bastaron unas pocas instrucciones de cómo quería yo que lo hiciera, para que le hombre, con su genialidad, hiciera una dramatización que a mí me parece que es una joya. Lo digo con mucho orgullo. Yo me considero un buen arreglista… Lo que te comentaba la principio, ¿no? Que a veces la gente no distingue cuál es la diferencia entre composición y arreglo… Bueno, la verdad es que las canciones de Saúl Hernández no serían lo que fueron sin los arreglos de Caifanes. Y me refiero a Diego Herrera, Sabo Romo, Alfonso y yo. Porque, últimamente, y lo puedo decir con toda honestidad: el único ahí que no sabe de arreglos es él. La vida y la magia que se le daba a sus canciones era por los arreglos. Canciones como “Afuera” no hubieran tenido mínimamente el impacto social, mediático y comercial, sin esos arreglos.

Y hay más detalles: me pongo a pensar en los armónicos de “Ayer me dijo un ave”…

Bueno, “Ayer me dijo un ave”…. Y eso es bueno que lo menciones… Deja tú lo de los armónicos, “Ayer me dijo un ave”, cuando él me la mostró, era una canción que él me la mostró con un acompañamiento de guitarra del estilo de “Julia” (de John Lennon). ¿Ok? Así… De ahí, al arreglo que yo le hice, con síncopas… Porque si tú le pegas el oído, todo el arreglo viene sincopado. [pa pa pa pa pa pá] Esos son síncopas, eso no pretende ser a la idea de él. Pero a parte de eso, las extensiones armónicas… Los acordes de él eran primarios. Es decir: do sostenido menor, mi mayor… Yo les agregué sextas, novenas… La introducción de la canción: [tan ta pam ta ti pam] … ahí viene primero una novena y luego una sexta mayor, que es una expansión armónica que te da una sensación completamente diferente. Y eso se llama: arreglo.

Cuando tú le presentas al público, por primera vez  una canción arreglada de cierta manera, eso es lo que se queda en el imaginario colectivo. Si tú le quitas eso, ya no es la canción… Si tu tocas “Afuera” y no empieza: [tin ta ti ta tantan] .. es como… ¡Ya no es la canción! Se hace un matrimonio entre el arreglo y la composición. Y lo digo con mucho orgullo. Yo he hecho arreglos que me parecen muy atrevidos y muy acertados… De canciones, del colectivo, del cancionero mexicano, como “No volveré“, como “Canción mixteca“, el bolero “Nocturnal“, que cantaba Pedro Infante y que yo lo escuché con Daniel Santos (creo que era puertorriqueño)… Y “Gracias a la vida“, de Violeta Parra… Canciones que son monumentos del cancionero. y yo les hice arreglos…

En tu primer disco…

En el disco “Nocturnal”… Para el que sabe de música, ¿no? Pues dice: ¡Ahh este hombre! ¿Qué está haciendo? Porque hay modulaciones, hay sustituciones armónicas… En el caso de “No volveré” me tomé el atrevimiento que nunca nadie jamás había hecho con esa canción, que tiene, no sé si 60 años de compuesta, de cambiarla de modo mayor a modo menor. A nadie se le había ocurrido, más que a mí. A nadie se le había ocurrido que “Gracias a la vida”, siendo una canción tan dramática (que la compositora después se suicidó) y la compuso de una manera triste y en tono menor… Yo la respeté lo más posible, pero al final dejé que se asome el La Mayor, finalmente, porque estás agradeciendo a la vida y no te vas a ir a suicidar, ¿no? Pero son cuestiones teatrales que probablemente tengan que ver con mis conocimientos de armonía, con mis estudios, que abarcan desde la música clásica, el blues, el jazz, el rock, la música latinoamericana… Y mis estudios de teatro. Yo estudié a los veinte años el método Stanislavski… Y eso me permitió en algún momento poder soltar desde las vísceras un solo como el de “El año del dragón”, que cuando me preguntan: “¿qué efecto usaste para tocarlo?”… Dije: ¿el efecto? ¡Mis tripas! Claro, porque tú no podrías tocar ese solo si no sintieras lo que yo sentí cuando lo toqué. el efecto puede ser tal distorsionador. Eso es lo de menos… ¡Ese solo es un personaje! Es un dragón hecho sonido.

Alejandro Marcovich (izquierda) y Saúl Hernández (derecha) en el regreso de Caifanes, el 9 de abril de 2011. Foto de José Jorge Carreón/Cortesía de OCESA.

Alejandro Marcovich (izquierda) y Saúl Hernández (derecha) en el regreso de Caifanes, el 9 de abril de 2011. Foto de José Jorge Carreón/Cortesía de OCESA.

Voy a cambiar un poquito el tema… Me gustaría hablar sobre estos tiempos y la tecnología… La tecnología ayuda a la exposición de muchas cosas, entre ellas la música, ¿verdad? Ha ayudado también a la agonía actual en la industria del disco…

Sí, claro…

El acceso a las redes sociales permite que podás aclarar también malos entendidos (o desmentir falsa información) sin la necesidad de que vengamos los periodistas a preguntártelo. Pero a la vez te expone al juicio popular y en muchos casos a la incomprensión…

Sí… Lo estás diciendo con los sustantivos y adjetivos… Con todas las palabras que es…

¿Cómo analizás el manejo de esta espada de doble filo?

Pues yo soy una especie de Cyrano de Bergerac, ¿no? Me gusta batirme a duelo con las palabras. No le tengo miedo, ¿no?  No soy ningún tonto, sé usar las palabras, sé usar la ironía, el sarcasmo, la dulzura y todo lo que haga falta para comunicarme con la gente. Sé batirme a duelo con los que me agreden. Y sí… Es un tú por tú que no muchos artistas hacen. La mayoría tiene su community manager… O su “manejador de comunidades”, para aquellos que protestan de porqué usamos palabras en inglés, ¿no? La gente al principio decía: “No, ni ha de ser él”. Al final se convencieron de que soy yo. Me toma algo de tiempo, pero es un ejercicio intelectual que me da resultados, finalmente. Yo también soy educador. Llevo 15 años en la educación musical y la educación musical no es solamente enseñarle a alguien Do-Re-Mi, sino torcerle un poco la mente, ¿no? Entonces, finalmente yo creo sacar beneficio de este enfrentamiento tan directo. Y también el poder decir, como bien lo dijiste tú: si tengo algo que decir, lo digo yo, de mi propia pluma, en castellano, para que me entiendan… y trato de que me entiendan, escribirlo de la manera más correcta, con buena ortografía, gramática y sintaxis. Y aún así la incomprensión trasciende, porque la incomprensión va desde las cosas que yo mismo te estoy diciendo acerca de quién hizo qué en Caifanes, cuáles son las virtudes de cada quién… O (la incomprensión) del que me agrede y me descalifica diciendo: “Bueno sí, está muy bien lo que haces, pero a ver… tú no le llegas a los talones a Joe Satriani”. Y yo le contesto: “A ver, ¿quieres que te conteste? Yo te apuesto a que si Joe Satriani viene, lo invito a esta casa, y le pongo mi disco… ¡Se va a sorprender! Y muy probablemente me haga un comentario positivo. ¿Porqué asumes y porqué me descalificas ante un músico que es muy buen músico, no solamente buen guitarrista, es muy buen músico?”.  Cuando probablemente él pudiera admirar mi trabajo. Y no solo eso. Lo más probable es que si yo le digo: “A ver: toca mis frases de ‘Aquí no es así’, ¿no? O toca ‘El bolero 335’…”. Es muy probable que no pueda, porque son síncopas y son cosas que no pertenecen a su lenguaje. Él no nació en esta tierra… Y si le sale –eventualmente le va a salir, porque es gran guitarrista–, no va a tener el sabor. ¿no? Entonces porque me descalifican así. Es algo que es incomprensible, después de tanto trabajo que he hecho en México, de tanto amor por la música mexicana…

¿Te afecta esa incomprensión?

Me afecta… ¡No me afecta en mi trabajo! Porque yo hace unos días grabé con La Banda Mach y La Banda Maguey… En México se llama “banda”, genéricamente, hay unas bandas de Sinaloa que hablan de narcotráfico y esas cosas; pero hay unas bandas que viven en Jalisco, cerca de Guadalajara, que tocan también con metales, pero no usan la tuba, usan bajo eléctrico… y hablan de otras cosas, y manejan un sentido del humor picarón. Y dicen: “¿A cuánto ‘las nachas’..?”, y no son las nalgas… Son las burras que se llaman “Ignacias”, ¿no? o sea, manejan un sentido del humor así, y se divierten, y a la gente le gusta, ¿no? Me invitaron a tocar la guitarra y yo lo estoy posteando… Y (los comentarios) van desde los que dicen “chingón” hasta los que dicen “guácala”. O los que dicen “JAJAJAJAJA”… ¡Y se están burlando! De las bandas y de mí… ¿Ok?

Pero el 12 y el 13 de Septiembre voy a tocar aquí, al sur de la ciudad, en el complejo Cultural Ollín Yoliztli y en la Sala Silvestre Revueltas, una obra de música contemporánea inédita, que se va a estrenar, para guitarra eléctrica y orquesta. Esta obra está compuesta por un compositor mexicano, muy joven, que se llama Antonio Juan Marcos… Antonio era fan de Caifanes en su adolescencia, pero muy particularmente era fan de Alejandro Marcovich, porque él también toca la guitarra. Y en algún momento, hace poco, se le ocurrió escribir este concierto pensando en mí, para que lo toque yo. ¡Imagínate el orgullo que es para mí! Y además lo va a dirigir José Areán… Que José Areán era el bajista de mi grupo, Leviatán… Cuando él tenía 16 años y yo tenía 21, hicimos este grupo, Leviatán. Y luego él se fue a Austria a estudiar dirección de orquesta y ahora va a dirigir este concierto. Imagínate cómo dan vuelta las cosas. Pero entonces yo puedo tocar con unas bandas regionales y también puedo tocar música contemporánea. Y si tuvieras la partitura… dirías: “¡Ahh! Alejandro Marcovich sabe leer partituras y sabe tocar música compleja, contemporánea”… Y sé hacer muchas cosas que la gente ni siquiera entiende, cosas que están en los discos de Caifanes. Yo te apuesto que ninguno de los fans entiende qué es lo que dice armónicamente un “Ayer me dijo un ave”. ¿De dónde salen las cosas que yo toco, ¿no? ¿Qué es lo que estudié? Solamente ven la punta del iceberg, que es un éxito comercial, pero no tienen una noción de todo el trabajo que hay detrás, y el artista que está detrás de eso… Ideológicamente… ¿Cuál es el camino? Entonces esa incomprensión… pues estamos hablando de fanáticos, ¿no? Y en muchos casos, un fanatismo un poco fundamentalista, que no ve más allá de su nariz. Si yo tuviera que irme de este mundo pensando: “fui un incomprendido”, yo podría decir que es muy agradable que, en otro nivel, pueda yo ir por la república mexicana y que, en un avión o en una gasolinera perdida en la carretera, o donde sea que me pare yo, va a haber alguien que me reconozca… Con pelo largo o con pelo corto, bien vestido o mal vestido… Y me diga: “¿Tú eres Marcovich?”, y me pidan una foto, y se acerquen a mi temblando de emoción, porque les represento algo importante en su vida. Entonces eso no tiene precio…

La incomprensión de ciertas cosas que tienen que ver con la música es la que más me puede llegar a doler en un momento dado, ¿no? Que no se sepa valorar o entender con exactitud qué fue lo que hice, porqué lo hice o con qué elementos… Porque en los grupos se asumen muchas cosas… Un fan me pregunto hace una semana o dos: “Oye, ¿Y Saúl Hernández llegaba con maquetas”… Y dices: ¿con qué elementos a los ensayos… a decirles lo que tenían que tocar? Y a mi me dio risa…

Casi que con partituras, para que todos leyeran lo que tenían que tocar…

No solo no lo hacía, sino que no tiene el talento para hacerlo, sin demeritarlo como compositor. O sea, las cosas claras, ¿no? Cada una de las notas que yo toqué en ese grupo fueron obra mía…

Pero estas cosas casi no se dicen, por eso es que la gente, en el vox populi, no las conoce…

Claro, pero ¿este es un problema de todos los grupos de rock? Porque…

Es una situación de ser políticamente correcto, ¿no? La gente lo entiende así…

O sea… ¿los grupos no están diciendo ..?

No están hablando.

… quién hizo qué…

Ajá.

¿Y eso es ser política mente correcto?

Pues mucha gente lo entiende así, ¿no creés?

Jaja… No sé… ¿Es un misterio, no? Es un misterio…

No, pero a mí me parece muy bien… Porque al final, el no aclarar lo asuntos…

¡Pues trabajo es trabajo! ¿no? Creatividad es creatividad…

Y el no aclarar los asuntos hace que se esparzan rumores…

No sé…

Y esos rumores pueden entrar dentro de la incomprensión de la que estábamos hablando.

Si, yo creo que la incomprensión que más me… Pues creo que hay dos cosas que más me molestan: Uno… es el mito que se ha hecho acerca de la clase de persona que soy… En el sentido de si me robé el nombre del grupo;

(y que son preguntas que también tengo preparadas…)

Que si me salí del grupo porque soy así o soy asá; si me echaron o si me salí…; que si no quiero volver porque soy una diva… Claro… ¡No tienen idea de qué fue lo que realmente pasó…! Y no te lo voy a decir en esta entrevista…

Por eso decía que es bueno aclarar las cosas…

Ajá, pero ese es un nivel de incomprensión, porque la gente asume, porque inventa, porque hay chismes… Y por otro lado, la incomprensión en el sentido de… “Ahh… OK, esta canción se llama así y tiene un autor, pero hay un arreglista, que son campos diferentes… Y que, probablemente, la gente que consume música popular… es cosa que le vale madres, ¿no? Sí… así, dicho en mexicano, ¿no? En castellano-mexicano…

Sí, porque no profundizan…

Porque conocen las canciones como un todo, como te digo… Si tú le das al público un producto como “Afuera”, que empieza [tin ta ta tan tin ta] y a la mitad tiene un segmento de 45 segundos que hace [tara tar tira tara] … No puedes poner: “Afuera”… Del minuto tal a tal, esa parte no fue compuesta por Saúl Hernández, sino por Alejandro Marcovich… La idea rítmica, global  de la canción es de Alejandro Marcovich… Y en tal canción, las líneas de bajo son de Sabo Romo, pero… ¡Tendrías que hacer un desglose para que la gente entienda que los grupos son grupos, pero que hay creatividad que se tiene que reconocer!

Mucha gente cree que vos patentaste tus riffs, tus arreglos, y que eso hace que los guitarristas que han tocado las canciones de Caifanes, acompañando a Saúl Hernández (como lo hizo El Vampiro con Jaguares y ahora el guitarrista actual), las tocan de otra manera… La gente piensa que es porque las registraste… ¿Es así?

Ehh… Hay dos explicaciones. La primera. puede ser que no las toquen por instrucciones del dueño de la marca Caifanes, que es Saúl Hernández. ¿Ok? Que si hay cosas que se tienen que saber públicamente, una es esa… Desde que existía Jaguares, yo sé que a los guitarristas, él (les) tenía instrucciones de que no tocaran mis frases de guitarra… Puede ser por despecho, por no tener problemas legales… Entonces, sí… La realidad es que los arreglos de guitarra son míos…

¿Y están registrados?

Sí… Y no tengo porqué tener ningún empacho en decirlo. Es mi obra. Entonces, es tan fácil como que… Si él me echara una llamada y me dijera: “Oye, es que yo quiero tocar la canción como es, porque a la gente le gustaría escucharlo”… Yo no he recibido ninguna llamada, ningún mail, pidiéndomelo. Porque una cosa es que esa obra sea mía y otra cosa es que yo no quiero que sea usada. Entonces, si la gente pensara: “Ahh… como es tuyo, entonces ahora la culpa de que Caifanes no suene como sonaba es de Alejandro Marcovich… No, la culpa es de que él no quiere pedírmelo…

Entonces, ¿estarías abierto a que (las canciones) se volvieran a tocar como realmente son?

Bueno, si tú escuchas a Roger Waters tocando “The Wall”, porque yo fui a verlo, al Foro Sol, él tiene un guitarrista que toca nota por nota los solos de (David) Gilmoure. Entonces, algún arreglo habrá hecho con Gilmour, porque eso es obra de Gilmour… ¿no? O sea, la gente piensa que el mundo del rock no es un negocio… ¡Y sí lo es! Y sí hay autoría, y sí hay derechos, y sí hay acciones de los grupos, ¿no? Nada más que tristemente Caifanes empezó como una sociedad… Y hoy es… Solamente propiedad de un dueño…

Al día de hoy, el Caifanes actual no podría tocar una canción como “Estás dormida” si no llega a un arreglo con vos…

Vuelvo a lo mismo: no la tocan porque es mía. A ver… ¿quieres que hable claro? ¡Saúl no quería grabar “Estás dormida” en “El Silencio”! Todo el grupo votó por que sí se quedara en el disco, menos él… ¿Ok? Entonces, ¿tú crees que la va a querer cantar, si ya no estoy yo en la banda? Por supuesto que no. ¿Porqué no tocan otras canciones como “Hasta morir” o “Aquí no es así”? Porque yo soy co-autor. Si las tocan, a mi me va a tocar algún dinero por la ejecución pública.

El público de Caifanes no tiene ni idea de estas cosas. Las canciones, cuando se tocan en un escenario, la sociedad de autores va, toma nota de las canciones y cobra un 6%-7% de la taquilla y ese dinero es para los autores. ¿Entonces cuál es su motivación para no tocarlas? ¿Que no me toque nada a mí? ¿Que no haya ninguna presencia del alma de Alejandro Marcovich en los conciertos de Caifanes? ¡Pregúntale! Porque yo no soy el culpable de que esas cosas sucedan… Cuando los fans preguntan: ¿porqué no están tocando “Estás dormida”? ¿Porqué no tocan esta..? Porque Alejandro no les da permiso… Pues para que no les dé permiso, primero tendrían que preguntármelo y pedírmelo. Una cosa lleva a la otra… Si me llaman o me mandan un correo y me dicen: “Nos gustaría tocar esta canción, ¿qué opinas?”. Pues ya habría una evidencia de que yo dije que sí o que no.

¿Y qué creés? ¿Eso es muy posible que ocurra?

¿Que me llamen? ¡Ya llevamos un año y medio separados y no me han llamado!

Alejandro Marcovich (izquierda) y Sabo Romo (derecha) en el regreso de Caifanes en 2011. Foto de José Jorge Carreón/Cortesía de OCESA.

Alejandro Marcovich (izquierda) y Sabo Romo (derecha) en el regreso de Caifanes en 2011. Foto de José Jorge Carreón/Cortesía de OCESA.

La semana pasada entrevisté a Diego Herrera y hablamos mucho tiempo acerca de la historia de Caifanes. Le pregunté porqué abandonó la banda en 1993 (junto a Sabo) y me dijo que “tomó la decisión con las vísceras, básicamente.  Que en ese momento ya no estaba a gusto con lo que estaba pasando”. Yo me pregunto: ¿qué estaba pasando en Caifanes en esa época que hizo que se fuera fraccionando hasta el punto en que un par de años después se terminó por fraccionar completamente? ¿Cuál era el problema?

Bueno… Una vez más, ¿no..? ¿Acaso los grupos de rock es un “Club de Toby” o estamos jugando a la comidita, como los niños, a los cinco años? ¿Tú te vas de una empresa así? Porque Caifanes era un grupo, pero también era un negocio, ¿no?  ¿Tú te sales así? Tocas en el Palacio de los Deportes, cobrando un buen dinero ¿y después te vas? ¿Sin pedir nada? ¿Nomás por las vísceras? Yo lo que supe, de boca de Diego, es que su mujer le reclamaba mucho tanta ausencia y tantos viajes y que entonces él prefirió tener una vida tranquila… Y bueno, pues así lo hizo, ¿no? Se metió a trabajar a (la disquera) BMG. T tuvo hijos y, pues, su vida se convirtió en una vida tranquila, porque así lo quiso, ¿no? Nadie le pidió que se fuera. Sabo Romo declaró en una revista de muy alta circulación (en ese mismo año) que se salía de Caifanes para tocar mejor música, con Aleks Syntek. ¡Eso fue lo que dijo! No se lo pregunté yo… ¿Qué diga hoy? No sé que esté diciendo, pero yo lo leí en una revista, ¿ok? Faltaría ir a buscar la revista y escanear el fragmento donde lo dice…

Eso es muy importante, lo que acabas de decir… Acerca de lo se decía entonces y lo que se dice ahora. Al final de aquella etapa, en el 95, hubo una entrevista que muchos recuerdan, que fue con MTV, en Colombia…

Sí, en Bogotá…

Les preguntaron qué tenían en común vos y Saúl Hernández. Y respondiste célebremente que “el esqueleto y la cantidad de cromosomas”. Pasó mucho tiempo y luego vino un reencuentro (que es el que vimos años atrás)… Hace poco más de un año (llegó) una nueva ruptura… Ahora, ¿seguís pensando que solamente el esqueleto y los cromosomas es lo único que tienen en común?

¡Eso es un chiste!

Yo sé, pero es una frase célebre…

¡Yo soy un bromista! A mí me vale madres… La gente sigue repitiendo esas cosas, pero… Estábamos cansados. La verdad yo estaba muy cansado de esa gira. Ese concierto fue muy fuerte. Incluso, justo antes de salir, cuando estábamos subiendo por las escaleritas que te llevan al escenario, Saúl me pegó un pellizcón en la nalga, que era una broma que nos hacíamos desde la época de Las Insólitas, ¿no? O sea… ¡Nahh! Es decir, sí y no. Lo que pasa es que había intereses económicos detrás, muy fuertes. Entonces, la intención de que Caifanes fuer aun negocio solamente de él pues ya existía… Y mira, lo logró… ¿no? ¡Aplaudo! Jaja…

Entonces yo estaba muy tensionado, porque yo llevaba muchos meses batallando para lograr y formalizar que Caifanes fuera un negocio formal, compartido entre los tres. ¡Y no lo logré! Lo que logré fue que me echaran a patadas públicamente, de la manera más perra y vil que se le puede hacer a un artista… Eso, con el apoyo de todo el medio discográfico, mediático y demás. Donde yo no pude realmente hacer nada al respecto, porque no tuve ni el capital ni el poder, como para abusar de esa manera. Un abuso total de poder hacia mi persona. Entonces… Que tiene que ver con lo decíamos antes de los mitos y todo esto…

Sí, yo le dije “los cromosomas”… O sea, la cantidad de cromosomas… El esqueleto no, porque… pues, el esqueleto de él y el mío son diferentes. Pero la cantidad de cromosomas, afortunadamente, pues son 46, ¿no? Fue un chascarrillo, como decimos en México… Porque lo miré con una mirada socarrona, ¿no? Y entonces él dijo: “¿Qué ves cuando me ves?”… Que es una canción que nos gustaba de Divididos. Y así se quedó para la eternidad, ¿verdad? Esa confrontación… ¿no? Pero el problema más serio, en ese momento, entre Saúl y yo, fue un problema de…

¿De negocios?

Ehh… En ese momento no sé si era tanto… Mmm… Sí creo que venían mezclados los negocios, pero también con un problema de pertenencia en cuanto identidad musical. Mi trabajo fue demasiado contundente en “El nervio del volcán”. Entonces su… Yo no creo que sus canciones o su voz hubieran quedado relegadas, ¿no? No lo veo de es amanera, pero creo que él lo sintió así… ¿Verdad? Entonces… Él dice –y lo sostiene– que ese el disco del cual él se siente más se siente alejado y que no le gusta. ¡Es el disco que más éxito tuvo! Y yo tuve mucho que ver en eso. Entonces, probablemente, las riendas de Caifanes se le estaba yendo en la cuestión creativa… Porque Diego tenía un papel importante, ¿no? En trabajar esto de las armonías, las texturas en el concepto de Caifanes, con los teclados… Cuando se salieron Sabo y Diego, yo dije: “¡Perfecto! ¡Ahora voy yo!”. Y lo digo así… Pero no es una cosa que fue hecha así, en las tinieblas, ¿no? Yo se lo dije a Saúl, en correcto castellano: ¡Quiero trabajar mi trabajo de guitarrista en este disco! Porque tengo mucho para decir y en el disco anterior (“El Silencio”) estuvo muy frenado… por Adrian Belew, por todo el discurso bajístico de Sabo… Así era Caifanes, pero (dije) “ahora que no están quiero… abrir mis alas en su totalidad”. Y me dijo que sí… Yo creo que después se arrepintió…

Entonces, ¿qué te puedo decir? Se me dijo: “¿Qué clase de convenios estaba yo haciendo con la prensa para que hablaran tan bien de mí?”… Imagínate… Yo dije: “pues yo creo que los periodistas están hablando de mí porque hice un gran trabajo”. Entonces, “El nervio del volcán” dejó un muy mal sabor de boca y de ahí se vino todo un desastre, ¿no? En este momento, el que yo no esté en la banda tiene totalmente otra característica…

Volviendo a la entrevista que le hice a Diego, le dije que quisiera aclarar un rumor que por mucho tiempo se esparció y es el que dice que los derechos del nombre de Caifanes los tenía Alejandro Marcovich y que por eso, cuando llegaron los problemas entre 1993 y 1995, la opción fue crear otro proyecto nuevo (Jaguares), en lugar de que simplemente saliera del grupo Marcovich (una situación que sí ocurrió el año pasado). Quisiera saber, ¿qué fue lo diferente esta vez?

Ahh… ¿Y qué respondió Diego Herrera?

Diego me respondió que él no estuvo en esa etapa y por ello se reservaba hablar sobre el tema. Pero sí me dijo que, hubo problemas con el nombre y por eso hubo que cambiar…

Bueno, los problemas con el nombre fueron… Sí, hubo problemas legales… No porque yo fuera el dueño o porque me los quisiera quedar. Fueron porque la disquera se los quiso quedar… ¡Y se los quedó! Y después hicieron algún trato con Saúl y por eso ahora es dueño del nombre. 

¿Pero no tuviste nada que ver?

¡Yo sí tuve que ver! ¡Claro! Yo defendí mis derechos lo más que pude… Hasta que perdí… mis derechos, mi tercera parte de los derechos.

¿BMG fue entonces?

Ajá… Entonces… Sí, efectivamente, Diego no estaba ahí. Y pues, no es que se reserve el derecho, sino que… pues… no tiene nada que decir. Aunque estaba en BMG y sabía muy bien lo que estaba pasando, pero, pues, yo creo que no quiere hablar del asunto. Te digo, a mi me sorprende esta decisión –como dices tú– visceral ¿no?, de Sabo y Diego, de salirse de esa manera, sin pensar que estaban dejando atrás un negocio. Cuando tú te sales de un negocio, porque te quieres salir… lo mínimo que haces es venderle tus acciones a tus socios o a algún externo… Si tú no me quieres comprar mis acciones, pues se las vendo a alguien más, pero no tes sales así de un negocio… ¡En el rock parece que estuviéramos jugando a la comidita! ¿Tú crees que Rollings Stones, Aerosmith y todas esas bandas no están formalmente diseñadas como negocio? ¿No crees que sean un Aerosmith incorporated o como se llame en inglés? Por supuesto que sí… ¿Tú crees que a alguno de los integrantes lo van a echar como em echaron a mí? ¿Tú crees que alguno de los integrantes se va a salir, nomás, como se salió Sabo? No… No funciona así. Por eso Charlie Watts sigue tocando la batería en los Rolling Stones, aunque sea un baterista… No vamos a decir “mediocre”, pero podrías contratar a cualquier baterista del planeta y pagarle mil dólares por show… y no 500 mil o un millón de dólares (lo que sea que cobre el señor). ¿Por qué? ¿Porque es compa? ¿Porque llevan no sé cuántos años juntos? No… Porque es accionista. Y si no quieren que esté ahí, va a estar ahí… ¿no? Si te llamas Keith Richards o Mick Jagger y volteas a ver a ese viejito y dices: “¿Qué hace ese viejito ahí tocando la batería? Conozco a un chamaco de 20 años que toca mejor”… ¡El que va a estar en la batería se llama Charlie Watts, porque es accionista de la banda… Entonces ahora tú saca tus conclusiones… ¿Ok?

Última pregunta: ¿es cierto que vas a dar un concierto y a promocionar “Alebrije” en Honduras?

Sí…  Bueno, no voy a dar un concierto. Me invitó a tocar la guitarra Guillermo Anderson. Me invitaron por Facebook, escuché su música y me pareció muy interesante, con mucho trabajo guitarrístico, pues muy característico, ¿no? De la música que se hace en Honduras y en las islas y todo esto… Y es un reto muy interesante para mí, una oportunidad de convivir con músicos diferentes, de aprender… Entonces sí, es correcto, voy a fines de Septiembre a Honduras… Así como me encantaría ir a El Salvador y a Guatemala y todas partes, porque somos hermanos todos….

La gente sigue pensando que voy a estar en El Salvador con Caifanes…

Yo veo que lo estás desmintiendo a cada rato en twitter

Bueno, pues es un efecto retardado. Yo creo que ellos no están abusando de mi imagen, de ninguna manera. Yo veo que en la publicidad sale la foto de ellos cuatro, así que no sé porqué la gente sigue confundida, pero bueno… Es así…

Y si tú me preguntas cómo me siento –no me lo estás preguntando, pero yo lo estoy añadiendo a tu entrevista–, la posibilidad de hacer todas estas cosas es un gran regalo para mí, como artista, ¿no? Que me inviten estas bandas de Jalisco, o tocar esta obra dedicada a mí, o compuesta para mí… en una sala de conciertos con una orquesta sinfónica. O sea, la gente que neciamente dice: “Deberías volver a Caifanes”… Usando el verbo “deber”… Yo les contesto: “¿Debería? Pregúntame si querría o si lo necesitaría”… No, ni quiero ni necesito. Porque tengo más que aprender de Guillermo Anderson, de la obra que compuso Antonio Juan Marcos… de los músicos de las bandas de Jalisco, tengo mucho que aprender… Y yo soy un aprendiz constante, soy un investigador nato, que es lo que me dejó el método científico en la facultad de ciencias de la UNAM.

No soy un músico cualquiera, soy un músico muy peculiar dentro del rock mexicano. Soy muy letrado, tengo mucho conocimiento de música… Y aún así, me puedo dar el gusto de tocar con músicos que mucha gente habla despectivamente, por ser de ranchos, por ser ignorantes (en algunos sentidos), per que tocan la música con mucho más sentimiento que muchas bandas de rock y con una inteligencia emocional muy diferente. Y además, el saxofonista de esa banda es tan bueno que ya lo quisieran muchos grupos. Cuando escuché la grabación y le pregunté al productor: “Oye, ¿quién está tocando?”… Y dijo, “no pues un chavo que se llama así”. Y dices… ¡Un monstruo! Y está tocando en esta banda… ¡Claro! En México hay instrumentistas maravillosos… Igual que en El Salvador, que en Honduras… En Venezuela está Cheo Hurtado, tocando el cuatro venezolano… En cualquier país de Latinoamérica te vas a encontrar músicos “populares” –como le quieras llamar– tocando una música que los músicos de rock ni conocen, ni aprecian, ni entienden. Pero yo sí, yo sí he pelado las orejas y me siento más influenciado, como aprendiz de toda esa música. Y por supuesto de la música que hace Antonio, que viene de otro universo, que también entiendo, porque yo también he consumido la música del Siglo XX, y también conozco de Schönberg, Alban Berg, Bela Bartok, Debussy, Ravel… Aparte de Mozart, Beethoven…

O sea, no soy cualquier “roquerito”… ¿Me entiendes? Así como el guitarrista de Radiohead no es cualquier guitarrista. Es un músico estudiado… Que son cosas que también la gente no conoce, no entiende. ¡Pero bueno! Antonio Juan Marcos compuso “Nocturno eléctrico” para mi… Y lo voy a tocar 12 y 13 de Septiembre. Y espero ir a El Salvador pronto con mi disco y continuar mi vida, lo que me queda, hasta el último aliento, haciendo exactamente lo que me gusta… ¡Y eso no se llama Caifanes del año 2015!

EN ESTE ENLACE PUEDES VER EL ESPECIAL DE CAIFANES QUE POCO A POCO IREMOS CREANDO EN FACTUM