“Es que todos roban, pero unos más que otros”

Yo he escuchado esta frase siempre desde que empecé a tener recuerdos. Nunca me gustó. Me enseñaron que robar es malo. Que se castiga. Nunca terminé de aceptar que se tome como parte de la  “cultura” del país. Lo malo es que hasta hace poco no hacía nada al respecto.

Antes del 2011 veía una noticia, en el periódico o televisión, acerca de algún funcionario corrupto y profería mentalmente “¡maldito ladrón!”, y seguía mi rutina. La corrupción de mi entorno en verdad se convertía en algo natural. Tan aceptada que pasaba casi inadvertida.

Una vez, en 2007, fui a dejar mi currículum a la Corte de Cuentas (solicitaban licenciados en Contaduría Pública para el puesto de auditores), pasé la recepción y llegué donde una señora que al ver mi hoja de vida y pasar de largo mis títulos, experiencia, estudios en el extranjero y habilidades, simplemente me dijo: “si no trae recomendación de alguien del PCN no le van a hacer caso, consiga una”. Y hasta ahí llegó mi intento de trabajar en ese lugar porque yo no conocía (y me enorgullezco de eso) a ninguno del PCN, ni de ningún otro partido.

Un año después me encontré una amiga de la que hacía tiempo no sabía. Me contó que  tenía 6 años de estar aplicando a una plaza de maestra con ley de salarios en el MINED, y que por fin la habían llamado para una en un municipio del oriente del país, pero a cambio tenía que entregarle al jefe de la departamental 8 meses su sueldo íntegro.  Otro “¡maldito ladrón!”, pero hasta ahí. Al llegar a mi casa, eran otras noticias, otros problemas, otros personajes y lo de mi amiga quedó en el olvido. Ella aceptó porque no tenía alternativa para tener trabajo y 8 meses pasan volando. Encontré casos parecidos cuando entrevisté a dos maestras jubiladas: una recordó que en 1969 tuvo que pagar 200 colones (un mes de salario)  a una oficial en el Ministerio de Educación solo por introducir su solicitud entre las que revisaría quien asignaba las plazas. “Era algo común”, me dijo. La oficial en mención ahora es una “respetable accionista” de una universidad en San Salvador.

O como cuando en 2011 un arquitecto (pariente de un amigo) entregó copia de su DUI y NIT para adquirir un servicio (como hemos hecho todos, porque para todo piden copia de DUI y NIT, y si uno no tiene tiempo de sacar copias le toman foto) y con sus documentos unos criminales crearon una empresa a su nombre para lavar dinero. La policía los rastreó, la fiscalía los acusó, pero como solo el arquitecto aparecía como propietario de la empresa, lo metieron preso y a pesar de que estaba comprobada su inocencia, el abogado simplemente le dijo que consiguiera $10,000 para el juez y sacarlo libre. Así de simple.

Y hace 6 meses un excompañero de universidad que ahora trabaja en la CSJ me confesó que debió dar 3 meses de su sueldo al juez que lo contrató porque, según me dijo, ahí se trabaja 3 meses sin pago, hasta el 4º mes dan “de un solo” los 3 meses pendientes. Y el mismo me contó como los fiscales llevan investigaciones de corrupción a sus mismos colegas y cuando ya tienen las pruebas de que alguno es corrupto, lo visitan para pedirle  $10,000 para no sacar nada a la luz y seguir la vida en paz.

No sé si estos ejemplos le sorprendan o se han quedado cortos para los que usted conoce o haya vivido de alguna forma.

Hasta que me involucré en redes sociales, y por esa rica interacción con gente que sabe, he aprendido lo básico acerca de temas políticos, públicos, partidarios, electorales y otros. Por ejemplo, las funciones de la Asamblea Legislativa, cantidad y distribución de diputados en cada departamento, la forma en que se asignan con ese raro procedimiento de cociente y residuo. ¿Qué es y qué aprueba una “mayoría simple”?, y para qué se necesita una “calificada” o ¿qué pasa cuando la Sala de lo Constitucional emite una orden y no se cumple? ¿Quién lo declara en desobediencia y cuál es la consecuencia? En fin, hasta tuve que asegurarme con gente más enterada que los golpes de Estado los dan los militares y no los tuiteros, y que no existen los “golpes duro blanditos”. Que esas son barreras de miedo que usa el oficialismo para defenderse de las críticas. Aprendí qué día de la semana sesionan los diputados y por qué son tan peligrosos y malintencionados los “madrugones”. Aprendí muchas cosas que la mayoría de los ciudadanos desconocen. También aprendí a identificar mejor y hacer algo contra la corrupción.

Aprendí a no quedarme simplemente profiriendo mental o verbalmente un “maldito ladrón”; ahora opino, denuncio, escribo, me manifiesto, me informo y explico a otros, con mi particular manera, por qué no debemos aceptar jamás la corrupción.

La primera marcha a favor de una CICISV, contra la corrupción y su prescripción,  que se desarrolló el 5 de septiembre de este año (a la que asistí), hizo mucho ruido, tanto así, que fue atacada de todas las formas posibles por el gobierno, su partido y todos sus satélites. Intentaron descalificarla y mancharla enviando a ella sediciosos de oficio. De los que cobran por evento. (Si se me presenta la oportunidad explicaré lo que pasó y no pasó en ella, y si era o no ciudadana) Cierto político reclamó en tuiter ¿por qué esa marcha no la desviábamos a casa de Paco Flores? Le respondí por el mismo medio que si desviábamos la marcha y visitábamos la casa de cada corrupto, íbamos a pasar marchando 40 días y 40 noches. Porque aquí esos abundan.

Estoy contra la corrupción de cualquier tipo y cometida por cualquier tipo, casos grandes o pequeños como mis ejemplos. De casos olvidados y contemporáneos; de los cheques Taiwán-Flores y del abono donado por Japón que desapareció; del Chaparral y de Finsepro; de la tregua y de la autopista Diego de Holguín. De los spas y mansiones (de clase media) y la venta de los bancos; de los Ferraris, aviones y otros autos de lujo presidenciales; así como de la corrupción del PDC en los 80´s. Ya me harté de escuchar “Todos roban, pero unos más que otros”. ¡Me harté de la corrupción! No sé si nos pasa a todos, espero que sí. Y espero que nos indigne toda la corrupción y la de cualquiera. No creo que sea correcto primero averiguar de qué partido es el corrupto para condenarlo o justificarlo. Al final no existen “corruptos de izquierda y corruptos de derecha”. Solo corruptos.

No debemos tapar o defender a  los que nos simpatizan y solo condenar a aquellos que nos caen mal. Así tampoco es la cosa. Así tampoco.

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