El teatro del absurdo electoral

Si vivimos con la impresión de que esta es una obra permanente del teatro del absurdo, las elecciones legislativas y municipales del pasado 1º de marzo han venido a confirmarlo. Más de dos semanas después de los comicios, seguimos a la espera del escrutinio final, dándole margen a la especulación y vuelo a todo tipo de conspiraciones. Las situaciones que ponen a prueba el adagio “mejor reír para no llorar” no faltan en nuestro paisito, y en estos días, han sobrado. Las principales pueden ser representadas por folclóricos personajes y experiencias mágico-realistas, entre las que destacan:

  1. Ensayo sobre la nueva lucidez de los partidos políticos (lo bueno)

Los partidos políticos nos han acostumbrado a caprichos electorales. Esta vez, nos dieron ejemplo de decencia al reconocer (casi siempre) con elegancia sus victorias y derrotas en los resultados de los concejos municipales, según el conteo de actas de cada partido. ¡Habrase visto!

En este sentido, la falta de gritos de ¡fraude! y los discursos conciliadores de la mayoría de candidatos reflejaron niveles de lucidez y humildad de parte de los institutos políticos al que no estamos acostumbrados. Esta actitud de respeto a la democracia refleja una verdadera renovación de liderazgos y de formas de hacer política que son definitivamente más significativas que el relevo generacional y que nos ha generado lamentables desilusiones.

Sin embargo, ante la falta de claridad o errores en las actas, conocimos casos de repartición de votos de forma autoritaria burlando completamente la voluntad de los ciudadanos que ejercieron el sufragio e ignorando la soberanía popular (¡inconstitucionalidad!). La madurez política era demasiado buena para ser cierta…

  1. El magistrado en su laberinto (lo malo)

Si hubo manifestaciones para pedir la renuncia del magistrado presidente del TSE específicamente, es porque él debe asumir la responsabilidad del fiasco pero, sobre todo, por su complejo de infalibilidad. ¿Entregaron los paquetes electorales con retraso? Son cosas que pasan. ¿No hubo proceso debido en contratación de empresas para transmisión y procesamiento de actas? ¡Pero ahorraron! ¿Hubo fallas en el sistema de transmisión? ¡Sabotaje! ¿Dos semanas sin resultados? Pero el TSE no ha hecho nada mal. ¿Su desempeño alcanzó el colmo de la ineficiencia y debería disponer de su cargo? “Tienen Olivo para rato” (nótense las ínfulas de grandeza reflejadas por el uso de tercera persona).

El acceso selectivo a medios a sus declaraciones, los enfrentamientos con sus colegas en público y su prepotencia generalizada y comentarios vulgares a la prensa fueron solamente la cereza sobre el pastel de la ineficiencia. Esta actitud nos acuerda extrañamente a otro presidente que tuvimos…

  1. El expresidente ya no tiene quien le escriba (lo feo)

Después de una salida del poder relativamente discreta y meses de silencio, el expresidente regresó hace un rato a compartir sus consideraciones sobre la coyuntura política desde su blog (Les guste o no les guste), su canal de YouTube (Mauricio Funes Sin Censura) y su cuenta de Twitter (@FunesCartagena). Esto podría ser positivo: un expresidente contribuye a construir, con base en su experiencia como jefe de Estado, una mejor realidad política en el país. Pero fiel a lo que nos acostumbró en su gestión: no ha sido así, y los niveles de odio de sus intervenciones virtuales en ningún caso pueden ser sanos. Y durante época electoral, hizo su agosto.

Aquel que se ganó su respeto como periodista, y luego ocupó el puesto de elección popular más importante del país, se ha convertido en un tuitero con reflejos de troll que acusa falsamente a sus exadversarios políticos. En alguien que, sin la más mínima prudencia, retoma argumentos partidarios para defender la indefendible actuación del TSE. En alguien que, en vez de contribuir a exigir respeto al Estado de derecho y eficiencia de las instituciones, provoca, ataca y señala a ciudadanos que lo reclaman, etiquetándolos por participar en una protesta (más que justificada).

Y así nos va…

Seguimos sin tener resultados finales y definitivos. Seguimos sin saber quiénes serán nuestros representantes en la Asamblea Legislativa, seguimos sin conocer quiénes elegirán a la próxima Corte Suprema de Justicia, al próximo Fiscal General… iPero no exijan resultados porque los convierte en caprichosos!

A aquellos que están angustiados porque no tendremos elecciones en años consecutivos: ¡no desesperen! Los sucesos que hemos visto durante la espera de resultados están casi compensando la campaña que no tendremos, y esta experiencia nos recordó que nuestra coyuntura política siempre será entretenida.

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