San Salvador: El orgullo es normal

La frase de arriba, la del título, adornaba decenas de camisetas blancas que el sábado fueron un punto más en la marcha del orgullo. Como las de muchos colectivos de las diferentes esquinas de El Salvador que se congregaron frente al parque Cuscatlán, pese a los 37 grados y a las decenas de cláxones  -lo normal cuando el tráfico se interrumpe-, para caminar orgullosos: un año más, la comunidad LGTBI salvadoreña plantó cara a la intolerancia, a la indiferencia, a la inercia de una sociedad que se resiste a reconocer lo que siempre ha estado ahí.

El Colectivo Normal, nuevo en esto de caminar congregados en la marcha LGTBI, destacó por sus camisas. Y sus mensajes.

El orgullo es normal.

Ser lesbiana es normal.

Ser gay es normal.

Ser aliado es normal.

El amor es normal.

Fue tanto, que una mujer transgénero se le acercó a una integrante del colectivo y le preguntó, como quien pregunta sabiendo que no será agradable: “Perdona, pero me suena un tanto ofensivo, ¿por qué ‘normal’?”

La otra, impasible, le contestó citando a la Real Academia de la Lengua, que saca de tantos apuros: “Normal. Dicho de una cosa: que se halla en su estado natural”.  Ambas convinieron que tenía razón.

Salieron del parque Cuscatlán, con cierto retraso, poco después de las tres de la tarde, con un sol que picaba en las nucas y derretía los maquillajes más fabulosos de las drag queen. Hubo bandas, de las que antes se conocieron como de guerra, cachiporristas transgénero, limusinas y consignas -maximizadas con altavoces- contra el machismo.

Recorrieron un carril -el que subía del centro de San Salvador- ante el seguimiento ocular de cientos automovilistas. Habrá que decir que más allá de los cláxones, y de alguna mirada atónita desde un pick up plagado de mujeres con mantitas blancas en la cabeza, la marcha se siguió sin mayor sobresalto para los espectadores.

Los colectivos aprovecharon cada estación, por aquello que la marcha, con su propio ritmo, parecía una procesión, para montar sus propios espectáculos -los cachiporros lo pasaron bomba-, y para lanzar sus consignas, en especial los colectivos feministas.

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Hubo quien caminó en silencio, bajo una sombrilla por el ingrato sol, y acompañado con una fotografía, una señal ineludible de que se recordaba a un muerto. Sí, porque la marcha del orgullo también sirvió como exigencia. Sirvió para pedir justicia para las decenas de homicidios que han tenido como víctimas a integrantes de la comunidad LGTBI: todos, hasta la fecha, en la impunidad.

Los grupos, que para este año probaron una organización colectiva para la marcha, llegaron a las 5:00 de la tarde a la plaza Salvador del Mundo. Ahí se acumularon y descansaron cientos de personas. En 2013 calcularon que hubo más de 5,000; el año pasado, arriba de 6,000; este año los colectivos organizadores no tenían el dato pero esperaban que, aupados por las olas de optimismo que venían del norte, la cifra fuera mayor.

Con el sol despidiéndose, los colectivos montaron sus números: discursos reivindicativos, que demandaban aplacar la impunidad; bailes de Xuc, en particular “El Carnaval en San Miguel”; proyecciones de videos; música. Y alegría.

En la plaza también había familias enteras, vendedores, jóvenes que se desmadraban en sus patinetas y bmx, malabaristas, alguno que se tomaba una selfie. Un periodista, poco antes de irse, giró hacia la plaza y dijo: “Ve, esto hasta parece un país normal”. San Salvador anochecía.

 

Epílogo

Álex, un hombre transgénero que trabaja en el Cuerpo de Agentes Metropolitanos de San Salvador, participó en la marcha y después se fue a su casa. En el camino, fue vapuleado por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), que en principio negaron haberlo detenido y golpeado.

La situación se volvió tensa la noche del sábado, al punto que el procurador para la Defensa de los Derechos Humanos , David Morales, exigió una respuesta al director de la PNC.

La presión hizo que el fiscal general Luis Martínez anunciara una investigación e incluso el director de la PNC, Mauricio Ramírez Landaverde.

Fotos: Francisco Campos

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