Luego de una noche espectacular…

Luego de una noche espectacular, planeada o inesperada, donde ambos se disfrutaron mutuamente, se besaron, despeinaron, se dijeron cositas al oído que jamás repetirían en voz alta, descubrieron dónde sienten más cosquillas con la lengua y finalizaron en un abrazo lleno de sudor y sábanas, viene la duda existencial más profunda de la vida: quedarse a dormir o no.

En ese momento pasan mil y un pensamientos entre ceja y ceja:

— Si le digo que se quede se le hará costumbre.

— Quiero que se quede;  pero solo un rato, no toda la noche.

— ¿Y si los niños se dan cuenta?

— ¿Qué va a pensar si yo le digo que quiero quedarme?

— ¿Ya estamos en ese punto?

— Quiero abrazarla, pero solo 5 minutos

— No quiero compartir mi espacio otra vez

— ¿Y si ya no se va?

Platicando con dos grandes amigos me decían que no es una decisión a la ligera. Incluso surgió la duda de si en ese dilema se gana o pierde más por ser mujer o ya no estamos en tiempos para discriminar corazones rotos según el género.

Quizás en el momento sentimos que es tan fácil como decidir quedarse o no; pero tiene varios pros y contras dependiendo de la etapa entre ambos: si se acaban de conocer, si es algo serio, si no lo han hablado, si ni siquiera les antoja hablarlo, etc.

Como están de moda las gráficas, decidí regalarles una guía hecha en casa para tomar esa decisión:

FINALFINAL

El cuadro lo pueden completar con sus propias ideas para ayudarse a aclarar la mente.

Eso sí, ante toda decisión –de cama o en general- siempre recomiendo hacerse la siguiente pregunta:  Cuando tenga 90 años y vea pasar mi vida frente a mí, ¿me arrepentiré de haberme atrevido o de no haberlo hecho?

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