La tensión de una manifestación pacifista y casi partidaria

Una marcha ciudadana en contra de la impunidad y la violencia fue convocada para el sábado 5 de septiembre. La iniciativa fue denominada “De 5 en 5”. Sus organizadores juraron que surgió para expresar su preocupación por el país, sin más colores que los de la bandera nacional. Otros los acusaron de tener una fuerte carga partidista por los numerosos políticos y exfuncionarios que, efectivamente, se presentaron . Factum estuvo ahí y constató cómo transcurrió la marcha.

Casi 7,000 personas confirmaron su asistencia a través de Facebook. Pero, a la hora convocada —a las 4 de la tarde del sábado—, unas 600 personas se arremolinaron en las fuentes de Beethoven, en San Salvador. Nadie parecía unificarlos o marcarles el ritmo. Mientras unos conversaban sobre cualquier cosa, otros vociferaban lo que estaba escrito en sus carteles: “Si Guate pudo, El Salvador también”, “no más luto”, “no más corrupción”. Otros preferirían seguir por el rabillo del ojo a otros asistentes, como a Jorge Daboub, el presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), o al empresario Ricardo Simán.

Tras el estallido de varias varas de cohete, un sujeto tomó un megáfono a manera de batuta. Se presentó como José Portillo, uno de los organizadores de esta “manifestación ciudadana sin bandera política”. Aseguró que la idea brotó apenas nueve días atrás, el 28 de agosto, cuando “harto de la inseguridad, de la impunidad y de la polarización política”, ideó colgar en Facebook una invitación a manifestarse en masa “contra las fallas de un sistema construido por la derecha y la izquierda”. La idea era que los manifestantes asistieran acompañados de otras cinco personas, de allí que nombraran a la iniciativa como “De 5 en 5”.

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Personas que llegaron a las fuentes Beethoven. Foto: Miguel Lemus.

Al lado de José Portillo, Andrea Cardenal —hija de Luis Cardenal, excandidato a alcalde capitalino por ARENA y actual presidente de la Cámarade Comercio, también asistente a la marcha— reveló que ella misma se encargó de hacer ruido en las redes sociales; y que para esta actividad, ni su padre, ni ningún organismo aportó financiamiento. A manera de prueba, echó un vistazo a la plaza Beethoven, carente de parafernalia propia de mítines. Descartó cualquier trasfondo partidista, tal y como acusaron diferentes políticos. El jueves pasado, desde la Asamblea Legislativa, Guillermo Gallegos, diputado de GANA, aseguraba que “esta marcha no escapa de la polarización nociva que sufre el país. Tiene un alto contenido político partidario, en el cual ya está involucrada alguna gente de ARENA. Esto como que le quita credibilidad una expresión propia de los ciudadanos”. Blandino Nerio, diputado del FMLN, dijo tener la misma visión de muchos de sus compañeros de partido: “La marcha pretende manipular un tema que en el fondo esconde intereses distintos y que están orientados a tratar de generar procesos de desestabilización en el país”.

Sintetizando bastante, los organizadores, Portillo y Cardenal dijeron que Dios era el líder de este movimiento. Y que invitaban a los salvadoreños a despertar y exigir cosas por el bien común. Por ejemplo, que se resuelvan los casos de corrupción de los últimos 25 años y que se redireccionen recursos de todos los ministerios (salvo el de Salud y Educación) para reforzar la seguridad, amén de la creación de su respectiva contraloría ciudadana. Al escuchar la palabra “contraloría”, la multitud empezó a vitorear la creación de la “CICIES”, una institución homóloga a la CICIG (la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala). Sin embargo, los organizadores no se enfrascaron en este tema, ni en el caso de expresidente Francisco Flores.

Tampoco mencionaron algo sobre la participación de políticos, funcionarios o exfuncionarios públicos en su marcha. Algo que, días antes, aseguraron no iban a permitir. José Portillo dijo: “No podemos traer a las mismas personas (políticos) que están abonando a la confrontación para que después nos hablen de unión. Si los políticos quieren hablarnos de unión, que primero se reconcilien entre ellos”.

De espaldas a Portillo, y empuñando una banderita salvadoreña, hacía acto de presencia René Rendón —exdirigente departamental de ARENA y dirigente del grupo Los 300—, quien no tardó en poner sobre relieve a la marcha que, tres días antes, publicitaron diputados del FMLN y que se llevaba a cabo con simultaneidad en la vecina plaza Salvador del Mundo. Rendón: “Estoy participando porque creo en la sociedad civil. Los señores del FMLN hicieron su marcha paralela, están tratando de provocar. Pero nosotros somos pacíficos. Este es un basta ya. ¡Basta de delincuencia! Este es un sentir del pueblo. Esperemos que no vengan”.

Poco después de decirlo, la manifestación se tensó. Carlos Borja Letona, el exdirector de CEPA (Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma), empalideció. A la sombra de la estatuilla del creador de la Quinta Sinfonía, la Policía detuvo a trece supuestos pandilleros, luego de verles “hacer señales raras con las manos”. La misma receta recibieron dos chicos que, entre otras cosas, exigían no olvidar el caso del expresidente Francisco Flores, acusado de desviar millones de dólares donados por Taiwán a la campaña de ARENA que llevó a Antonio Saca a la presidencia. Paradójicamente, ambos fueron repelidos por los mismos manifestantes vestidos de blanco con un diluvio de papeles, rosas, gritos de confrontación, jaloneos y banderas.

Otro grupo de manifestantes se formó, como respuesta, a los que estaban en las fuentes Beethoven. En su caso, en abierto apoyo al FMLN y al Gobierno, exigieron investigar casos de corrupción de los gobiernos de ARENA. Foto: Miguel Lemus.

José Miguel Fortín, el director del Instituto Medicina Legal, veía todo desde una esquina de la plaza. Razonó que “la polarización” estaba detrás de esos incidentes. “La mitad A odia a la mitad B, aunque me parece que éstos son más prudentes, porque en lugar de marchar hacía Salvador del Mundo, donde el grupo en Gobierno puso al otro grupo, quieren dirigirse a la (plaza) Masferrer. Estas personas han venido a provocar. Es lamentable”.

Mientras la manifestación se dirigía al redondel Masferrer, Luis Cardenal, el actual presidente de la Cámara de Comercio e Industria, aclaró que su hija organizó esta marcha con sus amigos y que “lo único que ha podido hacer (por ella), es darle consejos cuando me los pide. Lo triste es que haya estado rodeada de tanto chambre, desinformación y marchas pagadas posiblemente con fondos públicos”.

En el trayecto, José Antonio Pérez Castillo, un miembro de la Procuraduría de los Derechos Humanos, dijo que a diferencia de la manifestación de Salvador del Mundo, esta sí era observada por ellos: “Pese a que ambas marchas son políticas, ésta es distinta, es de otro grupo social, se supone esta es más pacífica”. Casi al mismo tiempo, los manifestantes murmuraban que Norman Quijano, el exalcalde capitalino, los observaba desde una acera, pero que no lo saludaran, porque la marcha no tenía color político. Desde la puerta de un Dollar City, Quijano aseguró que estaba por ahí de casualidad, que hacía unas compras. Y que no marchaba porque sabía que no podía participar ningún político o exfuncionario y porque “es importante que la sociedad tenga un momento para expresarse. Y me sorprender ver a tantos, pese a los intentos de intimidarlos de algunos sectores”.

La manifestación se disipó poco después de alcanzar a la enorme bandera que engalana al redondel Masferrer. Tras un Padre Nuestro, José Portillo aseguró que no quieren que renuncie nadie, sino que se pongan a trabajar. Y que un día antes estaba preocupado por todas las críticas que había generado esta marcha —sobre todo porque el FMLN los acusó de desestabilizadores y ARENA tardó mucho en desligarse— pero que su iniciativa fue reivindicada por la embajadora estadounidense, Mari Carmen Aponte, quien aseguró que los ciudadanos tienen derecho a exigir rendición de cuentas y transparencia a través de este mecanismo.

Algunos participantes se marcharon con la sensación de que no fue la marcha ideal, que careció de una buena organización, y de un líder que clamara por cosas más contundentes, como una CICIES. Otros más opinaron que por algo se empieza, otros solo querían manifestarse. “Nosotros no somos de ningún partido político, vinimos porque el país está patas arriba”, aseguró Roberto Escamilla, quien vino desde Mejicanos junto a su esposa, su hijo de 11 años y un bebé de meses.

Lo que empezó en las redes sociales, también cosechó reflexiones en la web. Luego de seguir la marcha a través de Facebook, Vanessa Núñez Handal, escritora salvadoreña radicada en la efervescente ciudad de Guatemala, posteó que “en El Salvador no hacen falta motivos para manifestarse. Lo que hace falta es entender que esos motivos pesan más que los colores de dos partidos caducos”.

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