Joaquín Sabina: 15 años para una crisis

Aún guardo –pegado en la puerta de mi habitación– el afiche con el que la Organización Empresarial Femenina promocionaba el concierto que Joaquín Sabina ofrecería en el Hotel Camino Real de San Salvador, cuando este siglo aún mojaba los pañales.

Para el apunte antológico: ¢250 colones valía el boleto. Todavía existía La Curacao Music Shop… y también CONCULTURA.

Lo sé porque esos logos aparecen en ese afiche pegado en mi puerta, ahí donde también conservo sendos pósters de Enrique Bunbury y de Ángeles del Infierno… además del tesoro de un tíquet del Club “Tío Sam” (que si me animan, bien podría divulgar en otra ocasión).

No es fortuito. Aquello invoca nostalgia. Y no es para menos, apenas hace una semana se cumplieron 15 años de aquel viernes 25 de Febrero de 2000, una fecha que no solo es importante para los fans salvadoreños de Sabina; también lo es porque se cumple en estos días el décimo quinto aniversario –y un poco más– del lanzamiento de “19 días y 500 noches” (uno de los discos más importantes en la carrera artística del cantautor y poeta español). La efemérides no ha pasado desapercibida para Joaquín y su clan, pues acaban de publicar un disco doble y DVD en el que festejan el acontecimiento bajo la bandera de “500 noches para una crisis“.

Este es el afiche que promocionaba el primer concierto que Joaquín Sabina ofreció en El Salvador. Esta memorabilia es casi tan valiosa como el tíquet del Club "Tío Sam".

Este es el afiche que promocionaba el primer concierto que Joaquín Sabina ofreció en El Salvador. Viernes 25 de Febrero de 2000.

Y como la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, a la vuelta de la esquina esperaba la crisis: la económica en el mundo y la de salud e ímpetu en el flaco, ese mismo que de estrenar cuarenta y diez años, pasó a asumir sin destreza que pisar el acelerador ya no va con él y que las pastillas para no soñar ahora requieren de prescripción médica.

Aquel paseo de Sabina por tierra salvadoreña dejó leyendas suburbanas que, a diferencia de lo usual, en su mayoría resultan ser ciertas. La genial –con G de Galeas– plática que Geovani publicó de su encuentro con su amigo de Úbeda; el estreno en primicia de “Rosa de Lima” para Pencho Duque en una entrevista para Domingo Para Todos; la visita y concierto sorpresa en La Luna Casa y Artes, donde dieron las diez, las once y las quince…

En fin, un hormiguero de historias de Sabina en El Salvador… quince años atrás, previo al canto a la crisis que alimenta los discos y giras que Joaquín concreta de un tiempo acá. 

 500 noches para una crisis

La crisis de los 65 ha arrastrado a su paso los duelos con el hartazgo de la muerte, cansada ya de sentirse desafiada. Y fecundó al vampiresco apoyo en la sangre poética de aliados como Benjamín Prado o el duelo taurino con su primo, “El Nano”, matador de superior arrojo, clase y arte.

Y así es como llegan las 25 canciones de un disco doble y sus respectivas imágenes y declaraciones:

“Cuando yo escribí esta canción no existía ni Facebook ni Twitter ni Hashtag ni la puta que los parió… Sí que yo llegaba a Corrientes y decía: ¿A que no saben ustedes lo que dijo la muy pu…? ¡Y no lo sabían!”.

– Joaquín Sabina, parte de “19 días y 500 noches” en vivo en Argentina. 

El disco fue publicado el pasado lunes y –como no hay muchas opciones de tiendas de discos físicos en El Salvador– ya puede ser adquirido a través de formato digital en la tienda de iTunes, entre otras posibilidades.

Sony Music ha aprovechado para liberar también cuatro videos del DVD en el Canal Vevo de Sabina en Youtube. Se trata de las canciones “Princesa”, “Cerrado por derribo”, “19 días y 500 noches” y “Una canción para la Magdalena”.

No es mi deseo spoilearles el placer de encontrar las sorpresas que este disco presenta, pero sí destacar algunas cosas claves del mismo.

Se trata de un disco en vivo que guarda retazos de aquel lejano “Nos sobran los motivos” de 2001, con un set list donde prima la esencia del “19 días”. Atestiguamos un encuentro con un público argentino (en Luna Park) que recibe con especial cariño canciones como “Con la frente marchita” y “Dieguitos y Mafaldas”, que juegan de local frente a una hinchada siempre fiel y que se estremece cuando Sabina bromea con un “se masticaba en los billares y el River había bajado a segunda“, al cantar una estrofa de “Barbie Superstar”.

Momento clave también es cuando Sabina recita los versos de “Agua Pasada“, uno de los mejores textos musicalizados en su eterno repertorio discográfico, y que sirvió para darle vida a “Cerrado por derribo”. 

Los conciertos de Joaquín Sabina suelen ser –en tiempos de crisis– un repaso por las canciones más aclamadas del público de ocasión: “Princesa”, “Y sin embargo”, “Y nos dieron las diez” o “Contigo”. Todas ellas están en este disco, pero quizás lo más importante es que además de ellas podemos encontrar algunos inesperados Lados B (siempre de la época de la voz sin reverb para acá): “Pero qué hermosas eran”, “El caso de la rubia platino”, “La canción de los buenos borrachos (a capella)”, “Dieguitos y mafaldas” o “De purísima y oro” (en ensayos).

Otro de los guiños importantes de “500 noches para una crisis” llega con el cover que Sabina hace del artista del que mamó tanta inspiración: Bob Dylan, de quien toma el clásico “Ain’t me, babe” para convertirlo en la versión andaluza rocanrolera de “Ese no soy yo”. 

Notable es también el aporte que los escuderos de Sabina brindan en los conciertos de un Joacko que canta “A mis cuarenta y diez” y asume las limitantes de eludir el estreno de un traje de madera, enfrentando los cincuenta y quince que dicen que aparenta: Antonio García de Diego –el director musical de tantas aventuras– a la izquierda; Panchito Varona, ahora empuñando el bajo, a la diestra. Juntos cantan algunas canciones como “Conductores suicidas” y “Tan joven y tan viejo”, para darle descanso al dueño del sombrero de bombín.

Calificación de excepcional para el alarde de voz que Mara Barros realiza en “La canción de las noches perdidas”, pero sobre todo en “Y sin embargo te quiero”. Los nostálgicos de las apariencias dirán que Olga Román era superior. Los nostálgicos de las apariencias debería sacar cita con el otorrinolaringólogo.

“500 noches para una crisis” es un documento infaltable en el archivo del sabinero que aprecia una época en especial, cuando Joaquín asumió el riesgo de mostrar su voz a brutal crudeza y cosechó para luego saborear los jugos del reconocimiento, por haber ofrendado uno de los discos fundamentales de la historia en la música iberoamericana.

* Foto de portada de la Web Oficial de Sabina.

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