Cincuenta Sombras de Grey: ¿psicología o pornografía barata?

No es tan simple como que el libro Cincuenta Sombras de Grey (CSDG) ha sido catalogado como “pornografía para mamás” o “porno light”. Este fenómeno masivo va más allá.

¿Por qué CSDG vendió más de 40 millones de copias en todo el mundo y se convirtió en el libro impreso más vendido de los últimos tiempos, superando a la saga de Harry Potter? ¿Qué tiene Christian Grey que no tuvo Potter?

El target.

La audiencia meta de CSDG es tal como su escritora, Erika Mitchell (mejor conocida como E.L. James), una mujer mayor de 50 años. Pero la clave no está en su edad, sino en su género: el femenino.

Las mujeres casi nunca vieron expuestas radiografías de su líbido en el mundo de la literatura y el cine. Su lugar común es ser objeto artístico. Sobre este tema, ¿qué pide la mujer como espectadora? ¿Qué quiere ver? He ahí el éxito de E.L. James. Las mujeres por fin vieron verbalizado en un libro el manual tangible de sus recónditos deseos sexuales, fantasías y depravaciones. Todo lo que su entorno social, su escuela o su religión han tratado de reprimir o suprimir. 

El empaque comercial de esta catarsis resultó genial para la mujer adulta ama de casa, para la profesional con poder adquisitivo, la que está sexualmente estancada, la que tiene que sacrificar su YO por sus hijos o para mantener en casa el soporte económico y emocional de un marido entre adversidades.

Es esa mujer que gana su propio dinero –o la que recibe su cheque de cuota alimenticia– la que saturó las librerías entre marzo y junio de 2012 para comprar el libro “del que todas sus amigas estaban hablando”.

Y lo mismo está pasando con el filme que materializa todas esas fantasías que las mujeres leían mientras lavaban la ropa, frente a una computadora, iban en el autobús, en el baño o mientras ponían a dormir al niño o cuando su marido roncaba.

Si bien es cierto que lo que muestra CSDG está muy lejos de la realidad (protagonistas jóvenes, con cuerpos definidos y delgados que aguantan las extremas situaciones sexuales de la historia), la excitación por sus escenas eróticas es inevitable.

Es eso mismo lo que muestra la pornografía, ¿no?

“¿Por qué no entran mejor a YouPorn o PornHub estas viejas? ¡Es gratis!”, decían en las redes sociales, criticando el alto precio a pagar por asistir al estreno de la cinta.

Ni siquiera las mujeres que han criticado la baja calidad literaria y cinematográfica de CSDG han entendido el trasfondo de todo este revuelo: hay algunas que desean ser conquistadas y enamoradas antes de ser llevadas a la cama, y es esa historia de amor que envuelve el sexo la que atrajo a muchas de ellas.

CSDG no es un cuento de hadas; no termina en “fueron felices para siempre”. Las mujeres siempre quisimos más, la consumación de ese beso que daba el príncipe a las blanca nieves, cenicientas y bellas durmientes, verlas con hijos, y muy en el fondo, ver el sexo entre la princesa y su príncipe azul. Y así lo ilustró la versión electrónica de la revista Cosmopolitan.

El ingenio y creatividad de E.L. James ha redefinido el destape femenino, ese deseo compartido, la fantasía hecha realidad y la catarsis colectiva, de cierta manera permitida, pero que significa un gran paso en la verdadera liberación de la mujer.

Ha provocado incluso que marcas y productos de todo tipo se monten en este tren de desate sexual para llegar al éxito mercadológico. Vino, maquillaje, líneas de ropa, hasta juguetes sexuales han experimentado un crecimiento en sus ventas gracias a un mercado que casi nunca había sido explorado: el de la sexualidad femenina.

Cincuenta Sombras de Grey en los juego de roles.

Cincuenta Sombras de Grey en el vino.

Cincuenta Sombras de Grey en el maquillaje.

Dejamos, entonces, de lado los temas del sadomasoquismo, la sumisión de la mujer, la dominación del hombre, y permitamos que las mujeres disfruten del romanticismo y sensualidad de Christian Grey, y que hagan realidad, de la manera más natural, sus deseos sexuales con quien tengan a la mano.