Año nuevo, viejas ilusiones

Siempre vemos la llegada de un nuevo año como una oportunidad de borrón y cuenta nueva en el camino de la vida. Aunque las metas y propósitos a veces nos duran tanto como nuestra determinación lo permite (horas, días o semanas), siempre es bueno fijarse un camino a seguir, proyectos o algo que nos llene de ilusiones en ese nuevo comienzo anual. Para no sumirnos en la desesperanza. En El Salvador tenemos que aplicar el mismo método y renovar los propósitos en los que podemos trabajar en el 2016.


Con la reciente elección de Douglas Meléndez como fiscal general de la república, mi primer deseo es que El Salvador por fin tenga un fiscal general que represente los intereses del Estado. Después de varios intentos fallidos, en que cada titular de la institución ha dejado más deudas que resultados, ya es tiempo que las acciones de este funcionario no resulten ser “cuete soplado”. El reto es grande, pues el nuevo titular debe levantar la imagen de una institución totalmente desacreditada y renovar la confianza de la ciudadanía en el combate a la corrupción y al crimen. El fiscal tiene que saber que la ciudadanía lo observa de cerca.

El segundo deseo, también en favor de la lucha contra la corrupción —mal que nos ha aquejado desde siempre—, es que la Sección de Probidad alcance un ritmo constante en el análisis de declaraciones patrimoniales de funcionarios o exfuncionarios sospechosos de enriquecimiento ilícito. Esta labor irá en contra de la corriente, al tener que enfrentar el reto de una nueva normativa, el intento de desacreditación por parte de las personas investigadas y la burocracia imperante en todas las instituciones obligadas a colaborar. Pero no hay peor lucha que la que no se hace…

Mi tercer deseo, a lo genio que emerge de la lámpara, es que el gabinete de seguridad por fin tenga un plan estructurado para combatir la delincuencia que tanto hace sufrir a la población salvadoreña. Como ya lo he manifestado antes, ignorar el problema no hará que este desaparezca y no podemos tapar el sol con un dedo. El gobierno y sus funcionarios tienen que tener la suficiente madurez para aceptar que cualquiera que sea la estrategia que están utilizando, esta no funciona y debe ser renovada.

Pero como la web aguanta con todo, me permito pedir dos deseos más. Que la ciudadanía adquiera conciencia del rol que tiene en una sociedad democrática, se adueñe de sus derechos fundamentales y los reclame ante las autoridades competentes. Hemos sido testigos  de cómo la exigencia ciudadana surte efectos y obligó la derogación del decreto 743 hace un par de años; además, en los últimos días, dejó fuera al ex fiscal de la lista de elegibles cuando casi era un hecho su reelección. El principio básico de la democracia tiene que ser el temor al elector, por lo que todos debemos estar atentos al actuar de políticos y funcionarios, con el valor de pedir cambios cuando las cosas no funcionen.

Por último, y relacionado con el deseo anterior, espero que este sea el año en que la ciudadanía también se vaya convirtiendo en una sola y se distancie de la polarización, cosa inútil que no lleva a nada: La defensa a ultranza debe ser de los derechos y el buen trabajo de las instituciones, no de personas solo por el hecho que simpatizan con un color político. Mantengamos vivas las viejas ilusiones por un mejor país.

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