Memoria histórica

Masacre del Sumpul: dos generaciones que buscan justicia

Un poco más de un centenar de mujeres, hombres, ancianos y niños de los municipios de Arcatao, San José Las Flores, Nueva Trinidad, Las Vueltas, San Isidro Labrador, Ojos de Agua, San Salvador y de algunos caseríos de Honduras caminó horas para conmemorar el pasado 14 de mayo el 41 aniversario de la “Masacre del Sumpul”, un hecho ocurrido en 1980 en un asentamiento de personas civiles en el caserío Las Aradas (Ojos de Agua, Chalatenango).

Según documentos de investigaciones realizadas por Tutela Legal del Arzobispado, en ese genocidio fueron asesinadas más de 600 personas de la sociedad civil, en su mayoría ancianos, niños, mujeres embarazadas y personas que sufrían alguna enfermedad. De acuerdo a Tutela Legal, la masacre fue perpetrada por miembros del Ejército Nacional de El Salvador, la Guardia Nacional y la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), en complicidad con el ejército hondureño.

“En nuestro terrible trauma de esta fecha negra y oscura, en que las aguas del río Sumpul se mezclaron y se tiñeron con la sangre y las lágrimas de nuestros seres queridos, todavía nuestros ojos pueden ver cómo las personas eran puestas en fila, tiradas al suelo a empujones, patadas y culatazos para ser ametralladas”, dijo Julio Rivera, uno de los sobrevivientes de la masacre.

Durante la conmemoración, las organizaciones y colectivos de derechos humanos brindaron una conferencia de prensa en la que expusieron los pocos avances en la judicialización de este genocidio. “La `Masacre del Sumpul` está siendo judicializada desde 1992, con los obstáculos que se han venido teniendo en el caso. [Quiero] decirle a los presentes que uno de esos –y que se logró comprobar en esta etapa de exhumación– es que este lugar estuvo bajo territorio del ejército de El Salvador y de Honduras después de la masacre. Y se ha evidenciado, concretamente, que hubo limpieza de la zona”, dijo Wilfredo Medrano, abogado de la Asociación de Derechos Humanos Tutela Legal Dra. María Julia Hernández. Además, agregó que ese es uno de los obstáculos que ha expuesto la jueza que lleva el caso para “decir que no puede sentar en el banquillo o citar a militares del alto mando de 1980”. También, agregó que los fiscales que llevaban el caso anteriormente habían sido “bastante negligentes y prepotentes” y que han podido avanzar hasta la creación de la nueva unidad que investiga casos del conflicto armado. El abogado, además, manifestó preocupación por la elección del nuevo fiscal y que con ello se dé un retroceso en el avance de la investigación.

Durante la conmemoración hubo una peregrinación, una ceremonia de gratitud y sabiduría, testimonios, representación teatral de los hechos ocurridos el 14 de mayo de 1980, lectura de poesía, un ritual y una misa.

Para asistir al 41 aniversario de la “Masacre del Sumpul”, una familia hondureña cruza las aguas de este río. En 1980, en el caserío Las Aradas (Ojos de Agua, Chalatenango), fueron asesinadas más de 600 personas de la sociedad civil (mujeres embarazadas, ancianos, niños y adultos). El genocidio fue cometido por elementos del Ejército Nacional de El Salvador, la Guardia Nacional y paramilitares de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN).
Reyes Guardado, habitante de San José Las Flores, asistió a la conmemoración de la “Masacre del Sumpul” y posa para una fotografía con la camiseta conmemorativa del 41 aniversario. “La tierra y los mártires demandan justicia y reparación”, reza en la camiseta.
Una pequeña edificación abarrotada a los costados y una cruz blanca de metal sirven de monumento en honor a las más de 600 personas asesinadas en la “Masacre del Sumpul”. Varios colectivos de memoria histórica, alcaldías y víctimas de diversas masacres en Chalatenango se encuentran planificando y gestionando la realización de un parque memorial en el que se pueda plasmar los nombres todas las víctimas de esa masacre.
El obispo de Chalatenango, monseñor Oswaldo Escobar, y párrocos de diferentes municipios oficiaron una misa en honor a la memoria de las víctimas de la “Masacre del Sumpul”. El obispo también participó en una conferencia de prensa y dijo que “este compromiso por los derechos humanos, por la dignidad de la persona y por las víctimas, aquí en Chalatenango, es un compromiso eclesial que hemos heredado tan hermosamente de San Óscar Arnulfo Romero”.
Durante la conmemoración, el colectivo de jóvenes del municipio de Arcatao “Misioneros de la Memoria Histórica” realizó un altar con objetos de personas fallecidas durante el conflicto armado y otros que representan los hechos que ocurrieron en la “Masacre del Sumpul”, entre ellos, un peine, zapatos para mujer, una muñeca, un carrito de juguete, agua y piedras del Río Sumpul.
Julio Rivera, sobreviviente de la “Masacre del Sumpul”, leyó una declaración colectiva de las víctimas sobrevivientes de dicho genocidio que tiene como fuente testimonios y el proceso de investigación que llevó Tutela Legal del Arzobispado y, actualmente, Tutela Legal de la doctora María Julia Hernández. Según dicho documento, los responsables de la masacre por parte de las Fuerzas Armadas son: el general José Guillermo García, el coronel Eugenio Vides Casanova, el coronel Ricardo Augusto Peña Arbaiza y el coronel Mario Adalberto Reyes Mena.
Un habitante del caserío Los Pozos cruza el río Sumpul luego de caminar hora y media para llegar a la conmemoración de la “Masacre del Sumpul”. El 14 de mayo de 1980, el Río Sumpul había crecido y las personas que intentaban huir de la masacre fueron arrastradas por la corriente. Los colectivos y organizaciones no cuentan con un dato exacto de cuánta gente perdió la vida al ser arrastrada por la corriente.
“No se pueden abrir las heridas, decimos las víctimas, por la simple razón de que las heridas están abiertas y sangrando, porque no ha habido justicia y porque la impunidad galopa en nuestra patria”, reza otra parte del Testimonio Colectivo de las Víctimas Sobrevivientes de la “Masacre del Sumpul”.
A la 1:30 de la tarde finalizó la conmemoración y las personas empezaron a retornar hacia sus casas. Algunas debieron atravesar el río Sumpul al lomo de un caballo.