El becario del INJUVE que el régimen desapareció

Un destacado estudiante de la Universidad Luterana desapareció con el inicio del régimen de excepción. Está en prisión desde abril pasado cuando lo acusaron de agrupaciones ilícitas. Ni su familia, amigos y su docente, que destacan su perfil académico, han sabido algo de él desde que fue capturado.

Texto: Loida Martínez Avelar
Fotos: Gerson Nájera

Marvin Ramos, estudiante de tercer año de Trabajo Social, llegó a la Universidad Luterana para hablar con una de sus profesoras el 20 de abril de 2022. Quería decirle a Deysi Cheyne, catedrática de la materia de Género y Sociedad, que ya no se conectaría a las clases virtuales porque ya no tenía quién le prestara una computadora, un teléfono celular y tampoco tenía una conexión a internet. Eso ocurrió cuatro días antes de su captura por el régimen de excepción que está vigente en El Salvador desde marzo pasado.

“Me vino a decir que ya no iba a entrar a la clase virtual porque se le había dañado el celular, y con la condición económica que tiene no se iba a poder conectar. Me dijo que si le permitía seguir la clase con los amigos y con los compañeros; y yo, sabiendo que tiene un conocimiento muy grande de la temática, le dije que no había problema”, relata la docente, a quien le impactó la captura del que consideraba uno de sus mejores estudiantes.

No fue lo único que Marvin dijo a su profesora. También le contó que había vendido su cámara para poder pagar el transporte para llevar a su madre al hospital, según recuerda ella.

Los registros de la Universidad Luterana consignan que Marvin es un estudiante becado gracias al convenio de cooperación que el Instituto Nacional de Juventud (INJUVE) mantiene con la universidad desde el 20 de enero de 2016, el cual le ha permitido a 12 jóvenes tener acceso a educación superior. Ese convenio permite que los becarios como Marvin paguen la mitad de la cuota e INJUVE, una institución de Gobierno, cancele la otra mitad. Para ello existe un seguimiento al desempeño de los becarios.

Por políticas internas de la universidad, no revelan el CUM del estudiante; sin embargo, el Consejo Superior de la institución enfatiza que el récord académico del joven “ha sido excelente”. Sus calificaciones fueron de 8 y 9 en la primera unidad de Género y Sociedad, según la maestra.

Los compañeros de estudios, personas de organizaciones donde Marvin ha hecho pasantías o participado en proyectos y la profesora pronuncian los mismos cinco adjetivos para referirse al joven universitario: lúcido, dedicado, solidario, inteligente y analítico. 

“Es un chico muy aplicado, con una visión clara de la realidad. Admiro mucho la tenacidad con la que ha enfrentado el compromiso con la universidad, su carrera, pues a pesar de sus severas limitaciones mantiene su optimismo y su sueño de graduarse como trabajador social”, dice la maestra Cheyne.

Revista Factum buscó la postura del INJUVE sobre su captura, a través de un correo electrónico y un mensaje enviados al Secretario de Prensa de la Presidencia, Ernesto Sanabria, quien autoriza a todos los voceros del gobierno. Sin embargo, al cierre de esta publicación no se obtuvo respuesta. 

Cuando sus amigos de la universidad se enteraron de la captura, reunieron $220 para comprarle víveres a Gloria Flores, la madre de Marvin, quien padece diabetes, daños en los riñones y tiene poca visión. Los recibos de las compras están guardados en un escritorio de la Universidad Luterana. 

“Una vez, una amiga en común tuvo problemas de dinero y Marvin le compartió comida a ella, de la poca que de por sí podían tener él y su madre. Es sumamente solidario. Con el tiempo entendí el valor que él le daba a la comida”, comenta un amigo de Marvin, quien solicitó que no fuera publicado su nombre porque ha recibido decenas de mensajes de odio por promover en redes sociales la liberación de su amigo.

* Capturas

41,726 personas han sido capturadas durante el régimen de excepción, de acuerdo a lo que ha informado el Ministerio de Seguridad. No ha sido posible confirmar la validez de esta cifra, ya que ni la Policía Nacional Civil, ni la Fiscalía General de la República ni el Ministerio de Seguridad han atendido la solicitud de esta información.

Gloria Flores, madre de Marvin, pide por la liberación de su hijo. En su ausencia han sido algunos vecinos quienes le han ayudado a alimentarse. Foto FACTUM/Gerson Nájera.

“Axel”, como le dicen los amigos a Marvin, daba clases de refuerzo a los hijos de sus vecinos en la comunidad Gerardo Barrios, en el departamento de Santa Ana, y también los apoyaba para que hicieran las tareas escolares o para que se conectaran a sus clases virtuales. En agradecimiento, los vecinos le daban $2 por esa acción que nadie más hace en esa comunidad. 

Con el poco dinero que juntaba, con las tareas escolares y haciendo fotografías de eventos sociales, pagaba sus pasajes para viajar a la universidad en San Salvador. Él era el encargado de la manutención de su madre de 64 años que está postrada en una silla de hierro.

La dedicación que puso en sus estudios universitarios le dio esperanza a los habitantes de su comunidad, donde la mayoría de residentes no tiene servicio de agua potable, energía eléctrica ni tuberías de aguas negras. Las viviendas están construidas con lámina, madera y ladrillos de adobe. Es un asentamiento urbano donde el tiempo se diluye entre el calor y las predicaciones de pastores proféticos que hacen visitas casa por casa.

Las fuerzas de seguridad pública y militar concentraron las acciones del régimen de excepción en zonas pobres, con limitados accesos a servicios básicos. En una de estas casas, la madre de Marvin espera la liberación de su hijo. Foto FACTUM/Gerson Nájera.

La diabetes, los daños en los riñones y la poca visión que padece Gloria, la madre de Marvin, la incapacitaron de por vida. Para llevarla a sus consultas, él la cargaba en sus brazos hasta la carretera Panamericana, por un camino escabroso y que se empantana cada vez que llueve.

Poco antes de su captura, Marvin no tenía dinero para llevarla al hospital santaneco “San Juan de Dios”.  Por eso  vendió su cámara, la misma que se observa en la fotografía que han compartido sus amigos que exigen su liberación. Vendió su herramienta de trabajo porque lo ahogó la necesidad. 

“De corazón espero que logre salir libre, demostrar su inocencia, y que a pesar de esta adversidad no pierda el entusiasmo que le ha caracterizado hasta ahora”, dice Cheyne, la catedrática de Marvin.

El corredor principal de la vivienda de Marvin es de tierra. Entre piedras sueltas y otras semienterradas, con dificultad, camina Gloria, su madre. Antes de que la policía se lo llevara capturado, Marvin ayudaba a su mamá a caminar por toda la casa. En su ausencia, ella debe ingeniárselas con un palo de escoba o debe esperar a que una vecina la visite. Foto FACTUM/Gerson Nájera.

En el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) lo conocen desde hace más de 10 años. Ha sido como su casa y allí ha recibido talleres de memoria histórica, derechos humanos y cine comunitario. Marvin participó también en la creación de la exposición “Ana Frank y nuestras voces”, que fue un ejercicio de compilación de historias de jóvenes centroamericanos. La fusión de esfuerzos de jóvenes de la región derivó en una red de defensores de derechos humanos. Gracias a su apoyo, el MUPI recibió en noviembre de 2017 el premio iberoamericano en educación en derechos humanos “Óscar Arnulfo Romero” de la Organización de Estados Iberamericanos (OEI). 

Su pasión por la imagen y los medios de comunicación en espacios comunitarios le dejaron amigos en Centroamérica y le permitieron viajar a Guatemala y a un encuentro de cine en Costa Rica. En octubre de 2014, formó parte de un taller con jóvenes centroamericanos en el que aprendió sobre el manejo de redes sociales, radio e hizo prácticas de fotografía y periodismo ciudadano.  

El amor por los derechos humanos lo aprendió de su madre, Gloria, según cuenta ella y su maestra universitaria, pues cuando era pequeño la acompañó a las reuniones de la Asociación de Mujeres de Chalchuapa, municipio donde nació y creció. En esa época, Gloria era vendedora de frutas y tuvo la visión de colocar su puesto afuera del centro escolar Francisco Cordero. A la vista de todos, haciendo siempre sus tareas a un costado de la venta de su madre, Marvin llamó la atención de los docentes que, al ver su disciplina frente a los cuadernos, le regalaban lápices, sacapuntas, libros y borradores. 

“Desde chiquito lo veían y me ayudaban. Siempre ha tenido la ayuda de las personas, porque afuera de la Cordero estuve desde que él iba a Kinder”, recuerda Gloria, quien está preocupada porque está a punto de perder las citas de su control médico, debido a la ausencia de su hijo. 

El delito de ser pobre y vivir en una comunidad

De acuerdo a lo que ha informado el Ministerio de Seguridad, más de 41,726 personas han sido arrestadas durante los casi tres meses del régimen de excepción aprobado en El Salvador después del día más violento del siglo. El gobierno salvadoreño etiqueta a todos los capturados como “terroristas”; sin embargo, familiares y amigos de varios detenidos han denunciado irregularidades en los procedimientos, violaciones de derechos humanos, y desvinculan a los arrestados de pertenecer a grupos delictivos. 

Desde el 27 de marzo están suspendidos cuatro derechos fundamentales: defensa, reunión, inviolabilidad de las telecomunicaciones y se ha extendido el plazo de la detención. Cinco organizaciones sociales han recopilado 1,383 denuncias de violaciones a derechos humanos desde entonces; el 87.7 % de los casos son denuncias por detenciones arbitrarias. 

Una de esas organizaciones es Azul Originario, que ha establecido que la mayoría de los encarcelados son jóvenes que viven en comunidades pobres. Los cuerpos de seguridad ocupan criterios clasistas y racistas, al señalar cortes de cabello, color de piel y vestimenta, para determinar quién les parece sospechoso, advierte esta organización de la sociedad civil.

La habitación de Marvin Flores luce igual al último día que estuvo en ella. Él fue capturado mientras visitaba a su novia en la colonia La Esmeralda, en Santa Ana. Foto FACTUM/Gerson Nájera.

A Marvin lo capturaron el domingo 24 de abril de 2022, cuando estaba de visita en la casa de su novia, en la colonia Esmeralda, en Santa Ana. Se lo llevaron sin camisa, junto a su cuñado, acusado de agrupaciones ilícitas. Los dos permanecen en el penal de Mariona, en San Salvador. 

Desde ese día, no hay quien lave los platos o cocine en la casa de lámina de Gloria, mientras Cristina, su vecina, le comparte comida y la consuela. Se trata de una tarea complicada porque, además, Gloria no tienen ninguna información del proceso judicial. Solo sabe que Marvin estuvo en una audiencia con más de 300 personas. Desde ese día, los cuadernos de Marvin permanecen regados en su cuarto.