Hace cuatro años el presidente de México sorprendió al anunciar la exportación de su principal programa de asistencia social

Una fórmula para reducir la migración y la pobreza en los países de Centroamérica y el Caribe

Se han destinado millones de dólares de los mexicanos sin resultados identificables en este programa lleno de inconsistencias, opacidad y desorganización.

Lo que está claro, por la información oficial disponible, es que el presupuesto planificado no es suficiente para alcanzar los ambiciosos objetivos.

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Sembrando Vida: El sueño infértil de López Obrador para Latinoamérica

a primera vez que Andrés Manuel López Obrador viajó a los países de Centroamérica llevaba cuatro años de haberse posicionado. Lo hizo para recoger las cosechas políticas de la internacionalización de su programa bandera para el desarrollo social: Sembrando Vida.

Para esa fecha, mayo de 2022, López Obrador había firmado acuerdos para exportar el programa a El Salvador, Honduras, Guatemala, Haití, Cuba y Belice. La promesa se centra en brindar asistencia económica y técnica a pequeños productores agrícolas. Se suponía que con esta ayuda se reducirían los flujos migratorios hacia el norte del continente y las cifras de pobreza. Para la ejecución de esta cooperación, México destinó 63.5 millones de dólares de su erario.

Fotos firmas de cartas de intención

Sembrando Vida nació en México con su llegada al poder y se ha convertido en una ficha clave de su política para el desarrollo social. La ejecución local de este programa ha recibido críticas por la expulsión de beneficiarios de manera discrecional, la opacidad en la gestión de los ahorros de los agricultores y el retraso en las investigaciones que denuncian su mal manejo. Pero aún así López Obrador quiso expandir su propuesta a sus vecinos.

Esta alianza periodística de Expansión en México, Revista Factum en El Salvador, Ojoconmipisto en Guatemala y Criterio en Honduras, liderada por CONNECTAS, revela que las ambiciosas metas presentadas por el Gobierno mexicano aún están lejos de alcanzarse. Luego de revisar el estado de los avances en los países beneficiados y contrastar con los indicadores objetivo, hay inconsistencias que permiten poner en duda la efectividad del programa.

Lo primero es la opacidad con la que se maneja. No hay forma de rastrear cómo se gastaron 35.5 millones de dólares de los contribuyentes mexicanos en los países vecinos donde ya se implementó el programa. En los países receptores tampoco se puede hacer seguimiento al dinero porque este no pasa por las arcas públicas. A pesar de que en las fichas técnicas de El Salvador y Honduras estaba estipulado que los estados beneficiados pondrían parte de los recursos —incluso lo prometió el presidente de El Salvador durante la gira de su homólogo mexicano—, pero esto no ha sucedido.

Lo segundo es que las cifras de la promesa no cuadran: el dinero asignado no alcanza para atender al número de personas que proyectaban beneficiar. Aunque la promesa era un apoyo económico durante ocho meses, pocos lo recibieron por esta cantidad de tiempo.

A cuatro años del anuncio de López Obrador, Sembrando Vida solo se ha ejecutado en El Salvador y Honduras, apenas dos de los seis países pactados. Y la implementación tampoco ha sido suficiente. Incluso el programa en el Triángulo Norte replica fallas y malas prácticas similares a las denunciadas sobre su versión original en México: a los beneficiarios se les retuvo una parte del apoyo económico para un "Fondo de Ahorro", pero no todos lo recibieron de vuelta y en algunas localidades los insumos agrícolas se perdieron porque no llegaron en el mejor tiempo para la siembra.

Sembrando vida avanza a paso lento en Centroamérica y el Caribe Sembrando vida avanza a paso lento en Centroamérica y el Caribe

La distancia entre lo dicho y lo logrado tiene múltiples causas. Una de ellas, que la rapidez con la que se prometieron las ayudas no se compaginó con los grandes cambios operativos que requería una inversión de esa magnitud.

México corrió a anunciar la internacionalización de su programa estrella tras un importante antecedente político: en mayo de 2019, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó a México con imponer 25% de impuestos a todas sus importaciones si el país azteca no tomaba medidas para frenar la oleada de migrantes que se dirigían al norte. Pronto, López Obrador tomó dos medidas para contrarrestar las amenazas: selló su frontera sur con 27,000 efectivos militares y, un mes después, anunció la exportación de Sembrando Vida a El Salvador.

Pero para esa fecha, México no contaba aún con el marco legal que le permitiría donar los recursos para la ejecución Sembrando Vida en el exterior. Cuatro días después de la firma del acuerdo con El Salvador, López Obrador publicó un decreto en el que se añadieron objetivos migratorios a la Ley de Cooperación Internacional y la Estrategia de Cooperación Financiera para países de Mesoamérica y el Caribe para poder transferir los recursos para la implementación del programa. Mientras, el Plan de DesarroIlo Integral (realizado por la Cepal) que busca mitigar la migración forzada, y sirve como paraguas a Sembrando Vida, no estuvo listo hasta septiembre de 2021, cuando ya México había firmado cinco de los seis convenios para implementar Sembrando Vida en otros países de la región.

Las declaraciones oficiales celebran los alcances del programa, mientras los expertos advierten que la iniciativa carece de recursos, tiempo y coordinación para cumplir con sus propósitos. El experto Ariel G. Ruiz Soto, del Instituto de Política Migratoria de Washington, explica que para que este tipo de programa sea exitoso debe invertirse el 10% del PIB de la nación receptora por un tiempo mínimo de 10 años.

”La ayuda que México ahora está presentando a Centroamérica es buena. Se debe seguir haciendo este tipo de programas, pero no con la intención de reducir la migración (...) los estudios más amplios que hemos tenido nos enseñan que para que esos programas sean efectivos, tienen que durar décadas, no solamente una presidencia, un sexenio de México o cuatro años en Estados Unidos. Tiene que haber una agenda regional entre gobiernos que se comprometan en una década tan siquiera, a contribuir continuamente a estos países para que puedan mejorar las condiciones”, explica Ruiz.

Javier Urbano, maestro en Cooperación Internacional por el Instituto de Investigaciones José María Luis Mora y la Universidad Rey Juan Carlos de España, coincide y además destaca que uno de los principales obstáculos que enfrenta la iniciativa es que por ser una bandera política puede acabar con el fin de su gestión. “Nos quedan pocos meses de la gestión de López Obrador, porque ya entramos en momentos de sucesión presidencial y un presidente mexicano entra en debilidad prácticamente un año antes”. En su opinión, esto pone en un alto riesgo la continuidad del programa.

Sin embargo, las autoridades encargadas del programa justifican sus retrasos porque se trata de una experiencia nueva para México y la logística debe adaptarse a las normativas de cada país. En su opinión, el programa ha sido exitoso e incluso hablan de expandirlo a otras regiones del continente. “Eventualmente si todo sale bien, si pudiéramos también platicar con nuestros socios cooperantes y que vean estos resultados, pensamos en la Unión Europea, en Estados Unidos en Canadá que también se han acercado, podemos decirles en dónde y cómo ir aplicando estos programas para que se cubra toda Centroamérica, la zona del Caribe y también buena parte de América del Sur”, comentó Laura Carrillo, directora de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), ente encargado de la operación del programa al exterior de México.

La ambición del Gobierno mexicano es grande, pero la maquinaria para hacerlo posible avanza lento. Mientras en El Salvador y Honduras se preparan para iniciar la segunda fase del programa, en Cuba, Belice y Guatemala apenas adelantan el proceso de registro de beneficiarios. En Haití, el programa quedó en la firma de la carta de intención.

Un objetivo difícil de cumplir

Luis Turcios, un agricultor que reside en la comunidad El Aguacate, una aldea de la montaña de Azacualpa, en Honduras, contó una situación similar. Varios de sus vecinos que fueron beneficiarios de Sembrando Vida decidieron emprender la ruta migratoria hacia Estados Unidos. “Cuando le dijeron que no iba a caer efectivo, entonces ya ellos no volvieron. Ellos estaban interesados en el dinero y no en aprender a sembrar”. Turcios explicó que este grupo de agricultores recibieron el beneficio económico solo por cuatro meses. Entonces, cuando el bono de 250 dólares no les llegó más, varios de los beneficiarios en esta comunidad decidieron emigrar.

En El Salvador también hay casos de beneficiarios que decidieron emprender camino hacia el norte. José David Benavides, un agricultor de 36 años, migró en 2022 cuando apenas tenía tres meses como beneficiario de Sembrando Vida en el cantón La Peña, departamento de Usulután, en el oriente de El Salvador. En su caso fue una cuestión de seguridad —algo que, si bien escapa a los resortes del programa, incide en su efectividad—: Benavides fue amenazado por las pandillas y pese a la oportunidad que le brindó el Gobierno mexicano decidió huir. Su esposa quedó a cargo de recoger los tomates, pero solo eso. Ahora su parcela luce desértica, en las faldas de un cerro de Usulután.

Terreno de Usultán

Sus historias contrastan con lo que ha anunciado el Gobierno de México. En 2022, aseguró que, gracias a Sembrando Vida, la proporción de beneficiarios del programa que querían emigrar disminuyó en El Salvador de 55.5% a 0.6% y en Honduras bajó de 56.4% a 1.8%. México mide el éxito en materia migratoria de forma cualitativa: preguntando a los beneficiarios si cambiaron sus intenciones de viajar. Pero las cifras generales sobre los flujos migratorios en El Salvador y Honduras dan cuenta de lo contrario.

El año pasado, Honduras marcó récord de retornados: 85,726. La cifra es cuatro veces más que la de 2019, cuando se firmó la carta de intención con México. Las solicitudes de asilo en México también se incrementaron, pasaron de 30,082 solicitudes en 2019 a 31,074 en 2022. Aunque los hondureños detenidos en la frontera con Estados Unidos disminuyeron 15,55%.

En cambio, la cantidad de salvadoreños detenidos en la frontera sur de Estados Unidos se incrementó: pasó de 92,351 en 2019 a 97,030 en 2022 (año fiscal). Sin embargo, las deportaciones y solicitudes de asilo de salvadoreños en México han disminuido 78,63% y 14,05% respectivamente.

Los documentos oficiales dan cuenta de que los primeros objetivos planteados son muy ambiciosos para este programa, la justificación oficial de “frenar la migración” ha perdido fuerza en los nuevos convenios firmados. Por ejemplo, el énfasis es menor en los documentos oficiales de Belice. Ciertamente, las estadísticas de deportados y detenidos en la frontera sur de Estados Unidos evidencian que la migración no es un problema para este país centroamericano que tiene una población total de apenas 400 mil habitantes.

Cuba, en cambio, atraviesa desde hace dos años una de las oleadas migratorias más importantes de su historia. Pero los objetivos del programa son distintos, se limitan a fortalecer la tecnología para el desarrollo de la agricultura y así contribuir a garantizar el derecho de seguridad alimentaria.

Nohemí Racancoj, líder indígena y promotora de temas de salud sexual y reproductiva además de seguridad alimentaria en Guatemala, comenta que Sembrando Vida es un programa asistencialista y no atiende el problema de raíz.

“A pesar de ser un proyecto con fondos de México, no deberían servir sólo para promover la imagen de los presidentes, sino atender realmente los problemas que mencionan en el papel en conjunto con los gobiernos locales. Hay pobreza, por lo tanto no hay alimentos y esto provoca que las personas migren”, agregó.

Para Katia Aguilar, coordinadora del área de agroecología de la Unidad Ecológica de El Salvador, el programa ofrece una solución temporal para la seguridad alimentaria de los beneficiarios, pero cuestiona: ¿qué pasará con estos agricultores una vez dejen de recibir semillas?

No todos los agricultores entrevistados en El Salvador y Honduras pudieron continuar con las siembras después de que finalizó el programa. Otros se comieron lo que cosecharon, pero no supieron cómo generar ingresos y reinvertirlos en sus tierras. “En la primera cosecha encontramos mercado, pero en la segunda no, porque los precios son lo que ‘matan’ al productor de aquí”, contó el agricultor hondureño Luis Turcio.

El acompañamiento de Amexcid solo contempla las técnicas para la siembra, pero no incluye la comercialización de los productos y la reinversión de los recursos para hacer sostenible el proyecto en cada uno de los hogares beneficiados. Así, el apoyo mexicano se reduce a la enseñanza de técnicas para la siembra y la asistencia económica por unos meses.

Aunque varios agricultores consultados agradecen esta ayuda. En la cooperativa agrícola San Pedro Palo Pique, en el departamento salvadoreño de Ahuachapán, nueve agricultores compartieron su paso por Sembrando Vida. Todos dijeron estar satisfechos con la ayuda, pero estuvieron dentro del programa únicamente por cuatro meses.

Rubén Darío, un agricultor de 59 años, que forma parte de esa cooperativa, cuenta que, aunque viven "en una zona que económicamente no es tan buena”, el incentivo que les dieron “fue algo súper productivo. Algunos lo aprovechamos en una cosa y otros en otra, porque había diferentes necesidades. Estoy feliz con el programa". Él cree que más allá del incentivo económico les queda el aprendizaje en una biofábrica, como le llaman a un lugar donde se concentraban a aprender nuevas técnicas.

Imagen de los terrenos después que finalizó el programa

Las cuentas no cuadran

La gestión de Sembrando Vida en el exterior no cuenta con informes de evaluación ni de cómo se ha ejecutado el presupuesto prometido. Pero el análisis de las fichas técnicas del programa en cada uno de los países y de las declaraciones de las autoridades de Amexcid evidencian que, en matemática simple, el dinero asignado no alcanza para atender a la cantidad de personas propuestas durante el periodo prometido.

En Honduras, por ejemplo, el programa planifica atender a 10 mil beneficiarios con 20 millones de dólares. De ese total, 16 millones de dólares están contemplados solo para las transferencias directas a los beneficiarios durante ocho meses. Pero al dividir ese total entre los ocho meses del apoyo y los 250 de la bonificación, el dinero solo alcanzaría para atender a 8 mil beneficiarios, es decir, dos mil menos de lo prometido. La situación empeora con los cálculos en El Salvador: los recursos apenas alcanzan para atender a 5,625 agricultores.

También es curioso que exista una diferencia de 4.5 millones de dólares entre los recursos asignados a Honduras y a El Salvador para cubrir el apoyo económico a los beneficiarios, pues el plan era el mismo: transferir 250 dólares a los 10 mil agricultores durante ocho meses.

El dinero no alcanza para todos El dinero no alcanza para todos

En Guatemala y Belice no se pudo realizar el cálculo, ya que los documentos oficiales no especifican cuánto dinero del presupuesto total corresponde a estas transferencias directas. En Belice, además, el apoyo económico es bimestral. Mientras, en Cuba el apoyo a los beneficiarios se les da en especie.

Mónica Pérez Eguís, directora general de Ejecución de proyectos especiales en la Amexcid, tiene una explicación para ello: no todos los beneficiarios cobran su apoyo completo y la adhesión al programa es paulatina.

“La matemática no es tan simple. Al fin de cuentas, los beneficiarios se van incorporando al padrón de manera progresiva. Eso es una cosa importante. Tú no llegas al país y tienes 10 mil beneficiarios de un momento… Ahora, otra parte que es importante son las evaluaciones, o sea, el cumplimiento de tus actividades te permite que te paguen y que te den el apoyo económico. Esa es otra condición que es importante. Si al final no se realiza el trabajo en campo, pues entonces no eres susceptible a que se te dé el pago”, explica.

Ciertamente, un documento oficial, compartido por el Gobierno de El Salvador, detalla cómo sería la ejecución presupuestaria: mensualmente se incluirían 1,250 beneficiarios hasta alcanzar los ocho meses y a ese ritmo recibirían el apoyo económico. Es decir, los primeros en registrarse recibieron 250 dólares cada mes durante ocho meses, los que se registraron en el mes siete solo recibieron la bonificación en dos oportunidades y los últimos en ser parte del programa solo recibieron el apoyo económico una vez.

Y no es todo. A pesar de que la Amexcid niega que se les retiren recursos para un fondo de ahorro, en Honduras y El Salvador se hizo y de acuerdo con testimonios recogidos, no todos los agricultores recibieron de vuelta el ahorro formado por los 25 dólares que les descontaron cada mes y que deberían ser transferidos al finalizar el programa.

Turcios, uno de los beneficiarios de Sembrando Vida en Honduras, comentó que a pesar de que los pagos eran puntuales se les hacía el descuento. “A nosotros nos enseñaron muchas cosas para sembrar y nos daban 225 dólares y los otros 25 dólares ahí quedaba en un ahorrito, pero después no supimos nada, pues pero ahí va esa, y si ya no está, ya no me interesa pues”.

En México, en los primeros años de implementación del programa a los sembradores se les retenía una cantidad similar, Expansión y CONNECTAS documentaron la opacidad con la que se guardaba ese fondo que para el 2022 superaba los 360 millones de dólares.

Después de la investigación, las reglas de operación cambiaron y se dejó de retener el dinero a los sembradores. De acuerdo con una solicitud de información, el año pasado se regresaron los ahorros a 238,978 beneficiarios.

En el Aguacate, en Honduras, tres beneficiarios además contaron que la entrega del dinero fue en efectivo. Se los llevaba hasta su terreno el extensionista, un funcionario encargado de hacer seguimiento al trabajo de los agricultores.

Sin embargo, el coordinador nacional de Sembrando Vida en Honduras, Pedro Contreras, niega este hecho. Explicó que las transferencias se hacen por medio del banco (Ficohsa), a través de mensajes de texto y de una aplicación móvil.

Traje a la medida del sueño

Desde que empezó la exportación de Sembrando Vida, López Obrador ajustó el funcionamiento de la Amexcid, encargada de coordinar y ejecutar el programa en los países beneficiados, y del Fondo México, un fideicomiso para la cooperación internacional. Hoy la maquinaria es operada por funcionarios de confianza del presidente y del canciller, Marcelo Ebrad. Ahora, la administración y control de los recursos los tiene a plenitud la Amexcid.

El 24 de junio del 2019, con los cambios realizados por la administración de López Obrador a la Estrategia de Cooperación, la responsabilidad de los recursos del Fondo México se traspasó de la Secretaría de Hacienda a la Secretaría de Relaciones Exteriores, dirigida por Ebrard, hoy aspirante a la candidatura a la presidencia por Morena, el partido fundado por López Obrador.

Y justo en ese pase de testigo, la Auditoría Superior de la Federación (ASF), la instancia fiscalizadora de la Cámara de Diputados, eliminó de su programa anual de auditorías del 2019 la revisión al Fondo. Esta investigación pidió su versión a la ASF, pero hasta la fecha de publicación no hubo respuesta.

Los cambios continuaron 18 meses después, esta vez para excluir algunos mecanismos de control. A la Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo se le derogaron seis artículos, entre ellos, el que establecía que las Secretarías de Hacienda y Crédito Público y de la Función Pública intervendrían para “evaluar y fiscalizar la gestión de los flujos financieros realizados directamente por la Amexcid”.

La directora de la Amexcid, Laura Carrillo comentó en entrevista para esta investigación que la derogación no aplica para el Fondo México. “Lo que pasa es que desaparecieron los fideicomisos (...) por ejemplo, el Fondo México, que permanece, ahí sigue estando Hacienda, sigue estando Gobernación, sigue estando Bancomext, y son parte del comité y se sigue revisando. Y seguimos entregando cuentas a la Auditoría Superior de la Federación”. Pero esta investigación no encontró ninguna auditoría o informe de fiscalización al Fondo México en la plataforma pública de la ASF. Se preguntó al órgano de control sobre las mismas, y hasta el cierre de esta edición, no se obtuvo respuesta.

Para Gabriel Stephan Rojas Salazar, experto en corrupción y colaborador de la Iniciativa de Transparencia, Anticorrupción del Tecnológico de Monterrey, ni la Secretaría de Relaciones Exteriores ni la Amexcid cuentan con los mecanismos para poder revisar la implementación del programa. Y agregó: “La fiscalización al final del día no solamente es para transparentar, sino también tiene otras funciones que justamente es el mejoramiento de la gestión de los programas y su ejecución, no solamente es la vigilancia”.

Entretanto, otros funcionarios claves para la implementación del programa en los países de Centroamérica también son cercanos al presidente y al canciller. La directora de Amexcid es prima del líder de Morena (partido oficialista y fundado por el presidente López Obrador), y trabajó con Ebrard cuando fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal.

Ya el programa había tenido críticas de nepotismo en 2019, cuando se designó al Banco Azteca como intermediario financiero en Honduras. Viviana Bueso, cuñada de Ebrard, es gerente general de esta institución. Finalmente Banco Azteca no se quedó con el convenio, porque no podía cumplir con la cobertura del programa, según dijo Carrillo.

En su momento, el convenio —que se quedó Ficohsa— también despertó suspicacias, porque esta entidad bancaria fue descalificada en el primer proceso de licitación y, además, ha sido cuestionada por sus prácticas poco transparente con el gobierno de Juan Orlando Hernández.

Al respecto el Coordinador Nacional de los proyectos Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro en Honduras, Pedro Contreras, confirmó que el cambio del banco fue debido a la cobertura de Ficohsa en todo el país. Aunque las agencias de dicha institución bancaria están ubicadas en 11 de los 18 departamentos.

Desorden y errores exportados

Miguel Ángel Olivares, de 42 años, recibió semillas de pepinos para sembrar en su terreno en Ahuachapán. "Como agricultores nos toca quebrarnos los dedos, por eso este programa es una bendición. Nos exigieron sembrar una cierta cantidad de arbolitos. Exigían una cantidad enorme, como 300, pero era mentira que la íbamos a alcanzar a comprar tantos", cuenta Olivares.

En esta cooperativa sembraron frutales. Les admitieron, según cuentan los agricultores, que solo sembrarán 20 árboles cada uno.

López Obrador ha vendido a Sembrando Vida como un programa de reforestación que también permite mitigar los impactos del cambio climático. Pero las cifras no son claras. Amexcid respondió a una solicitud de información que solo se hacen evaluaciones cualitativas al programa, pero en una comunicación enviada posterior a la entrevista con las autoridades de Amexcid, la entidad asegura que se sembraron 53 mil árboles en El Salvador y 55 mil en Honduras. Es decir, 53 y 55 árboles sembrados por cada beneficiario, dato que contrasta con el testimonio de Olivares.

Los agricultores de la cooperativa Palo Pique, en El Salvador, se enfrentaron a otro problema. Recibieron la semilla cuando estaba a punto de terminar la época lluviosa y no tienen suficientes sistemas de riego porque el agua en la zona es escasa. Lo mismo ocurrió con beneficiarios del departamento de Usulután. Ernesto Amaya, un productor del municipio de Estanzuelas, cuenta que sembró Madre Cacao, pero que la cosecha no se dio porque los sembró cuando terminó la época lluviosa. Lo único que le resultó fue la cosecha de ayote.

Chimaltenango

Y las inconsistencias no quedan allí. La opacidad, por ejemplo, es transversal a toda la ejecución del programa. Incluso desde cómo se seleccionaron a los beneficiarios.

En El Salvador se incluyeron agricultores de 47 municipios. Documentación obtenida mediante solicitudes de información evidencia que para seleccionarlos tomaron como base a los favorecidos de un programa de seguridad, denominado Plan Control Territorial, diseñado por el Gobierno salvadoreño para contrarrestar la violencia ocasionada por las pandillas.

En la ficha técnica del programa para El Salvador se establece que los beneficiarios objetivos será la población rural con un ingreso inferior a la línea de bienestar rural y principalmente ubicados en localidades con altos índices de migración, no obstante, también se señala que los criterios de selección también se podrán establecer junto a las autoridades salvadoreñas.

Pese a la información oficial disponible, hay dudas sobre cómo se escogió a los beneficiarios. La Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios(CAMPO) es una organización que reúne a 15 asociaciones de productores agrícolas de El Salvador. Dicen tener 125 mil afiliados y, según su presidente, ninguno de ellos fue considerado dentro del padrón de beneficiarios de Sembrando Vida.

"El programa no sirvió de mucho porque no hubo participación masiva de los productores. Si de los 125 mil no participó ninguno, no sabemos a quién se los dieron, puede ser que se lo estén dando a gente que no son productores", señala Luis Treminio, el presidente de la organización.

Según él, los productores que están afiliados en CAMPO denunciaron que buscaron ser incorporados, pero que no obtuvieron respuesta. "Nadie logró entrar. Nos mandaban con los técnicos y los técnicos no nos recibían o decían que después iban a contactarnos. Como manejaron con hermetismo el proyecto, solo nos dimos cuenta hasta que se estaba inaugurando", agrega.

En Guatemala, el registro de beneficiarios que apenas empieza deja por fuera a los departamentos que más casos de migración reportan y donde la población tiene mayor índice de desnutrición.

Sembrando Vida en Guatemala deja por fuera a 57% de los municipios con más retornados en 2022 Sembrando Vida en Guatemala deja por fuera a 57% de los municipios con más retornados en 2022

En los primeros días de mayo de 2023, dos años después de la firma de la carta de intención, 250 beneficiarios guatemaltecos recibieron las tarjetas y sus números de cuenta bancarios para recibir el primer desembolso económico que ofrece Sembrando Vida. Sin embargo, no hay fecha definida en la que acrediten el dinero, ni para la entrega de insumos.

Jornadas de registro

Uno de los seleccionados para este programa en Chimaltenango, Guatemala, cuenta que hasta ahora es confusa la información porque no saben qué falta para que reciban el dinero. “Es un buen apoyo, más cuando uno escucha que son dólares, significa que es más el dinero que nos van a dar. Además de los dos hijos grandes, tengo a otros dos que apenas están en la primaria y ese dinero me ayudará”, dijo.

El tío de este agricultor, que prefiere no dar su nombre por temor a complicaciones con el programa, también será beneficiado. Se inscribió porque también cuenta con un terreno que compró junto con su hijo, que tiene más de tres años de vivir en Estados Unidos.

Migró con 19 años y desde entonces su padre se dedicó a usar la remesa que mandaba su hijo para pagar la deuda del traslado mientras buscaban un terreno, el cual usarán ahora para el programa de Sembrando Vida.

Una de las preocupaciones de ambos agricultores es la falta de agua para la siembra. A pesar de que en mayo inicia la temporada lluviosa, en los últimos años sus plantaciones se vieron afectadas por el efecto de la canícula que llegó en julio y no fue suficiente el riego.

Aunque los testimonios de los agricultores beneficiados dejan ver las fallas e inconsistencia del programa, sus narrativas están impregnadas de ilusiones y agradecimientos al Gobierno mexicano. Y es que alcanzar los objetivos de Sembrando Vida es sin duda el gran sueño de muchos latinoamericanos, pero en el campo aún falta mucho por transparentar y organizar para poder proyectar qué tan efectivo será el ambicioso programa de López Obrador.