En buses, en Uber o a pie, las mujeres deben hacer cosas que no hacen los hombres para poder movilizarse con seguridad en San Salvador. La ciudad es desigual. Las mujeres que transitan en el área metropolitana deben tomar el doble de medidas para esquivar el acoso, las agresiones sexuales, los hurtos o los secuestros. El espacio público no es tan público para ellas. Es, en realidad, donde se sienten más vulnerables.
Este especial multimedia recoge las historias y sensaciones de mujeres que se movilizan en diferentes medios de transporte en la capital de El Salvador. Parecer seria, no sonreír al motorista, mantener la mirada baja, no “arreglarse” mucho, viajar acompañada y caminar rápido son maniobras que algunas adoptaron para tratar de esquivar el riesgo al viajar. Pero hay algo peor: ese miedo se ha normalizado, y construir ciudades seguras para las mujeres no está en la agenda. Las barreras son arquitectónicas y políticas.
Mujeres entre 18 y 50 años y participaron en tres grupos focales organizados por Revista Factum.
Ocho de cada diez participantes aseguraron viajar con miedo y todas afirmaron haber sufrido acoso en alguno de los medios de viaje: transporte público, a pie o cuando usaron aplicaciones digitales, como Uber e InDriver.
¿Qué medidas toman al viajar? Todas dijeron modificar sus comportamientos, rutinas y vestimentas para evitar ser agredidas. Al consultarles cómo vestirían a una mujer para viajar, predominó el uso de prendas holgadas que cubran el cuerpo, y zapatos deportivos que, según las participantes, servirían en caso de tener que correr. El promedio de edad en que las asistentes fueron acosadas por primera vez en los medios de transporte fue de 13 años.
Seis mujeres que están hartas de vivir con miedo en la calle y en el transporte colectivo de El Salvador se atrevieron a compartir sus experiencias. Todas aseguran haber sido víctimas de agresiones sexuales y comparten historias de cómo sufren acoso a diario.
Hay rituales de protección que las salvadoreñas aplican día a día mientras se movilizan en Uber o InDriver, las plataformas digitales de transporte que funcionan en El Salvador. Esas rutinas se convirtieron en un manual tácito para protegerse. El ritual de medidas extra de protección surge de la inseguridad que sienten cuando viajan y del miedo que las acompaña hasta llegar a su destino.
Las mujeres sortean el acoso callejero, las agresiones sexuales y los hurtos cuando se desplazan. 27 mujeres fueron agredidas sexualmente, 21 fueron golpeadas, 72 denunciaron haber sufrido violencia patrimonial dentro del transporte público en el primer semestre de 2021, según datos del Ministerio de Seguridad.
Al menos seis de 10 mujeres de 15 años o más fueron víctimas de violencia sexual pública en algún momento de su vida. Las mujeres en San Salvador experimentan hostigamiento verbal, acoso sexual y violación en plazas, parques y calles. Expertas aseguran que la ciudad tiene múltiples barreras para las mujeres, desde arquitectónicas hasta políticas. Quienes gobiernan no tienen entre sus prioridades garantizar una movilidad segura para ellas.
No es normal que las mujeres deban tomar medidas extra de protección para movilizarse, pero conocer diferentes formas de defensa podría aminorar la posibilidad de ser víctimas.
Revista Factum conversó con mujeres de 18 a 50 años acerca de cómo viven la experiencia de viajar a pie, en transporte público y en medios de transporte alternativo, como aplicaciones digitales.
Esto fue lo que expresaron:
Hay cifras que reflejan la gravedad de la situación de vulnerabilidad que las mujeres viven a diario en El Salvador.
La última encuesta nacional de violencia sexual contra las mujeres, realizada por UNFPA reveló que un 66 % de mujeres sobrevivientes de violencia sexual dijeron que lo padecieron en el ámbito público.
707 mujeres fueron reportadas como desaparecidas entre enero y septiembre de 2021, según el observatorio de ORMUSA.
Un día, antes de hablar de los temas de la agenda nacional en la reunión de pauta semanal de Revista Factum, una compañera de la redacción contó la angustiosa rutina que tenía que seguir diariamente para transportarse por la ciudad y esquivar el acoso.
Narró, como quien lee una prescripción médica, lo que hace y deja de hacer para sentirse segura en las calles de San Salvador: cambiar de ruta, mirar a los alrededores, no distraerse con el celular al momento de viajar, sentarse en el asiento de atrás del motorista.
El riesgo para las mujeres es mayor. Los hombres no deben pensar en cómo ir vestidos para sentirse seguros. Las mujeres sí. Este proyecto nació de la intención de exponer ese territorio desigual, de poner la mirada en un problema cotidiano.
Día a día las redes sociales se llenan de casos de mujeres acosadas, abusadas e incluso secuestradas mientras se desplazaban a pie, en el transporte público, en Uber o InDriver. Las mujeres toman precauciones para una actividad que debería ser natural: desplazarse por la ciudad. El acoso sexual en El Salvador es una realidad apabullante y su normalización, aterradora.
Por eso contamos qué implica para las mujeres viajar con miedo.