“Una niña inútil”: Cazzu, r&b amoral y Alfonsina Storni

“Una niña inútil”, la nueva producción de la música argentina Cazzu, no tiene nada de niña o de inútil; y sí mucho de mujer astuta que cambia al trap por el r&b. Cazzu nos habla esta vez de sexo, desamor y tristeza sin la rabia adolescente de sus anteriores trabajos.


Julieta Cazzuchelli es conocida en la música como Cazzu. Ella es parte del bum latinoamericano de trap, esa escena que en menos de cuatro años pasó del underground a los principales sellos discográficos y listas de popularidad. A sus 26 años, esta artista ha hecho rock, cumbia, rap, dembow, reggaetón y trap. Su nuevo EP, “Una niña inútil” (Universal Music Latino, 2020), añade un género musical más a su precoz trayectoria: el r&b, un estilo que combina bien con su timbre de voz y cambia de nuevo el tablero a sus seguidores y colegas. 

Muchas notas de prensa sobre este disco aseguran está inspirado en una texto llamado “Diario de una niña inútil”, de Alfonsina Storni. Pero el proceso fue al revés, según detalló en una entrevista reciente que concedió a El Gurú. Cazzu terminó su disco y por el tono personal en las letras de las canciones pensó que merecía tener un concepto. En búsqueda de esto leyó poesía de Storni para buscar inspiración y se topó con un libro que recopilaba los trabajos periodísticos de la autora argentina: “Diario de una niña inútil”. Se trata de una crítica feminista adelantada a su época (1919) en la que ironizaba sobre su asignación en el periódico La Nota para escribir “feminidades”. Más de cien años después, Cazzu hace suyas esas críticas, cansada de que su música siempre lleve el apellido de “femenino”.

Pero las letras de este EP están lejos de querer dejar un mensaje feminista. Es, más bien, el ejercicio pleno de libertad artística que expone emociones sin corregirlas con los filtros de la moral en curso. Es un ejercicio que, a pesar de no ser decididamente político en lo discursivo, sí lo es en la práctica. Porque Cazzu se permite hablar desde sus instintos primarios, como lo haría cualquier hombre en el r&b o trap: sin pedir permiso ni disculpas. Haciendo eco de la descripción que detalla Wikipedia sobre los instrumentos que usa: voz, pistolas y puñales (sic).

Cada una de las siete canciones que componen este trabajo retoma su nombre de poemas de Storni, como una invitación de Cazzu para leer la obra de la poeta, y pasar de recordarla  solo por su trágico suicidio, inmortalizado por la voz de Mercedes Sosa en “Alfonsina y el mar”.

La producción de este disco estuvo a cargo de tres nombres relevantes para la escena underground española y argentina de hip hop, trap y r&b: Choclock, Dano & Lex Luthorz. Ellos son los responsables de crear una atmósfera de fuego y humo en tonalidades rojas para este EP. La primera de estas es la que prende la llama en la habitación para incinerar los recuerdos de algún amor que se fue: “Dulce tortura”. La entrada es dolorosa pero en “Romance de la venganza” tiene su contrapunto. La Jefa del trap quita las primeras cadenas a la bestia emocional para cantar:

“Debería ser como una zorra de esas que sí te enamoran”

Se hace acompañar de una guitarra sutil, chasquidos de dedos, samplers de su voz y un beat reposado. 

El tercer corte –y primer sencillo del disco– es “Miedo”, del que acaba de estrenar videoclip. En ella se muestra el lado erótico de Cazzu, sin eliminar su esencia freak, documentada en su piel, gracias a sus tatuajes y piercings, que a su vez son los códigos de una generación que creció con el nu-metal, el pop-punk, el hip hop y Daddy Yankee. En este tema su voz seduce e hipnotiza para concentrarnos en el presente, sin pensar en nada más. Algunas líneas subrayan el sentido amoral de la cantante argentina para esta ocasión:

“Y si alguna de esas perra’ se atreve a acercarse, no respondo de mí. Te pido perdón por ser como soy. Es mi perdición y me pierdo contigo. En nadie má’ yo confío. Al carajo, tú ere’ mío. Y al que no le guste, en la cara se lo vacío. Ya tú sabe’: blam-blam, blam-blam”

En “Canción de la mujer astuta”, Cazzu dice “tienes toda mi atención”. Pero a este punto del disco, debería ser el escucha el que tendría que estar completamente atento a los tres cortes que siguen, porque en ellos su cinismo es placentero.

El tramo final arranca con “Conversación”, en la que se presenta la colaboración de una de las voces jóvenes de Argentina más prometedoras del r&b y soul contemporáneos: Chita. Esta vez la toxicidad es hacía otra mujer, siempre en un plano sexual, que funciona en forma diálogo:

“Hoy se me dio por llamar. Sé muy bien que no estás sola. No quiero justificarme, pero anoche te soñé. No pretendo molestar. Sé que a vece’ te ilusiona pensar que puedo cambiar”

Al tono de batalla de este tema le sigue el de tortura en “Capricho”, canción con tonalidades de psicodélica sentencia:

“Voy a hacerle el amor hasta olvidar tu nombre”

El corte final, “Queja”, hace un nuevo contrapunto en el estilo musical del disco al incorporar dancehall y lírica de amor romántico a la vieja usanza. Aparece como queriendo subrayar que no está contando una misma historia en diferentes canciones, sino compartiendo una gama de estados de ánimo. El tema cuenta con la colaboración del español Choclock y es un apéndice de buen humor y brisa marina para este trabajo. 

Cazzu no está madurando su obra, la está ampliado. De nuevo deja constancia de su versatilidad y abraza sus contradicciones humanas. Saca del estancamiento rítmico y temático al trap latino y reggaetón. Además, como lo hacen en paralelo otras mujeres –entre ellas, su connacional, Nathy Peluso– el EP reduce esas etiquetas para describir sus propuestas.

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