Gobierno pagó casi $1 millón por lobby en Estados Unidos en 2024

En los primeros seis meses del Gobierno inconstitucional de Nayib Bukele, El Salvador desembolsó $910,000 para pagar al lobista de origen argentino Damian Merlo, por intermediar durante todo el 2024 con políticos de la extrema derecha cercana a Donald Trump, como Marco Rubio y Matt Gaetz. Entre junio, septiembre, noviembre y diciembre de ese año, Merlo recibió 14 transferencias de $65,000, de acuerdo a documentos del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Su contrato sigue vigente y ya acumuló 2.4 millones en pagos. 


Tomaron asiento luego de saludarse entre risas. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió a Nayib Bukele con una palmadita en su espalda. Y el presidente salvadoreño sonrió para la fotografía. Como también lo hicieron quienes les acompañaron la mañana del pasado 14 de abril en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en Washington DC. La escena era parte de una visita oficial que el Gobierno de El Salvador realizó a Estados Unidos, en la cual Bukele estuvo rodeado de personas claves en su Gobierno. En la comitiva estaban la secretaria de Comunicaciones de la Presidencia, Sofía Medina; el ministro de Defensa, René Merino Monroy; el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro; la canciller, Alexandra Hill Tinoco; y la embajadora Milena Mayorga. En segunda fila, de pie, sonreía Sarah Hannah George, una de las asesoras venezolanas de la extrema derecha antichavista. Y a su lado, casi fuera del cuadro, se coló un rostro menos conocido: el del lobista Damian Matías Merlo Debernardi. 

Merlo es el cabildero de Bukele en Washington. Sólo en 2024, cobró $910,000 por “relaciones públicas y asesorías de comunicaciones”, un monto que fue desembolsado en los primeros seis meses del mandato inconstitucional de Bukele, que arrancó en junio pasado. Durante ese periodo, de acuerdo a documentos que registra en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, a través de la empresa que administra Latin America Advisory Group LLC, Merlo recibió 14 transferencias de $65,000 cada una: ocho de estas realizadas en junio, una más en septiembre, tres en noviembre y otras dos en diciembre.

 Las últimas seis transferencias corresponden al pago acordado dentro de un nuevo contrato con el Gobierno salvadoreño -que está vigente- firmado en junio de 2024. Este no es el primer contrato que Merlo ha conseguido renovar: desde 2022 a la fecha, de acuerdo a los documentos reportados, El Salvador ha desembolsado al menos $2,470,000 en una serie de contratos adquiridos con el lobista.

 Del contrato vigente, Merlo ya cobró el 50%, es decir, $390,000. Al sumar este monto más el monto correspondiente al contrato anterior suman casi el millón de dólares pagados en 2024. Aún falta que el lobista cobre la mitad del contrato que vence el 31 de mayo de 2025.

Merlo, hasta ahora, ha estado a cargo de facilitar acercamientos entre el gobierno de Bukele y un grupo de políticos de la extrema derecha ligado, principalmente, a personajes influyentes dentro del movimiento “Make America Great Again” (MAGA) y de Donald Trump. Esa ha sido su principal tarea: conseguir apoyo político en Washington y lograr posicionamiento mediático con periodistas estadounidenses. Entre sus servicios, Merlo se dedica a enviar mensajes de texto, correos electrónicos o programar reuniones, de acuerdo a los reportes que él debe emitir como parte de la ley FARA (Ley de Registro de Agentes Extranjeros, por sus siglas en inglés), que exige a agentes extranjeros que revelen sus actividades políticas.

El nuevo contrato, vigente entre el 1 de junio de 2024 y el 31 de mayo de 2025, establece que Merlo recibirá una paga de $780,000 por servicios de “consultoría en relaciones gubernamentales para la Presidencia de la República”. De este monto, Merlo ya cobró el 50% correspondiente a los servicios prestados de junio a diciembre de 2024, es decir, $390,000. Este último documento fue suscrito por la secretaria privada de la Presidencia, Claudia Juana Rodríguez.

 Entre la lista de políticos estadounidenses con los que Merlo mantuvo comunicación el año pasado, está el secretario de Estado, Marco Rubio, a quien contactó durante los primeros meses de 2024, cuando este todavía era senador de Florida. El lobista también se comunicó con el excongresista Matt Gaetz, a quien envió múltiples mensajes de texto hasta el cierre de ese año, en especial, cuando su nombre resonaba para convertirse en fiscal general de Donald Trump, pero cuya candidatura fue frenada tras ser acusado de pagar a una menor por tener relaciones sexuales, y por el uso y posesión ilegal de drogas en múltiples ocasiones.

 Rubio y Gaetz han dado su total respaldo a Bukele. Tanto que estuvieron en el evento en el que Bukele se proclamó como presidente de El Salvador, aun cuando la Constitución del país se lo prohibía. Un mes más tarde de la investidura inconstitucional, el 8 de julio de 2024, Gaetz anunció la creación del Caucus de El Salvador que, ante el Congreso de Estados Unidos, busca “reivindicar las decisiones que el presidente Bukele ha tomado” respecto a las “fuertes reformas” que ha puesto en marcha en El Salvador. El Caucus, desde entonces, se ha convertido en caja de resonancia de Bukele y su modelo de seguridad, pese a que este ha sido fuertemente cuestionado por organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales por la violación sistemática de derechos humanos. Los mensajes de Bukele se ven amplificados en la cuenta del Caucus en X (antes Twitter) @SAL_Caucus. En esta se comparten las reuniones que también el Gobierno de El Salvador tiene con congresistas o personajes del Senado estadounidense.

 Pese a que Gaetz fue el promotor principal del Caucus, la renuncia de su cargo era inminente luego de que el Comité de Ética lo encontrara responsable de los delitos que le inculpaba. En medio del escándalo, el 19 de noviembre de 2024, el representante de Florida entregó la presidencia del Caucus a la congresista republicana Anna Paulina Luna -también contactada por Merlo-, una joven veterana de las Fuerzas Aéreas, exmodelo y descendiente de migrantes mexicanos por su lado materno, quien ha aplaudido las políticas conservadoras y antiinmigrantes de Trump. 

A la reunión del traspaso de la presidencia del Caucaus, con un estilo ceremonioso y de etiqueta, acudieron el vicepresidente de facto, Felix Ulloa; el presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro; la embajadora en Estados Unidos, Milena Mayorga, y las diputadas de Nuevas Ideas, Alexia Rivas y Suecy Callejas. Foto/Capres

El 19 de noviembre es la primera vez que el nombre de Luna aparece en la bitácora reportada por Merlo al Departamento de Justicia. El lobista describe que para esa fecha concretó una reunión con la congresista. Entre otros de los políticos contactados está el congresista demócrata Vicente González, copresidente del Caucus bipartidista, con el que Merlo agendó una reunión e intercambió mensajes de texto entre junio y septiembre de 2024.

 Merlo, quien tiene en su foto de perfil X una junto a Bukele, se describe como un estratega político con accesos a reuniones como la Conferencia de Acción Conservadora (CPAC), en la que Bukele fue invitado como ponente el año pasado. El lobista suele compartir imágenes donde se le ve junto a políticos trumpistas como Ronald Johnson, quien fue embajador en El Salvador entre 2019 y 2021, o junto a comentaristas políticos como Tucker Carlson. A este último Merlo lo contactó tras las elecciones presidenciales de 2024 en El Salvador. El 1 de junio, mismo día que Bukele asumía como presidente de facto, Merlo concretaría una reunión, según los reportes emitidos. Cinco días más tarde, Carlson estaría publicando una entrevista con Bukele. 

 La figura del cabildero no es nueva. De hecho, El Salvador ya ha contado con lobistas en el pasado como lo fue John G. Laylin que, según los reportes FARA, tuvo un contrato con El Salvador entre los años 1942 y 1943, mientras el país se encontraba bajo la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944). Sin embargo, como lo explica Napoleón Campos, especialista salvadoreño en relaciones internacionales, hay una serie de aspectos que deben tomarse en cuenta a la hora de hablar de este tipo de lobby político, entre estos, que El Salvador pague millones de dólares a lobistas sin que haya réditos en su política exterior. “Hay países que han obtenido un sistemático cabildeo, pero han obtenido enormes ganancias”, dijo, apuntando a que El Salvador no ha establecido una agenda de nación clara en donde se busque mejorar las condiciones de la comunidad salvadoreña en Estados Unidos. 

 Campos pone de ejemplo la oferta carcelaria que el Gobierno de Bukele hizo a Estados Unidos.  Bukele ofreció las instalaciones del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) para recibir a personas desde Estados Unidos y a cambio, el gobierno de Trump pagará $6 millones al año. De lo poco que el gobierno salvadoreño informó es que Estados Unidos deportaría a miembros de la organización criminal venezolana Tren de Aragua y devolvería a cabecillas de pandillas a El Salvador.

Para Campos, este trato no genera ganancia alguna que apunte a uno de los grandes temas que deberían de ser de interés para el país: la migración. Lo que ocurre, en su opinión, es todo lo contrario: “La oferta de servicios carcelarios suena a una operación miserable”, aseguró. 

Si de algo ha servido el lobby, agregó, es para favorecer la imagen de Bukele y que su nombre resuene entre estos políticos de la extrema derecha y para que Trump lo considere un aliado estratégico para su política de seguridad. “¡¿Todo ese cabildeo de millones de dólares para desembocar en servicios carcelarios de $6 millones de dólares?! Es una interrogante dolorosa”, dijo. 

El Salvador recibió al primer grupo de deportados el 15 de marzo. Algunos de los políticos trumpistas, como María Elvira Salazar y el congresista Mike Lee, a quienes Merlo también menciona entre sus reportes al Departamento de Justicia, no tardaron ese día en elogiar las medidas de seguridad implementadas por Bukele. 

 “Gracias, @nayibbukele, por recibir a los miembros del Tren de Aragua en El Salvador”, escribió en su cuenta Mike Lee.

Merlo, quien tuvo un paso fugaz como lobista de la campaña presidencial del argentino Javier Milei, parece ser una pieza en las relaciones de Bukele con Estados Unidos. El viraje que han dado estas relaciones, tras la llegada de Trump, podrían dar esa percepción. Esto quedó en evidencia durante la reunión sostenida en la Casa Blanca, donde Trump reafirmó su interés de que El Salvador reciba “al mayor número de personas que podamos sacar de Estados Unidos”. 

Aunque la extrema derecha de Estados Unidos ha dado su respaldo a Bukele, lo cierto es que ahora carga con las constantes denuncias por haber recibido en El Salvador a venezolanos a quienes Estados Unidos no les garantizó el debido proceso o cuyo único delito es haber violado una ley migratoria. A esto se suma casos como el del salvadoreño Kilmar Armando Ábrego García, un migrante bajo estatus de protección, a quien Estados Unidos reconoció que no sólo lo deportó “por error”, sino que terminó encarcelado en el CECOT por catalogarlo como pandillero. La Corte Suprema estadounidense ordenó el pasado 10 de abril que el gobierno de Estados Unidos debe “facilitar” que Ábrego sea devuelto a Estados Unidos luego de que una jueza de una Corte Federal alegara que la acusación se dio sin ningún sustento legal.  

En la reciente reunión en la Casa Blanca, Bukele fue cuestionado respecto a si dejaría en libertad a Ábrego. “Yo no tengo el poder para regresarlo a Estados Unidos”, aseguró a los medios. Cuando le preguntaron si al menos lo dejaría en libertad en El Salvador, su respuesta fue tajante: “No lo voy a liberar”. Pese a que Ábrego no tiene antecedentes criminales, Bukele dejó claro que eso no es razón suficiente para concederle la libertad. “No nos gusta liberar terroristas en nuestro país”, continuó.  

Rubio pidió la palabra para responder al caso de Ábrego y dejar claro que la política exterior es manejada por el presidente de Estados Unidos y no por la Corte: “Es así de simple. Fin de la historia”. 

Aunque existe un claro acercamiento que coloca al gobierno de El Salvador como un aliado clave para la administración Trump, el especialista en relaciones internacionales sostiene que el contrato de Merlo sólo demuestra que “las cifras no cuadran”. La oferta carcelaria, en su opinión, no puede venderse como un logro.

  “Si usted me dice ‘A Merlo se le pagaron tantos millones’, pero me dice que a El Salvador ha entrado $5 mil millones en inversión extranjera directa o que los tepesianos como nuestros soñadores pasaron a la regularización migratoria, eso a mí me diría que de algo sirvió el pago del lobby. Pero cuando usted tiene a El Salvador en la cola de la inversión extranjera directa y que en lugar de aumentar la inversión disminuye, usted dice: ‘aquí está pasando algo’”, comentó.

Se enviaron varias preguntas a la Secretaría de Comunicaciones de la Presidencia sobre el contrato con Merlo, pero al cierre de esta nota no se obtuvo respuesta.

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