Primer discurso completo de Nayib Bukele como presidente de facto. Pronunciado en el balcón del Palacio Nacional de El Salvador, en el centro histórico capitalino, la mañana del 1 de junio de 2024.
Foto FACTUM/Natalia Alberto
Buenos días a todos. Su Majestad, el Rey de España, Felipe VI. Excelentísimos señores jefes de Estado y de gobierno, y jefes de las delegaciones de países amigos. Quiero recalcar que han venido el mayor número de delegaciones que ha tenido este país en su historia y que este gobierno, que inicia este día, ha sido reconocido por el 100% de los países del mundo. Todos los gobiernos del mundo reconocen a este gobierno, a pesar de lo que digan algunos opositores.
Señor presidente de la Asamblea Legislativa, señor presidente de la Corte Suprema de Justicia, señores miembros del Ministerio Público, excelentísimos señores embajadores, invitados especiales, amigos de la prensa, familia, amigos, pero sobre todo y lo más importante, querido pueblo salvadoreño, este es el momento más importante de nuestra historia reciente, por fin vencimos el miedo y somos un país verdaderamente libre. La libertad es una de las cosas que más humilamos los seres humanos y nuestro país, después de mucho tiempo al fin tiene libertad, logramos lo inimaginable y lo hemos hecho acá, pero no con nuestra fuerza ni con nuestra inteligencia, sino únicamente con la gloria de Dios y con la sabiduría de Dios. Los milagros que hemos visto en este país no son pocos y si Dios así lo desea, vendrán muchos más, por eso debemos agradecerle a él por toda su misericordia con nosotros e impulsarnos hasta llegar hasta acá, también quiero agradecer a mi esposa Gabriela.
Yo quiero agradecer a mi esposa Gabriela, que como ustedes saben, además de ser una gran esposa y madre de nuestros más grandes tesoros, Laila y Aminah, es además una gran profesional y además encuentra tiempo para ser la mejor primera dama que ha tenido nuestro país, trabajando incansablemente por las mujeres, por la niñez, por las madres embarazadas, por la educación, por la salud, por la cultura y yo sé que la lista es más grande, pero me voy a acabar el discurso y encima todavía tiene que encontrar fuerzas para aguantarme a mí, en algún momento. Quiero agradecer también a mis hermanos que han estado siempre a mi lado, obviamente desde que estaba pequeño, pero han estado siempre a mi lado en todo este camino de la política y en todo este gobierno y me han apoyado en cada momento de mi vida. Y por supuesto, quiero agradecer a la persona que me dio la vida, a mi madre que está aquí atrás. Que obviamente nada hubiera sido posible sin ella. Y a mi padre, el doctor Armando Bukele Kattán, que no está aquí con nosotros pero le hubiera encantado estar acá, en este plano terrenal, disfrutando y viendo todo lo que hemos hecho para cambiar al país que él tanto amó. Pero estoy seguro que Dios sabe lo mejor y que él está desde otro lugar viendo y disfrutando de este país nuevo que hemos construido y que estamos por construir.
Y voy a agradecer a familiares, amigos, personas que siempre nos han acompañado desde el principio y siempre han confiado en este proyecto, pero sobre todo, los que han amado este proyecto de verdad. Inclusive, gente que no he llegado yo a conocer en persona, pero me han contado historias de gente que luchó por este proyecto y que ya partió a la otra vida, pero que soñaban con ver El Salvador así.
Y por último, pero no menos importante, a este gran pueblo salvadoreño, no solo el que está aquí en la plaza este día, sino a todos los que nos ven a través de sus casas, en la diáspora, en sus celulares, en sus tablets, todo el pueblo salvadoreño que ha hecho esto posible. Y que ha hecho posible esta aventura que parecía un sueño y que ahora es una realidad.
Nos solo nos han dado la confianza en tres elecciones distintas, sino desde mucho antes, cuando todo parecía un sueño. A los que confiaron desde entonces y a los que se sumaron después, a los que se sumaron en el camino y a los que se sumarán después de lo que pase ahora, muchas gracias.
El 4 de febrero ustedes reafirmaron que este es el camino que ustedes quieren para El Salvador para que salga adelante y cambiar para siempre. Pero a partir de ahora, primero de junio, tenemos una enorme tarea la de proteger como un león nuestro legado, el legado más grande que un pueblo y un gobierno trabajando de la mano le dejarán a la futura generación de salvadoreños. Y para eso si me permiten hacer una analogía de lo que ha pasado y de lo que va a pasar. Imagínense a una persona que va al doctor, que ha vivido muchos años toda la vida enfermo varias enfermedades y prácticamente se ha acostumbrado a vivir con ellas. Sufría el corazón uno de los riñones no le funcionaba, tenía hipertensión, le fallaba el hígado, un montón de enfermedades de toda la vida. A pesar de todo seguía con vida, mal pero con vida, pero de repente se empezó a sentir aún peor de lo normal así que decidió ir a un segundo doctor, que le dijo, no se preocupe, no es tan grave, sigamos así. Luego se puso peor, fue con un segundo doctor, un tercer doctor, y le dijeron lo mismo que el primero. Fue a un cuarto médico, y este le dijo, sí, la verdad sí estás enfermo de algo grave y crítico y nuevo, pero este tratamiento te va a curar, el tratamiento no funcionó.
Y así, los primeros doctores, unos no le dieron importancia, y otros le dieron tratamiento que solo lo agravaron. El problema se había terminado convirtiendo en un cáncer, y todo apuntaba a que era un cáncer terminal. Esta persona desesperada, va de un quinto, un sexto y un séptimo doctor, unos le mintieron, otros fueron inteligentes, otros lo engañaron, otros lo estafaron, y ninguno fue capaz si quiera de reducir el dolor. Es más, los últimos doctores le dieron un tratamiento que casi lo mata, incluso más rápido que la misma enfermedad. El cáncer parecía no tener cura, y cada día estaba peor y peor. Finalmente, cansado, pero todavía con un poquito de esperanza, fue con un octavo doctor, y este último le dijo que sí había cura, le dijo desde el primer día que tal vez iba a tener que tomar medicina amarga, pero que lo iba a curar de ese cáncer. El doctor le dio el tratamiento, y el paciente hizo y siguió las instrucciones al pie de la letra, hasta que el cáncer desapareció. El cáncer había desaparecido prácticamente por completo, el paciente estaba curado. La persona decidió confiar en el doctor, sin quejarse, apoyándolo, siguiendo la receta al pie de la letra, y todo, gracias a Dios, y al tratamiento, comenzó a mejorar hasta que se curó del cáncer que todos le habían dicho que era terminal. Poco a poco, empezó a retomar su vida y a disfrutar todo lo que el cáncer le había quitado. Ya podía salir con su familia, con sus amigos, ya podía ver a sus hijos crecer, sanos, ir a lugares que no podía ir antes. Sentía que le estaba ganando la batalla al cáncer, que le había ganado la batalla al cáncer, y que quería vivir bien.
Entonces quería quitarse todos los otros males que tenía de todo el tiempo. Así que decidió ir de nuevo al doctor, pero en vez de ir al doctor que lo curó fue al quinto doctor, al que casi lo mata, y el quinto doctor lo ve y le dice ‘mire, yo no tengo tratamiento para su enfermedad pero si le puedo hablar mal del médico que lo curó’. Y le empezó a hablar mal del médico que lo curó y bueno le dijo que era un mal médico. Y que era malo porque sólo le había curado el cáncer y que no le había curado de todas las enfermedades que siempre había tenido. Seguía mal del corazón, seguía mal de los riñones, seguía mal del hígado, de la hipertensión, entonces la persona enojada decide ir a reclamarle al médico que lo curó del cáncer. El doctor que lo curó le contesta ‘yo te curé del cáncer y te puedo curar de los demás problemas, pero no puedo curarte de todo al mismo tiempo. Tenés las defensas bajas y primero hay que subirlas antes de poder intervenir el corazón. El tratamiento que te den te puede curar de la enfermedad pero primero teníamos que curar el cáncer. Cuando tus defensas estén lo suficientemente altas te daré el tratamiento para la otra enfermedad que tienes, que es lo segundo que más importa a ti, el corazón, que es una enfermedad de toda la vida pero estamos listos para curarla también’. ¿Ustedes a quién le harían caso, al doctor que nos curó del cáncer o a los doctores que casi nos matan y los estafaron? La sociedad salvadoreña es como una persona enferma aún, ha tenido múltiples enfermedades desde que nació, desde hace mucho tiempo, desde el nacimiento de nuestro país. Problemas en economía, en salud, en educación, en infraestructura, en empleo, en vivienda y en una larga lista. Pero hace más de 30 años apareció una enfermedad más grave y más urgente: el cáncer de las pandillas, que se volvió en ese momento lo más urgente de resolver. Y todos recordamos eso.
Ningún gobierno pudo combatirlo. Es más, la medicina que los gobiernos dieron sólo empeoró la enfermedad. La hizo más grave y más dolorosa. Hace cinco años, aquí en esta misma plaza, les pedí que confiaran y que defendieran nuestras decisiones que íbamos a tomar, aunque algunas sonaran a medicina amarga. También les dije que a veces habría que tomar de esa medicina. Y así como el doctor le dio la cura del cáncer al paciente, pero para curarse debíamos seguir la receta, al pie de la letra, poniéndole su parte. Así también este pueblo salvadoreño tomó la decisión de seguir al pie de la letra la receta y juntos nos libramos del cáncer de las pandillas. Juntos nos libramos de la inseguridad.
Incluso cuando algunos decían que ese no era el camino, que esa no era la solución y es cierto con algo, la medicina sólo es una parte de la solución, la otra parte es la guía de Dios y la tercera parte es que el paciente debe seguir las indicaciones, no debe titubear, no debe escuchar a quienes le dicen que no es la medicina correcta, que ellos tienen la medicina correcta y lo único que quieren es volverlos a enfermar para poderlo volver a estafar. Aquí vinieron expertos internacionales ustedes recuerdan organismos etcétera a decirnos que así no se solucionaba el tema de las pandillas recibimos condenas de todas partes, decían que era un problema que había que aplicarse de otra manera y que por suerte lo podríamos arreglar en 50 años. Eso decían, ahí están los videos de ellos pero ustedes valientemente decidieron no escucharlos y defender incondicionalmente las decisiones que se estaban tomando. Con la ayuda de Dios, el esfuerzo del pueblo salvadoreño y el trabajo del gobierno logramos los mejores resultados que ni nosotros mismos hubiéramos soñado. El 1 de mayo del 2021 quitamos al fiscal general anterior y quitamos a los magistrados de la sala constitucional anteriores y en menos de un año, el 1 de mayo del 2022 ya éramos el país más seguro de toda la región.
Un año después, el primero de mayo del 2023, ya éramos el país más seguro de toda Latinoamérica. Y un año después de eso, primero de mayo del 2024, ya somos el país más seguro de todo el hemisferio occidental. En tan solo un mes, ya se empezó a sentir el alivio aquel tiempo. Y lo hicimos porque teníamos el apoyo incondicional de todos los salvadoreños. Si no, no hubiera sido posible. El plan control territorial, la guerra contra las pandillas, el régimen de excepción, funcionaron porque tenían el apoyo y la confianza plena del pueblo salvadoreño. Si no, no hubiera funcionado.
No solo confiaron en dar con el voto en las elecciones y ya, hicieron algo mucho más importante que eso. Defendieron a capa y espada cada una de las decisiones que se tomaron. Y producto de eso, y gracias a Dios, nos comenzamos a sentir tan bien que ahora queremos curarnos de todas las demás enfermedades. Pero no.
Algunos pocos han decidido escuchar a los doctores anteriores, los incompetentes estafadores que se lucraron de su enfermedad cuando la tenía la grave, el cáncer, las pandillas que no solo no le dieron ninguna cura, sino que estuvieron a punto de matarlos hasta trajeron médicos extranjeros, supuestos expertos intelectuales en inercia que decían conocer la solución al problema, pero no solucionaron nada. En serio, vamos a escucharlos de nuevo a ellos. La razón por la que ahora estamos vivos y podemos caminar sin miedo por nuestras calles es porque no nos escuchamos a ninguno solo de sus argumentos. La sociedad salvadoreña sigue enferma, sigue enferma, pero ya no tiene cáncer, sigue enferma de las demás cosas que siempre ha tenido. Y ahora que ya arreglamos lo más urgente que era la seguridad, vamos a enfocarnos de lleno en los problemas importantes, empezando por la economía. Y quizá en este nuevo tratamiento para sanar la economía, quizá también haya que tomar medicina amarga. Pero así como el enfermo que se curó del cáncer y ahora quiere curarse del corazón, el país ya se curó de las pandillas y ahora quiere curarse de la mala economía. El Salvador necesita tres cosas para curarse de la economía, para arreglar la economía. Uno, la guía de Dios. Dos, el trabajo incansable del gobierno. Pero y tres, que el pueblo vuelva a defender a capa y espada cada una de las decisiones que se tomen. Ya votaron por nosotros masivamente el 4 de febrero, pero no es suficiente con votar. Es importante defender cada una de las decisiones que se tomen sin titubeos. Así como lo hicimos con la inseguridad. Exactamente como hicimos este país seguro, vamos a hacer este país próspero. Pero para eso necesitamos que cada quien defienda cada una de las decisiones que se tomen.
Los cinco años que acaban de pasar nuestro gobierno siempre optó por el camino angosto que dice la biblia nunca tomamos el ancho la salida fácil los retos por ende fueron más grandes que cualquiera de nosotros hubiera imaginado pero la misericordia de dios también fue mayor para nosotros y poco a poco empezamos a crear algo mucho más significativo un espejo donde toda latinoamérica se ve ahora nuestra generación detuvo la inercia de la historia vencimos casi un siglo casi medio siglo de violencia sistemática avalada por poderes extranjeros e impulsada por la maldad y la incompetencia de gobiernos de turno
Hoy me dirijo al pueblo, a este pueblo salvadoreño, que no es el mismo país al que le hablé hace cinco años, sino que gracias a Dios, este nuevo país, para recordarle lo que dice la Biblia. Este es un país laico, el que no cree en la Biblia puede no creer en la Biblia, el que no cree en Dios puede no creer en Dios, pero yo sí creo en Dios. Y le recuerdo lo que dice la Biblia. Por sus frutos los conoceréis. Valoren ustedes mismos, quienes fueron los que prometieron y no hicieron nada, y quienes sí logramos transformar este país, sí logramos dar frutos buenos. Así como aquel enfermo confió en el doctor que curó el cáncer terminal, y que además tiene tratamiento para curar las demás enfermedades, la oposición, que es numéricamente insignificante, pero rabiosa, sigue defendiendo una institucionalidad, una democracia, como le llaman ellos, que solo nos dejó hijos, madres, abuelos, amigos y hermanos asesinados impunemente. Nosotros, por el contrario, decidimos hacer nuestra propia receta. Se necesita coraje, se necesita arriesgarse en todos los niveles. No estoy aquí para hacer lo que algunos creen que debemos hacer, estoy aquí para hacer lo que mejor sea para nuestro país. No perdamos, nunca perdamos la perspectiva. Aquí no estamos solamente cambiando un país, estamos cambiando un completo paradigma. Ya les cumplimos con creces lo que nadie ni nosotros no hubiéramos imaginado. Ya quisieran otros pueblos tener lo que nosotros tenemos ahora. También es urgente que cambiemos algo más. Nosotros, como pueblo, debemos cambiar algo más. La idea de que solo nos merecemos lo malo y lo feo.
De quejarnos cuando las cosas están cambiando para bien, cuando las cosas mejoran. Ahí es que esa es la mentalidad del fracaso, y debemos de combatirla nosotros mismos. Para el pueblo debe ser lo mejor, lo público debe ser mejor que lo privado. ¡No hagan caso a voces! ¡No hagan caso a voces! Que tratan de envenenar la mente de la gente cuando construimos algo bueno para el pueblo. Algo que es el pueblo el que lo utiliza. He escuchado a personas que dicen, Sí, la seguridad está bien, pero… Espérense. En dos años, le dimos vuelta a una situación que llevaba medio siglo, de violencia, entre 30 años de pandilla más la guerra civil, con más de 70 mil terroristas que controlaban las comunidades, los cantones, los caceríos, las colonias, las calles, este mismo centro histórico. Eran un gobierno paralelo, y dejaron más muertos que todo el conflicto armado oficial. La paz fue más sangrienta que la guerra. Y lo hicimos con nuestra propia receta, con nuestros propios policías, con nuestros propios soldados, con la colaboración de nuestra propia gente, y con la ayuda de Dios. Hoy, al día de hoy, hoy, algo que parecía imposible, y que ahora lo damos por sentado, El Salvador es el país más seguro de todo el hemisferio occidental, con una reducción… con una reducción del 97% en los homicidios. Ya no hay temor acá de estar acá en el centro, pero no a esta hora de día, no, a las 2 de la mañana, incluso tomándose fotos o grabando videos con los celulares. El salvadoreño sabe que eso no se podía hacer aquí.
Ni en la mayoría de lugares han pensado que hasta hace poco tiempo la sola idea de sacar el celular en este lugar era algo impensable, a una locura. Imagínense hasta los opositores pueden venir a grabar sus vídeos de ataques en la madrugada, sin ningún problema pueden sacar sus teléfonos y grabar sus ataques a las dos de la mañana criticando las obras del gobierno, lo cual está bien que lo hagan; es su libertad. Es un país libre democrático pero tal vez no se dan cuenta lo que ellos mismos han ganado y que no tenían antes. ¿Cuánto pagaríamos, cuánto pagaría alguien por vivir, cuánto pagaríamos porque no nos mataron a un familiar a un ser querido a un hijo, cuánto pagaríamos por eso los que han perdido familiares cuánto pagarían por recuperarlo sin el éxito de esta guerra contra las pandillas? Muchos de los que están acá y muchos de los que nos ven en televisión y en redes sociales estarían muertos. Fueron decenas de miles de salvadoreños que murieron en cada gobierno, hoy son decenas de miles de salvadoreños salvados por el trabajo de este gobierno.
Decenas de miles de salvadoreños que nunca sabrán, nunca lo sabrán, que de nosotros no haber enfrentado a las pandillas hubieran sido asesinados, quién sabe si hubiera sido uno de esos decenas de miles de muertos, quién sabe, y quién sabe si pudo haber sido un familiar, un amigo, una persona querida por nosotros, quién lo sabe, seguro muchos de los que nos ven en televisión al día de hoy estarían muertos y de seguro muchos opositores que están en contra del régimen de excepción estarían muertos de no ser por él. Y logramos todo eso sin subir un centavo de impuestos, de hecho ustedes recuerdan que los gobiernos anteriores tenían un impuesto a la seguridad, el CESC, bueno lo quitamos, nosotros no pusimos un impuesto a la seguridad sino que quitamos un impuesto a la seguridad, y aún así los gobiernos anteriores con todo el impuesto a la seguridad permitieron que las pandillas incrementaran y asesinaran impundemente a nuestra gente, nosotros damos la perspectiva, lo que ha ocurrido en El Salvador no son cinco ni diez, son más de veinte milagros juntos y todos por la gloria de Dios, por el trabajo del gobierno y por el apoyo y cansancio del pueblo de El Salvador.
Esta, esta es la receta que ustedes eligieron, la receta que está dando resultados. Tantos resultados que el mundo entero ha puesto sus ojos aquí. ¿Cuándo el mundo entero había puesto sus ojos en El Salvador? Por algo bueno. Así de grandes han sido los resultados. Y con todo eso, no vale dudar que podemos hacer lo mismo otra vez. Pero hoy con la economía. Hablan de burocracia. La oposición habla de burocracia. ¿Cuál burocracia? ¿La burocracia que les impedía capturar pandilleros aún sabiendo dónde vivían, a dónde estaban? Hablan de transparencia. ¿De qué transparencia hablan? Salgan de sus casas en la noche sabiendo que nada les pasará. Esa es la verdadera transparencia. Esa, esa es la transparencia que ofrece este gobierno. Y la que seguiremos dando. El Salvador cambió para siempre. Nuestro gobierno ya dio frutos, como el árbol que dio buenos frutos. Ya dio frutos en abundancia. El camino pronto será irreversible, primero Dios. Ya superamos lo más difícil, lo más urgente. Ahora faltan todas las demás enfermedades, nadie lo niega. Pero debemos seguir escuchando al doctor que ya nos curó de lo más urgente, de lo más grave. De lo que nos estaba matando. Y debemos de seguir la receta siempre, como hicimos la vez pasada, al pie de la letra. Y ahora en adelante aprovechemos cada uno de junio para honrar la vida a los que perecieron antes de que tuviéramos la medicina. Y hagamos nuevamente un juramento para defender cada una de las decisiones que tomaremos en los próximos cinco años.
Para que sepamos confiar nuestra voluntad a Dios y le pidamos sabiduría para hacer bien las cosas. Así que les pido a todos que levanten su mano. Juramos defender incondicionalmente nuestro proyecto de nación, siguiendo al pie de la letra. Cada uno de los pasos, sin quejarnos, pidiendo la sabiduría de Dios para que nuestro país sea bendecido de nuevo con otro milagro. Y juramos nunca escuchar a los enemigos del pueblo. Que Dios los bendiga y que Dios bendiga a El Salvador. Muchas gracias.
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2 Responses to ““Juramos nunca escuchar a los enemigos del pueblo”: Discurso completo de Nayib Bukele como presidente de facto”
Agradezco la transcripción completa del Discurso de la Toma de Posesión del Presidente Electo Nayib Bukele, en su segundo mandato, usando recursos legales y constitucionales para evadir el bloqueo de reelección consecutiva.