Bitcoiners compraron edificios históricos en el centro de San Salvador por más de $7 millones

Tres criptoinversores influyentes y amigos del oficialismo compraron cuatro edificios en zonas turísticas del Centro Histórico de San Salvador, que suman $7 millones 475 mil dólares. Entre ellos está Giancarlo Devasini, uno de los personajes más destacados del mundo de las criptomonedas a nivel mundial. También Max Keiser, asesor presidencial en bitcóin. Estas compras sucedieron entre el 14 de julio de 2023 y el 26 de julio 2024, cuando ya había entrado en vigencia una ley aprobada por la Asamblea Legislativa oficialista que exonera la renta a inversionistas de esa área.  Desde su llegada al país, estos inversores han inscrito varias empresas en el Registro de Comercio relacionadas a hotelería y activos digitales, tal como comprobó Factum.

Foto FACTUM/Adonaldo Arias


El empresario italiano Giancarlo Devasini, uno de los personajes más influyentes de las criptomonedas en el mundo y representante de Bitfinex, la empresa que venderá mil millones de dólares en deuda para el gobierno salvadoreño, es uno de los nuevos dueños del centro histórico de San Salvador. Devasini, a través de dos de sus empresas en El Salvador, compró edificios e inmuebles históricos situados en ubicaciones estratégicas de la llamada zona “revitalizada” de la capital. 

Factum encontró cuatro propiedades adquiridas por Devasini y otros dos criptoinversores -Max Keiser y Raymond Friddell, todos cercanos al gobierno de Nayib Bukele- en el área más turística del centro histórico, edificios y casas cercanas a las tres plazas emblemáticas de la capital: Barrios, Morazán y Libertad. 

Las compras suman un total de $7 millones 475 mil dólares. Uno de estos cuatro edificios -el edificio Veiga- ha sido propuesto como monumento relevante, de acuerdo al Listado de inmuebles inventariados con valor cultural en San Salvador. 

Los criptoinversores compraron las propiedades después de la aprobación de la Ley de Creación de la Autoridad de Planificación del Centro Histórico de San Salvador (Aplan), que desde el 17 de mayo de 2023 exoneró de impuestos a los inversionistas del área. 

Mientras los empresarios y bitcoiners compran edificios en puntos estratégicos del centro capitalino, el gobierno de Bukele avanza con su plan de revitalización. Un cambio que ha significado el desplazamiento de miles de miles de vendedores informales de las calles, que ahora sobreviven con poco o nada de dinero. Es un plan, con una inversión de 100 millones de dólares, según la alcaldía de San Salvador, que también ha expulsado a comerciantes de locales históricos y ha provocado la incertidumbre de cientos más que no saben si sus negocios -talleres, pupuserías o pequeñas cafeterías- tienen la estética necesaria para mantenerse en el corazón de la ciudad. 

En mayo de 2022, el presidente Bukele presentó su proyecto de ciudad Bitcóin: una maqueta dorada en forma de hojuela que mostraba cómo sería la ciudad que se construiría en Conchagua, La Unión.  Pero ese proyecto, un paraíso sin impuestos para los criptoinversores, aún no empieza. La ciudad dorada que prometió Bukele no se está construyendo en La Unión; está apareciendo en pleno San Salvador.

El edificio Morazán, cuya terraza ofrece vistas inmejorables al Teatro Nacional, a la cúpula de la Catedral Metropolitana y a la plaza Morazán, una de las tres principales del centro histórico, fue comprado por $1 millón 25 mil dólares, el 26 de julio de 2024. 

GSV Hospitality S.A. de C.V. es la nueva dueña del edificio Morazán. Devasini, la mente detrás de Tether, una de las criptomonedas más reconocidas en el mundo, es dueño de la empresa junto con otro criptoinversor: el gestor hotelero de origen estadounidense Guy Raymond Friddell IV, según documentos del Centro Nacional de Registros (CNR) consultados por Factum. 

A Devasini y a Friddell se suma otro accionista, otro bitcoiner estadounidense llamado Timothy Maxwell Keiser -o Max Keiser-, asesor del bitcóin en la presidencia de Nayib Bukele. Keiser, además, es esposo de Stacy Elizabeth Herbert, la directora de la Oficina Nacional del Bitcóin en El Salvador. Es decir, funcionarios públicos. 

La ciudad dorada que prometió Bukele no se está construyendo en La Unión; está apareciendo en pleno San Salvador. Ilustración FACTUM/Mariana Matal

Los tres nuevos dueños tienen fuertes vínculos con el oficialismo. La pareja Keiser y Herbert ganó notoriedad desde el primer gobierno de Bukele -el legítimo-, cuando se vendieron como promotores del bitcóin, adoptado como moneda de curso legal en El Salvador en septiembre de 2021. Friddell es a menudo mostrado como un modelo de inversionista por el ministerio de Turismo del país. 

Y Devasini es director financiero, cargo que también tiene en Tether, de Bitfinex, la compañía domiciliada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, responsable de la emisión de los llamados bonos volcán. Los bonos, cuya promesa de lanzamiento se remonta a 2021, pretenden colocar mil millones de dólares en deuda, que el gobierno necesita para financiarse. 

CONSULTE LOS DOCUMENTOS PÚBLICOS DE LOS CRIPTOINVERSORES Y SUS COMPRAS EN EL CENTRO HISTÓRICO DE SAN SALVADOR

El edificio Morazán fue vendido por Inversiones Odomin, S.A. de C.V., sociedad que, desde inicios de 2024, también pasó a manos de Friddell IV, Devasini y Keiser.

El 31 de enero de 2024 se reconstruyó la junta directiva por Devasini como el director presidente; Friddell IV, director secretario; Keiser, primer director; Karen Patricia Rosales Peña, primer director suplente; Bryan Anthony Corea Aparicio, segundo director suplente; y Alan Raúl Hernández Ramírez, como tercer director suplente.

GSV Hospitality, S.A. de C.V. fue creada el 4 de junio de 2024. Su finalidad: “el desarrollo de proyectos turísticos y de hotelería”, de acuerdo a información disponible en el CNR. 

A través de esta misma empresa, GSV Hospitality, los bitcoiners también adquirieron otro inmueble identificado como “lote #117, avenida Morazán, en el centro de esta ciudad”. Según la compraventa, del 28 de junio de 2024, el inmueble fue vendido por la Asociación Pro-Superación Juvenil por un monto de $1 millón 250 mil dólares. 

Tanto Devasini, Friddel IV y Keiser comparten otra empresa con nombre similar: GCH Hospitality, creada el 1 de junio de 2023, y también dedicada al “desarrollo de proyectos turísticos y de hotelería”, según información del CNR. 

Esta sociedad adquirió una propiedad en una zona inmejorable del centro histórico, en el número 3 de la Segunda Avenida sur, a un costado de la Catedral Metropolitana y colindante con un edificio que ahora es propiedad de una empresa de la familia Bukele. La compra ocurrió el 14 de julio de 2023, un mes y medio después de la reforma que exonera el pago de impuestos para los inversores. 

Se trata del ex Club Internacional, comprado por $1 millón 700 mil de dólares a Arrendadora Kansas, S.A. de C.V. La fachada de este inmueble tiene una placa. “En esta casa, antigua sede del Club Internacional, se fundó el club rotario de San Salvador, decano del movimiento rotario de nuestro país, el 11 de marzo de 1927”, dice el pedazo metálico. 

En 1927, la primera junta directiva del Club Internacional fue dirigida por Alfonso Quiñónez Molina, dieciséis días después de haber dejado la presidencia de El Salvador. 

El inmueble donde estuvo el Club Internacional colinda con un edificio art decó que fue comprado el 15 de junio de 2023 -ya con la exención de impuestos vigente- por Lagencia, S.A. de C.V., una empresa de Karim y Yusef Bukele, hermanos del presidente salvadoreño, tal como reveló una investigación de Redacción Regional. 

En ese edificio opera el recién inaugurado restaurante de lujo de la zona, llamado La Doña Steak House. Fue adquirido por $1 millón 300 mil a la inmobiliaria Camosal, S.A. de C.V., de acuerdo a documentos consultados por Factum en el CNR.

La zona es la crema del nuevo centro: restaurantes, nuevas cafeterías, con ciclovía, valet parking, llena de camionetas blindadas durante la revitalizada noche de San Salvador. 

Fachada del ex Club Internacional, situado a un costado de la Catedral Metropolitana, en una de las zonas de más plusvalía del centro histórico de San Salvador. El inmueble fue comprado por la empresa GCH Hospitality, propiedad de los criptoinversores Devasini, Friddel IV y Keiser. La casa colinda con un edificio que fue comprado por la familia del presidente Bukele y que ahora tiene un restaurante de moda. Foto FACTUM/Adonaldo Arias

La adquisición de propiedades no termina ahí. Friddell IV es dueño de Donna Desarrollos, S.A. de C.V., inscrita el 22 de mayo de 2024. La empresa tiene como finalidad el turismo, restaurantes o la atención a turistas, según información del CNR.

A través de esta empresa, Friddell adquirió el Edificio Veiga. Está ubicado en la esquina opuesta a la nueva Biblioteca Nacional de El Salvador (Binaes), a escasos metros de la plaza central de San Salvador, la Gerardo Barrios. Fue construido en 1948, y propuesto como monumento relevante, de acuerdo al Listado de inmuebles inventariados con valor cultural en San Salvador, según el extinto Consejo Nacional para la Cultura y el Arte. 

Fue comprado por $3 millones 500 mil dólares el 22 de julio de 2024 a CEFIN, S.A. de C.V. El precio de este inmueble aumentó en pocos años, considerando que anteriormente, el 30 de abril de 2019, había sido vendido por $450 mil dólares.

El edificio Veiga fue construido en 1948, y propuesto como monumento relevante, de acuerdo al Listado de inmuebles inventariados con valor cultural en San Salvador, por la extinta Concultura. Foto FACTUM/Adonaldo Arias

El mago de las compras

El italiano Devasini ejercía como cirujano plástico, pero dejó la carrera por los dilemas que le planteaba la especialización, según su biografía en el sitio web de Bitfinex, otra empresa importante de criptomonedas de la cual ha sido director financiero desde 2013. La empresa está registrada, al igual que Tether, en las Islas Vírgenes Británicas. 

Tanto Tether como Bitfinex han inscrito filiales en El Salvador, según los registros consultados en el CNR. Bitfinex Securities El Salvador, S.A. de C.V. fue inscrita el 18 de febrero de 2022. Será la responsable de comercializar mil millones de dólares en bonos bitcóin del Gobierno, los llamados “bonos volcán”. 

En el caso de Tether, sus filiales salvadoreñas fueron inscritas en el Registro de Comercio el 23 de febrero de 2024 con los siguientes nombres: Tether NA El Salvador, S.A. de C.V., Tether International El Salvador, S.A. de C.V. y Tether Operations El Salvador, S.A. de C.V., tal como constató Factum.

Según los registros consultados en el CNR, Devasini aparece como administrador suplente en otras cuatro empresas creadas en El Salvador para la compra e intercambio de criptomonedas. 

Devasini, quien se hace llamar “Merlín”, por el mitológico mago consejero del rey Arturo y su corte, visitó a la Asamblea Legislativa oficialista en la plenaria del 8 de febrero de 2022, tal como corroboró con una foto El Faro. Apareció posando sonriente junto a Samson Mow, uno de los principales lobbistas de criptobonos, y con diputados de Nuevas Ideas. 

El empresario ha enfrentado varias demandas; algunas mantienen expedientes abiertos, según consultó Factum en el registro judicial estadounidense, conocido como Pacer, por su acrónimo en inglés. En 2020, en el Distrito Sur de Nueva York, Devasini fue acusado de manipular el mercado de criptomonedas. 

El demandante alegó que Devasini ocultó su rol dual como emisor de Tether y operador de una plataforma de intercambio de estos activos, es decir, de Bitfinex. 

Esto, según el documento, “para inflar una de las burbujas de activos más grandes de la historia, lo que les permitió obtener cientos de millones de dólares en ganancias ilícitas a precios artificialmente elevados”.

Mapa que muestra de las tres propiedades que han sido adquiridas por criptoinversores en la zona de más plusvalía del centro de San Salvador, la revitalizada área entre las plazas Barrios, Morazán y Libertad. Ilustración FACTUM/Mariana Matal

Factum visitó la mañana del pasado 6 de noviembre las oficinas de GSV Hospitality S.A. de C.V., situadas en Torre Futura de San Salvador, con una solicitud de entrevista. La petición era para los miembros de la sociedad y así obtener explicaciones sobre la compra de propiedades y proyectos en el centro histórico, así como demandas contra Devasini. 

La oficina era, en realidad, una firma de abogados que representan a la empresa. Un encargado de asesoría legal recibió la petición y firmó de recibido. Al cierre de esta nota la empresa no había dado una respuesta. 

Lo mismo ocurrió en las oficinas de la filial de Tether, situadas en otro despacho jurídico de la Torre Futura, para solicitar entrevista con Devasini. 

La exención de impuestos a inversionistas en el centro no es la única ventaja de la que gozan estos criptoinversores en El Salvador. El gobierno exoneró de impuestos a las ganancias por el alza del bitcóin, tal como explicó el entonces asesor de la Presidencia, Javier Argueta, después de la aprobación exprés de la Ley Bitcóin en 2021. 

“Si una persona tiene bitcóin como activo y tiene alta ganancia, no va a haber ningún impuesto. Esto es obviamente para incentivar las inversiones extranjeras”, mencionó Argueta a la agencia AFP.

El Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat), una organización intergubernamental creada para prevenir y combatir el lavado de activos, publicó en agosto de 2024 un informe de evaluación. En el documento identificó “una creciente incidencia del delito de estafa, presente tanto en el sector financiero como en las plataformas de proveedores de servicios bitcóin”. 

El Gafilat recomendó a El Salvador profundizar y ampliar las evaluaciones de riesgo de lavado de activos asociados a los activos virtuales, proveedores de servicios de activos virtuales y proveedores de servicios de activos digitales.

Factum documentó cómo el bitcóin ni siquiera es utilizado en las dependencias del gobierno. Lo que fue una promesa del gobierno para revolucionar las remesas y ahorrar millones en comisión también ha resultado un fracaso, pues menos del 2% de las remesas recibidas en El Salvador son a través de carteras digitales. 

Ante ese panorama, después de tres años de la Ley Bitcóin, la ahora ex directora de Tecnología e Innovación de Negocios en el gobierno de Bukele, Mónica Taher, dijo que el objetivo de la adopción de la criptomoneda en el país no fue para beneficiar a las mayorías, a grupos marginados o no bancarizados, sino para beneficiar a los grandes capitales. 

“Los que se van a beneficiar no son las personas del área rural que compran datos para conectarse a Facebook o WhatsApp, sino los grandes capitales, que pueden hasta cierto punto realizar grandes transacciones sin rastro y que serán protegidos por esta ley”, concluyó la exfuncionaria en una entrevista en vivo con Factum el pasado 5 de noviembre. 

Taher fue despedida por promover la transparencia en el uso de criptoactivos. 

¿Quiénes son los otros nuevos dueños?

Maxwell Keiser, conocido como Max Keiser, se define como reportero y cineasta estadounidense. También es conocido como “el gran sacerdote del bitcóin”. Es el asesor de bitcóin de Bukele, o como él mismo describe en su perfil de X, es el “Sr.Bitcoin Advisor @NayibBukele”. Es accionista de una de las empresas que compró un edificio en una de las zonas turísticas más importantes del centro histórico.

Keiser es además el dueño de Gonzo SV S.A. de C.V., una empresa de producción televisiva inscrita en el Registro de Comercio el 17 de octubre de 2022 junto a su esposa, la directora del Oficina Nacional del Bitcóin en El Salvador, Stacy Elizabeth Herbert.

El tercer nuevo dueño de parte del centro es Friddell IV, o “Bo Friddell” como se autodenomina. Es un gestor hotelero con domicilio en Virginia, Estados Unidos, y dueño de otras empresas dedicadas a este rubro. Una de esas, de la cual ha sido representante legal, administrador único propietario y director secretario, es Sunrise Salvador Development, S.A. de C.V., la cual tiene un hotel en la playa El Tunco llamado Casa Bonita y seis propiedades en la playa El Zonte, en el departamento de la Libertad. Dos de estas fueron adquiridas en septiembre de este año, según documentos del CNR. 

Esta última empresa tiene en esa zona un hotel llamado Garten Hotel, tal como lo confirma su sitio web. En este exclusivo hotel hubo una fiesta de bitcoiners, de la cual Keiser fue el anfitrión. Ocurrió el 28 de marzo de 2022, dos días después de la aprobación del régimen de excepción en El Salvador, tal como publicó Factum. 

Mientras la ciudadanía era escudriñada por policías y soldados, los bitcoiners bailaban y eran custodiados por una patrulla policial.

Friddell también tiene una cercana relación con el gobierno salvadoreño. En agosto de 2019 y junio de 2022 ha aparecido en eventos públicos o entrevistas junto con la ministra de Turismo, Morena Valdez. El gobierno lo ha usado como el modelo del inversor que buscan.

Terraza del edificio Morazán, donde se ubicaba Mori’s Rooftop. Foto FACTUM/Adonaldo Arias

El final de una terraza

El edificio Morazán fue uno de los primeros inmuebles que tuvo un negocio nuevo cuando el centro histórico comenzó a revitalizarse. En abril de 2018, cuando Bukele estaba a punto de terminar su periodo como alcalde de San Salvador, la municipalidad inauguró un parque lineal en la calle Delgado, un espacio peatonal situado a un costado del edificio Morazán. Para entonces, el centro histórico había comenzado a iluminarse, a extender sus aceras, a recibir pintura. 

Mori’s Rooftop, un bar en la azotea del Morazán, comenzó a operar en junio de 2018. El negocio, que cosechó decenas de fotografías en Instagram, duró seis años. 

“Ya hay fecha, señores, se acabó la espera: Nos vamos el próximo 15 de noviembre”, informó en una transmisión en vivo el dueño de Mori’s Rooftop, Dennis Sánchez Montano. 

“Cambiaron los propietarios (del edificio Morazán), son personas nuevas. Ellos tienen otros planes: Un proyecto muy lujoso y Mori’s ya no forma parte del plan”, mencionó Sánchez.

Sánchez no ha sido el único damnificado. Desde al menos 2022, los desalojos en el centro histórico se han convertido en la nueva normalidad. Cientos de vendedores informales han sido removidos de las calles, con la promesa de ser reubicados en mercados. 

Pero la incertidumbre ha contagiado a negocios formales que no saben si entrarán en los planes de renovación. Un dueño de otro negocio establecido en el edificio Morazán habló con Factum en condición de anonimato por temor a represalias, y dijo que el proyecto que se llevará a cabo en el edificio es un hotel. Y su negocio ya no cabe en el edificio. 

El pequeño empresario dijo a Factum que los negocios que quieren obtener un permiso deben cumplir varios requisitos. La Aplan, creada en 2023, es la nueva entidad responsable de “calificar, aprobar y supervisar los proyectos y obras de rehabilitación, restauración, mantenimiento y desarrollo económico-social y urbano del Centro Histórico de San Salvador”, según el artículo 3 de la ley.

Factum visitó el pasado 5 de noviembre las instalaciones de la Aplan, situadas en el antiguo edificio del Ministerio de Turismo, en la calle Rubén Darío. Esta revista buscaba el plan de ordenamiento territorial del Centro Histórico, aprobado por la entidad de acuerdo al artículo 8 de la ley. No hubo respuesta al cierre de esta nota.

El emprendedor que pronto dejará el edificio Morazán dijo que Aplan hace recomendaciones que no están escritas en leyes o reglamentos, en relación a la estética de los negocios para atraer a turistas. 

“Quieren conceptos nuevos, atractivos”, dijo con respecto a la cara que la Aplan busca para el corazón de la capital. No todos caben en el nuevo centro histórico de San Salvador. 


“Esta investigación fue realizada gracias al soporte del Consorcio para Apoyar el Periodismo Independiente en la Región de América Latina (CAPIR), un proyecto liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR).

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