Las operaciones clandestinas del presidente Funes

Audios en poder de Factum revelan reuniones de un grupo de operadores políticos, guiados por el entonces presidente Funes, que conspiraban para atacar a adversarios políticos, comprar voluntades y manipular a la Fiscalía. Dos de sus consejeros y cómplices fueron el expresidente Antonio Saca y su primo Herbert Saca. El grupo confabuló para obtener de manera ilegal información clasificada de la Fiscalía y los Estados Unidos para usarla contra el expresidente Francisco Flores.

Por: Héctor Silva Ávalos y César Castro Fagoaga

Ilustración: Judith Umaña

Videos: Gerson Nájera
Edición: César Castro Fagoaga y Ricardo Vaquerano
Con Reportes de Fernando Romero, Bryan Avelar y María Cidón

Fecha: 19 de diciembre de 2018

Todos los que están en este salón, frente a un bar, con un vaso de whisky cinta azul en la mano terminarán procesados, condenados o prófugos. Todos menos Herbert Saca, que aún hoy permanece lejos de los tribunales y es abstemio. La mayoría de los que están aquí, en esta casa de Antiguo Cuscatlán, serán acusados de uno o varios casos de corrupción. Pero eso ocurrirá en unos años: ahora, este viernes 11 de octubre de 2013, a pocos días de que la bomba estalle en un programa de radio, el cuarto de guerra del presidente Mauricio Funes planea cómo atacar a un enemigo en común.

A la cabeza, acomodado en el sillón frente al bar, está Funes. Detrás del bar, a varios metros de distancia, Herbert Saca. Flanqueándolos, en el sofá de la derecha desde la perspectiva de Funes, Miguel Menéndez, Mecafé. Del otro lado, frente a Menéndez, comparten sillón el expresidente Antonio Saca y César Funes, exfuncionario de la administración Saca y uno de los más cercanos al expresidente.

Él es la clave para joder a Paco —dice el presidente Funes a su “gabinete”-. Yo le mandé a decir que si quería protección le dábamos protección; para darle confianza… Y si él renunciaba a la Fiscalía, que nada nos cuesta a nosotros absorberlo en la (secretaría) jurídica por un tiempo. Eso no es ningún problema.

Esta tarde de viernes, un día antes de su acostumbrado programa radial, Conversando con el presidente, Funes ha reunido a su gabinete paralelo para planificar la operación política y mediática contra Paco: Francisco Flores, el expresidente que en 2016 morirá a causa de un infarto cerebral mientras es procesado, también por corrupción.

El grupo ha juntado información sobre supuestos desvíos irregulares de dinero para desplegar una campaña contra Flores. Información que, según ellos, ha sido filtrada por gente del partido Arena. El partido de Flores. Pero aún es insuficiente: Funes siente que de momento tiene un cohete que puede salir soplado y por eso teme hacerlo público. Lo que falta, “la clave” que ha mencionado hace unos segundos, es que el fiscal auxiliar que tiene en su poder un documento llamado Reporte de Operaciones Sospechosas, o ROS, se lo entregue.

Lo que falta es corromper a ese fiscal.

Factum tuvo acceso a varios audios grabados durante una reunión  del expresidente Funes con su gabinete paralelo, formado por los primos Saca, más César Funes y Mecafé. Esas grabaciones, además de entrevistas con un exministro y dos exsecretarios de Estado del círculo más próximo a Funes, y uno de los responsables de la inteligencia estatal durante su administración, muestran no solo los alcances de la alianza Funes-Saca, que inició con la creación del partido GANA y que llegó a su madurez con ese gabinete de crisis que fraguó la caída de Flores usando recursos públicos para sobornar a un fiscal en medio de una campaña electoral; también presentan a un presidente cercano con los corruptores que denunció antes de llegar a Casa Presidencial, que dispuso del Estado para sus operaciones políticas, que pervirtió instituciones como la Fiscalía y la Asamblea Legislativa y que incluso tuvo que mediar entre las disputas intestinas de sus operadores políticos: Mecafé no soportaba la influencia de Herbert Saca.

Los audios, como los de aquella reunión de octubre de 2013 celebrada en una residencial de Cumbres de Cuscatlán, fueron corroborados por personas que participaron en ese mismo encuentro.  Los exfuncionarios cercanos a Funes, que no estuvieron ese día pero que estaban al tanto de las reuniones del gabinete paralelo, certificaron los acuerdos alcanzados y que fueron ventilados públicamente el sábado 23 de noviembre de 2013 en el programa radial Conversando con el presidente, cuando Funes habló del ROS y mencionó por primera vez el nombre del expresidente Francisco Flores.

Esta investigación muestra que Funes estableció una relación, no de independencia sino de complicidad con la Fiscalía que dirigió Luis Martínez. Una relación, como lo reconoció el expresidente en entrevista con Factum, que se valió del Organismo de Inteligencia del Estado para impulsar su agenda política.

La operación Paco

Empiezan a llegar pasadas las cinco de la tarde. Final del día y de la semana. A ocho meses del final del quinquenio presidencial de Mauricio Funes. Viernes 11 de octubre de 2013. Se sientan, todos, en el último salón de la casa, el que está más allá del comedor y la sala. Tres sillones formando una C, en un extremo del cuarto; del otro lado, un bar. Es el cuarto de guerra.

La reunión sucede en el número 76 de la calle Xochiquetzal de la residencial Cumbres de Cuscatlán, en Antiguo Cuscatlán. Cuando este encuentro ocurre, en 2013, el inmueble es del expresidente Saca. Funes no vivía en ese lugar, pero los audios pronto dejarán claro que era el anfitrión. Investigaciones posteriores de la Fiscalía General de la República, en agosto de 2016, concluyeron que esa residencia fue de Funes, tras dejar la presidencia.

No es casual que Funes y Saca estén juntos esta tarde de octubre de 2013 para planificar una estrategia política contra Flores. Faltan menos de cuatro meses para la elección presidencial de 2014, en la que El Salvador elegirá al sucesor de Funes. Saca, que gobernó el país entre 2004 a 2009, es uno de los competidores en esa elección. Y Flores es, entonces, uno de los arquitectos de la campaña de Norman Quijano, exalcalde de San Salvador y el candidato escogido por Arena para la presidencia.

Hay algo que va más allá de la coyuntura electoral: el odio que ambos, Funes y Saca, sienten por Flores. Fue en gran medida Paco quien empujó el destierro de Tony Saca de Arena después de la derrota electoral del partido de derecha en 2009. Para Funes, Flores es la encarnación perfecta de la retórica de confrontación con Arena que le ha servido para intentar rescatar su presidencia de las cada vez más comunes acusaciones de corrupción que empañan su administración.

En enero de 2014, Francisco Flores confesará ante una subcomisión legislativa que había desviado fondos de un donativo de Taiwán destinados a la atención de damnificados por los terremotos de 2001. Investigaciones posteriores revelaron que ese dinero fue a parar a cuentas relacionadas al partido Arena. Tras su confesión, Flores trató de huir, pero terminó enfrentando un juicio por desobediencia y enriquecimiento ilícito, el cual terminó con la muerte de Flores por infarto cerebral en enero de 2016.

Funes y Saca supieron, en 2013, de la existencia de un documento que comprometía a Flores con posibles ilícitos y decidieron obtenerlo a toda costa, no para favorecer a la justicia, sino para atacar al adversario.

A finales de septiembre de 2013, Funes había utilizado su programa radial Conversando con el presidente para lanzar una vaga acusación contra “un presidente de Arena” de desviar a cuentas del partido fondos de un donativo de Taiwán destinados en principio a ayudar a víctimas de los terremotos de 2001. Es un señalamiento general, sin nombres. Por una razón: Funes no tiene documentación que respalde sus acusaciones. Para eso es la reunión de este viernes de octubre, para planificar cómo obtener información privilegiada, aunque eso implique infiltrar la Fiscalía o pagar sobornos.

Para llevar adelante la operación contra Flores, de acuerdo con la conversación grabada, Funes ofreció hacer uso de recursos del Estado. Dijo, por ejemplo, que podía “absorber” en la secretaría jurídica de la presidencia al agente fiscal que tenía información comprometedora para Flores y ofreció ordenar al entonces ministro de Seguridad, Ricardo Perdomo, y al entonces director de la Policía Nacional Civil, Rigoberto Pleités, que pidieran por vía oficial a agencias estadounidenses información sobre investigaciones abiertas a Flores en Estados Unidos. La intención, como se entenderá después de escuchar los audios, no era presentar pruebas para que la Fiscalía montara un caso penal; la intención era afectar políticamente al expresidente y su partido.

La conversación de esta tarde de octubre, en la calle Xochiquetzal, versa sobre 10 millones dólares entregados por el gobierno de Taiwán a Flores. Se nota que Funes y Saca saben de lo que hablan cuando se refieren a donativos de Taiwán.

Vos que has estado en el gobierno, y yo que estoy en estos momentos, yo hasta ahora no he recibido ninguna cooperación a mi nombre —dice Funes, dirigiéndose a Tony Saca.

Yo a Taiwán nunca le acepté a mi nombre —responde Saca.

Que yo sepa, ningún gobierno da ninguna cooperación a nombre de un presidente —dice Funes.

Si es una movida turbia, sí —le aclara Saca.

Poca referencia hace Tony Saca, en la conversación, a otro hecho asociado a los fondos de Taiwán desviados por Flores: fue en parte con ese dinero que Arena financió la campaña que llevó a Saca a la presidencia del país en 2004. En 2014, El Faro determinó en una investigación periodística que “Saca y sus estructuras de campaña para la elección de 2004 (…) recibieron cheques de una cuenta del partido Arena que, según la Fiscalía, se nutrió de esos millones de dólares donados por Taiwán”.

Pero en la conversación de octubre de 2013, César Funes, funcionario de esa presidencia cuya campaña proselitista se alimentó de fondos taiwaneses, incluso parece indignado por la intromisión de los chinos en asuntos políticos salvadoreños.

—¿Qué hace un gobierno extranjero metiéndose en la campaña de un partido de El Salvador? —suelta César Funes.

Mauricio Funes da por sentado que Arena recibió el dinero, pero entiende que Saca no fue el receptor directo.

Aparte que ese dinero nunca te llegó a vos —dice el presidente, refiriéndose a su antecesor.

Tony Saca reconoce el uso del dinero taiwanés, pero lo hace intentando desmarcarse de su propia campaña electoral.

Taiwán contribuyó. Yo no manejé el dinero de la campaña… pero lo que siempre acusó Toño (Antonio Salaverría, presidente de Arena entre 2003 y 2004) y fue parte del pleito es que Paco se había quedado con esa plata —responde Tony.

El expresidente Saca y César Funes, quien fue su secretario de Juventud. Ambos están presos. En la imagen, cuando ambos pertenecía a Arena. Foto FACTUM/Archivo

El dinero de Taiwán alcanzó para mucho en Arena. El partido de derecha alimentó en parte con esos fondos una cuenta bancaria a la que nombró “Arena día D”. De acuerdo con una investigación de Factum sobre las finanzas del diputado Gallegos, el dinero también sirvió para financiar la campaña legislativa arenera de 2006. Gallegos es uno de los fundadores de GANA  y fue impulsor de la candidatura presidencial de Tony Saca. A la postre, el diputado también fue uno de los principales inquisidores de Flores en una comisión legislativa que se formó tras las revelaciones de Funes en sus programas radiales,

Gallegos, quien comandó esa legislativa de 2006, recibió fondos provenientes de la Casa Presidencial de Saca a través de una cuenta del Banco Cuscatlán, la denominada “Arena día D”, uno de los instrumentos financieros hasta los que llegó parte del dinero taiwanés desviado por Flores, según investigaciones posteriores de la Fiscalía General.

De esos matices sobre los fondos taiwaneses nadie habla en la reunión de la calle Xochiquetzal. El asunto aquí es “joder a Paco”. La conversación sigue con una duda de Funes. Se queja el presidente de no estar seguro de qué tiene entre manos para incriminar a Flores.

Ahorita es chambre. A mí me dicen “demuéstremelo” y no tengo con qué demostrarlo… pero ellos lo tienen documentado —dice Funes, resignado. —Yo no me he atrevido a dar el nombre de Paco Flores todavía.

La “clave para joder a Paco” es Diego Balmore Escobar, un fiscal que ha tenido acceso a un documento del Departamento del Tesoro y el Servicio de Impuestos de los Estados Unidos, conocido como Reporte de Operaciones Sospechosas, o ROS, que en este caso revela indicios de actividades criminales relacionadas con el desvío de fondos públicos atribuible a Flores. En esta reunión de octubre de 2013, Funes y Saca planifican cómo hacerse de esa información de forma ilegal, sobornando a Escobar para que la entregue a cambio de una plaza en Casa Presidencial. No para contribuir a una posible investigación de la Fiscalía General, sino para usarla como arma política.

Escobar sabe del interés presidencial, pero está acobardado, según dirá más adelante Funes. El gabinete paralelo aún tiene una carta que jugar, un contacto que se ha movido entre el periodismo y la política en la última década. El teléfono celular de un experiodista costarricense pronto sonará.

Funes, uno de los tres padres de GANA

Cuando fue candidato, entre 2007 y 2009, Funes decía que Tony Saca y Arena eran los principales responsables de la desigualdad y del atraso social y económico de El Salvador. En su discurso de toma de posesión, el 1 de junio de 2009, Funes se comprometió a no hacer eso que atribuía a Saca y los suyos: “Evitar el error comienza por no hacer lo que algunos hicieron mal en este país, gobernar para pocos, ser complacientes con la corrupción, tener y ser cómplices del crimen organizado…”

Muy pocas semanas después de pronunciar aquello, Saca y Funes establecían las primeras bases de su alianza, según comentó a Factum un exsecretario de Estado durante la presidencia Funes, quien tuvo acceso desde el triunfo electoral de 2009 hasta bien entrado el quinquenio a las reuniones en las que se sentaron las bases de la alianza entre ambos políticos.

Mauricio Funes, tras ganar la presidencia de El Salvador en 2009. Foto FACTUM/Archivo

El grupo formado por Funes, el expresidente Saca y sus colaboradores funcionó como un comando de operaciones, cuarto de crisis y, con frecuencia, como una especie de gabinete paralelo. Una de sus primeras acciones, y acaso la más importante, fue la creación en noviembre de 2009 de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), el partido del que el diputado Guillermo Gallegos es líder y el cual comandó la alianza electoral que postuló a Tony Saca a la presidencia en 2014.

El 19 de noviembre de 2009, apenas una semana después de la creación del partido GANA, Gallegos dijo a un oficial de la embajada estadounidense en San Salvador que Funes los había “adoptado”, según se desprende de una nota publicada en El Faro basada en un cable desclasificado y publicado por la plataforma digital Wikileaks.

El nacimiento de GANA ocurrió en un contexto de crispación entre el FMLN y el nuevo presidente, luego de que Funes se negó a dar a la cúpula efemelenista algunos puestos del gabinete y de que, durante la campaña presidencial, hubo disputas por los fondos para el proselitismo. Francisco Cáceres, el secretario privado de Funes, llevó estas quejas en su momento a la embajada de Estados Unidos en El Salvador, según documentos filtrados en su momento por Wikileaks.

Uno de los exfuncionarios consultados, quien fue un secretario de Funes en Casa Presidencial, asegura que al principio del quinquenio el presidente fue el principal orquestador del nuevo partido. “El proceso de sacarle los diputados a Arena y se procede a darles $ (sic) a los diputados que se saldrían. El dinero proviene de Capres y lo opera Herbert Saca”, escribió a mano el exfuncionario en un documento en el que contestó las dudas de Factum.

Otras tres de las fuentes que gozaron de la confianza de Funes coinciden en que hubo desembolsos de fondos públicos para apoyar la creación del nuevo partido. Dos de esas fuentes ocuparon cargos ministeriales durante buena parte del quinquenio y, cada uno por su lado, estuvieron en reuniones en las que participó Funes y se discutieron detalles sobre la alianza con GANA y los Saca. La otra fuente es un exfuncionario proveniente del FMLN quien, por su posición en Casa Presidencial, también conoció de primera mano de la cercanía entre Funes y los Saca.

“En una de las primeras reuniones entre Tony Saca y Funes, él (Funes) le dice que no confiaba en el FMLN ni en sus diputados. Y es cuando Tony propone fragmentar a Arena para dar gobernabilidad en la Asamblea… Funes buscaba independencia del FMLN porque él era un outsider. No quería verse con las manos atadas en la Asamblea… Así empezaron operaciones legislativas… la compra de voluntades en la Asamblea Legislativa”, dice uno de los exsecretarios de Estado, quien escuchó algunas de las conversaciones en la que Funes habló de estos temas con Saca y sus operadores.

Su sensación de ser un foráneo dentro del FMLN quedó evidenciada en un cable del Departamento de Estado de los Estados Unidos. En agosto de 2009, emisarios del presidente le dijeron a funcionarios de la embajada que Funes se sentía espiado y amenazado por su propio partido.

“Fue Tony quien conspiró para sacar a los diputados de Arena hacia GANA… (pero) MF (Mauricio Funes) le cree la idea a HS (Herbert Saca)… de que GANA sería una fracción al servicio de MF, dado que MF se encontraba en un mal momento con el Frente (FMLN)”, escribe el exfuncionario de Capres en correspondencia intercambiada con Factum entre agosto y octubre de 2018.

Ese mismo excolaborador del círculo íntimo de Funes reitera: “Básicamente HS operaba para Funes los temas legislativos, sindicatos y HS decía que manejaba una estructura de inteligencia paralela”.

Lo que los audios del expresidente Funes, los documentos escritos y los testimonios revelan es que lo dicho en su discurso inaugural se convirtió, muy pronto, en letra muerta. Que, más allá de las investigaciones de la Fiscalía que sobre él pesan hoy por presunta corrupción, el expresidente “del cambio” encabezó una organización política en la que los principales interlocutores eran Tony Saca y su primo Herbert.

El expresidente Funes reconoció a Factum que durante su gobierno mantuvo una relación con el expresidente Saca. “El que me haya reunido con el expresidente Saca no es contradictorio con las denuncias que hice siendo candidato en contra de su gobierno, ya que no fueron en calidad de asesor de la gestión presidencial”, escribió Funes desde Managua.

En un primer correo a Factum, Funes dijo que se reunió con Saca en su calidad de empresario radial. “Durante mi gobierno acostumbraba a conversar con dueños de medios de comunicación sobre diferentes aspectos de la realidad nacional. Así lo hice también con Juan Carlos Eserski de TCS, José Roberto Dutriz de LPG, Fabrizio Altamirano de EDHoy y otros”.

Pero inmediatamente después, tras una repregunta de esta revista, el expresidente Funes reveló que sus conversaciones con Saca también versaban sobre temas electorales. “No recibí al ex Presidente Saca y sus asesores de campaña en CAPRES o en la Residencia Presidencial para evitar que se pensara que le estaba apoyando en su candidatura. Saca me hizo consultas sobre el maneno (manejo) que mi gobierno había hecho de los subsidios y de la implementación de los Programas Sociales que él pensaba continuar en caso de ganar la elección del 2014”.

Las pistas que llegaron desde… Arena

Ahorita es chambre. A mí me dicen “demuéstremelo” y no tengo con qué demostrarlo… pero ellos lo tienen documentado —había dicho Mauricio Funes a su audiencia del cuarto de guerra.

Fue en la reunión de Cumbres de Cuscatlán cuando todas las piezas empezaron a caer en su lugar. Los “ellos” a los que se refiere Funes, sabremos luego, son exfuncionarios areneros que llevan un rato siguiéndole la pista a Francisco Flores.

El asunto había empezado el 23 de septiembre de 2013, cuando a oídos de Funes llegó por primera vez la noticia de que una dependencia del gobierno de los Estados Unidos, entonces no especificada, había emitido un ROS por fondos que Flores había desviado del donativo taiwanés a cuentas bancarias en Estados Unidos y Bermuda. El primero en hacer llegar el asunto a oídos de Funes, según lo comenta el propio presidente a su audiencia, fue el exministro Mario Acosta Oertel, quien dirigió el Ministerio del Interior durante la presidencia de Armando Calderón Sol.

Factum consultó con Acosta Oertel sobre su mención en las conversaciones. El arenero negó que él hubiera informado a Funes sobre el ROS. “No existía ninguna posibilidad de que yo tuviera acceso a eso, pues. Esa línea de investigación está bien clara: fue dentro de la Fiscalía que (lo) tenían”, dijo Acosta Oertel a Factum.

Es más, Acosta Oertel asegura que él mismo recriminó a Funes, un año después de las presidenciales, por la versión que lo vinculaba a él con el ROS. Así lo recrea:

—Mirá, hijo de puta, ¿por qué me mencionaste a mí? —le dije.

—Ah, es que esto era político, porque acordate de que estaba en plena campaña —me dijo.

—Tenés que aclararlo en público.

—Ya lo voy a hacer —me dijo.

—Andate, basura —le dije.

Pero ni Funes ni Saca, como se verá en los audios, ni otras fuentes de Casa Presidencial validan la versión de Acosta Oertel.

“Hubo un desayuno en Repres (Residencia Presidencial, en la avenida Masferrer de San Salvador, donde Funes vivió durante todo su periodo) en el que participaron HS (Herbert Saca), TS (Tony Saca), MAcosta, César F (César Funes) y Mecafé. En el desayuno, Acosta informó que Paco tenía el ROS de Taiwán $ y que por ese lado se podía dañar a Flores”, aseguró a Factum el exfuncionario que trabajó de cerca con Funes en Casa Presidencial y con quien esta revista intercambió correspondencia escrita. La fuente aceptó responder preguntas a cambio de que no se mencione su nombre por razones de seguridad.

Hay referencias a Mario Acosta en la reunión de octubre en la casa de la calle Xochiquetzal. En una parte de la conversación, Funes y los dos Saca refieren que Mario Acosta y Luis Martínez, entonces fiscal general, habían hablado del tema Flores: el jefe de la Fiscalía les había dicho que tenía información suficiente para investigar al expresidente.

A vos Mario te había dicho, ¿vea?, Mario Acosta te había dicho que Luis (Martínez) le había dicho que lo iba a reventar el martes… No ha reventado nada… No piensa hacer nada —dice Mauricio Funes a Herbert Saca.

En otro momento de la conversación, Funes ha explicado al resto que el fiscal Luis Martínez le hizo llegar un mensaje con Roberto Lorenzana, en aquel entonces secretario técnico de la presidencia y actual dirigente del FMLN, y con Franzi “Hato” Hasbún, fallecido en agosto de 2017, quien fue secretario de asuntos estratégicos de 2009 a 2014, inmediatamente después del Conversando con el presidente en el que habló de los fondos de Taiwán sin mencionar a Flores.

—(Hato) me dijo: según el fiscal, estás manejando mal el tema; lo que él recibió fue un reporte de movimientos sospechosos que le trasladó el IRS (siglas en inglés del servicio de impuestos de los Estados Unidos), pero no existe ninguna solicitud de investigación —refirió Funes su conversación con Hasbún.

Buena parte de la plática del 11 de octubre, de hecho, transcurre entre dudas de Funes y Tony Saca sobre qué es lo que realmente se atribuye a Flores y quién se lo atribuye. Es César Funes quien aclara que hablan de dos cosas distintas: una supuesta investigación del IRS y el ROS al que ha hecho referencia Mario Acosta. Poco a poco, sin toda la información a la mano entonces, los presentes van aclarando la ruta del dinero de Taiwán.

Lo que está registrado es el movimiento y la cantidad, ese dinero entró a Costa Rica, de Costa Rica se fue a Miami y de Miami se fue a las Bermudas, a una cuenta de Paco Flores… que no necesariamente tiene que tener el nombre de Paco Flores —añade el presidente Funes.

¿Y los cheques? —pregunta Tony Saca.

Los cheques vienen a nombre de Paco Flores —le responde César Funes.

Los cheques vienen a nombre de Francisco Guillermo Flores Pérez… Sí, están a nombre de él —se reafirma Tony Saca tras escuchar a su subalterno.

Entre el desayuno en Repres y la reunión en la casa de la Xochiquetzal, Tony Saca ya ha pedido a Porfirio Chica que investigue más sobre el dinero de Taiwán, otro supuesto donativo de una empresa privada a Flores y la ruta de estos fondos por cuentas del expresidente o del partido Arena. Es con parte de esa información que Funes ha alimentado su primera intervención radial sobre este tema, esa en la que aún no menciona a Flores.

Porfirio Chica, exdiputado suplente de Arena y nexo entre la administración Saca y los grandes medios de comunicación, es uno de los que alimenta de información al grupo, según se desprende de los audios; también ofrece sus servicios para colocar información en medios de comunicación del país e incluso del extranjero. En el caso de esta operación, el exdiputado negocia su precio con Herbert Saca: 15,000 dólares por publicar en periódicos de Estados Unidos, según las grabaciones de la reunión en la calle Xochiquetzal.

Porfirio Chica es representante legal de la empresa Inteligencia Digital, Sociedad Anónima de Capital Variable, dedicada entre otras cosas a ofrecer asesorías en comunicación a instituciones del Estado. Entre abril y agosto de este año, por ejemplo, trabajó como contratista para la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa para “la realización de monitoreos y colocación de noticias de interés institucional en diferentes medios de información”, de acuerdo al contrato CEL-5985-S, del que Factum tiene copia.

En 2013, de acuerdo con los audios a los que Factum ha tenido acceso, Chica trabajaba para el presidente Funes con la mediación de sus jefes anteriores, los Saca.

Factum consultó a Chica, que negó su participación en la trama contra Flores. “No le puedo confirmar algo que no sé si existió como ofrecimiento, ni sé de qué me está hablando. Es totalmente falso que me iba a pagar”, dijo Chica a esta revista.

Pese a la investigación, la información proveída en principio por Chica no satisface a Funes.

Yo la leí, la releí, la releí, la releí… A mí, sinceramente, lo que me dejó en la memoria USB Porfirio no me parece sustancioso… Es un análisis… Pero el hecho concreto: el movimiento de fondos… no está claro, no está debidamente documentado. Estamos suponiendo. Ni siquiera habla de montos… Porfirio iba agregando en su explicación… Puta, pero eso no está ahí claro… Yo no digo que no haya una conexión, pero habría que documentar más. Habría que pedirle a Porfirio que saque más información —dice el presidente Funes.

Hoy viene —trata de calmarlo Tony Saca.

Funes se refiere, además, a la otra misión encomendada a Chica: lograr que medios estadounidenses se hicieran eco de los desvíos de fondos atribuidos a Flores.

No consiguió la publicación, porque vos me habías dicho que lo iba a publicar en el New York Times y no consiguió nada —añade Funes dirigiéndose a Herbert Saca.

Se entiende, por una intervención de Herbert Saca, que Chica solicitó dinero para llevar adelante lo requerido por Funes.

Suerte que no le di el dinero, porque se lo quería llevar. Ya le estoy aprendiendo al amigo… Él pedía 15,000 (dólares) por publicar en cuatro medios —asegura Herbert, que hablará muy poco en esta reunión.

Tony Saca interviene entonces para opinar que la información que tenían no era suficiente para hacer que un medio extranjero se interesara en la historia. Funes concuerda, con la siguiente comparación.

Nooo, aquí La Página puede publicarlo, pero un medio como el Miami Herald, el Washington Post, el New York Times o El País no va a publicar lo que me dio Porfirio —dice el presidente en referencia al sitio digital salvadoreño con apariencia noticiosa.

Chica negó a Factum que hubiera solicitado pago a Herbert Saca o que incluso hubiera entregado información al grupo. Después de contestar un par de llamadas escribió al director de esta revista: “Fue algo que nunca ocurrió, esas cosas las vieron con Lafitte, nunca conmigo”.

La conversación en la Xoquitetzal, mientras tanto, discurre en términos similares hasta que surge un nombre que terminará siendo clave en todo el asunto, el de Diego Balmore Escobar, un agente auxiliar en la Fiscalía dirigida por Luis Martínez que, a través de un tercero, ha hecho saber que él tiene acceso al ROS.

Es al hablar de un posible trato con Escobar que Funes menciona, de forma explícita, la posibilidad de utilizar recursos del Estado para llevar adelante la operación contra Flores, en este caso una plaza de la Secretaría de Asuntos Jurídicos de la Presidencia, para emplear a Escobar en caso de que el fiscal Martínez, quien según la conversación se ha mostrado indeciso en investigar o procesar al expresidente arenero, lo despida al darse cuenta de que ha sacado información sensible de la Fiscalía General.

El grupo empieza a tener clara la ruta. Vuelve Funes al desvío atribuible a Flores.

A Bermudas (sic)… Ese es el asunto, imagínate que él (Flores) puede decir: ‘bueno, a mí me donó 10 millones de dólares así cómo te donó Taiwán un vehículo, a mí me donó Taiwán 10 millones de dólares, ¿y qué quieren que haga? Venía a mi nombre, entonces lo que yo hice fue endosar el cheque… y se lo entregué al ministro de Hacienda para que lo depositara en un banco de Estado’, pero entonces ¿por qué sale de un banco de Costa Rica y se va a Miami y se va a Bermudas (sic)?… Bueno, pero ese es un caso, ese es el caso que entiendo yo tiene documentado Diego (Balmore Escobar) —dice Funes.

Lo ideal sería que toda esa noticia la reviente un medio de afuera y para eso es que hay que darle todas las garantías al bendito Diego para que entregue la copia del papel —replica César Funes.

Ahora, yo te quiero decir una cosa… Paco Flores puede decir que ese dinero… No sé si se atrevería a decir que ese dinero se usó para la campaña de Arena… No, el tema es que el pisto se fue para allá, para la isla —añade Tony Saca.

¿Y no podemos conseguir información con Diego? —pregunta su primo, Herbert.

Herbert Saca sabe que es el momento de llamar a Lafitte Fernández, el experiodista costarricense que en la década de los noventa dirigió la redacción de El Diario de Hoy y, según Funes y Herbert Saca, es el intermediario para llegar hasta el fiscal Escobar.

El factor Herbert

Herbert Saca fue uno de los más silenciosos de todos los que estuvieron en la calle Xochiquetzal en octubre de 2013. Funes dirigía la plática. Tony Saca secundaba o intervenía con preguntas o comentarios a los que César Funes replicaba profuso. Mecafé, apenas comentarios para secundar. Herbert, cinco frases escuetas, pero por demás reveladoras: su confesión de que maneja dinero para los operadores o su referencia a los consejos que le pedía el fiscal general Luis Martínez.

Herbert Saca

Y luego las referencias de los otros, de las que se deduce que es Herbert Saca quien se comunica con todos los involucrados. Herbert, sentado tras la barra en esta reunión, el abstemio del grupo, ha sido esencial no solo en la operación contra Flores, sino en la alianza entre el presidente Funes y su primo Tony.

Al principio de su administración, Funes y Herbert Saca se reunían en el polígono de tiro propiedad de Mecafé ubicado en la avenida Bernal de San Salvador, de acuerdo con dos de los exsecretarios de Estado consultados en esta investigación. Luego se reunían con regularidad en la casa de Cumbres de Cuscatlán; en una vivienda en los alrededores del estadio Cuscatlán, a la que llamaban Juguetón, por la cercanía con un almacén de juguetes; y en un inmueble de la calle Maquilishuat.

Herbert Saca era el encargado de administrar el dinero que Funes le daba para la operación política, según se desprende de los audios a los que Factum tuvo acceso y de los testimonios de los dos exsecretarios de Estado. Los fondos, provenientes de Casa Presidencial, según esos dos miembros del gabinete de aquel gobierno que hablaron con Factum bajo condición de anonimato por razones de seguridad y para no entorpecer procesos penales aún abiertos, servían para pagar diputados, informantes o a otros funcionarios.

Fueron las inseguridades políticas de Funes, y la falta de operatividad del círculo de colaboradores con los que llegó a la presidencia, las que hicieron crecer a los Saca en el quinquenio 2009-2014. Un exfuncionario de inteligencia del Estado entrevistado dice: “Herbert empezó a entrar en Casa Presidencial porque el círculo íntimo del presidente (Funes) le comió la cabeza con que el FMLN lo vigilaba y quería joderlo. La gente de los Amigos de Mauricio pensó que podían usarlo como operador político, pero se equivocaron: Herbert los usó a ellos para entrar”.

Eso, la reticencia contra Herbert Saca de parte del primer círculo de confianza de Funes, quedó en evidencia en otros dos audios, distintos a los de la reunión en la casa de la calle Xochiquetzal, que Factum también tiene en su poder. Mecafé, quien sirvió brevemente como presidente del Centro Internacional de Ferias y Convenciones y cuyas empresas se beneficiaron con contratos estatales, se quejó ante el presidente por el protagonismo de Herbert Saca en una reunión realizada en el primer trimestre de  2013.  Mecafé, además, fue parte del grupo Amigos de Mauricio.

—¿Me autoriza a hablar? —pregunta Menéndez a su jefe antes de intentar arremeter contra Herbert Saca.

Funes lo para en seco, antes de explicar por qué ha dado a Herbert la batuta de la operación política.

El manejo de los diputados usted nunca lo va a poder hacer… Usted es un hombre de negocios… Usted me maneja los negocios. No sea pendejo, sáquese de la cabeza a Herbert Saca, nuestros enemigos son otros —le recriminó Funes.

El empresario Miguel Menéndez, Mecafé, uno de los más beneficiados con contratos gubernamentales durante la gestión Funes, está detenido y procesado por corrupción. Foto FACTUM/Frederick Meza

No fue la única vez.  En una reunión realizada poco después, siempre a principios de 2013, Mecafé ya advertía ante Funes por la confianza que el presidente le había dado a Herbert Saca. Funes desechó el reclamo diciendo a Menéndez que entienda cuál es el lugar de cada uno en el gobierno. Herbert, intenta vender Funes a su otro asesor, es una especie de mal necesario. De la plática queda claro, sin embargo, que ya a esas alturas el primo de Tony Saca era el operador político más importante de la presidencia Funes.

—Usted está obsesionado con Herbert. Claro, yo lo entiendo, a usted le molesta cuando viene Herbert y hace sus comentarios mierdas que hace, pero no le haga caso, sea más inteligente que él. Usted está en una mejor posición que él —dice Funes, en un tono que roza con el regaño.

—Es lo grave, presidente —le dice Mecafé.

—En primer lugar, en esta presidencia… usted ha estado más cerca de mí de lo que ha estado él… él solo me ha servido para cuestiones políticas; al principio él solo me servía para comprar vehículos… Me di cuenta que me estaba estafando, ya no compro vehículos con él. ¿Usted cree que a él no le han dolido los Mini Cooper, la Cinquecento, la Mercedes, y todos los demás carros los he comprado con usted y no a través de él? Claro que eso le ha dolido —trata de calmarlo Funes.

Durante algunos periodos del quinquenio Funes, dice uno de los exfuncionarios consultados para este reportaje, Herbert y Tony Saca daban la impresión de estar distanciados. A la vista de este excolaborador, era una mascarada. De hecho, dice, Tony era el cerebro y Herbert el músculo.

“HS siempre manifestaba que TS (sic) estaba al margen, lo cual no era cierto, TS era el que manejaba todo”, asegura.

En sus respuestas a este medio, Funes confesó que Herbert Saca fue clave para su gobierno. “En cuanto a Herbert Saca, él fue el enlace de mi gobierno con los diputados de GANA una vez se constituyeron en partido político después de su salida de ARENA”, dijo el expresidente en un intercambio de correos con Factum. Funes además aclaró que Herbert Saca hablaba con él en nombre del partido y que este fue nombrado enlace por decisión “de los diputados y la dirigencia de GANA”.

Pese a lo que se escucha en los audios de la reunión en la casa de Cumbres de Cuscatlán, Funes negó que le hubiese entregado dinero a Herbert Saca para contratar los servicios de Porfirio Chica para colocar el escándalo del expresidente Flores en medios internacionales. “Nunca le di dinero a Herbert Saca y menos para pago de servicios de una persona que no es de mi confianza”, dijo Funes a Factum.

Factum contactó al abogado de Tony Saca, a Herbert Saca y al expresidente Funes. En el caso del expresidente Saca, Mario Machado, su abogado defensor en el caso por el que fue condenado en septiembre de 2018 (por peculado y lavado de dinero), aseguró que le transmitiría las inquietudes de esta revista al expresidente. Al cierre de esta nota no hubo respuesta.

En el caso de Herbert Saca, una de sus secretarias en HS Imports, su importadora de vehículos, aseguró que le daría el recado de esta revista y que Saca, si lo consideraba necesario, regresaría la llamada. No hubo más comunicación con él.

En la operación contra Flores, Herbert Saca era el encargado de repartir dinero. Según admite en uno de los audios a los que Factum tuvo acceso, él es quien negocia pagos con Porfirio Chica, a cambio de información concerniente a los movimientos de dinero de Francisco Flores.

La relación entre Funes y los Saca, de acuerdo con uno de los exfuncionarios de Casa Presidencial, un exmiembro del gabinete y una tercera fuente, un funcionario de inteligencia del Estado en la primera mitad del quinquenio Funes, se consolidó bien pronto en el primer gobierno del FMLN.

El exmiembro del gabinete aporta más detalles. Dice que fue Tony Saca quien, durante los meses de transición presidencial (de marzo a mayo de 2009), habló de Herbert al nuevo presidente. “Tony le dijo a Funes que le iba a presentar a alguien que le va a ayudar a entender la función del gobierno y cómo llevar la gobernabilidad”, asegura esta fuente.

Luego, ya iniciado el quinquenio, Funes conoció al otro Saca, y no quedó demasiado impresionado: “No le dio muy buena impresión”, dice el exfuncionario. La razón: Herbert es un hombre con poca educación formal, lo que quedaba en evidencia en los textos llenos de faltas de ortografía que enviaba al presidente. El mal manejo de lenguaje escrito, dice la fuente, nunca fue un obstáculo: “Al final, Herbert manejaba la gobernabilidad del Estado”.

De la mala impresión inicial la relación pasó a ser una estrecha, cotidiana. “Se reunían por lo menos una vez a la semana. Hablaban como amigos. Hablaban de política, de tratos oscuros, de pagos a políticos”, describe uno de los excolaboradores de Funes, quien presenció varios encuentros entre el expresidente y Herbert Saca.

Herbert Saca (izquierda) en un acto proselitista con Juan Umaña Samayoa (con pañoleta en el cuello). El exalcalde de Metapán está detenido. Foto FACTUM.

La descripción que el exmiembro del gabinete de Funes hace de Herbert Saca es muy similar a la que hizo en 2013 un exfuncionario de la Casa Presidencial de Tony Saca: “Es un hombre muy astuto, con una gran capacidad de relaciones, pero también con un gran don para la oscuridad… Es, sin duda, un operador efectivo. Claro, no para una operación política sana”.

Uno de los exmiembros del gabinete de Funes, al recordar todos los tratos que presenció entre su exjefe y el círculo cercano a Antonio Saca, sentencia: “La izquierda ganó, pero gobernó la derecha”. La derecha de Tony Saca y Herbert Saca. “No creo que haya sido en principio una organización criminal; era una organización política, pero sí es cierto que cometieron ilícitos… Las mismas personas estaban en todo.”

El presidente Funes tenía más asesores. Otros grupos de consulta. Y su gabinete. Pero fue con esas “mismas personas” que “estaban en todo” que planificó “operaciones políticas y sobornos”, según dice uno de los exsecretarios de Estado.

De presidente a presidente

Como fondo de la plática suenan los hielos que chocan en los vasos de vidrio que guardan el Johnnie Walker Cinta Azul. Antes de entrar al plan para contactar al fiscal Diego Balmore Escobar, Funes vuelve a explorar otras posibilidades para conseguir información que pueda dañar a Francisco Flores.

El presidente propone a su audiencia, previa consulta directa a Tony Saca, más formas de usar recursos del Estado en la operación. Sugiere, por ejemplo, enviar a un policía salvadoreño a Washington para que, en comunicación oficial con agencias estadounidenses, averigüe si hay una investigación abierta a Flores. Se trataría de un engaño. “(Decirles) que el Gobierno de El Salvador quiere colaborar en esa investigación”, les dice Funes cuando todo el contexto de la conversación deja claro que cualquier información que Funes y sus aliados consigan servirá, en principio, con un solo propósito: atacar a Flores a través del programa de radio presidencial y otros medios.

Funes propone que el Ejecutivo inicie sus propias pesquisas sin consultar con la Fiscalía General.

—Decirle a (Ricardo) Perdomo (ministro de Seguridad) que mande al comisionado que ha sido nombrado al IRS a que solicite la información… Eso lo podemos hacer independientemente del fiscal, a través de la embajada (de El Salvador en Washington) —explica el presidente.

Fue la administración de Tony Saca la que creó, en 2006, un enlace policial en la representación diplomática ante la Casa Blanca. Se trata, en realidad, de una plaza de ministro consejero, tercera en rango en el servicio exterior. La plaza no ha estado exenta de polémicas: el primero en llegar a Washington, a mediados de la década pasada, fue Ricardo Menesses, entonces director de la PNC, sobre quien pesaban sospechas de vínculos con la banda de narcotraficantes Los Perrones. En mayo de 2013, cinco meses antes de la reunión en Cumbres de Cuscatlán, la administración Funes había intentado nombrar en el puesto al comisionado Luis Núñez Cárcamo, un oficial también cuestionado e investigado por la inspectoría policial en 2010 por supuestos tratos con Los Perrones. Al final, Funes desistió del nombramiento.

Desde los tiempos de Menesses, la principal tarea del enlace policial en Washington fue documentar los vuelos de deportados que Estados Unidos envía a El Salvador, aunque también es parte de su portafolio tener relaciones con agencias policiales estadounidenses, como la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, en inglés), de acuerdo con una fuente consultada en el Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador.

Cabe, dentro de los intercambios diplomáticos oficiosos, que este oficial pida información sobre casos específicos, pero en general, de acuerdo con un funcionario consultado por Factum en el Departamento de Estado y otro en la Cámara de Representantes de Estados Unios, para que el FBI provea datos sobre una investigación abierta a un expresidente, este tipo de solicitudes deben hacerse por vías diplomáticas o judiciales formales, lo que para el caso de Flores hubiese implicado peticiones cursadas a través de la Corte Suprema de Justicia o la Fiscalía General. Eso era, precisamente, lo que Mauricio Funes quería evitar.

Funes expresa, en esa reunión de octubre de 2013, dudas sobre esta posibilidad. No sabe si hacerlo a través del funcionario en Washington o de un oficial de rango más alto enviado desde San Salvador. Ya ahí mismo hace una consulta a su antecesor: de presidente a presidente.

—Decime una cosa, vos que has sido presidente, y te lo pregunto también como presidente, ¿cómo ves vos que yo le solicite o le ordene al director de la Policía que envíe al comisionado nombrado como jefe de la unidad de delitos financieros que viaje a Washington y que se entreviste con las autoridades…? —le pregunta Funes a Tony Saca.

—¿Y qué pasa si vuelve con las manos vacías? —se apresura a contestar César Funes.

Aquel día, en la casa de la calle Xochiquetzal de Cumbres de Cuscatlán, en la periferia adinerada de San Salvador, el presidente Mauricio Funes no discute con miembros de su gabinete una acción específica de su gobierno o la ejecución de una política de Estado en particular. En el ocaso de su mandato, el primer mandatario elegido con las banderas de la izquierda salvadoreña consulta con el expresidente Antonio Saca y los asesores más cercanos de este cómo conseguir información para atacar a un adversario. Los detalles de la discusión pasan por posibles usos específicos de recursos del Estado, como la Policía Nacional Civil o la Embajada de El Salvador en Washington.

Las dudas de Tony Saca y César Funes no pasan por los problemas éticos o legales que usar estos recursos podrían suponer, sino por algo mucho más práctico: el acceso a la información que se supone tienen los estadounidenses. Mauricio Funes, ante las dudas, ensaya posibles argumentos a presentar en Washington.

—A mí me llegó la información de que los gringos están interesados en investigar el delito de lavado cometido por exfuncionarios de gobierno, y ya que el fiscal no aclara ni dice nada, ni mueve un tan solo dedo, entonces yo como gobierno, con los instrumentos a mi alcance, me meto a investigar —dice el presidente.

Llega, en esta parte de la plática, la solución final: el ROS. Funes quiere más detalles, quiere estar seguro de que, en efecto, hay documentos que prueban el desvío de fondos atribuido a Flores. Y los hay. El asunto es qué hacer para conseguirlos. De nuevo, Porfiro Chica y otros operadores cercanos a Saca aparecen como mediadores importantes. Y, otra vez, queda claro que Herbert Saca es el nexo con esos operadores.

—Lo que yo necesito estar seguro es que existe esa investigación… por eso es que… ¿Y cuándo viene Porfirio, vos? —pregunta Funes.

—Llamale, ya debe de estar aquí —dice Tony Saca.

—Ya le voy a llamar —responde Herbert.

—No quiero que me den paja, pues. Imaginate que yo me monto… Ya me monté en esto… Y que resulte un “cuete” soplado —sigue Funes.

—A mí lo único que me preocupa de todo esto… —comienza a decir Tony Saca, lacónico.

—¿…Es que no exista? —pregunta Funes.

—Que no exista —asiente Tony.

—Pues sí. Pero vos oíste a Porfirio que dijo que sí, y René también —replica Funes.

César Funes interviene de nuevo, como lo ha hecho varias veces durante la conversación, proveyendo síntesis y resúmenes de lo hablado y haciendo que la plática se mueva hacia adelante. Es él quien vuelve e insiste en el objetivo central.

—Lo que sí podemos generar a través de Diego, presidente, es la copia del ROS, que respalda por lo que usted ha declarado hasta el momento —propone César Funes.

—Diego es clave en esto —secunda Herbert Saca.

—¿Cómo podemos mandar a llamar a Diego ahorita? —pregunta Funes.

El siguiente paso es contactar a Diego Escobar a través de Lafitte Fernández, el experiodista costarricense que radicó por muchos años en El Salvador. Herbert Saca aclara que él tiene el teléfono de Escobar, pero sugiere que no sea Funes quien le hable directamente porque el fiscal “se puede poner nervioso”. “Hacelo a través de Lafitte”, sugiere. El gabinete considera que la mejor opción es usar al intermediario.

—Yo tengo el teléfono de Diego, si Diego yo…—comienza a decir Herbert Saca.

—No, pero llamale… hacelo a través de Lafitte, lo vas a poner nervioso —recomienda Tony.

—Como yo le pedí esto, ¿por qué no me das el número y yo le llamo a Lafitte y le pregunto qué respuesta le dio Diego? Si nos podemos ver o no nos podemos ver —dice el presidente Funes.

La avalancha

Cuando la reunión del 11 de octubre está por terminar, Funes y los demás acuerdan citar a Diego Escobar a través de Lafitte Fernández. Las grabaciones que Factum ha escuchado terminan justo en ese punto: con el acuerdo de hacer una oferta al fiscal que, se supone, tiene en sus manos el ROS. La reconstrucción del epílogo de la historia ha sido posible a través de las mismas fuentes a las que se hace alusión, que permiten corroborar la autenticidad de los audios y reconstruir la reunión del 11 de octubre y de algunos de los operadores que participaron en la acción contra Flores, así como en documentos judiciales y legislativos.

El 23 de noviembre de 2013, Funes tenía ya toda la información que necesitaba. Empezó, a partir de entonces, un alud político y mediático alrededor de un hecho que, atendiendo a los documentos estadounidenses que el presidente había obtenido tras la reunión del mes anterior en la casa de la colonia Cumbres de Cuscatlán, parecía incontrovertible: Francisco Guillermo Flores Pérez, siendo presidente de El Salvador en 2003, recibió en cuentas personales cheques de un donativo taiwanés supuestamente destinado a damnificados de los terremotos de 2001.

Después de mencionar a Flores con nombre y apellido en su programa radial del 23 de noviembre, Funes ahondó cinco días después, el 28, en el programa Debate con Nacho Castillo. No solo eso: por primera vez mostró ante las cámaras una copia del ROS.

Antes del minuto 22 de esa entrevista, que suele durar una hora, Funes dice mientras levanta las hojas de papel hacia la cámara: “Aquí tengo el Reporte de Operaciones Sospechosas que ingresó a la Fiscalía General de la República el 23 de septiembre de este año y que el mismo fiscal general confirmó que lo había recibido…”.

Luego lee: “Reporte de Operaciones Sospechosas número 3000002863051… fue completado por… transacciones sospechosas…”. Se detiene Funes en la lectura para explicar que el ROS lo elabora la unidad de investigaciones financieras del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Y repite: “… por transacciones sospechosas que totalizan 5 millones de dólares en un periodo comprendido entre octubre 22 2003 a marzo 29 2004”. El 22 de octubre de 2003, explica Funes, la embajada de Taiwán en El Salvador extendió dos cheques a través de un banco neoyorquino, uno por 4 millones y otro por un millón, a nombre de Flores. Luego, según lo escrito en el ROS, Flores recibió un tercer cheque por otros 5 millones de dólares.

Cuando Funes, el ROS en sus manos, hizo pública la información, ya el fiscal Martínez había decidido no abrir investigación alguna contra Flores. Así lo había hecho saber Funes a sus interlocutores en la reunión del 11 de octubre de 2013.

—A mí lo que él (Martínez) me dijo es: ‘yo no puedo incriminar al presidente Flores… pero no se preocupe… lo voy a agarrar por otro lado de lavado de dinero’ —les dijo Funes.

La cercanía entre Funes y el exfiscal Martínez era evidente. Uno de los exfuncionarios con los que Factum habló para la elaboración de este reportaje estuvo presente en una reunión entre Funes, Luis Martínez y al menos otros dos colaboradores cercanos al expresidente. Ahí, dice la fuente, el fiscal general se vanaglorió de tener información sobre los actores políticos más importantes del país gracias, en parte, a las escuchas telefónicas.

El exfiscal general Luis Martínez, recientemente condenado a cinco años de cárcel por haber hecho publico material reservado en contra de Antonio Rodríguez.
Foto FACTUM/Salvador Meléndez

El centro de escuchas telefónicas de El Salvador fue inaugurado en 2012 tras la aprobación de la legislación que da a la Fiscalía potestad de intervenir comunicaciones en el marco de investigaciones relacionadas con siete delitos graves —entre ellos homicidio y extorsión— y otros relacionados con crimen organizado.

Mientras fue fiscal, Luis Martínez utilizó el centro de escuchas para otros fines. Casi tres años después de aquella reunión en Cumbres de Cuscatlán, Douglas Meléndez, el abogado que sustituyó a Martínez, confirmó las sospechas cuando abrió, en agosto de 2016, una investigación sobre el mal uso de las intervenciones telefónicas. Martínez, de hecho, fue condenado en noviembre de 2018 por revelar conversaciones íntimas, obtenidas a través de las escuchas, en un caso que involucraba a Antonio Rodríguez, un exsacerdote español.

Herbert Saca, de cualquier forma, parecía saber de lo que hablaba al expresar su sospecha de que Martínez los estaba espiando: era él, Herbert, uno de los que había servido de enlace entre Martínez, Funes y su primo Tony. De hecho, en una parte de la conversación de octubre en la casa de Cumbres de Cuscatlán, Herbert explica que su relación con Martínez le permite, incluso, darle consejos.

En una parte de la plática, cuando los presentes aún discuten sus dudas sobre la información que Estados Unidos tiene de los movimientos de dinero atribuidos a Flores, César Funes resume diciendo que el fiscal Martínez ya había recibido información de los estadounidenses. Eso, dice César, lo dijo Martínez durante una visita a la misma casa de la calle Xochiquetzal donde hoy están todos reunidos. ¿A quién se lo dijo? A Herbert Saca.

—Eso es lo que el fiscal maneja el día que viene acá… Cuándo él se reúne el sábado —recuerda César Funes.

—¿Te lo dijo cuando estuvo acá? —pregunta Mauricio Funes.

—Se lo dijo a Herbert… A mí no me lo dijo —contesta César.

—A mí me lo dijo, que lo aconsejara qué hacía, porque es un expresidente, ¿verdad? —contesta Herbert.

Una investigación de El Faro publicada en noviembre pasado reveló que Funes y Martínez tuvieron comunicación sobre el ROS y Francisco Flores. El periódico digital tuvo acceso a conversaciones por mensajería electrónica entre ambos.

En uno de los chats, por una plataforma de mensajería, Funes parece explicar a Martínez una de sus intervenciones radiales al respecto: “… Me referí al tema del ROS… Mi actitud fue de total respeto al profesionalismo e independencia de la Fiscalía. Como se lo aclaré la última vez que nos vimos: una vez establezco una relación de amistad no acostumbro a traicionar. A usted lo considero mi amigo y por tanto no encontrará en esta relación ni dolo y mucho menos mala fe”.

Luego, en la misma conversación, se pacta una cita con Tony Saca en la casa de Cumbres de Cuscatlán. “¿Cree que podemos vernos a las 5 en cumbres (sic)? Un amigo en común, el presidente Saca, quisiera también echarse los tragos y compartir con nosotros.” “Gracias presidente”, acepta Martínez la invitación. Por lo que pasó luego queda claro que Martínez no pensaba investigar en serio a Flores.

Las dudas de Luis Martínez no ponían al expresidente arenero a salvo: los diputados de GANA, socios de los Saca y de Funes, y la bancada del FMLN tenían preparada otra arma contra el expresidente arenero. El mismo jueves en que Funes reveló el contenido del ROS en la televisión, la Asamblea aprobó la creación de una subcomisión especial para investigar el destino de los dineros de Taiwán.

Después, la avalancha.

Sábado 30 de noviembre de 2013: Funes repite los contenidos del ROS en su programa radial y felicita a los diputados por haber creado la subcomisión. 11 de diciembre de 2013: se instala la comisión. 7 y 28 de enero de 2014: Flores testifica ante la comisión legislativa y termina incriminándose al aceptar que recibió dinero de Taiwán sin aclarar qué pasó con los fondos. 6 de mayo de 2014: un juzgado decreta detención a Flores por delitos de desobediencia y enriquecimiento ilícito. 5 de septiembre de 2014: Flores es beneficiado con prisión domiciliaria. 18 de septiembre de 2014: tribunal superior ordena que el expresidente vuelva a la prisión. 5 de noviembre de 2015: inicia la audiencia preliminar contra Flores.  30 de enero de 2016: Francisco Flores fallece por un infarto cerebral arterial. Fin del proceso.

El fiscal Luis Martínez nunca investigó a fondo las transacciones sospechosas y, según las acusaciones criminales que hoy pesan en su contra, usó la Fiscalía para proteger a Flores.

En una acusación múltiple por delitos de corrupción que la Fiscalía General presentó el 18 de octubre de 2018 contra Martínez se explica que el exfiscal giró instrucciones a sus subalternos para que “omitieran investigar delitos y personas relacionadas en expediente fiscal Referencia 06-UIF-2014, en el que aparecía imputado el señor Francisco Guillermo Flores Pérez y otros, por delitos relacionados al lavado de activos”.

Tovías Armando Menjívar, ex subalterno de Martínez y testigo en el caso contra el exfiscal, precisa que el ROS surge por una petición que hicieron en junio de 2013 agentes fiscales que investigaban posibles manejos criminales en la Comisión Hidroeléctrica del Río Lempa (en el caso conocido como CEL-ENEL) para determinar “la veracidad” de información sobre Flores por “transportar una fuerte cantidad de dinero en efectivo (y) adicionalmente se pedía información financiera relacionada a dicha persona”.

En octubre de 2013, dice Menjívar, la Fiscalía recibió un informe de la Financial Crimes Enforcement Network Department of the Treasury, también conocida como Fincen, por sus siglas en inglés, la instancia a la que se refirió Funes en el programa de Nacho Castillo. El Fincen confirmó que “el gobierno de China-Taiwán emitió a favor del señor Francisco Flores Pérez en su carácter de presidente de la República de El Salvador, (la suma) de diez millones de dólares”, según la reciente acusación fiscal contra Martínez.

Luis Martínez, dice su subalterno, pidió control de la información desde el principio y exigió que no se abriese expediente alguno por la información del Fincen. Los fiscales de la unidad financiera elaboraron, no obstante, tres proyectos de acusación que incluían a Flores y otros dirigentes empresariales y políticos supuestamente vinculados al desvío del dinero taiwanés. Fue hasta la tercera ocasión que Martínez autorizó la presentación del requerimiento fiscal a un tribunal que él escogió. Cada diligencia, advirtió el fiscal general, debía de ser aprobada por él. Resultado: la investigación nunca se movió. Hoy, Luis Martínez es procesado por omisión de investigaciones.

Al final, el ROS filtrado sirvió para que Mauricio Funes y Tony Saca, amparados en la alianza que los unía y gracias al trabajo de sus operadores, montaran su propia persecución política. En el camino, El Salvador violó acuerdos internacionales que protegen la divulgación pública de información sensible como la del ROS de Flores. Como producto de eso, el país fue expulsado de un grupo de países con capacidades legales para intercambiar este tipo de datos en el marco de investigaciones criminales.

En octubre de 2013, cuando Funes, Saca y los suyos se reunieron, la Fiscalía General estaba secuestrada por la empresa criminal de sobornos, persecuciones ilegales y encubrimientos que Luis Martínez había montado con el aval de los políticos y grupos de poder que lo pusieron al frente del ministerio público. En esa Fiscalía, el ROS sobre las actividades de Francisco Flores solo sirvió como argumento para más operaciones políticas por debajo de la mesa, como la que Funes y Saca discutieron entre tragos de Cinta Azul en la casa de Cumbres de Cuscatlán.

Pero no fue Martínez quien facilitó la información del ROS a Funes. ¿Cómo consiguió el presidente el ROS? De acuerdo con dos fuentes cercanas a él, un exfuncionario que trabajó durante todo el quinquenio en Casa Presidencial y un miembro del gabinete que fue parte del círculo íntimo del mandatario, fue Diego Escobar quien proporcionó el ROS a Funes.

“Contactaron a Diego y… obtuvieron el ROS. Posteriormente se supone le aportaron dinero a Diego para salir del país”, dice el exfuncionario de Capres, quien habló bajo condición de anonimato por seguridad.

“Lo que se comentó luego en varias reuniones en la que estaban las mismas personas es que hubo un pago”, asegura el exmiembro del gabinete.

Factum no pudo confirmar, más allá de lo expresado por ambos excolaboradores de Funes, si hubo pago por el ROS. Esta revista contactó a Diego Escobar, la persona que, de acuerdo con el presidente, era “la clave” en el ataque a Flores. El exfiscal no quiso referirse por teléfono a su participación en la trama, tal como lo revelan los audios presidenciales. Factum le ofreció un espacio y una entrevista, algo que Escobar en principio aceptó. Se pactó hora y día. Sin embargo, el exfiscal canceló diez minutos antes de la cita, aduciendo carga laboral. Factum ofreció esperarlo pero Escobar no respondió más.

Funes también respondió sobre cómo obtuvo el ROS. Según el expresidente, el documento le fue entregado por el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE). “Fue la OIE la que me entregó una copia del informe, ya que el original supongo que estaba en manos de la Fiscalía. No es cierto que haya sido el fiscal Diego Escobar quién me lo proporcionó”, respondió Funes.

Con esta respuesta, Funes aceptó implícitamente que el OIE espiaba a la Fiscalía. El artículo 5 de la ley que da vida al OIE establece que esta institución sirve al presidente para dos grandes objetivos: la seguridad del Estado y la vigencia del régimen democrática. Funes la usó para impulsar su agenda política personal.

En un principio, en el intercambio de correos con este medio, negó rotundamente haber hablado del ROS con Saca o alguno de sus allegados. “No es cierto que hayamos discutido el tema del ROS sobre los fondos Taiwán. El ROS nunca formó parte de mis conversaciones con Saca ni ninguno de sus colaboradores. No tenía sentido pues ellos no tuvieron nada que ver con su obtención”, dijo el exmandatario.

Sin embargo, pocas horas después de su primera respuesta, luego de conocer que este medio tiene en su poder audios de aquella reunión en Cumbres de Cuscatlán en octubre del 2013, el expresidente entró en una contradicción. “Para conocimiento de ustedes el tema del ROS fue objeto de conversaciones con diferentes partidos políticos ya que fue el documento que sirvió de base para crear la comisión especial legislativa sobre el caso de los Fondos de Taiwán. Nunca he dicho que el tema no haya sido conversado con otros actores”.

Al ser cuestionado sobre el uso indebido del OIE, un organismo que por ley está bajo sus órdenes, Funes solo reafirmó los hechos. “Como les aclaré en el cuestionario anterior, fue la OIE la que me facilitó la copia del ROS como era su obligación. Por ley la OIE no puede revelar la identidad de sus informantes o colaboradores, ni siquiera al Presidente de la República. No fuí yo quie le ordené a la OIE la obtención del ROS”.

Los audidos de la reunión de octubre de 2013 muestran una realidad diferente. Casi al final de la reunión, Funes llama a Lafitte Fernández para establecer contacto con Diego Escobar. En la conversación el presidente da por hecho que el fiscal tiene el ROS en su posesión y que está dispuesto a entregarlo.

Funes marca el 7883-1673, el número de Fernández que le han dado, atropellándose después de revisar sus teléfonos, César Funes y Herbert Saca. Ese número es que el tenía Fernández cuando vivía en El Salvador, como comprobó esta revista.

—Te habla el presidente Funes. Yo te mandé un mensaje para ver si podíamos hablar con aquella persona amiga tuya… que tiene aquello que me interesa a mí… Decile que yo estoy en una casa segura y estoy con Tony, con Tony Saca, y que entonces… —dice Funes mientras habla por teléfono con Lafitte Fernández.

—…

—Por eso, por eso… Vaya, entonces me gustaría platicar con él hoy mismo porque aquí hay que andar corriendo, por qué no le preguntás y le decís que lo podemos mandar a traer con toda la seguridad necesaria para que no se sienta intimidado. Y conversamos. Solo conversamos —sigue el presidente.

Lafitte Fernández, experiodista costarricense que fue jefe de redacción de El Diario de Hoy, es mencionado en un audio filtrado durante una reunión entre los expresidentes salvadoreños Antonio Saca y Mauricio Funes. Foto Archivo FACTUM/Salvador Meléndez

Lafitte Fernández atendió a Factum telefónicamente desde Costa Rica, donde ahora vive. En la llamada, el experiodista reconoció que se reunió varias veces con Funes y que conoce a Diego Escobar. Esto le dijo a Factum:

—Funes le llama y le dice que necesita una reunión urgente con el fiscal Diego. Y usted le dice a él que Diego está cagado y que lo que está pensando mejor es en irse del país y que por eso no puede hablar con ellos en ese momento en esa casa segura. Entonces Funes le dice que entonces llegue usted porque usted también tiene información —le dijo Factum a Fernández.

— (Silencio) Eh… sí, pero es que estos hechos no fueron así.

—¿Y cómo fue que ocurrió entonces? Por eso le estamos llamando.

—¡No! Ustedes díganme.

—Lafitte… ¿usted recuerda esa llamada del 11 de octubre?

—¡No! No la recuerdo. No, no. Yo me junté varias veces con el expresidente Funes para otras cosas, pero esto no lo recuerdo.

—¿Usted conoce a Diego Escobar, Lafitte?

—Cómo no, usted. Lo conozco desde hace muchos años.

—¿Y por qué usted le dijo en esa llamada al expresidente que Diego Escobar estaba cagado y que lo que quería era irse del país?

— (Silencio) Eh… no creo que haya dicho eso. Con todo respeto. Además, ¿cuál es la acusación? ¿Cuál es la conducta ilícita? ¿Cuál?

—Según los audios que hemos escuchado, usted fue la persona que contactó al entonces fiscal Diego Escobar con el expresidente para que le filtraran el ROS.

—No, no, no. No es así.

—Explíquenos.

—¡No! Es que no tengo que explicar nada que es falso. Ustedes díganme qué conducta me están atribuyendo. Lo que ustedes me están diciendo yo les estoy diciendo que no, ¿verdad? Entonces ustedes díganme cuál es mi conducta ilegal o antiética… no sé.

Sobre su relación con Lafitte, el expresidente negó que el comunicador haya servido como enlace con el exfiscal Diego Escobar. “A Lafitte Fernández le conozco desde mis años de periodista y siempre le tuve afecto y aprecio por su trabajo. No tuvo ninguna relación laboral con mi gobierno. Al terminar la Presidencia y en el contexto de una consultoría para La Página le recomendé a Jorge Hernández, propietario de La Página, su contratación como jefe de redacción”, dijo el expresidente a este medio.

Epílogo

Entre la segunda semana de octubre de 2013, cuando el grupo confeccionó el plan para acercarse al fiscal auxiliar que se supone tenía acceso al ROS y la última semana de noviembre, cuando lo publicó en su programa radial y en el programa de entrevistas televisivo de Nacho Castillo, Mauricio Funes se hizo de una copia del ROS.

La divulgación del ROS, también hecha a través de medios de propaganda del gobierno como el portal Transparencia Activa, dio pie a una operación política en la Asamblea, uno de cuyos principales ejecutores fue Guillermo Gallegos, otro hombre importante en el clan de los Saca. Gallegos, a quien la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia ha objetado un crecimiento patrimonial desmesurado en sus años como legislador, fue el diputado más activo en la comisión que interrogó a Flores.

La alianza política entre Funes, los Saca y todos sus operadores terminó deshecha. La deshicieron, en parte, las suspicacias que despertaron en el grupo las investigaciones emprendidas por la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General, ya durante el mandato de Douglas Meléndez.

Uno de los excolaboradores de Funes y uno de los exmiembros del gabinete consultados coinciden en que, ya con Funes fuera de la presidencia, los dos expresidentes se reunieron para trazar estrategias ante eventuales investigaciones.

Al final, el clan Saca y Funes y sus acólitos navegaron cada cual por su cuenta. No les fue bien.

Antonio Saca y César Funes fueron condenados este año por delitos de corrupción y de lavado de dinero por el desvío de cerca de 300 millones de dólares de Casa Presidencial. Pasarán al menos la próxima década en prisión.

Mauricio Funes es prófugo de la justicia. En junio de este año un juez emitió órdenes de captura contra el expresidente, su esposa y varios exfuncionarios por diversos delitos de corrupción. En agosto de 2016, tras su rompimiento con los Saca y una breve escala en Guatemala, el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua concedió asilo a Funes, quien se dice perseguido político de Arena por haber denunciado a Flores; eso a pesar de que el Estado del que dice huir ha sido controlado en gran medida desde 2009 hasta la fecha por el FMLN, el partido que lo llevó a la presidencia.

Flores murió en 2016, en medio del proceso penal por corrupción emprendido a regañadientes por la Fiscalía de Luis Martínez. En octubre de este año, un tribunal decidió devolver a la familia del expresidente arenero todos los bienes decomisados en el marco de ese proceso judicial.

Herbert Saca, el gran operador, está libre. Nunca las autoridades salvadoreñas lo han acusado de algo, aunque Fiscalía y el OIE sí lo han tenido en el radar. El fiscal general Meléndez ordenó en noviembre de 2016 allanar HS Imports, autolote de Herbert que en una investigación de 2004 y otra de 2006 aparece relacionada a un exalcalde de Arena vinculado a Los Perrones y en el que varios exfuncionarios de Funes y el expresidente mismo compraron carros de lujo de segunda mano. Esa investigación está estancada.

Arena nunca ha explicado cómo usó los fondos taiwaneses desviados por Francisco Flores a cuentas personales y partidarias. La dirigencia arenera actual se ha limitado a decir que los documentos de la contabilidad electoral de 2004 y 2006 se extravió. Ni la Fiscalía de Luis Martínez ni la de Douglas Meléndez emprendieron acciones penales contra otros políticos y dirigentes de Arena que supieron de los fondos taiwaneses o de funcionarios de la banca privada que dejaron pasar esos movimientos.

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Al colgar con Lafitte Fernández, el presidente Funes informa a su audiencia que, según lo que acaban de decirle, Diego Escobar está “aculerado” y que está pensando en irse del país. Había mucha expectativa por esa llamada.

—Pero se puede ir después de que arme el desvergue —sentencia, práctico, Tony Saca.

—Por eso ¡Ja! —ríe Funes— Pues sí, pero él se quiere ir del país porque dice que el fiscal ya sabe que él (Diego Escobar) ha tomado contacto con alguna gente…

Esa gente es la que se ha reunido esta tarde de viernes en un casa de la calle Xochiquetzal. La gente es el gabinete paralelo de Funes.

Con reportes de Fernando Romero, Bryan Avelar y María Cidón Kiernan