Viejos conocidos de El Salvador en equipos de Trump

Robert Blau, ex encargado de negocios en la embajada en San Salvador, y Charles Glazer, embajador en los años de George W. Bush, forman parte de los equipos de transición de la administración de Donald Trump en el Departamento de Estado. Sus perfiles e historial permiten prever un giro a posturas geopolíticas más conservadoras, que privilegien la división de América Latina en bloques afines y adversos a Washington.


Robert Blau nunca se llevó del todo bien con la administración de Mauricio Funes. Fue él, diplomático de carrera con una hoja de vida que incluye un papel activo en El Salvador durante los primeros años de la posguerra, quien recibió al primer gobierno de izquierda de El Salvador en 2009, como encargado de negocios. Fue él, de hecho, el primero miembro del cuerpo diplomático que felicitó a Funes. Blau, sin embargo, no fue nunca alguien a quien le gustase demasiado la izquierda latinoamericana.

Al principio, movido por la desconfianza a su propio partido político, Funes acudió a la embajada estadounidense en busca de un aliado fuerte que le diera cintura política. No había, entonces, embajador: Blau mandaba.

Robert Blau, de traje, en un acto militar en San Salvador en 2009, antes de la toma de posesión de Mauricio Funes. Foto tomada del sitio de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador.

Cables secretos de Estados Unidos filtrados por la organización Wikileaks, y publicados en El Salvador por primera vez en El Faro, dan cuenta de que en 2010 miembros del movimiento Amigos de Mauricio se reunieron con Blau para expresarle su preocupación por el supuesto acoso del FMLN al presidente.

En una reunión realizada el 21 de agosto de 2009, dos miembros del movimiento, entre ellos Francisco Cáceres, quien ya era el secretario privado de Funes, dijeron a Blau que el presidente temía que el FMLN intentara intervenir su teléfono e, incluso, que estaba preocupado por su seguridad personal en el perímetro de Casa Presidencial.

Blau escuchó y envió a Washington la siguiente conclusión: Funes era un potencial aliado, mientras que el “ala dura” del FMLN se mostraba “implacable” contra Estados Unidos.

La posibilidad de una alianza con Funes, sin embargo, se difuminó muy pronto, sobre todo por lo que miembros del gabinete consultados por Factum catalogan como la cercanía de Blau con miembros del partido ARENA y con hondureños cercanos al gobierno de Roberto Micheletti en aquel país tras al golpe de Estado al presidente Manuel Zelaya.

Uno de los incidentes que más deterioró la relación entre la administración Funes y Blau fue una plática que el diplomático sostuvo en Casa Presidencial con colaboradores cercanos al presidente respecto a Ramón Sanfeliú, un financista del partido ARENA al que un mercenario salvadoreño relacionaría luego con el terrorista cubano-americano Luis Posada Carriles.

Blau, según dos ex colaboradores de Funes que hablaron con Factum bajo condición de anonimato, reclamó porque, según Sanfeliú, el Organismo de Inteligencia del Estado lo seguía. El expresidente, dice uno de los ex funcionarios, entendió el reclamo como un desafío.

La relación del ex diplomático con el FMLN era, en la práctica, nula. Blau fue, de hecho, uno de los funcionarios que más cabildeo hizo en Washington por que Funes removiera a Manuel Melgar, ex comandante guerrillero, del puesto de Ministro de Seguridad.

Desde tiempos de Bill Clinton, Washington achacó a Melgar autoría intelectual en la masacre de marines estadounidenses en la Zona Rosa de San Salvador en 1984. Cuando Funes nombró al ex comandante al mando de seguridad pública, la administración Obama frunció el ceño. Al final, ya con Blau fuera del escenario, Funes destituyó a Melgar.

Cuando Mari Carmen Aponte fue confirmada como embajadora en 2011, Blau estuvo un tiempo como segundo a cargo, pero pronto dejó El Salvador, volvió a Washington y se retiró a dar clases en un centro de estudios en el sur de los Estados Unidos.

Hoy, de acuerdo a dos fuentes diplomáticas, una fuente del Congreso en Washington y un funcionario del Gobierno de El Salvador, Blau es parte del equipo que maneja la transición a la administración de Donald Trump en el Departamento de Estado (DOS). Factum pidió a fuentes del DOS hablar con Blau, pero estas indicaron que la ley prohíbe a funcionarios aún no nombrados hablar con periodistas.

Además de Blau, el ex embajador de George W. Bush en El Salvador, Charles Glazer, es parte de ese equipo de transición.

El periódico Washington Examiner y el blog conservador American Thinker, que también confirmaron la presencia de Glazer en los equipos de Trump, detallan que el ex embajador tuvo un rol activo en la campaña presidencial del republicano, sobre todo en la recolección de fondos para proselitismo.

Glazer fue jefe de la misión diplomática en San Salvador entre 2006 y 2009, años de la administración de Antonio Saca. En general, Glazer siguió las líneas de su antecesor, Douglas Barclay, al hacer de la cooperación en seguridad pública y de la gestión geopolítica para frenar la influencia del chavismo venezolano en Centroamérica ejes de su gestión.

Charles Glazer renunció a su puesto en 2009, luego de que el recién electo presidente Barack Obama instruyera a su Departamento de Estado que ordenara la salida de todos los embajadores con nombramientos políticos que no eran diplomáticos de carrera.
A la salida de Glazer, Blau asumió como jefe de misión interino, puesto en el que se mantuvo durante más de tres años, hasta que Obama nombró a Mari Carmen Aponte saltándose el trámite de la aprobación del Congreso.

¿El regreso geopolítico de los halcones?

A pocas horas de la toma de posesión oficial de la administración Trump es muy pronto para prever las implicaciones inmediatas que la gestión del magnate neoyorquino llevará a las relaciones con Centroamérica o El Salvador, pero los perfiles políticos de Glazer y Blau pueden arrojar ideas.

Ex embajador Charles Glazer. Foto tomada del sitio web del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Glazer ha sido, antes y después de ocupar el puesto diplomático que Bush le encargó en San Salvador, banquero. Siempre ha estado cerca del partido republicano y ha sido un importante recaudador de fondos para las campañas presidenciales desde Bush hasta Trump en su estado natal de Connecticut.

De su gestión en San Salvador puede decirse, atendiendo a varios de los cables desclasificado por WikiLeaks, que siempre interpretó el triunfo de la izquierda política en El Salvador como un riesgo para los Estados Unidos. Entre 2006 y 2009, cuando Glazer fue embajador, buena parte de la política exterior de Washington hacia Centroamérica estuvo marcada por dos temas: la creciente inseguridad en el Triángulo Norte y la creciente influencia de Hugo Chávez en el istmo, sobre todo por su relación con los gobiernos de Manuel Zelaya en Honduras y de Daniel Ortega en Nicaragua.

Más revelador es, si cabe, el regreso de Blau en los pasillos del Departamento de Estado. A diferencia de Glazer, que solo ha tenido una asignación diplomática, Blau es un funcionario de carrera, hijo de los últimos años de la Guerra Fría y de sus estertores.

Antes de ser destacado en San Salvador, Blau había sido agregado en la sección de intereses estadounidenses en La Habana, donde sus relaciones con el régimen castrista fueron especialmente tensas, según han dicho a Factum fuentes del Gobierno de Raúl Castro.

Y antes de estar en Cuba, Blau ya había estado en San Salvador, durante los primeros años de la posguerra, como encargado de la oficina anti narcotráfico del Departamento de Estado para Centroamérica, la antecesora de la INL (siglas en inglés de la actual oficina de aplicación de la ley y narcóticos de la diplomacia estadounidense), una de las agencias más influyentes en el Triángulo Norte.

En 1994, Blau era en San Salvador un interlocutor importante del Gobierno de Armando Calderón Sol durante la ejecución de los Acuerdos de Paz y, en especial, del despliegue y capacitación de la nueva Policía Nacional Civil.

Aquel año, el estadounidense tuvo encontronazos con enviados de la ONU que se opusieron al nombramiento de un oficial del ejército, el mayor Óscar Armando Peña Durán, como subdirector de la PNC. Mientras los oficiales de Naciones Unidas señalaban a Peña por presuntos nexos con el narcotráfico, Blau decía de él que “logró organizar la mejor unidad antinarcóticos de Centroamérica”.

En 2010, cuando las administraciones Funes y Obama se disponían a renovar el acuerdo que da vida al centro antipandillas transnacional de la PNC, los salvadoreños insistieron en remover del mando de ese centro al comisionado Douglas Omar García Funes, investigado entonces por posibles nexos con el crimen organizado. La embajada de Blau defendió al comisionado a capa y espada.

Un alto funcionario del Gobierno Funes describe a Blau como la quintaesencia de los llamados “halcones” de las administraciones republicanas, sobre todo la de George W. Bush, cuya visión geopolítica, en el caso latinoamericano, privilegia la bipolaridad ideológica heredada de la Guerra Fría. Cuando esa visión ha imperado en Foggy Bottom -como se conoce a la zona de Washington donde está el Departamento de Estado- las izquierdas del continente han sido vistas como adversarias.

Aún no está claro si Blau o Glazer terminarán ocupando puestos de importancia en la jerarquía de la diplomacia en Washington, en específico en la oficina de asuntos del hemisferio occidental, pero, de nuevo, su presencia en Foggy Bottom da ya algunas ideas de qué tanto pueden cambiar las cosas en las riberas del Potomac.

 

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*Foto principal: Miembros del Ejército de los Estados Unidos ensayan frente al Capitolio para la toma de posesión de Donald Trump como 45o. presidente de la Unión. Foto tomada de Airman Magazine, tomada de Flickr con licencia Creative Commons.

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