El reto para los nuevos liderazgos políticos en El Salvador

Tanto se habla en El Salvador sobre el sistema político y los partidos políticos que muchos piensan que únicamente desde allí pueden hacerse posibles las transformaciones significativas que el país necesita. Pero se deja de lado el hecho de que todo movimiento político nace de la revolución ciudadana, de un cambio radical en el pensamiento político de las personas que promueven dichos movimientos sociales. Y es desde la manera de liderazgo que promueven estas nuevas formas de pensamiento, donde mueren los sueños de la gente que en un principio apoyaron estos supuestos cambios de paradigmas, que en un inicio fueron la piedra angular del movimiento ciudadano.

Y la razón que se diga que es desde el liderazgo donde se pierde la visión y motivación de los cambios que se pretenden conquistar con la lucha popular es debido a que las masas populares en gran medida y específicamente en El Salvador no son conscientes de alguna medida de la realidad social y cultural de la que son parte. Y es por eso que se otorga un empoderamiento no solo político, sino ideológico, a quienes lideran las luchas sociales; y, en consecuencia, en su limitada visión con base en su propio criterio, termina siendo aparentemente la única forma de cambio posible.

Y es de esta manera que se deja de lado la oportunidad de crear soluciones consensuadas y debatidas desde distintos puntos de vista y criterios de los diferentes bancos de pensamiento intelectual y científico. Sin embargo, este campo intelectualno es un espacio neutro de relaciones interindividuales, sino que está estructurado como un sistema de relaciones en competencia y conflicto entre grupos situaciones en posiciones diversas, como un sistema de posiciones sociales a las que están asociadas posiciones intelectuales y artísticas” (Bourdieu, 2002, p. 4). Sin embargo, es donde realmente se pudieran lograr las ideas y propuestas que conlleven a estos cambios de pensamiento político para que generen propuestas que respondan a las necesidades fundamentales de los salvadoreños.

Pero la razón fundamental de que se otorgue ese empoderamiento es debido a que la gente, además de desposeer un criterio intelectual o científico sobre las causales, consecuencias y las posibles soluciones a los problemas de país que más atención requieren, también carece de motivación para la autoformación y autodisciplina.

Es por eso que el bajo nivel educativo y cultural al que ha sido sometida la población —dicho sea de paso— por las esferas dominantes o poderes fácticos que imponen tales condiciones a los sectores empobrecidos y excluidos, con el objetivo de neutralizar todo pensamiento emancipatorio, contradictoriamente amenaza con desfavorecer los intereses nefastos y puramente económicos de estos grupos de poder.

Partiendo del análisis anterior, la formación cultural de los sectores empobrecidos y excluidos se convierte en un eje fundamental de los movimientos sociales y políticos, para la generación de conciencia, sobre la participación, legitimación e incidencia de los distintos actores del ámbito intelectual y científico, y en la elaboración de propuestas para solucionar los principales problemas de la sociedad.

Pero el problema se agrava, debido a que los sectores populares no solo carecen de verdaderos criterios intelectuales y científicos, sino que, equivocadamente, creen poseer dichos criterios basados en la desinformación masiva a la que están expuestos todos los días por algunos medios de comunicación inescrupulosos e irresponsables que generan controversia y división con noticias falsas (“fake news”) y desacreditación del postulado científico e intelectual, con el fin de generar enajenamiento colectivo.

De este modo, dejan neutralizado todo avance en materia de entendimientos entre las clases pensantes y los distintos líderes de los movimientos sociales que promuevan cambios reales y significativos, con propuestas concretas pensadas a partir de la realidad social.

Es en esta dialéctica silenciosa y poco explorada de la que somos todos víctimas en donde se encuentra el mayor reto a tomar por parte de aquellos que decidan emprender este arduo camino que representa organizar grupos de participación ciudadana en política.

Aunque se diga mucho sobre la conciencia y empoderamiento que deben poseer los distintos movimientos ciudadanos emergentes, el fin último es la incidencia que puedan tener en las decisiones gubernamentales y en la construcción de políticas públicas en el país.

En consecuencia, tal cosa pareciera una mera utopía. Estamos convencidos de que es posible desde la actual coyuntura política una oportunidad que la gente marginada y desilusionada por los líderes de los distintos grupos de organización ciudadana y partidos políticos tiene no solo deseos, sino también la necesidad de nuevos liderazgos que respondan a estas exigencias.

En tal sentido, se ha hecho referencia a las distintas organizaciones ciudadanas y poco énfasis en los partidos políticos, por la razón de que el enfoque de este artículo está pensado en las nuevas organizaciones sociales y la construcción de nuevos liderazgos, con el objetivo de crear conciencia y motivar a las nuevas generaciones a organizarse y exigir cada vez más y mejores procesos de democracia participativa, donde todos podamos participar en las decisiones que serán el motor que genere las nuevas oportunidades de desarrollo social, económico y cultural en El Salvador.

P.D.: Agradezco a Melvin Josué Martínez Aparicio por las conversaciones interesantes y las reflexiones que hicieron posible este artículo.

Referencias bibliográficas:
Bourdieu, P. (2002). Campo de poder y campo intelectual: itinerario de un concepto. (1a  ed.). Buenos Aires: Editorial Montressor.


*Alexis Clavel es educador y egresado de la maestría académica centroamericana en sociología, Universidad de Costa Rica. Miembro de la red del Consejo Latinoamericano de Investigación para la
Paz (CLAIP). Correo electrónico: porfirio.clavel@ucr.ac.cr

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