Una de las característica de la política salvadoreña es creer que El Salvador es el centro del universo. Es un reflejo heredado de los ochentas, ese raro espacio en la historia de Estados Unidos en la que Centroamérica y, en especial, El Salvador era su prioridad ideológica, política y militar. En esos tiempos, Estados Unidos enviaba miles de millones de dólares en ayuda económica y militar a El Salvador para detener el avance del FMLN, que era visto por Washington como un instrumento de la dominación soviética. Las portadas de los grandes medios estadounidense reproducían este interés y El Salvador era el centro de experimentación y creación para periodistas, diplomáticos, espías y expertos en artes militares del mundo. En ese tiempo, lo que hacía el bloque soviético, al cual el gobierno de Reagan veía como el titiritero detrás del FMLN y la izquierda salvadoreña, era respondido con fuerza por Washington.
Con la cancelación del TPS y el inicio de la campaña electoral en El Salvador, los mismos reflejos históricos se disparan irracionalmente. De ahí la emergencia de tres mitos: 1) al TPS lo suspendieron por la postura del FMLN, 2) el Gobierno es responsable de la suspensión del beneficio migratorio y 3) la cancelación del TPS no fue cancelación, sino prórroga. Iré explicando brevemente cada uno.
1) Al TPS lo suspendieron por la política del FMLN
El FMLN de la actualidad no es el FMLN de la guerra, porque el FMLN de la guerra era relacionado con la Unión Soviética, el adversario geopolítico de Estados Unidos. Ni Venezuela ni Cuba logran el grado de aprensión que la Unión Soviética despertaba en Washington en los ochentas. Es más, Estados Unidos tiene relaciones con Cuba y recibe petróleo de Venezuela. Por su parte, los gobiernos del FMLN han firmado acuerdos, reafirmado tratados y modificado legislación interna para fortalecer los lazos económicos y políticos con Estados Unidos. Por ejemplo, los gobiernos del FMLN han prometido ayudar a la lucha contra las pandillas y han tratado de establecer una política de Estado que desincentive la migración al país norteamericano. Estos son los puntos que le interesan a Washington, no la agenda de un precandidato de izquierda o que las sedes del FMLN tengan fotos del Ché Guevara. El Salvador simplemente no es prioridad para Estados Unidos.
2) El gobierno es responsable de la suspensión del beneficio migratorio
Como lo dijo el embajador Rubén Zamora, mantener el TPS era una lucha cuesta arriba fuera quien fuera el presidente de El Salvador. La líneas estratégicas de Washington son desincentivar la migración y facilitar la repatriación de inmigrantes indocumentados a sus países de origen. Esto es verdad enciclopédica en Estados Unidos. El Gobierno de El Salvador hizo lo que pudo, pero su capacidad de influir en Congreso y Casa Blanca es escasa. A pesar de eso, la cancillería contrató lobistas, llevó a opositores en sus delegaciones al Congreso, evitó votar por una resolución complicada en las Naciones Unidas y estableció alianzas con miembros de la sociedad civil. Nada de esto pudo mover la decisión de Washington porque esta es estratégica. A lo mejor, todo el trabajo diplomático ayudó a que Washington aceptara darle a los tepesianos 18 meses de gracia.
A diferencia de la influencia que Estados Unidos tiene en la política salvadoreña, El Salvador tiene poca capacidad de iniciar, cambiar y construir opciones legislativas ya sea a través del cabildeo directo en el congreso o a través de las relaciones públicas. Los diplomáticos latinoamericanos, a excepción del mexicano, rara vez tienen espacio en los medios estadounidenses, tampoco son fuentes de información y menos modifican las agenda periodísticas. De esto hay mucha investigación empírica al respecto.
¿Se pudo haber hecho más? Siempre se puede hacer más, pero esa idea de que Washington es un lugar que puede ser conquistado con arraigada voluntad, perfecto acento estadounidense, educación universitaria y conocimiento de la cultura pop, es uno de los espejismos más grandes de la política salvadoreña. ¿Cómo un país que quiere proteger a sus 2 millones de inmigrantes en Estados Unidos con un presupuesto magro puede cambiar pautas estratégicas de Washington? Estas variables estructurales no se transforman con un discurso adulzado en las escuelas bilingües salvadoreñas, ni con los viejos discursos anticomunistas. En los ochentas y noventas, hubo éxito en temas similares porque muchos norteamericanos comunes y corrientes estaban comprometidos en ayudar al pueblo salvadoreño. Pero reinventar estas alianzas requiere tiempo en un contexto más complejo.
3) Es una prórroga, no cancelación
Al margen del discurso de la Cancillería El Salvador, el final del TPS no es una prórroga porque el Gobierno de Estados Unidos nunca ha querido que sea así. Para los intereses de Washington es mejor que el mensaje de que la inmigración indocumentada será perseguida sea más fuerte. El fin del TPS tiene una doble finalidad política y discursiva que rebasa los inútiles intentos de neutralizarla. El fin del TPS, sumado al fin de DACA, a la retórica oficial y al endurecimiento de trámites migratorios, solo confirma que la cancelación nunca quiso ser “prórroga”, ni retórica ni materialmente. En diplomacia, hay retórica que no tiene hechos, y hay hechos que no tienen retórica. Un caso del primero es el interés de Occidente en facilitar el diálogo entre Israel y Palestina, y del segundo es la asistencia del presidente Salvador Sánchez Cerén a la toma de posesión del reelecto presidente Honduras. En este caso, la cancelación del TPS es retórica y material, y nadie debería disminuir la profundidad que entraña.
Cualquier esfuerzo de parte de El Salvador requiere destruir los mitos de la Guerra Fría y aceptar el balance negativo que tiene el país en influir en la política interna de Estados Unidos de la actualidad. El fin del TPS puede iniciar un esfuerzo nacional. Solo al ver de frente la situación y ser realista con nuestras limitantes, podemos construir alternativas viables. Dejemos los sueños guajiros para los artistas que quieren comerse Hollywood con una película.
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2 Responses to “Los tres mitos del TPS”
Los EEUU y la URSS pelearon por todo el mundo pero nunca directamente.
Cuba y Nicaragua sirvieron de retaguardia estratégica, hospitales, entrenamiento, financiamiento.
Faros Handal estuvo detrás de CISPES en EEUU, presionando al Congreso, y colectando fondos para el frente.
El bloque soviético apoyó al frente en la ONU,
Muchas armas vinieron de Vietnam.
Estados Unidos los detuvo.
El Salvador puso los muertos.
Interesante la nota. Pero al ser consistentes con la misma vale considerar por lo menos, los aspectos siguientes.
“En los ochentas y noventas, hubo éxito en temas similares porque muchos norteamericanos comunes y corrientes estaban comprometidos en ayudar al pueblo salvadoreño.” De parte de los estadounidenses en aquellos momentos era de urgencia la ayuda, casi un hecho vital decidirse a ayudar a los salvadoreños. Ahora es un hecho económico tal decisión. Y esto tiene que ver con las condiciones de vida y progreso de muchos de ellos, tanto ciudadanos originarios de EEUU como salvadoreños protegidos por el TPS. Precisamente por ello las cosas no van a quedarse en el estado de fatalidad que politica y mediaticamente se ha querido construír y vaticinar por estos espacios,
“Al margen del discurso de la Cancillería El Salvador, el final del TPS no es una prórroga porque el Gobierno de Estados Unidos nunca ha querido que sea así. ” Me parece que aunque el gob de EEUU quiera o no, la prórroga es real y absoluta, el TPS no termina hoy, sino que hay 18 meses mas para su final legal con todas las consecuencias derivadas de ello. Y en esto no tiene nada que ver el discurso de la cancilleria, simplemente está destacando una parte rescatable de esa realidad adversa, que se contabiliza en un plazo de 18 meses, para que se aproveche en readecuar la vida, los recursos legales, influencias ante el congreso, iniciativas, propuestas, etc., pero no de parte del gobierno o sus dependencias, sino de parte de los directamente afectados o de quienes están ahora saliendo de un estado de protección y deben apresuradamente mover sus hilos para lograr otro estado legal adecuado o suficiente, temporal o permanente. Y en ello no están solos pues la red socio-económica construída al amparo del TPS depende principalmente de la permanencia fisica, en condiciones adecuadas de vida y funciona tomando en cuenta esa presencia. Esa realidad que no es salvadoreña, sino de los propios EEUU que se benefician de ello, pesa mucho y es definitoria.